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La mayoría de los males vienen al hombre por no ( 2 )

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La naturaleza del hombre, sus pasiones, son producto cultural; el hombre mismo es la creación más importante y la mayor hazaña de ese incesante esfuerzo humano cuyo registro es la historia.


Erich Fromm


La mayor valía de la vida y el pináculo de la fortuna de un hombre es haber nacido con vocación hacia un estado cuyo logro colme su dicha


Ralph Waldo Emerson




La felicidad es el paso del hombre de una menor perfección a una mayor.


Baruch Spinoza


¿Qué mayor desgracia le puede pasar a un hombre que tener una opinión equivocada?


Juan Luis Vives


Los regímenes democráticos se nutren en verdad del cambio constante. Son flexibles, inquietos y, por eso mismo, el hombre de esos regímenes debe tener mayor flexibilidad de conciencia.


Paulo Freire


La libertad sin virtud ni sabiduría es el mayor de todos los males.


Edmund Burke




¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido.


Pedro Calderón de la Barca


La mayor muestra de valentía es ver a un gran hombre luchar contra la adversidad.


Séneca


El hombre es el mayor enemigo del hombre.


David Hume




El sentido moral, o conciencia, forma parte del hombre lo mismo que sus brazos o piernas. Toodos los seres humanos la tienen en grado mayor o menor, como tienen en mayor o menor grado la fuerza de sus miembros.


Thomas Jefferson


No es la vida el más grande de los bienes, y el mayor de los males es la culpa.


Friedrich Schiller


La mayor desgracia que le ha caído al hombre ha sido la invención de la imprenta. La imprenta ha destruido la educación.


Benjamín Disraeli


Cuanto más grande es el talento de un hombre, mayor es su poder para extraviar a los otros.


Aldous Huxley




El placer mayor que un hombre de bien puede tener es el de dar gusto a sus amigos.


Voltaire


Entre lo que deseamos vivir y el intrascendente ajetreo en que sucede la mayor parte de la vida, se abre una cuña en el alma que separa al hombre de la felicidad como al exiliado de su tierra.


Ernesto Sabato


La humanidad es la virtud de la mujer; la generosidad, la del hombre. El bello sexo que posee mayor ternura que el nuestro, rara vez tiene tanta generosidad.


Adam Smith


La mayor perfección del hombre es cumplir el deber por el deber


Immanuel Kant


Tratar con la gente es, probablemente, el mayor problema que se afronta, especialmente si se es un hombre de negocios.


Dale Carnegie


Una de las grandes -sino la mayor- tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado por las fuerzas de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir


Paulo Freire


Importa, pues, mucho conocer a fondo a este hombre-masa, que es pura potencia del mayor bien, y del mayor mal.


José Ortega y Gasset


El menor de los males de nuestra civilización es la indiferencia y el mayor la violencia y ahora nos movemos inevitablemente entre ambos polos negativos


José Saramago


Más vale que tengan libertad ciento que no la comprenden, que la pierda uno solo que conoce su valor. Los males que con ella pudieran ocasionar los ignorantes son inferiores al inmenso bien que un solo hombre ilustrado pueda hacer con ella. No privemos de la libertad a un discreto por quitársela a cien imprudentes.


Benito Pérez Galdós


El tipo de hombre que se debe querer como el de mayor valor.


Friedrich Nietzsche


Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música? pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.
El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.
La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.


Patrick Rothfuss


Véase la preocupación de uno de esos salteadores políticos en obtener a ruegos el asentimiento de la mayoría para, en cualquier momento, poder alienar la responsabilidad. Pues ésta una de las principales razones por las que esa especie de actividad política es despreciable y odiosa a todo hombre de sentimientos decentes y, por tanto, también de valor, al tiempo que atrae a todos los caracteres miserables - aquellos que no quieren asumir la responsabilidad de sus acciones, sino que antes procuran huir, no pasando de cobardes villanos. Las consecuencias se dejarán sentir tan pronto como tales mediocres formen el gobierno de una Nación. Faltará entereza para obrar y se preferirá aceptar las más vergonzosas humillaciones antes de erguirse para adoptar una actitud resuelta, pues nadie habrá allí que por sí solo esté personalmente dispuesto a arriesgarlo todo en pro de la ejecución de una medida radical. Existe una verdad que no debe ni puede olvidarse: es la de que tampoco en este caso una mayoría estará capacitada para sustituir a la personalidad en el gobierno. La mayoría no sólo representa siempre la estupidez, sino también la cobardía. Y del mismo modo que de cien cabezas huecas no se hace un sabio, de cien cabezas no surge nunca una decisión heroica. Cuanto menos grave sea la responsabilidad que pese sobre el Jefe, mayor será el número de aquellos que, dotados de ínfima capacidad, se crean igualmente llamados a poner al servicio de la Nación sus "imponderables fuerzas". Con impaciencia esperan que les llegue el turno; forman una larga fila y cuentan, con doloridos lamentos, el número de los que esperan delante de ellos y casi calculan la hora sobre cuándo, posiblemente, alcanzarán su deseo. De ahí que sea para ellos motivo de regocijo el cambio frecuente de funcionarios en los cargos que ellos apetecen y que celebren todo escándalo que reduzca la fila de los que por delante esperan. En el caso de que uno de ellos no quiera dejar la posición alcanzada, casi se considera eso como una quiebra de una combinación sagrada de solidaridad común. Entonces es cuando ellos se vuelven intrigantes y no descansan hasta que el desvergonzado, al final vencido, pone su lugar nuevamente a disposición de todos. Por eso mismo, no alcanzará él tan pronto esa posición. Cuando una de estas criaturas es forzada a desistir de su puesto, procurará inmediatamente entrometerse de nuevo en la hilera de los que están a la expectativa, a no ser que lo impidan, entonces, los gritos y las injurias de los demás. La consecuencia de todo esto es la espeluznante rapidez con que se producen modificaciones en las más importantes jefaturas y oficinas públicas de un organismo estatal semejante, con un resultado que siempre tiene influencia negativa y que muchas veces llega a ser hasta catastrófico, porque no sólo el estúpido y el incapaz son lesionados por esos métodos de proceder, sino incluso los verdaderos jefes, si algún día el Destino los sitúa en esas posiciones de mando. Después que se verifica la aparición de un hombre excepcional, inmediatamente se forma un frente cerrado de defensa, sobre todo si una cabeza tal, no saliendo de las propias filas, osara penetrar en esa sublime sociedad. Lo que ellos quieren fundamentalmente es permanecer entre sí, y es considerado enemigo común todo aquél que pueda sobresalir en medio de tales nulidades. En este sentido, el instinto es tanto más agudo cuanto es inoperante en otros aspectos. El resultado será siempre un creciente empobrecimiento espiritual de las clases dirigentes. Cualquiera, desde el momento que no pertenece a ese clan de `jefes", puede juzgar cuáles serán las consecuencias para la Nación y para el Estado.


