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Liviana

Liviana. Encuentra docenas de liviana con fotos para copiar y compartir.


El ardimiento juvenil en sus comienzos es fogoso, pero languidece fĂĄcilmente y no dura; es el humo de una fogata liviana.


Séneca


No hay carga mĂĄs pesada que una mujer liviana.


Miguel de Cervantes




Podemos manejar la energĂ­a, podemos dar afecto y provocar alegrĂ­a, podemos tender la mano y hacer mas liviana la carga de algunos, podemos hacer personas felices con solo procurarlo, esta capacidad es nuestra mejor ventaja en este mundo.


Doménico Cieri Estrada


Hecho de polvo y tiempo, el hombre dura menos que la liviana melodĂ­a que solo es tiempo.


Jorge Luis Borges


Soy crĂ­tico meteorolĂłgico, señor. La tormenta de anoche. Floja iluminaciĂłn de los relĂĄmpagos, yuvia repetida, escenografĂ­a pobre y pĂ©simo sonido de los truenos en otro fiasco de esta puesta en escena de Tata Dios. Una tĂ­pica propuesta de verano, liviana, pasatista, para un pĂșblico poco exigente.


Roberto Fontanarrosa


A La LĂ­nea

A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometrĂ­a,
delirante en la luz, caligrafĂ­a
que diluye la niebla mĂĄs liviana.

A ti, sumisa cuanto mĂĄs tirana
misteriosa de flor y astronomĂ­a
imprescindible al sueño y la poesía
urgente al curso que tu ley dimana.

A ti, bella expresiĂłn de lo distinto
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.

El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio.
A ti, andamio y sostén de la pintura.


Rafael Alberti




Retrato Fingido

Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aĂșn
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable:
sacrifica partĂ­culas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y frĂ­a: poco tocable. Se siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzĂłn si salida
es tener hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interés, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sĂ­labas. Tampoco mora.
Ni habitarĂ­a.

1987


Concha García


Tu Boca

Yo hacĂ­a una divina labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algĂșn pĂ©talo vivovolĂł en la mañana,
algĂșn beso en la noche. Tenaz como una loca,

seguĂ­a mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibraciĂłn humana,
tendiĂł su lazo de oro al borde de tu boca;

-¥Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...-
Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;

tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo
tĂș quedas en la testa soberbia de la roca,
y yo caigo sin fin en el sangriento abismo!


Delmira Agustini


El Amor

El amor, a qué huele? Parece, cuando se ama,
que el mundo entero tiene rumor de primavera.
Las hojas secas tornan y las ramas con nieve,
y él sigue ardiente y joven, oliendo a rosa eterna.

Por todas partes abre guirnaldas invisibles,
todos sus fondos son lĂ­ricos -risa o pena-,
la mujer a su beso cobra un sentido mĂĄgico
que, como en los senderos, sin cesar se renueva...

Vienen al alma mĂșsica de ideales conciertos,
palabras de una brisa liviana entre arboledas;
se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto
dejan como un romĂĄntico frescor de madreselvas...


Juan Ramón Jiménez




Promesa

QuizĂĄ fuesen mejores
Nuestros corazones cuando eran frĂĄgiles
Y algĂșn golpe de mar, o la noche de julio
Pudieran abrirles las calladas heridas
Que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias.
QuizĂĄ fuesen mejores cuando eran
Cual regatos ligeros o lluviosas tardes
Que mojaban la infancia y partĂ­an
Un dominio comĂșn; un valle abierto,
Inmensos arenales, aquel balcĂłn
Detenido en la presencia de pulidos geranios.
No eligieron barcos para partir lejos;
Ni la brisa liviana de un verano
Para que los apagase, con su fuego insumiso.
Semejantes a los hombres, desearon
A los ĂĄrboles antiguos de esta tierra.

De Pasa un segredo, 1988


Ramiro Fonte


La felicidad estĂĄ hecha de una sustancia tan liviana que fĂĄcilmente se disuelve en el recuerdo, y si regresa a la memoria lo hace con un sentimiento empalagoso que la contamina y que siempre he rechazado por inĂștil, por dulzĂłn, y en Ășltimas por dañino para vivir el presente: la nostalgia.


Héctor Abad Faciolince