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Locuras ( 2 )

Locuras. Encuentra docenas de locuras con fotos para copiar y compartir.


LA VERDADERA AMISTAD


No necesito ser poeta, ni filósofo
Para decirte lo que yo pienso de ti;
De nuestra amistad.
Somos dos seres
Que hacemos nuestras locuras.
Locuras que nos hace reír
En los momentos más difíciles.

Somos dos seres que nos contamos nuestras penas.
Somos dos seres que nos ayudamos
En los mejores y peores capítulos de la vida.
Algunas veces eres tú,
Algunas veces soy yo.
Pero siempre juntos.

Somos dos seres que alguna vez
Cometimos errores como amigos,
Pero nos perdonamos.
La verdadera amistad perdura para siempre…
La verdadera amistad Dios me la dio….
Mis verdaderos amigos están en lo más recóndito de mi corazón…


E l tiempo pasa y pasa
Y nuestra amistad crece y crece…
La vida continúa y continúa
Y nuestra amistad se hace historia,
Pero una historia de los grandes mejores amigos.
Y Nuestra amistad se convierte
En Una historia eterna y verdadera.

Estoy tan agradecido por aceptarme tal como soy…
Tú eres esa persona tan maravillosa que gritaría sin pensarlo...
Gracias… por ser mi amigo.


Victor Alfredo Ticlla Calla


Ninguno de nosotros está garantizado contra el fallo o daño de cualquier tipo; testigo lo que está pasando en el mundo en este momento, las locuras de la naturaleza humana y los fracasos de la naturaleza humana.


Morris West




El más costoso de todos locuras es creer apasionadamente en el palpable no es verdad. Es la principal ocupación de la humanidad.


H. L. Mencken


Todos los que valen nada, pasamos nuestra humanidad en desaprender las locuras o expiar los errores de nuestra juventud.


Percy Bysshe Shelley


No creo que Romney es raro en absoluto, pero la religión hace que las personas inteligentes que dicen y hacen cosas raras, creo y afirmo locuras. Abandonado a su suerte, Romney nunca habría dicho algo así como el Jardín del Edén estaba en Missouri, y volverá a serlo.


Christopher Hitchens


La mayor de las locuras es a sacrificar la salud para cualquier otro tipo de felicidad.


Arthur Schopenhauer




A medida que se entregó o comprueba en sus primeras locuras un niño, una planta generalmente se puso para la felicidad o la miseria del hombre futuro.


Samuel Richardson


¿Cuántos de nosotros han sido atraídos a la razón, primero aprendido a pensar, sacar conclusiones, para extraer una moraleja de las locuras de la vida, por algún aforismo deslumbrante.


Edward G. Bulwer-Lytton


Si supieras todas las fuerzas internas que han terminado por agotarme, todas las locuras que me han pasado por la cabeza... Soy ante todo hombre de fantasía, amigo del capricho y de lo deshilvanado.


Gustave Flaubert




Si suprimiéramos el oro ¿qué motivo de acción nos restaría? Sin terror ¿qué nos sacaría de la inmovilidad? Inventaríamos el amor, la solidaridad de los esfuerzos; descubriríamos que el egoísmo, o sea la repulsión recíproca, no es mejor cemento para dar cohesión y eficacia a la sociedad... graves inconvenientes, utopías, locuras. Si hay algo prácticamente absurdo, es el sentido común.


Rafael Barrett


La mente que está en barbecho, pero un solo día, brotes en las locuras que son solo para ser asesinado por una cultura constante y asidua.


Joseph Addison


Con un grupo de personas en la vida, las cosas tristes suceden, y las locuras y cosas felices. Cuando estás en el ojo público, es solo amplifica, eso es todo.


Margot Kidder


Las locuras que un hombre lamenta la mayor cantidad en su vida son aquellas que no cometió cuando tuvo la oportunidad.


Helen Rowland




Para recuperar la juventud, basta con repetir las mismas locuras.


Oscar Wilde


Para ser sincero preferiría no haber nacido. Para mí la vida es bastante fastidiosa. Claro está, a estas alturas el daño está hecho y no puedo cambiar nada. Pero dentro de mí siempre existirá esta pena que no lograré erradicar completamente y que echará todo a perder. Ahora de lo que se trata es de envejecer rápido, engullir los años lo más rápido posible, sin mirar ni a diestra ni a siniestra. Aceptar los pequeños embates de la existencia, intentando no sufrir demasiado. La vida está llena de locuras que no son más que pequeñas locuras cotidianas, pero terribles si se observan con atención.


Jean-Marie G. Le Clézio


Los hombres de más amplio intelecto saben que no existe una verdadera distinción entre lo real y lo irreal; que todas las cosas aparecen tal como son tan sólo en virtud de los frágiles sentidos físicos y mentales mediante los que las percibimos; pero el prosaico materialismo de la mayoría tacha de locuras a los destellos de clarividencia que traspasan el vulgar velo del empirismo soez


Howard Phillips Lovecraft


La idea de la muerte llega siempre con paso de lobo, con andares de
culebra, como todas las peores imaginaciones. Nunca de repente llegan
las ideas que nos trastornan; lo repentino ahoga unos momentos, pero
nos deja, al marchar, largos años de vida por delante. Los pensamientos
que nos enloquecen con la peor de las locuras, la de la tristeza, siempre
llegan poco a poco y como sin sentir, como sin sentir invade la niebla los
campos, o la tisis los pechos. Avanza, fatal, incansable, pero lenta,
despaciosa, regular como el pulso. Hoy no la notamos; a lo mejor
mañana tampoco, ni pasado mañana, ni en un mes entero. Pero pasa ese
mes y empezamos a sentir amarga la comida, como doloroso el
recordar, ya estamos picados. Al correr de los días y las noches nos
vamos volviendo huraños, solitarios; en nuestra cabeza se cuecen las
ideas, las ideas que han de ocasionar el que nos corten la cabeza donde
se cocieron, quién sabe si para que no siga trabajando tan atrozmente.
Pasamos a lo mejor hasta semanas enteras sin variar; los que nos
rodean se acostumbraron ya a nuestra adustez y ya ni extrañan siquiera
nuestro extraño ser. Pero un día el mal crece, como los árboles, y
engorda, y ya no saludamos a la gente; y vuelven a sentirnos como raros
y como enamorados. Vamos enflaqueciendo, enflaqueciendo, y nuestra
barba hirsuta es cada vez más lacia. Empezamos a sentir el odio que nos
mata; ya no aguantamos el mirar; nos duele la conciencia, pero ¡no
importa!, ¡más vale que duela! Nos escuecen los ojos, que se llenan de
agua venenosa cuando miramos fuerte. El enemigo nota nuestro anhelo,
pero está confiado; el instinto no miente. (...) Cuando huimos como las
corzas, cuando el oído sobresalta nuestros sueños, estamos ya minados
por el mal; ya no hay solución, ya no hay arreglo posible. Empezamos a
caer, vertiginosamente ya, para no volvernos a levantar de vida. Quizás
para levantarnos un poco a última hora, antes de caer de cabeza hasta
el infierno... Mala cosa.


Camilo José Cela