Jose vasconcelos ( 4 )
Jose vasconcelos. Encuentra docenas de jose vasconcelos con fotos para copiar y compartir.
Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado, la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.
José Angel Buesa
El que quiera contemplar un torrente lo primero que debe hacer es no ser arrastrado por él.
José Ortega Y Gasset
Al poder se sube casi siempre de rodillas. Los que suben de pie son los que tienen derecho a él.
José MartÃÂ
. . . Por ley de historia, un perdón puede ser un error, pero una venganza es siempre una infelicidad. La conciliación es la ventura de los pueblos.
José MartÃÂ
Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas, sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas
José Angel Buesa
Si la verdad falta a su voz, la palabra, como un vano cohete, caerá apagada a tierra, en el silencio de la noche.
José MartÃÂ
Hay algunos hombres que no dicen lo que piensan y otros que piensan demasiado lo que dicen.
Mariano José De Larra
El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza.
José Ortega Y Gasset
En este triste paÃs, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal, después ya no le dejan hacer zapatos.
Mariano José De Larra
La amistad es tan hermosa como el amor; es el amor mismo, desprovisto de las encantadoras volubilidades de la mujer.
José MartÃÂ
Recuerdo Del Mar
¡Cómo te agitas bajo nubes grises,
lámina fina de metal de infancia!
¡Cómo tu rabia, corazón de niebla,
rompe la brida!
Cómo te miro con mis pobres ojos!
¡Qué imagen tuya la que inventa el sueño!
¡Qué lentamente te deshace el aire,
roto en pedazos!
Tú que guardabas en cristal salado
vivos retratos que ondulaba el viento;
tú que arrancabas en el alba fina
sones al alma,
tú que nutrÃas con tu amarga leche
sombras de playas, olvidados pasos,
ansia de ser sobre tu vientre verde,
locos piratas,
has ido ahogando temblorosamente
sombras que hundieron en tu paz sus ojos.
Hoy tu recuerdo, como lluvia fresca,
moja mi frente.
Si ahora volviera a recorrer tu orilla,
si ahora en tu cuerpo me volcara todo,
si ahora tu cuerpo le prestara al mÃo
frescos harapos,
si yo desnudo, si cansado, ahora,
más hijo tuyo, ahora, si el otoño
vuelto a mi lado me trajera el tibio
pan en el pico.
-lámina fina de metal de infancia-,
todo olvidado quedarÃa, todo:
látigos, cuerdas con que me azotabas,
vientos que mugen.
Todo serÃa nuevamente hermoso,
aunque tu garra me arañase el cuerpo,
aunque al tornar tuvieran tus mañanas
soles más negros.
¡Cómo te agitas bajo nubes grises,
lámina fina de metal de infancia!
¡Cómo tu rabia, corazón de niebla,
rompe la brida!
Cómo te miro con mis pobres ojos!
¡Qué imagen tuya la que inventa el sueño!
¡Qué lentamente te deshace el aire,
roto en pedazos!
Tú que guardabas en cristal salado
vivos retratos que ondulaba el viento;
tú que arrancabas en el alba fina
sones al alma,
tú que nutrÃas con tu amarga leche
sombras de playas, olvidados pasos,
ansia de ser sobre tu vientre verde,
locos piratas,
has ido ahogando temblorosamente
sombras que hundieron en tu paz sus ojos.
Hoy tu recuerdo, como lluvia fresca,
moja mi frente.
Si ahora volviera a recorrer tu orilla,
si ahora en tu cuerpo me volcara todo,
si ahora tu cuerpo le prestara al mÃo
frescos harapos,
si yo desnudo, si cansado, ahora,
más hijo tuyo, ahora, si el otoño
vuelto a mi lado me trajera el tibio
pan en el pico.
-lámina fina de metal de infancia-,
todo olvidado quedarÃa, todo:
látigos, cuerdas con que me azotabas,
vientos que mugen.
Todo serÃa nuevamente hermoso,
aunque tu garra me arañase el cuerpo,
aunque al tornar tuvieran tus mañanas
soles más negros.
José Hierro
Ya el sol esconde sus rayos, el mundo en sombras se vela, el ave a su nido vuela. Busca asilo el trovador.
José De Espronceda
. . . Es absolutamente cierto, con toda la honrada verdad de que es susceptible la palabra humana -con toda la escrupulosa exactitud de quien considera un crimen alimentar esperanzas polÃticas que no tienen razón de existir-por el placer mezquino de hacer triunfar la vanidad ridÃcula, o el interés sórdido -o de disimular-su capa de fáciles combate y cómodas oposiciones, inveteradas y reales flaquezas. Y asÃ, si se cae, se cae con una hermosa compañÃa.
