Manuel jose arce ( 4 )
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La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política, cuando se ha obtenido el poder.
José Luis Aranguren
La vida será tuya si sabes que es ajena, que es igual ser montaña que ser grano de arena, pues la calma del justo vence el furor del bravo.
José Angel Buesa
There She Goes...
Mi amor va a la deriva como un barco sin rumbo;
su corazón heridas, sin par, lleva marcadas...
Mi amor se va alejando de sus horas gastadas
y alivio busca sola por los puertos del mundo.
Qué estela tan amarga va dejando en mi vida
su celeste congoja, que curar quise en vano;
no pude retenerla, se soltó de mi mano
y a su destino corre, sin que yo se lo impida.
"Matamos lo que amamos", le recordé algún hora;
"no hieras con tu daga mi pobre pecho inerme",
pero siguió en su lance, queriendo o sin quererme,
hasta romperme el alma, por donde sufre agora.
Adiós, amor, le ha dicho mi corazón maltrecho;
adiós, aguardan tiempos de oscuro desconsuelo:
tú te marchas y, airosa, ya has levantado el vuelo,
yo me quedo escondiendo esta herida en mi pecho.
Mi amor va a la deriva como un barco sin rumbo;
su corazón heridas, sin par, lleva marcadas...
Mi amor se va alejando de sus horas gastadas
y alivio busca sola por los puertos del mundo.
Qué estela tan amarga va dejando en mi vida
su celeste congoja, que curar quise en vano;
no pude retenerla, se soltó de mi mano
y a su destino corre, sin que yo se lo impida.
"Matamos lo que amamos", le recordé algún hora;
"no hieras con tu daga mi pobre pecho inerme",
pero siguió en su lance, queriendo o sin quererme,
hasta romperme el alma, por donde sufre agora.
Adiós, amor, le ha dicho mi corazón maltrecho;
adiós, aguardan tiempos de oscuro desconsuelo:
tú te marchas y, airosa, ya has levantado el vuelo,
yo me quedo escondiendo esta herida en mi pecho.
José Lupiáñez
Bowery Street
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
José MarÃa Fonollosa
Sueños
Embadúrnate el cuerpo,
de oscuridad
y de silencio,
y podrás levantar
la copa de los sueños.
Pasaron superpuestas
ráfagas de recuerdos,
y los nuevos clisés
solo quedan impresos,
mientras hay luz de menta
dentro del pensamiento.
Una astilla de luz,
agujerea
los tulipanes negros.
Embadúrnate el cuerpo,
de oscuridad
y de silencio,
y podrás levantar
la copa de los sueños.
Pasaron superpuestas
ráfagas de recuerdos,
y los nuevos clisés
solo quedan impresos,
mientras hay luz de menta
dentro del pensamiento.
Una astilla de luz,
agujerea
los tulipanes negros.
José MarÃa Hinojosa
Me cuesta bajar el poema del aire, allí donde me hundo con el plumaje vertical de las palabras. Rozando el infierno y el invierno el poema es un dios de pies ligeros apaleado por las estrellas.
José Barroeta
Las Mujeres de Antes
En los Paseos junto al mar
en las sillas de mimbre de los bares
reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo
fumando cigarrillos atrevidos y exóticos
vestidas de colores muy decentes
o en lugares cerrados y más íntimos
mirándose al espejo
retocando sus labios y empolvándose
las mujeres de antes parecían irreales
eran como otra cosa algo distinto
pero cuando nos daban caramelos
o las fotografiaban de perfil
todos todos sabíamos que aquello se acababa
que no podía ser
que la hermosa película no iba a continuar siempre
y que la extraña joya que al parecer tenían
escondida en los pliegues del escote
o quizás entre las piernas
iba a volverse pronto mercancía barata
que ellas eran como nosotros
con sus deseos y melancolías
con sus trabajos y su desengaño.
Y entonces ¿para qué fingirse diosas
si ni ellas lo querían
y para qué tanto suspiro absurdo
tanta mano bellísima frotando en solitario
tanto dedo en saliva
si de la fiesta aquella solo iban a quedar
algunos viejos cuadros y montones de cajas de sombreros
llenas de fotos ocres junto a discos partidos?
En los Paseos junto al mar
en las sillas de mimbre de los bares
reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo
fumando cigarrillos atrevidos y exóticos
vestidas de colores muy decentes
o en lugares cerrados y más íntimos
mirándose al espejo
retocando sus labios y empolvándose
las mujeres de antes parecían irreales
eran como otra cosa algo distinto
pero cuando nos daban caramelos
o las fotografiaban de perfil
todos todos sabíamos que aquello se acababa
que no podía ser
que la hermosa película no iba a continuar siempre
y que la extraña joya que al parecer tenían
escondida en los pliegues del escote
o quizás entre las piernas
iba a volverse pronto mercancía barata
que ellas eran como nosotros
con sus deseos y melancolías
con sus trabajos y su desengaño.
Y entonces ¿para qué fingirse diosas
si ni ellas lo querían
y para qué tanto suspiro absurdo
tanta mano bellísima frotando en solitario
tanto dedo en saliva
si de la fiesta aquella solo iban a quedar
algunos viejos cuadros y montones de cajas de sombreros
llenas de fotos ocres junto a discos partidos?
José AgustÃn Goytisolo
Era un poeta de la luz. Pasaba las horas mirando una copa de árbol, un río, un rostro, una calle y sentía el placer imborrable de quien sueña con un hombre y una mujer y amanece en la vida.
José Barroeta
El hombre bajo todo gobierno será el mismo, con las mismas pasiones y debilidades.
José De San MartÃn
El pueblo no es verdaderamente libre mientras que la libertad no esté arraigada en sus costumbres e identificada con ellas.
Mariano José De Larra
La libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la libertad espiritual.
José MartÃ
Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida.
Manuel Belgrano
Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer un hombre enloquecido besará una mujer
José Angel Buesa
Qué Angustia...
QUÉ angustia, en la cumbre
de la desolación.
Y qué desolación,
tan lejos de la cumbre.
QUÉ angustia, en la cumbre
de la desolación.
Y qué desolación,
tan lejos de la cumbre.
José Corredor-Matheos
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar, soñaré con tus labios desesperadamente, soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
José Angel Buesa
Los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer juntos grandes empresas.
José Ortega Y Gasset
Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria.
Manuel Belgrano
Extático ante ti me atrevo a hablarte: ardiente como tú mi fantasía, arrebatada en ansia de admirarte intrépidas a ti sus alas guía.
José De Espronceda
No es que los hombres hacen los pueblos, sino que los pueblos, con su hora de génesis, suelen ponerse, vibrantes y triunfantes en un hombre.
José MartÃ
La civilización no dura porque a los hombres solo les interesan los resultados de la misma: los anestésicos, los automóviles, la radio. Pero nada de lo que da la civilización es el fruto natural de un árbol endémico. Todo es resultado de un esfuerzo. Solo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde.
José Ortega Y Gasset
Hay que andarse con tiento en eso de cantar victorias diplomáticas sobre otra nación, porque el cacareo puede deshacer lo que ha logrado hacer la diplomacia.
José MartÃ
Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado, la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.
José Angel Buesa