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Me duele una mujer en todo el cuerpo ( 4 )

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Una mujer puede darlo todo con una sonrisa y recuperarlo después con una lágrima.


Coco Chanel


El beso se ha convertido en goce. Tuvo lugar. Se burló de la muerte, del horror de la idea. No le siguió ningún otro beso. Ocupa el deseo todo, para él mismo es su desierto y su inmensidad, su espíritu y su cuerpo


Marguerite Duras




La frustración está provocada por una sociedad que nos pide ser lo que no somos y nos culpa de ser lo que somos. Ahora mismo, todo sigue estando dirigido por hombres; la mujer está en claro desequilibrio. Para comenzar, hay que equilibrar la igualdad de hombre y mujer


Alejandro Jodorowsky


Digamos que en mi vida hay un antes y un después. El cambio se produjo después de los cuarenta, no sabría decir exactamente cuándo, en todo caso, antes de conocer a Imán. Ella ha sido como el colofón a todo esto. Gracias a ella he encontrado el equilibrio definitivo. La adoro, lo confieso. Es la mujer de mi vida. Antes de conocerla estaba convencido de que el amor no existía. Existían las amistades por un lado, y luego el sexo.


David Bowie


Gente que no me molestaría que muriera, esta es mi lista: cincuentones llamados 'Skip', tipos que paguen gel vaginal con su tarjeta de crédito Exxon, un proxeneta que conduzca un Toyota Corolla, un ginecólogo que quiere que mi esposa se tome dos o tres tragos antes de su cita, tipos con un montón de pines [botones] en sus sombreros, alguien que mencione a Jesús más de 300 veces en una conversación de 2 minutos, un dentista con sangre en su pelo, cualquier mujer cuyo pasatiempo sea amamantar animales de zoológico, un dueño de funeraria que diga 'espero verlos de nuevo muy pronto, amigos', chicas que se emborrachan y vomitan su desayuno, un hombre con un solo labio, un líder Boy Scout que tenga una tienda de consoladores, cualquier abogado que se refiera a la policía como los 'federales', una monja bizca con un látigo y una botella de ginebra, un neurocirujano que tenga tatuadas en las manos las palabras 'nacido para perder', parejas que tengan hijos con nombres que comiencen todos con las mismas iniciales, un hombre con una bata de hospital dirigiendo el tráfico, una mesera con una visible infección en la mano con la que sirve, gente con encías grandes y dientes pequeños, tipos que se ponen la misma ropa interior hasta que comienza a cortarse la circulación a los pies, y un tipo que tenga tanto vello en sus brazos que le cubra el reloj, de acuerdo, ya ha sido suficiente de todo esto.


George Carlin


Era la enamorada de todas las novelas, la heroína de todos los dramas, el vago ?ella? de todos los volúmenes de versos. Encontraba en sus hombros el color ambarino de la odalisca en el baño, tenía el largo corpiño de las castellanas feudales; se parecía también a la mujer pálida de Barcelona ¡Pero por encima de todo era un ángel!


Gustave Flaubert




Todo esto confirma mi metafísica: el cuerpo no es malo, el alma sí lo es. El cuerpo es la sangre: es puro. El alma es el cerebro: es grasa. La grasa del cerebro inventó el mal.


Amélie Nothomb


Por primera vez desde que dejó Hungría se sintió feliz. Había atravesado dos guerras, tenía una bala alojada en la cabeza, había visto morir a sus compañeros, padeció la invasión de su país, sufrió la traición de la mujer que amaba, presenció la destrucción de su ciudad y la de su casa, le fueron incautados todos sus bienes, lo había perdido todo, debió exiliarse en un país extraño, lejano e inabarcable y aun así, tenía motivos para ser feliz.


Federico Andahazi


No puedo dejar de confesar que durante algún tiempo me consagré al estudio de los siete planetas y la influencia benéfica que produce en los humanos, sobre todo en la vida diaria. (...) La espagírica es para mí una de las madres de las ciencias médicas y la única realmente holística que actúa con efectividad sobre el alma y el cuerpo. (...) Yo no pierdo el tiempo; soy un experimentador y, sobre todo, un curioso. Me gusta entrar en el reino de lo desconocido.


Roberto Alifano




»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.
»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.
»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.
»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar ?¡ángel mío!?, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.
¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad ?¡acaso no simulada!? destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. ?Vaya ?dice éste?, no hay que comérselo todo en un día?; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.


