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Mensajes de despedida y deseo de éxito ( 3 )

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Tenía ganas de hacer algo para que ya no le quedara escapatoria. Tenía ganas de destruir brutalmente todo el pasado de sus últimos siete años. Era el vértigo. El embriagador, el insuperable deseo de caer.
También podriamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse.
Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo que abajo.


Milan Kundera


Incluso ella comprendía que no bastaba con aquello, que cada minuto que Penélope y Julián pasaban juntos les unía más. Hace tiempo que el aya había aprendido a reconocer en sus miradas el desafío y la arrogancia del deseo: una voluntad ciega de ser descubiertos, de que su secreto fuera un escándalo a voces y ya no tuvieran que ocultarse en rincones y desvanes para amarse a tientas. A veces, cuando Jacinta acudía a arropar a Penélope, la muchacha se deshacía en lagrimas y le confesaba sus deseos de huir con Julián, de tomar el primer tren y escapar a donde nadie les conociese.


Carlos Ruiz Zafón




Cómo querer odiar a quien no te ama. Sórdido deseo, el más desenfrenado, el imposible de renunciar. Querer negar a quien no te ama, no te cubre, no te ampara quien no te protege. ?¿Qué decirte sino que no puedo? No poder hablar es un acto difícil de contar con palabras. Por eso no se lo dije.


Alejandra Pizarnik


Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado de los hombres y de apartarlos del camino de perdición, a donde Satanás los precipita en tropel, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres con todos los tesoros de amor, misericordia, de gracia, de santificación y de salvación que contiene. A todos aquellos que quisieren tributarle y procurarle todo el amor, honor y gloria que esté en su poder, los enriquecerá con abundancia y profusión con esos divinos tesoros del Corazón de Dios que es la fuente de ellos. Pero es preciso honrarle bajo la figura de ese Corazón de carne, cuya imagen quería que se expusiera y que llevara yo sobre mi corazón, para grabar en él su amor, llenarlo de todos los dones de que Él estaba lleno y destruir todos sus movimientos desarreglados. Me aseguró que tiene singular placer en el ser honrado bajo la figura de ese Corazón de carne, cuya imagen quería se expusiera en público a fin de mover, añadió, por este medio el corazón insensible de los hombres. Me prometió que derramaría en abundancia todos los dones de que está lleno sobre el corazón de todos los que le honren. Y dondequiera que esta imagen fuere expuesta para ser honrada, derramaría sus gracias y bendiciones.


Mária Margita Alacoque


Les deseo la mejor de las suertes, creo que todo el mundo lo sabe... quiero decir, James me agrada más que Lars, creo que a todo el mundo le pasa. No tengo problemas con James. No me agrada mucho Kirk porque me quitó mi trabajo, afortunadamente yo le quité la novia antes de salir de la banda.


Dave Mustaine


La experiencia de ese año de enfermedad le infundió un ardiente deseo de vivir, como si el premio por el sufrimiento fuera haber descubierto la piedra filosofal, la esquiva sustancia de los alquimistas capaz de transformar el plomo en oro y rejuvenecer.


Isabel Allende




No confiéis en aquellos de vosotros que consideran que única y simplemente anheláis la inmortalidad, porque aunque estén diciendo la verdad, no es esta sino superficial e incompleta. La inmortalidad del individuo no os saciaría. Siempre exigís más, aunque no seáis capaces de denominar el objeto de vuestro deseo.


Stanisław Lem


Lo malo es que las personas son insaciables. Algunas personas. Muchas veces, así es como empieza todo. No se empieza con el asesinato, con el deseo de cometerlo, ni siquiera pensándolo. Se empieza siendo, sencillamente, avaricioso, queriendo tener más de lo que se ha de recibir.


Agatha Christie


Tú me echabas una mirada con un gris signo de interrogación en tus ojos. "Oh, no, no empecemos de nuevo" (incredulidad, exasperación). Pues nunca te dignabas a creer que yo pudiera sentir el deseo -sin intenciones específicas- de hundir mi cara en tu falda tableada, amor mío. La fragilidad de tus brazos desnudos... Cómo anhelaba envolver esos brazos, y tus cuatro miembros límpidos, encantadores -un potrillo acurrucado-, y tomar tu cabeza entre mis manos indignas y estirar hacia atrás la piel de tus sienes y besar tus ojos achinados y... "Por favor, déjame en paz, ¿quieres?", decías. "Dios mío, déjame tranquila". Y yo me levantaba del suelo, mientras tú me mirabas crispando el rostro en una imitación deliberada de mi tic nerveux. Pero no importa, no importa, soy un miserable, no importa, sigamos con mi desgraciada historia.


