Mendigos
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¡La misericordia se otorga, no se gana! Se concede a los mendigos: ¡no la compra la virtud!
Morris West
Si solo se dieran limosnas por piedad, todos los mendigos hubieran ya muerto de hambre.
Friedrich Nietzsche
...el que no tiene ni bobos, ni bellacos, ni mendigos en su familia, fue engendrado por un rayo de luz.
Thomas Fuller
Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados.
Alejandro Casona
El Evangelio habla de los publicanos, o sea, cobradores de impuestos al servicio del poder extranjero. Pues el paÃs de Jesús estaba dominado por el Imperio Romano, y los publicanos eran judÃos que trabajaban para el extranjero. Los patriotas los consideraban traidores, el pueblo se daba cuenta de que se llenaban el bolsillo; hasta los mendigos se negaban a recibir sus limosnas. Y Jesús...Jesús los alabó, pero escogió a uno de ellos, a LevÃ-Mateo, para incorporarlo al equipo de sus apóstoles, cuya mayorÃa eran patriotas decididos. Los Maestros de la Ley eran algo asà como catequistas y profesores de religión. Eran muy entendidos en cosas religiosas y admiraban la doctrina de Jesús, pero no se atrevÃan a considerar como hermanos suyos a los publicanos y a otros pecadores (o sea, gente que no tomaba en cuenta los preceptos de la religión).
Sagradas Escrituras
"Solo aquellos mendigos de la idolatrÃa, se sumergen en el más absoluto ejemplo de la involución e ignoracia"
FRANK ANDRADE.
Si los mendigos no odie el resto de nosotros, que son aún más extrema de lo que habÃa imaginado.
Mason Cooley
El carácter americano parece siempre como si acababa de tener un lugar mal corte de pelo, que le da, a nuestros ojos, en todo caso, una mayor humanidad que el europeo, que incluso entre sus mendigos tiene un aire muy profesional.
Mary McCarthy
El viejo sistema económico en Inglaterra no podÃa hacer frente al exceso de población. El excedente de gente era, en su mayorÃa, muy mala gente -mendigos y ladrones, ladrones y prostitutas.
Ludwig von Mises
Fue entre los agricultores y excavadoras patata y ancianos en asilos y mendigos en mi propia puerta que encontré lo que estaba más allá de esto y aún más allá de eso drawingroom poeta de mi infancia en la expresión del amor y el dolor, y el dolor de la separación, que son la revelación del alma individual.
Lady Gregory
La pregunta que me preguntó Georges se ha convertido en uno general - Tú, que pensaban que eran superfluos, que pensaba que no habÃa lugar para que en la sociedad, no solo no superflua, que son necesarios y para que aquellos que eran mendigos se vuelven dadores.
Abbe Pierre
Yo habÃa crecido en el convencimiento de que aquella lenta procesión de la posguerra, un mundo de quietud, miseria y rencores velados, era tan natural como el agua del grifo, y que aquella tristeza muda que sangraba por las paredes de la ciudad herida era el verdadero rostro de su alma. Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas. Aquella noche primeriza de verano, caminando por ese anochecer oscuro y traicionero de Barcelona, no conseguÃa borrar de mi pensamiento el relato de Clara en torno a la desaparición de su padre. En mimundo, la muerte era una mano anónima e incomprensible, un vendedor a domicilio que se llevaba madres, mendigos o vecinos nonagenarios como si se tratase de una loterÃa del infierno. La idea de que la muerte pudiera caminar a mi lado, con rostro humano y corazón envenenado de odio, luciendo uniforme o gabardina, que hiciese cola en el cine, riese en los bares o llevase a los niños de paseo al parque de la Ciudadela por la mañana y por la tarde hiciese desaparecer a alguien en las mazmorras del castillo de Montjuïc, o en una fosa común sin nombre ni ceremonial, no me cabÃa en la cabeza. Dándole vueltas, se me ocurrió que tal vez aquel universo de cartón piedra que yo daba porbueno no fuese más que un decorado. En aquellos años robados, el fin de la infancia, como la Renfe, llegaba cuando llegaba.
Carlos Ruiz Zafón