Charles Baudelaire


Alina era tan poco aficionada a todas esas fruslerías sobrenaturales como yo. A ambas nos encantaba leer y ver una película de vez en cuando, pero siempre nos decantábamos por los misterios corrientes, las historias de suspense o las comedias románticas, nunca por las extravagancias de lo paranormal.
¿Vampiros? ¡Puaj! Muertos, y con eso ya está dicho todo. ¿Viajar en el tiempo? Ja, yo prefiero las comodidades domésticas a tener que andar por ahí con un highlander que parece un armario ropero y tiene los modales de un cavernícola. ¿Hombres lobo? Oh, por favor, ¡que memez! ¿Qué mujer va a querer enrollarse con un hombre que está regido por su perro interior? Como si todos los hombres no lo estuvieran de todas formas, incluso sin el gen licantrópico.


Karen Marie Moning


Hay más ropas que aquellas con las que vistes tu cuerpo, todo profesor lo sabe, y la comida no es solo lo que te llevas a la boca. La señorita Mimi había alimentado y vestido a muchos. Y yo me incluyo entre ellos.


Stephen King


Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. ?Es posible ?dice el guardián?, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: ?Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo ?hasta lo más valioso? en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: ?Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. ?¿Qué quieres saber ahora? ?pregunta el guardián?. Eres insaciable. ?Todos buscan la Ley ?dice el hombre?. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. ?Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.


Franz Kafka




Entonces, ¿por qué le permiten a un tipo con grandes y poderosas manos subir a un avión? Les diré: saben que él no es una amenaza, porque el está por ahí respondiendo las tres grandes preguntas. Pregunta número 1: '¿Empacó usted mismo su maleta?' No, Carrot Top lo hizo, él y Martha Stewart y Florence Henderson fueron a mi casa anoche, me prepararon una adorable langosta Newberg, me dieron un masaje en todo el cuerpo con aceites sagrados de la India, hicieron un Tour-way Around-The-World, y después hicieron mi maleta. Siguiente pregunta '¿Han estado sus maletas en su posesión todo el tiempo?' No, por lo normal la noche antes de viajar, justo cuando hay luna creciente, saco mis maletas a la esquina de la calle y las dejo ahí, desatendidas por varias horas. Solo para tener buena suerte. Siguiente pregunta. '¿Algún desconocido le ha ofrecido algo en el avión?' Hmmm, bueno, ¿que es exactamente un 'desconocido'? De seguro todos son conocidos por alguien. De hecho, justo esta mañana, Kareem y Yusef Ali Ben Gabba parecían conocerse uno al otro muy bien. Seguían bromeando sobre cual de mis maletas era la más pesada.


George Carlin


El miedo era un hombre que huía de su propia sombra. Era una mujer con auriculares que solamente podía oir por ellos su propio terror. El miedo era un solipsista, un narcisista, era ciego a todo lo que no fuera él mismo. El miedo era más fuerte que la ética, más fuerte que el discernimiento, más fuerte que la responsabilidad y que la civilización. El miedo era un animal lanzado a la carrera que pisoteaba niños mientras huía de sí mismo. El miedo era un fanático, un tirano, un cobarde, un enajenado y una puta. El miedo era una bala que le apuntaba al corazón.


Salman Rushdie


Una mano pequeña y fría me acarició la mejilla.
?No pasa nada ?dijo Auri en voz baja?. Ven aquí.
Empecé a llorar en silencio, y ella deshizo con cuidado el apretado nudo de mi cuerpo hasta que mi cabeza reposó en su regazo. Empezó a murmurar, apartándome el cabello de la frente; yo notaba el frío de sus manos contra la ardiente piel de mi cara.
?Ya lo sé ?dijo con tristeza?. A veces es muy duro, ¿verdad?
Me acarició el cabello con ternura, y mi llanto se intensificó. No recordaba la última vez que alguien me había tocado con cariño.
?Ya lo sé ?repitió?. Tienes una piedra en el corazón, y hay días en que pesa tanto que no se puede hacer nada. Pero no deberías pasarlo solo. Deberías haberme avisado. Yo lo entiendo.
Contraje todo el cuerpo y de pronto volví a notar aquel sabor a ciruela.
?La echo de menos ?dije sin darme cuenta. Antes de que pudiera agregar algo más, apreté los dientes y sacudí la cabeza con furia, como un caballo que intenta liberarse de las riendas.
?Puedes decirlo ?dijo Auri con ternura.
Volví a sacudir la cabeza, noté sabor a ciruela, y de pronto las palabras empezaron a brotar de mis labios.
?Decía que aprendí a cantar antes que a hablar. Decía que cuando yo era un crío ella tarareaba mientras me tenía en brazos. No me cantaba una canción; solo era una tercera descendente. Un sonido tranquilizador. Y un día me estaba paseando alrededor del campamento y oyó que yo le devolvía el eco. Dos octavas más arriba. Una tercera aguda y diminuta. Decía que aquella fue mi primera canción.
?Nos la cantábamos el uno al otro. Durante años. ?Se me hizo un nudo en la garganta y apreté los dientes.
?Puedes decirlo ?dijo Auri en voz baja?. No pasa nada si lo dices.
?Nunca volveré a verla ?conseguí decir. Y me puse a llorar a lágrima viva.
?No pasa nada ?dijo Auri?. Estoy aquí. Estás a salvo.