Vladimir Nabokov




[... ] podéis asegurar a Su Santidad que antes de sufrir la menor cosa en perjuicio de la religión o del servicio de Dios, perdería todos mis Estados y cien vidas que tuviese, pues no pienso, ni quiero ser señor de herejes... y si no se puede remediar todo como yo deseo, sin venir á las armas, estoy determinado de tomallas...


Felipe II de España


Bajé por espacio y aires
y mas aires, descendiendo,
sin llamado y con llamada
por la fuerza del deseo,
y a más que yo caminaba
era el descender más recto
y era mi gozo más vivo
y mi adivinar más cierto,
y arribo como la flecha
éste mi segundo cuerpo
en el punto en que comienzan
Patria y Madre que me dieron.

¡Tan feliz que hace la marcha!
Me ataranta lo que veo,
lo que miro o adivino,
lo que busco y lo que encuentro;
pero como fui tan otra
y tan mudada regreso,
con temor ensayo rutas,
peñascales y repechos,
el nuevo y largo respiro,
los rumores y los ecos.
O fue loca mi partida
o es loco ahora el regreso;
pero ya los pies tocaron
bajíos, cuestas, senderos,
gracia tímida de hierbas
y unos céspedes tan tiernos
que no quisiera doblarlos
ni rematar este sueño
de ir sin forma caminando
la dulce parcela, el reino
que me tuvo sesenta años
y me habita como un eco (...)


Gabriela Mistral


Él, que se había interesado por Lori únicamente por el deseo, parecía ahora ver lo inalcanzable que era ella. Y más: no sólo inalcanzable para él, sino para ella misma y para el mundo. Ella vivía a causa de una estrechez en el pecho: la vida.


Clarice Lispector


No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.


Luis Cernuda




Con dieciséis años me habló de las autopsias sexuales. Me contó que estaría bien que cada cinco años nos practicaran una de estas autopsias. Que nos quedáramos muy quietos y alguien nos dijera qué parte de nuestro cuerpo no había sido acariciada; cuántos besos habíamos recibido; si había sido más querido una mejilla o una ceja o una oreja o los labios. Una autopsia en toda regla de nuestro sexo, pero con nosotros vivos, aunque inmóviles. Ella se lo imaginaba y le gustaba pensar que alguien, sólo mirando nuestros dedos, supiese si habían tocado con pasión o simplemente por rutina. Si nuestros ojos habían sido mirados con deseo o nuestra lengua había conocido muchos congéneres [... ] Y según ella, lo mejor era que cuando acabase esa autopsia sabríamos que estábamos vivos, que podíamos mejorar y lograr que nos acariciasen, que deseáramos, que amáramos y nos amasen. Nunca me he hecho una autopsia de este tipo. Me ha dado miedo el resultado.


Albert Espinosa


Viejas verdades y magias antiguas, revoluciones e inventos, todo conspira para distraernos de la pasión que, de un modo u otro, nos vence a todos. Y, cansados por fin de esta complejidad, soñamos con el tiempo lejano en que nos sentábamos en el regazo de nuestra madre y cada beso era la consumación perfecta del deseo.


Anne Rice


Tomás se decía:
Hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer, son dos pasiones, no sólo distintas, sino casi contradictorias.
El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien este deseo se produce con una cantidad innumerable de mujeres, sino el de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación de una sola mujer


Milan Kundera


No era posible que su deseo hubiera sido escuchado. Cosas así no sucedían, eran imposibles. Parecía monstruoso incluso pensar en ello. Y, sin embargo, allí estaba el retrato, con un toque de crueldad en la boca.


Oscar Wilde


Decidí que en mi quincuagésimo cumpleaños, dentro de dos años, tendré el derecho de colgarme, si en ese momento aún lo deseo. Ahora todo lo que me parecía difícil ha tomado un aspecto diferente, porque lo peor que puede pasar es que sólo dure dos años más". (En una carta a Hugo Ball, amigo y biógrafo suyo).


