Landa
Landa. Encuentra docenas de landa con fotos para copiar y compartir.
Un año hice teatro, Ninette y un señor de Murcia, en doble sesión de tarde y noche durante 11 meses, y rodé cinco filmes. Casi no dormía. Tenía 29 años, y a esa edad se hace de todo si se tiene ilusión. El carburante te hace hacer de todo
Alfredo Landa
¡Yo es que he sido muy feliz, mecagüen la leche! Nunca he renegado de las cosas, y lo he pasado de cojones
Alfredo Landa
Todos los días al acostarme hablo con Manolo (así llamo a Dios) y le digo: Oye, que me va muy bien así, pero que si me fuera un poquito peor, no pasaría nada ¿eh?
Alfredo Landa
Amor de Tarde
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Mario Benedetti