Patrick Rothfuss


Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus... Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.


Viktor Frankl


Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos hacia todo aquello -una mujer, una profesión, un lugar donde vivir- gracias a una intuición impulsiva que nunca compara; todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo. En la segunda edad aquello que elegimos en la primera, normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su razón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que se apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda; porque otra cosa es la deriva.


Juan Benet


Lo he recibido a él como una mariquita. Como una mariquita manzanilla. Éste es un hombre degradado a más no dar. Este tipo por ejemplo iba con su mujer y su niña, cuando era presidente, a las corridas de toros en la plaza de Santamaría de Bogotá sancionando con su presencia ahí ese espectáculo miserable. Este hombre es un hombre que le ha causado a Colombia un daño monstruoso, como nadie, ni siquiera como Pastranita: Porque él abrió las importaciones de carros sin haber abierto una sola calle ni hecho una sola carretera. Abrió las importaciones de carros y nos embotelló el destino. El futuro. Nosotros estamos embotellados: ¡todas las ciudades de Colombia! desde su gobierno. Desde que abrió irresponsablemente las importaciones de carros ¡más todas las otras importaciones con las que acabó con las industria nacional! Ésta es una mariquita bellaca. Y ahora quiere volver otra vez a Colombia a mangonearnos. Después de que estuvo allá en la OEA haciendo un papelón lamentable, ¡terrorífico! Y la forma como llegó ahí: con el manzanillaje que le ha aplicado siempre a todo.


Fernando Vallejo


En primer lugar, no dejéis que nadie gobierne vuestra mente ni vuestro cuerpo y emplead especial atención para no poner límites a vuestras ideas porque se puede ser un hombre libre a pesar de sufrir ataduras más fuertes que las de un esclavo. Escuchad a los hombres, pero no os entreguéis a ellos en cuerpo y alma. Sed respetuosos con los que ostentan el poder, pero no los sigáis ciegamente. Juzgad con lógica y con razón, pero no hagáis comentarios. »No consideréis a nadie superior a vosotros, al margen del rango o de la posición que ocupen en la vida. Tratad a todos con justicia, porque si no intentarán vengarse de vosotros. Cuidad vuestro dinero. Aferraos con fuerza a vuestras creencias, y los demás os escucharán ?y añadió más despacio?: en cuanto a las cuestiones de amor... mi único consejo es que seáis sinceros, pues es el arma más poderosa para abrir el corazón o ganar el perdón. Es todo lo que tengo que decir.


Christopher Paolini


Pero a despecho de todo, queda en pie el punto esencial: la mujer es un objeto de goce. Y ella lo sabe. Es lo mismo que la esclavitud. Pues la esclavitud no consiste sino en la explotación del trabajo obligatorio de los unos para el goce de los otros. [... ] Lo mismo pasa con la emancipación de la mujer. La servidumbre estriba únicamente en el hecho de que se quiere y se estima usar de ella como de un instrumento de placer. He aquí que emancipan a la mujer, le dan toda clase de derechos iguales a los del hombre, pero siguen mirándola como medio de goce, y así se educa desde niña y en la opinión pública. Así sigue siempre humillada y corrompida y el hombre siempre queda su amo corrompido. Se emancipa a las mujeres en las universidades y en las Cámaras, pero se sigue mirándolas como instrumentos de placer. Enseñadlas a mirarse como tales, según hacemos nosotros, y seguirán siendo siempre seres inferiores. [... ] Esto no pueden cambiarlo ni los colegios, ni las universidades. La única cosa que podría cambiarlo sería un cambio de la opinión del hombre sobre la mujer y de la mujer sobre sí misma.


León Tolstói


Cuando me despierto del todo.. me pesa todo el cuerpo, como si me corriese plomo líquido por las venas.