Hermann Hesse


Junto al deseo obsesivo existe un temor obsesivo íntimamente enlazado a él. Siempre que el sujeto piensa algo relacionado con su deseo, surge en él el temor de que va a suceder algo terrible, y este algo reviste ya una indeterminación característica concomitante siempre a Ias manifestaciones de la neurosis. Pero en el niño no es difícil descubrir lo que tal indeterminación encubre. Si conseguimos encontrar un detalle en el que se haya concentrado alguna de las vagas generalidades de la neurosis obsesiva, podremos


Sigmund Freud


Empecemos por distinguir en el sentimiento del amor lo moral y lo físico. Lo físico es ese deseo general que impulsa a un sexo a unirse con otro. Lo moral es lo que determina ese deseo y lo fija exclusivamente en un solo objeto, o que, por lo menos, le da haica ese objeto preferido un mayor grado de energía. Ahora bien; es fácil ver que lo moral del amor es un sentimiento facticio nacido del uso de la sociedad y elogiado por las mujeres con suma habilidad y cuidado para implantar su imperio y hacer dominante el sexo que debía obedecer.


Jean-Jacques Rousseau


El hambre es deseo. Es un deseo más amplio que el deseo. No es voluntad, que es una forma de fuerza. Tampoco es debilidad, ya que el hambre no conoce la pasividad. El hambriento es un ser que busca. Si Cátulo recomienda resignación es precisamente porque él no se resigna. Hay en el hambre una dinámica que prohíbe aceptar el propio estado. Es un deseo que resulta intolerable. Alguien podrá decirme que el deseo de Cátulo, que está relacionado con la falta de amor, la obsesión debida a la ausencia de la amada, no tiene nada que ver. Sin embargo, mi lenguaje detecta en él un registro idéntico. El hambre de verdad, que no es un capricho de carpanta, el hambre que despechuga y vacía el alma de su sustancia, es la escalera que conduce al amor. Los grandes enamorados fueron educados en la escuela del hambre.


Amélie Nothomb


[... ] No, Grace, jamás he sido humano.
Con el deseo de reconfortarlo, ella extendió un brazo y le acarició la mejilla con la palma de la mano.
?Eres humano, Julian.
La duda que vio en los ojos del hombre le partió el corazón.


Sherrilyn Kenyon


Ese vínculo humano esencial entre el mundo y el infinito. El único sitio donde el torrente sanguíneo toca la eternidad. Lo que importa es el amor y el deseo. Aquí en la oscuridad se puede hacer como en cualquier otra parte. Quizá mejor que en muchas otras... Así es volar


Stephen King


El peso le aplastaba los pulmones, haciéndole difícil y dolorosa la respiración. Tuvo que detenerse para concentrarse y hacer que el aire penetrara en ellos. Puede que sea un ataque cardíaco; en tal caso, no podré subir. Pero el deseo de hacerlo era aún más fuerte que antes: sentía la imperiosa necesidad de estar solo, encerrado en una habitación vacía, libre de testigos, tumbado boca arriba y en completo silencio, con brazos y piernas extendidos; sin necesidad de hablar ni moverse. sin tener que soportar a nadie ni encarar ningún problema. Y que nadie sepa dónde estoy, pensó. Aquello le parecía, con mucho, lo más importante: quería estar ausente, vivir ignorado, no ser visto por nadie.


Philip K. Dick


Y lo mismo ocurre en una cultura de consumo como la nuestra, partidaria de los productos listos para uso inmediato, las soluciones rápidas, la satisfacción instantánea, los resultados que no requieran esfuerzos prolongados, las recetas infalibles, los seguros contra todo riesgo y las garantías de devolución del dinero. La promesa de aprender el arte de amar es la promesa (falsa, engañosa, pero inspiradora del profundo deseo de que resulte verdadera) de lograr ?experiencia en el amor? como si se tratara de cualquier otra mercancía. Seduce y atrae con su ostentación de esas características porque supone deseo sin espera, esfuerzo sin sudor y resultados sin esfuerzo.


