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Loma

Loma. Encuentra docenas de loma con fotos para copiar y compartir.


Sembremos la llanura antes de arar la loma.


Pablo Neruda


Soneto de La Nieve Todavía

Mira cómo se quema el Guadarrama
en sus torres azules. Esa loma
tiene un poco de nieve, una paloma
que ha librado sus alas de la llama.

Qué desierta de pájaros la rama
donde a la luz mi corazón se asoma,
como un clavel de invierno sin aroma
como un campo segado de retama.

Crezco de amor bajo este sol tendido,
y crecen las montañas imitando
el hielo que mi ardor no te ha deshecho.

Bajo un ave de nieve estoy vencido
y están sus alas frías coronando
una sierra de sangre por mi pecho.


José García Nieto




La Brisa

A mi querido amigo J.C. Fernández

Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo.

Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?

¿O vas acaso a los nidos
de los jilgueros cantores
que en la espesura escondidos
te aguardan medio adormidos
sobre sus lechos de flores?

¿O vas anunciando acaso,
sopla del alba naciente,
al murmurar de tu paso,
que el muerto sol del ocaso
se alza un niño en Oriente?

Recoge tus leves alas,
brisa pura del Estío,
que los perfumes que exhalas
vas robando entre las galas
de las violetas del río.

Detén tu fugaz carrera
sobre las risueñas flores
de la loma y la pradera,
y ve a despertar ligera
al ángel de mis amores.

Y dile, brisa aromada,
con tu murmullo sonoro,
que ella es mi ilusión dorada,
y que en mi pecho grabada
como a mi vida la adoro.


Manuel Acuña


La Compañera

A Cintio Vitier

A veces se la encuentra
en mitad del camino de la vida
y ya todo está bien. No importa nada.
No importa el ruido, ni la ciudad, ni la máquina.
No te importa. La llevas de la mano,
compañera tan fiel como la muerte,
y así va con el tren como el paisaje,
en el aire de abril como la primavera,
como la mar junto a los pinos,
junto a la loma como está la palma,
o el chopo junto al río,
o aquellos arrayanes junto al agua.
No importa. Como todo lo que une
y completa. Junto a la sed el agua,
y al dolor el olvido. El fuego con la fragua,
la flor y la hoja verde,
y el mar azul y la espuma blanca.
La niña pequeñita
con el brazo de amor que la llevaba,
y el ciego con su perro lazarillo,
y el Tormes junto a Salamanca.
Lo uno con lo otro tan cerrado
que se completa la mitad que falta.
Y el cielo con la tierra.
Y el cuerpo con el alma.
Y tú, por fin, para decirlo pronto,
mi soledad, en Dios transfigurada.


Eugenio Florit


Hacia Los Afluentes

Esta misma quietud
la reconoces,
el lecho de la luz,
esplendor del estío,
y tu pálido cauce adolescente,
la imagen aún borrosa del clamor y de la yerba.
Como un vaho transterrado
de las fiebres antiguas,
sube todo el silencio
deshojando tu cuerpo.
Este bosque de sauces
que fuera tu dominio,
es hoy el cementerio
del yo que le entregaste.
Mirando hacia esa loma
descubriste el deseo
y el principio de ser memorial abrasado.
Esta misma quietud
la reconoces,
fugaz y transitoria
la voz del epitafio;
y es todo lo que ha muerto
el ayer navegable.


De "Memorial de Amauta"


Amalia Iglesias


Momento En Junio

Se van.
Hacen cloc clac, como si chocaran.
Crujen dentro y fuera del agua,
están en otra parte: vuelan.
No hay números infinitos
sólo los que dividen unidades.
Mi mejor chaqueta para el espectáculo.
Tú estabas más vieja. No es la edad,
sino las señales. ¿Averiguaste dónde
en qué lugar se forman?
Una dentro de otra, como gemelas,
son agujeros en una vida llana
que pretende altibajos sin emociones.
Parecías una laguna sin vida interior
cuyas ondas te daban un semblante
de ninfa poco aureolada.
Yo me convertí en la pesadilla
y hacía ruido cuando me movía,
hacía clong-clong, y se alejaba
todo lo que tenía ganas de acercarse.
Formé una ladera de restos
como cuando subes a una loma
y encuentras una incineradora de basura
cuyas cimas se dibujan
porque varias gaviotas te inquietan
alineadas sobre los plásticos.
Recordé cómo llegué aquí
y mis pies crecieron. Cómo
no haber llegado. Me fui acercando
a un presente que estuvo presente.

1998


Concha García




Noche

Clamo a tu vientre lívido de viento,
al corazón estrecho de tus gallos,
a sus látigos rojos, a los rayos
que acribillan tu hueco firmamento.

Busco la arista del desdoblamiento,
hurtarme fruto a mis normales tallos,
libertarme en tus ácidos caballos
y un ungir tus torres de mi advenimiento.

Si llegaras conmigo a la ondulada
alta loma del ser, donde se muta
la sangre viva en el símbolo de hielo...

Mas quién podrá parar la madrugada
alzando ya la concha de su ruta
sus rapaces de luz sobre tu vuelo.

(Laye, n° 14, junio-julio de 1951)


Carlos Barral