José MartÃÂ
¿es El Mar El Que Brilla...
Ante la tumba de Paul Valéry
¿ES el mar el que brilla
o eres tú, que apareces
disuelto allá en las olas
para gozar de nuevo
lo que cantan tus versos?
Veo el mar con tus ojos,
el cielo con tus ojos,
los pájaros marinos
con tus ojos.
Y tú me estás mirando
con los mÃos,
despojados de todo
tú y yo,
envueltos en la luz
de un nuevo mediodÃa.
Lo que queda de ti,
lo que queda de mÃ,
es tan poco que es nada.
Solo, solo tus versos
brillan como las olas
bajo el sol,
baten en mi memoria
con tu voz.
Tu nombre sobre el mármol,
los mÃseros despojos
que adivino,
se borran con el eco
de tus versos
disueltos en la espuma.
Ante la tumba de Paul Valéry
¿ES el mar el que brilla
o eres tú, que apareces
disuelto allá en las olas
para gozar de nuevo
lo que cantan tus versos?
Veo el mar con tus ojos,
el cielo con tus ojos,
los pájaros marinos
con tus ojos.
Y tú me estás mirando
con los mÃos,
despojados de todo
tú y yo,
envueltos en la luz
de un nuevo mediodÃa.
Lo que queda de ti,
lo que queda de mÃ,
es tan poco que es nada.
Solo, solo tus versos
brillan como las olas
bajo el sol,
baten en mi memoria
con tu voz.
Tu nombre sobre el mármol,
los mÃseros despojos
que adivino,
se borran con el eco
de tus versos
disueltos en la espuma.
José Corredor-Matheos
La américa ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y de abominar todo lo que los aparte. En esto, como en todos los problemas humanos, el prevenir es de la paz.
José MartÃÂ
Hay quien arroja un vidrio roto sobre la playa. Pero hay quien se agacha a recogerlo.
José Narosky
La juventud es feliz porque es ciega: esta ceguedad es su grandeza: esta inexperiencia es su sublime confianza. ¡ cuán hermosa generación la de los jóvenes activos!.
José MartÃÂ
Son Diurno
Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,
como el órgano que se rodea de un fuego
húmedo y redondo hasta el amanecer
y hasta un ancho volumen de fuego respetado.
Ahora que tu voz no es la importuna caricia
que presume o desordena la fijeza de un estÃo
reclinado en la hoja breve y difÃcil
o en un sueño que la memoria feliz
combaba exactamente en sus recuerdos,
en sus últimas, playas desoÃdas.
¿Dónde está lo que tu mano prevenÃa
y tu respiración aconsejaba?
Huida en sus desdenes calcinados
son ya otra concha,
otra palabra de difÃcil sombra.
Una oscuridad suave pervierte
aquella luna prolongada en sesgo
de la gaviota y de la lÃnea errante.
Ya en tus oÃdos y en sus golpes duros
golpea de nuevo una larga playa
que va a sus recuerdos y a la feliz
cita de Apolo y la memoria mustia.
Una memoria que enconaba el fuego
y respetaba el festón de las hojas al nombrarlas
el discurso del fuego acariciado.
Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,
como el órgano que se rodea de un fuego
húmedo y redondo hasta el amanecer
y hasta un ancho volumen de fuego respetado.
Ahora que tu voz no es la importuna caricia
que presume o desordena la fijeza de un estÃo
reclinado en la hoja breve y difÃcil
o en un sueño que la memoria feliz
combaba exactamente en sus recuerdos,
en sus últimas, playas desoÃdas.
¿Dónde está lo que tu mano prevenÃa
y tu respiración aconsejaba?
Huida en sus desdenes calcinados
son ya otra concha,
otra palabra de difÃcil sombra.
Una oscuridad suave pervierte
aquella luna prolongada en sesgo
de la gaviota y de la lÃnea errante.
Ya en tus oÃdos y en sus golpes duros
golpea de nuevo una larga playa
que va a sus recuerdos y a la feliz
cita de Apolo y la memoria mustia.
Una memoria que enconaba el fuego
y respetaba el festón de las hojas al nombrarlas
el discurso del fuego acariciado.
José Lezama Lima
Bien saben los amantes que hay caricias que son no una simple caricia sino una posesión
José Angel Buesa