Liviana
Liviana. Encuentra docenas de liviana con fotos para copiar y compartir.
El ardimiento juvenil en sus comienzos es fogoso, pero languidece fĂĄcilmente y no dura; es el humo de una fogata liviana.
Séneca
Podemos manejar la energĂa, podemos dar afecto y provocar alegrĂa, podemos tender la mano y hacer mas liviana la carga de algunos, podemos hacer personas felices con solo procurarlo, esta capacidad es nuestra mejor ventaja en este mundo.
Doménico Cieri Estrada
Hecho de polvo y tiempo, el hombre dura menos que la liviana melodĂa que solo es tiempo.
Jorge Luis Borges
Soy crĂtico meteorolĂłgico, señor. La tormenta de anoche. Floja iluminaciĂłn de los relĂĄmpagos, yuvia repetida, escenografĂa pobre y pĂ©simo sonido de los truenos en otro fiasco de esta puesta en escena de Tata Dios. Una tĂpica propuesta de verano, liviana, pasatista, para un pĂșblico poco exigente.
Roberto Fontanarrosa
A La LĂnea
A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometrĂa,
delirante en la luz, caligrafĂa
que diluye la niebla mĂĄs liviana.
A ti, sumisa cuanto mĂĄs tirana
misteriosa de flor y astronomĂa
imprescindible al sueño y la poesĂa
urgente al curso que tu ley dimana.
A ti, bella expresiĂłn de lo distinto
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.
El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio.
A ti, andamio y sostén de la pintura.
A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometrĂa,
delirante en la luz, caligrafĂa
que diluye la niebla mĂĄs liviana.
A ti, sumisa cuanto mĂĄs tirana
misteriosa de flor y astronomĂa
imprescindible al sueño y la poesĂa
urgente al curso que tu ley dimana.
A ti, bella expresiĂłn de lo distinto
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.
El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio.
A ti, andamio y sostén de la pintura.
Rafael Alberti
Retrato Fingido
Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aĂșn
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable:
sacrifica partĂculas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y frĂa: poco tocable. Se siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzĂłn si salida
es tener hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interés, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sĂlabas. Tampoco mora.
Ni habitarĂa.
1987
Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aĂșn
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable:
sacrifica partĂculas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y frĂa: poco tocable. Se siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzĂłn si salida
es tener hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interés, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sĂlabas. Tampoco mora.
Ni habitarĂa.
1987
Concha GarcĂÂa
Tu Boca
Yo hacĂa una divina labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algĂșn pĂ©talo vivovolĂł en la mañana,
algĂșn beso en la noche. Tenaz como una loca,
seguĂa mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibraciĂłn humana,
tendiĂł su lazo de oro al borde de tu boca;
-¥Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...-
Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;
tela donde mi espĂritu se fue tramando Ă©l mismo
tĂș quedas en la testa soberbia de la roca,
y yo caigo sin fin en el sangriento abismo!
Yo hacĂa una divina labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algĂșn pĂ©talo vivovolĂł en la mañana,
algĂșn beso en la noche. Tenaz como una loca,
seguĂa mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibraciĂłn humana,
tendiĂł su lazo de oro al borde de tu boca;
-¥Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...-
Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;
tela donde mi espĂritu se fue tramando Ă©l mismo
tĂș quedas en la testa soberbia de la roca,
y yo caigo sin fin en el sangriento abismo!
Delmira Agustini
El Amor
El amor, a qué huele? Parece, cuando se ama,
que el mundo entero tiene rumor de primavera.
Las hojas secas tornan y las ramas con nieve,
y él sigue ardiente y joven, oliendo a rosa eterna.
Por todas partes abre guirnaldas invisibles,
todos sus fondos son lĂricos -risa o pena-,
la mujer a su beso cobra un sentido mĂĄgico
que, como en los senderos, sin cesar se renueva...
Vienen al alma mĂșsica de ideales conciertos,
palabras de una brisa liviana entre arboledas;
se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto
dejan como un romĂĄntico frescor de madreselvas...
El amor, a qué huele? Parece, cuando se ama,
que el mundo entero tiene rumor de primavera.
Las hojas secas tornan y las ramas con nieve,
y él sigue ardiente y joven, oliendo a rosa eterna.
Por todas partes abre guirnaldas invisibles,
todos sus fondos son lĂricos -risa o pena-,
la mujer a su beso cobra un sentido mĂĄgico
que, como en los senderos, sin cesar se renueva...
Vienen al alma mĂșsica de ideales conciertos,
palabras de una brisa liviana entre arboledas;
se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto
dejan como un romĂĄntico frescor de madreselvas...
Juan RamĂÂłn JimĂ©nez
Promesa
QuizĂĄ fuesen mejores
Nuestros corazones cuando eran frĂĄgiles
Y algĂșn golpe de mar, o la noche de julio
Pudieran abrirles las calladas heridas
Que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias.
QuizĂĄ fuesen mejores cuando eran
Cual regatos ligeros o lluviosas tardes
Que mojaban la infancia y partĂan
Un dominio comĂșn; un valle abierto,
Inmensos arenales, aquel balcĂłn
Detenido en la presencia de pulidos geranios.
No eligieron barcos para partir lejos;
Ni la brisa liviana de un verano
Para que los apagase, con su fuego insumiso.
Semejantes a los hombres, desearon
A los ĂĄrboles antiguos de esta tierra.
De Pasa un segredo, 1988
QuizĂĄ fuesen mejores
Nuestros corazones cuando eran frĂĄgiles
Y algĂșn golpe de mar, o la noche de julio
Pudieran abrirles las calladas heridas
Que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias.
QuizĂĄ fuesen mejores cuando eran
Cual regatos ligeros o lluviosas tardes
Que mojaban la infancia y partĂan
Un dominio comĂșn; un valle abierto,
Inmensos arenales, aquel balcĂłn
Detenido en la presencia de pulidos geranios.
No eligieron barcos para partir lejos;
Ni la brisa liviana de un verano
Para que los apagase, con su fuego insumiso.
Semejantes a los hombres, desearon
A los ĂĄrboles antiguos de esta tierra.
De Pasa un segredo, 1988
Ramiro Fonte
La felicidad estĂĄ hecha de una sustancia tan liviana que fĂĄcilmente se disuelve en el recuerdo, y si regresa a la memoria lo hace con un sentimiento empalagoso que la contamina y que siempre he rechazado por inĂștil, por dulzĂłn, y en Ășltimas por dañino para vivir el presente: la nostalgia.
Héctor Abad Faciolince