Suzanne Collins


Estaba atravesando el invierno de mi vida, y los hombres que conocí durante el trayecto, fueron mi único verano... ocasionalmente tenía visiones; bailando, riendo y llorando con ellos. Tres años en una interminable gira mundial, y mis recuerdos sobre ellos, eran lo único que me motivaba, mis únicos momentos felices. Era una cantante, no muy popular, una vez soñé con convertirme en una hermosa poeta, pero gracias a una serie de desafortunados eventos, vi esos sueños frustrarse y dividirse como un millar de estrellas en el firmamento, las cuales seguía deseando, una y otra vez, brillando en fragmentos, pero en el fondo no me importó, por que sabía que, toma conseguir todo lo que siempre has deseado, y luego perderlo, para saber lo que es la verdadera libertad. Y la gente que solía conocer, descubrieron lo que hacía, como vivía, y preguntaban ¿porqué?, pero no hay razón para explicarle a aquellos que tienen un hogar, no tienen idea de lo que es resguardarse en los demás, que tu hogar sea dondequiera que tiendas tu cabeza. Siempre fui una chica inusual, mi madre decía que tenía una alma de camaleón, sin ninguna brújula de moral apuntando hacia el norte, o una personalidad organizada... solamente un espíritu indeciso, tan grande e indómito, como el océano, y... si digo que no planeé que todo resultará de ésto modo, miento, porque nací para ser "la otra mujer"; pertenezco al nadie, que pertenece a todos; quién nunca tuvo nada... que lo quería todo; hay un anhelo por cada experiencia, y una obsesión por la libertad, que me aterrorizaba, hasta el punto en el que no podía ni siquiera hablar... y el cual me empujo a un punto de demencia nómada, que me cautivaba y me incomodaba. Cada noche solía orar para encontrar a mi gente, y finalmente, lo hice... en el camino libre, no teníamos nada que perder, nada que ganar, nada más que desear... excepto volver nuestras vidas una obra de arte; vive rápido, muere joven, sé aventurero... y diviértete. Creo en el país que Estados Unidos fué, creo en la persona que quiero ser, creo en la libertad del camino libre y mi moto sigue siendo la misma, creo en la bondad de los desconocidos; y cuando estoy en guerra conmigo misma... me voy lejos, sólo me voy... ¿quién eres? ¿estás unido a tus fantasías más profundas? ¿alguna vez haz creado una vida, sólo para ti, donde puedes experimentarlas?... yo lo hice, tuve que hacerlo... estoy totalmente loca... pero soy libre.


Lana del Rey


¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en esta vida?
Pues no ser imbéciles. La palabra «imbécil» es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del latín baculus que
significa «bastón»: el imbécil es el que necesita bastón para
caminar. Que no se enfaden con nosotros los cojos ni los
ancianitos, porque el bastón al que nos referimos no es el que se
usa muy legítimamente para ayudar a sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la edad. El imbécil puede ser todo lo ágil que se quiera y dar brincos como una gacela olímpica, no se trata de eso. Si el imbécil cojea no es de los pies, sino del ánimo: es su espíritu el debilucho y cojitranco, aunque su cuerpo pegue unas volteretas de órdago. Hay imbéciles de varios modelos, a elegir:
a) El que cree que no quiere nada, elque dice que todo le da igual,
el que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque.
b) El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y
lo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez.
c) El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo.
Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí,
todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que
le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.
d) El que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, más o menos,
sabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con poca
fuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces se
encuentra más entonado.
e) El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se
ha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista
enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello
que va a hacerle polvo.
Todos estos tipos de imbecilidad necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Siento decirte que los
imbéciles suelen acabar bastante mal, crea lo que crea la opinión
vulgar. Cuando digo que «acaban mal» no me refiero a que
terminen en la cárcel o fulminados por un rayo (eso sólo suele pasar en las películas), sino que te aviso de que suelen fastidiarse a sí mismos y nunca logran vivir la buena vida esa que tanto nos
apetece a ti y a mí. Y todavía siento más tener que informarte qué
síntomas de imbecilidad solemos tener casi todos; vamos, por lo
menos yo me los encuentro un día sí y otro también, ojalá a ti te
vaya mejor en el invento...
Conclusión: ¡alerta!, ¡en guardia!, ¡la
imbecilidad acecha y no perdona!


Fernando Savater


Mi mujer se enfrentaría a todo el mundo por mí. Saber aquello era como un milagro. Cuando nadie más estaba dispuesto a luchar por mí, había conseguido encontrar a la única
persona que lo haría.