Zygmunt Bauman


Lo que importa es el amor, el cariño ? Siempre el deseo, nunca el tiempo. Tal vez es lo único que podemos llevarnos, cuando salimos del azul del cielo para entrar en la negrura. Es un frío consuelo, tal vez, pero mejor que nada.»


Stephen King




Meme recordaba los detalles sin arrepentimiento y hablaba de las cosas más extravagantes con un irreprimible deseo de vivirlas de nuevo o con el dolor que le proporcionaba la evidencia de que no las volvería a vivir.


Gabriel García Márquez


Dio un pisotón. Deseó que aquella cosa glotona tuviera diarrea durante una semana. Deseó que se cagara de arriba abajo y de abajo arriba, y que luego se cayera por una grieta y perdiera su nombre y se muriese sola y vacía y hueca en la oscuridad furiosa.


Patrick Rothfuss


Detesto las letras de amor. Creo que una de las causas de la mala salud mental en EEUU es que la gente haya crecido escuchando letras de amor. Tú eres un jovencito y las escuchas mientras ni tus padres ni tus maestros te hablan de lo que realmente es el amor. Es un entrenamiento inconsciente que te provoca deseo por una situación que nunca existirá. La gente que cree en esa mitología, luego se toma la vida como si le hubieran timado, o algo así


Frank Zappa


El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).


Milan Kundera


No creo que ningún placer que podamos obtener de nuestras emociones llegue a igualar esos momentos de paz silenciosa que son atisbos de los gozos del paraíso... Se siente una armonía interior libre de la más mínima agitación o tensión. En esos momentos el estado del alma es solemne, semejante quizá a su condición más allá de la tumba. Se trata de felicidad, según entienden los orientales, la felicidad del eremita que se halla libre de deseo y conflicto, y que sencillamente adora en plenitud de dicha..." **Fuente: Diario.


Henri-Frédéric Amiel


"EL FALSO AMOR"

Te di mi confianza y abusaste,
Te di mi cariño y lo manipulaste,
Empecé a quererte y me humillaste,
Empecé a amarte y me engañaste.

Decías que me querías y todo fue mentira,
Decías que era tu amada y no era verdad,
Me juraste amor eterno y todo fue patraña,
Más tu nunca, de los jamás me valoraste
simplemente me olvidaste

Miserable hoy tu eres que con engaños me sedujiste
Mi corazón pide a gritos, que regrese el tiempo transcurrido,
Y mí alma abandonada por el triste y miserable engaño,
Vive vagando en la soledad de la humillación,
Y si por ti fuera solo existo en el olvido de tu oscuro y malvado corazón.


MARIVEL


Te Esperaré

Te esperaré del lado del silencio.
Entre las sombras de las lentas horas.
Te esperaré en el fondo de mis sueños
allí donde comienzan nuestras cosas.
En ese después del tiempo
donde podemos ser nosotros.
Desnudos, al fin, para los besos
más profundos y locos. Para la piel.
Te esperaré en la espuma del mar
interminable. Tú tocarás el aire
con mi cuerpo. Siempre vas a cantar
sabiendo que te espero.

II
Voy a morir contigo cualquier tarde.
Después de ti no quiero a nadie.
Todo el deseo del mundo claudica
entre tus brazos. No hay más allá de ti,
es el amor que nunca se reparte.
Llegaste a ser mi pasión única.
No somos una ilusión cobarde,
si tú no luchas, no lucharé tampoco.
Aceptaré que el tiempo te arranque
de mi lado y moriré esta tarde.


Renata Durán


Noviembre

A mi padre

Me acodé en el balcón:
las estrellas giraban,
musicales y suaves, como los crisantemos
de las huertas perdidas.
Toda la noche tiene manos inmaculadas
que pasar por las sienes que el cansancio golpea,
húmedos labios trémulos para tantas mejillas,
corazones acordes al par de sus silencios.

Me acordaba de ti,
del que no fueras nunca,
casi flor, casi germen, casi voz, casi todo
lo que nombra un deseo.
Aquél que hundió en la tierra su planta generosa,
los olivos que ceden su fruto a las escarchas;
el que alzaba su mano como si fuera un grito
poderoso y maduro sobre el marchito júbilo.