Adolf Hitler


Me consumo de aburrimiento. Esto es muy estúpido, por mi parte; como si no supiera que la rutina es, precisamente, lo que permite separar al tiempo muerto del tiempo vivo. Yo me empecino en que TODO el tiempo sea tiempo vivo, y, como es de suponer, sólo recojo cenizas. La bebida me hace ahora mayor efecto. No debe uno disminuir el caudal de alcohol, luego es muy doloroso volver a alcanzarlo. Las variaciones juveniles sobre la pureza (dejar de fumar, ducharse con agua fría, levantarse al alba, leer a Popper) son comprensibles como preparación a la vejez, pero en un hombre corrupto son repugnantes. ¿Qué lección pretenden dar, esos conservadores de sí mismos?


Félix de Azúa




La Racionalidad es la virtud básica del hombre, la fuente de todas sus demás virtudes. El vicio básico del hombre, la fuente de todos sus males, es el acto de desenfocar su mente, la suspensión de su consciencia, que no es ceguera, sino renuncia a ver. No ignorancia, sino renuncia a conocer. La Irracionalidad es la renuncia al medio de supervivencia del hombre y, por lo tanto, la asunción de un camino de destrucción ciega. Lo que va contra la mente va contra la vida.


Ayn Rand


No se puede vivir en un mundo interior del circuito eléctrico y mantener la letra escrita. La electricidad destruye la individualidad. (?) El individuo privado no se siente cómodo en condiciones eléctricas. Está demasiado cercano a los demás individuos y pierde su identidad. Es un hombre en la multitud, no es nadie, y debe luchar para demostrar que es alguien. Por tanto, a más electricidad mayor violencia. La gente no lucha porque odie a los demás, sino para demostrar que posee una identidad propia.


Herbert Marshall McLuhan


Cuando hayamos aliviado lo mejor posible las servidumbres inútiles y evitado las desgracias innecesarias, siempre tendremos, para mantener tensas las virtudes heroicas del hombre, la larga serie de males verdaderos, la muerte, la vejez, las enfermedades incurables, el amor no correspondido, la amistad rechazada o vendida, la mediocridad de una vida menos vasta que nuestros proyectos y más opaca que nuestros ensueños - todas las desdichas causadas por la naturaleza divina de las cosas.


Marguerite Yourcenar


Porque la religión es la mayor forma de engaño inventada por el hombre. De violentar el sentido común hasta el disparate


Arturo Pérez-Reverte


Federico Mayor Zaragoza Todo lo que escribe me parece una cursilada con inclinaciones totalitarias. Es como Ramonet y toda esa banda. Dicen que fue el ministro más tonto de la derecha democrática y antes el rector más joven del franquismo. Ahora es un hombre muy adecuado para que le guste a Gallardón.


Federico Jiménez Losantos


El tiempo vuela a veces como un pájaro, y a veces se arrastra como un caracol. Pero la mayor felicidad del hombre sobreviene cuando no se advierte si su paso es raudo o moroso.


Iván Turgueniev


No quiero ser esa persona, así que paso la mayor parte de mi tiempo en la escuela fingiendo y mintiendo. Se necesita un gran esfuerzo para fingir algo que no eres. No pienso en la música que me gusta, pienso en la música que debería gustarme. Cuando tuve una novia, traté de convencerla de que era el hombre que ella quería que fuera. Cuando estoy en una multitud, me quedo en la retaguardia hasta que pueda encontrar la manera de hacerlos reír. Por suerte, si hay una cosa que se me da bien, es fingir y mentir.


Holly Black


Ese hombre es bueno que hace el bien a los demás, si él sufre a causa del bien que hace, él es muy bueno, si él sufre a manos de aquellos a quienes ha hecho el bien, entonces su bondad es tan grande que se podría puede mejorar solo por mayores sufrimientos, y si había de morir a manos de ellos, su virtud no puede ir más allá: es heroico, es perfecto.


Jean de la Bruyere


estuvimos paseando juntos dos horas, la mayor parte del tiempo sin hablar, como corresponde entre dos hombres que se conocen íntimamente.


Arthur Conan Doyle


Los celos son el mayor de los males, y el que menos mueve a compasión a la persona que los causa.


Francisco de La Rochefoucauld


A los veinte años un hombre es un pavo real; a los treinta, un león; a los cuarenta, un camello; a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un perro; a los setenta, un mono; a los ochenta, nada.


Baltasar Gracián


El problema, cuando se busca a la mujer perfecta, es que ella probablememte está buscando al hombre perfecto.


Peter Ustinov


Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.


Friedrich Nietzsche


El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.


María Zambrano