Sylvia Day


Somos como un edificio y el hombre dedica al amor una habitación, lo demás es para el bricolaje, para los niños, para los amigos, para el trabajo... la mujer tumba todos los muros y deja que el amor lo inunde todo.


Antonio Gala




Jamás sobre la piedra nació el rosal y jamás sobre el organismo degenerado y enfermo de un pueblo se produjo con todo su esplendor la civilización. Sobre cuerpo agobiado no reacciona vida lozana.


Manuel Zeno Gandia


Con todo, no podía reprimir los vívidos recuerdos de aquella pasión, su cuerpo se ponía tenso y comenzaba a temblar. Por fin la tensión se aflojaba y una deliciosa sensación de plenitud recorría sus miembros. Su amor del pasado había vuelto a la vida.


Yasunari Kawabata


si el alma se encuentra en todo cuerpo dotado de sensibilidad y si además suponemos que el alma es un cuerpo, necesariamente habrá dos cuerpos en el mismo lugar.


Aristoteles


No hay razón para dar prioridad a los monumentos ante la vida; su propio monumento sólo tiene en este momento una significación: puede utilizarlo en provecho de su despreciado cuerpo; el hombreque está sentado a su lado le gusta, es joven y probablemente (con casi total seguridad) es el último hombre que le gusta y que puede tener; y eso es lo único importante; si luego ella le repugna y él derriba su monumento, da lo mismo, porque el monumento está fuera de ella, igual que la mente de él y su memoria están fuera de ella, y todo lo que está fuera de ella da lo mismo.


Milan Kundera


Dado que no sólo tenía por objeto cambiar un gobierno antiguo, sino también abolir la forma antigua de la sociedad, la Revolución francesa tuvo que arremeter al mismo tiempo contra todos los poderes establecidos, acabar con todas las influencias reconocidas, borrar las tradiciones, renovar las costumbres y los usos, y vaciar en cierto modo el espíritu humano de todas las ideas en las que hasta entonces se habían basado el respeto y la obediencia. De ahí su carácter tan singularmente anárquico. Pero, apartemos esos escombros: entonces percibiremos un poder central inmenso, que ha atraído y engullido, en su unidad, a todas las parcelas de autoridad y de influencia que antes estaban dispersas en una multitud de poderes secundarios, de órdenes, de clases, de profesiones, de familias y de individuos, como dispersas por todo el cuerpo social. Desde la caída del Imperio romano, no se había visto en el mundo un poder igual. La Revolución creó ese nuevo poder o, mejor dicho, éste surgió como por sí mismo de las ruinas que produjo la Revolución. Cierto, los gobiernos que fundó son más frágiles, pero cien veces más poderosos que cualquiera de los que derribó; frágiles y poderosos por las mismas causas, como hemos de ver más adelante.


Alexis De Tocqueville


Pero cuando a uno le llama la atención una mujer, hace todo lo posible para entrar en relación con ella, al menos de un modo indirecto, mediante alguna estratagema, para tomar contacto al menos desde lejos con su mundo y ponerlo en movimiento.


Milan Kundera


Ya no existe el cohete. Nunca existió. Ni la gente. No hay nadie en todo el universo. Nunca hubo nadie. Ni planetas. Ni estrellas". Eso decía. Y luego algo acerca de sus pies y sus piernas y sus manos: "No mas manos", decía. "Ya no tengo manos. Nunca las tuve. Ni cuerpo. Nunca lo tuve. Ni boca. Ni cara. Ni cabeza. Nada. Solamente espacio. Solamente el abismo".


Ray Bradbury


En el flujo y reflujo de nuestras pasiones y quehaceres (escindidos siempre, siempre yo y mi doble y el doble de mi otro yo), hay un momento en que todo pacta. Los contrarios no desaparecen, pero se funden por un instante. Es algo así como una suspensión del ánimo: el tiempo no pesa. Los Upanishad enseñan que esta reconciliación es ?ananda? o deleito con lo Uno. Cierto, pocos son capaces de alcanzar tal estado. Pero todos, alguna vez, así haya sido por una fracción de segundo, hemos vislumbrado algo semejante. No es necesario ser un místico para rozar esta certidumbre. Todos hemos sido niños. Todos hemos amado. El amor es un estado de reunión y participación, abierto a los hombres : en el acto amoroso la conciencia es como la ola que, vencido el obstáculo, antes de desplomarse, se yergue en una plenitud en la que todo - forma y movimiento, impulso hacia arriba y fuerza de gravedad - alcanza un equilibrio sin apoyo, sustentado en sí mismo. Quietud del movimiento. Y del mismo modo que a través de un cuerpo amado entrevemos una vida más plena, más vida que la vida, a través del poema vislumbramos el rayo fijo de la poesía. Ese instante contiene todos los instantes. Sin dejar de fluir, el tiempo se detiene, colmado de sí.

El Arco Y La Lira


Octavio Paz


Se ha demostrado en un estudio tras otro que no existe ninguna estrategia de desarrollo eficaz en que no se reserve a la mujer un papel protagonista. Cuando las mujeres ponen todo de su parte, los resultados se ven inmediatamente: familias más sanas y mejor alimentadas, y mayores ingresos, ahorros y reinversiones. Y lo que sucede en las familias también ocurre en las comunidades y, a largo plazo, en países enteros.


Kofi Annan


La eternidad es la libertad ansiada por todos aquellos que son esclavos de su cuerpo. Tu amigo lo sabe. Sabe que lo que la Emperatriz le ofrece vale más que una corta vida que pasará alimentándose, durmiendo, envejeciendo y criando a unos hijos que serán tan esclavos como él. Por eso te ha dado la espalda, muchacha. A ti y a todo lo que conoció. Sabe muy bien que el don de la Emperatriz no tiene precio. ¿Qué podrías ofrecerle tú a cambio de la eternidad? ¿Qué puedes regalarle que valga más que la libertad?.


Laura Gallego García


Decidió tirarlo todo a la basura y arreglarlo por la vía rápida, pues la única cura requería una fuerza de voluntad que ella ya no tendría que reunir si permitía su alma partir para que su cuerpo pudiese dormir por siempre bajo una lápida


Zénit


Vivo entre dos mundos. La mitad del tiempo me gusta hacer las labores domésticas, me importa mucho mi aspecto, me interesan mucho los hombres y coqueteo maravillosamente (quiero decir que realmente les admiro, aunque me moriría antes de tomar la iniciativa; eso es cosa de hombres), nunca defiendo mi opinión en las conversaciones, y me gusta cocinar. Me gusta hacer cosas por los demás, sobre todo por los hombres. Duermo bien, me despierto a la hora en punto y no sueño. Solamente tengo un defecto:

Soy frígida.

En mi otra encarnación vivo tal cúmulo de conflictos que te parecería imposible que sobreviva, pero sí sobrevivo; me despierto enfurecida, me acuesto paralizada por el desánimo, me enfrento con lo nue sé perfectamente que es condescendencia y desprecio abstracto, me peleo, grito, me enojo con personas que ni siquiera conozco, vivo como si fuera la única mujer del mundo que está intentando conseguirlo todo, trabajo como una loca, lleno todo mi apartamento de notas, artículos, manuscritos y libros, me cabreo, no me importa, me pongo estridentemente pendenciera, a veces río y lloro en el espacio de cinco minutos de pura frustración. Tardo dos horas en dormirme y una en despertarme. Sueño ante mi mesa de despacho. Sueño en todos sitios. Voy muy mal vestida.

Pero ¡oh, cómo gozo la comida! Y ¡oh, cómo jodo!


Joanna Russ


Literalmente nos habían despojado de todo cuanto llevábamos excepto de los trapos con que nos cubríamos el cuerpo. Los pequeños regalos recibidos, que me hubiera llevado a los Estados Unidos y legado a mis nietos, habían sido destruidos. Tenía ante mi una elección: reaccionar con lamentaciones o con resignación. ¿Era un intercambio justo, mis únicas posesiones materiales a cambio de una lección inmediata sobre el desapego? Me dijeron que probablemente me hubieran permitido conservar los recuerdos barridos por el agua pero que, por la energía de la Divina Unidad, al parecer seguía otorgándoles demasiada importancia. ¿Había aprendido por fin a valorar la experiencia y no el objeto?


Marlo Morgan


Más que el hombre, en el divorcio, es víctima la mujer. Él, aún si tiene cincuenta años, especialmente si está bien provisto de dinero, encuentra fácilmente una mujer joven, agradable, con la cual "rehacerse la vida". ¿Pero ella? Especialmente si está un poco estropeada, porque ha dado todo al marido, al trabajo, a los hijos, ¿quién la quiere? Hela aquí arrojada a la basura como un limón exprimido, destinada casi siempre o a una soledad llena de tristeza o a una vida de costumbres no buenas.?.


Juan Pablo I