Me acordaba de ti,
como en noches pasadas,
tanto amor que se logra pero no se consuma
por no sé qué misterio,
y el corazón, tan lleno de flor y flor perenne,
de estrella y lunas fijas, de campo y campo abierto,
abría sus balcones hacia un paisaje oscuro
de paciencia y de adiós, de clemencia y de olvido.


Antonio Carvajal


Morir

¡Ay tú, siempre lejana!
(Tu cuerpo poseído
me parece aún intacto.)
¡Ay, tu sonrisa esquiva!
¡Ay, tus palabras vagas!
Todo tan sin sentido
(adorable, imposible!)
que no eres tú, no es nada,
es la nada lo que amo
revestida de luces
que en suave piel resbalan.

Desnúdate, ¿qué importa?
Ya solo sé morirme
y no mirarte. Canto
cierto nácar cambiante,
deseo con mil nombres
que aquí brilla variando,
ternura, o llanto, o dicha,
o -querida, querida, querida-
no saber qué se dice,
morir tu misma muerte,
rozarte así imposible.


Gabriel Celaya


Kennamore Street

Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.

Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.

Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.

Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.


José María Fonollosa


No Soy La doncella Sagrada

Tu amor me será hoy
dos veces grato.

No soy, lo has visto,
la doncella sagrada
y ocupo por lo tanto
de tus buenos oficios
para soltar los cascos de la especie
por mi cuerpo.

Imprímeme en la boca
tus aceites marinos
y en la palabra madre
la palabra deseo.

De "Verbo madre" 1995


Ana Istarú


En Mi Jardín

Sobre el césped los árboles me hablan
del divino poema del silencio.
La noche me sorprende sin sonrisas,
revolviendo en mi alma los recuerdos.

* * *

¡Viento! ¡oye!
¡espera! ¡no te vayas!
¿De parte de quién es? ¿Quién dijo eso?
Besos que yo esperé, tú me has dejado
en el ala dorada de mi pelo.

¡No te vayas! ¡alegra más mis flores!
Y sé, tú, viento amigo mensajero;
contéstale diciendo que me viste,
con el libro de siempre entre los dedos.

Al marcharte, enciende las estrellas,
se han llevado la luz, y apenas veo,
y sé, viento, enfermo de mi alma;
y llévale esta «cita» en raudo vuelo.

...Y el viento me acaricia dulcemente,
y se marcha insensible a mi deseo...


Gloria Fuertes


Diálogo Con Un Retrato

Surges amarga, pensativa,
profunda tal un mar amurallado;
reposas como imagen hecha hielo
en el cristal que te aprisiona
y te adivino en duelo,
sostenida bajo un mortal cansancio
o bajo un sueño en sombra, congelada.
En vano te defiendes
cuando tus ojos alzas y me miras
a través de un desierto de ceniza,
porque de ti nada existe que delate
si por tu cuerpo corre luz
o un efluvio de rosas,
sino temor y sombra, la caída
de una ola transformada
en un simple rocío sobre el cuerpo.
Y es verdad: a pesar de ti desciendes
y no existe recuerdo que al mundo te devuelva,
ni quien escuche el lánguido sonar de tus latidos.
Eres como una imagen sin espejo
flotando prisionera de ti misma,
crecida en las tinieblas de una interminable noche,
y te deslíes en suspiros, en humedad y lágrimas
y en un soñar ternuras y silencio.

Solo mi corazón te precipita
como el viento a la flor o la mirada,
reduciéndote a voz aún no erigida,
disuelta entre la lengua y el deseo.
De allí has de brotar hecha ceniza,
hecha amargura y pensamiento,
creada nuevamente de tus ruinas,
de tu temor y espanto.
Y desde allí dirás que amor te crea,
que crece con terror de ejércitos luchando,
como un espejo donde el tiempo muere
convertido en estatua y en vacío.
Porque ¿quién eres tú sino la imagen
de todo lo que nutre mi silencio,
y mi temor de ser solo una imagen?


Alí Chumacero


La Cour Carrée

Oh rápida, te amo.
Oh zorra apresurada al borde del vestido
y límite afilado de la bota injuriante,
rodilla de Artemisa fugaz entre la piedra,
os amo,
sombra huidiza en la escalera noble,
espalda entre trompetas por el puente.
Oh vagas, os envidio,
imágenes parejas en los grises
vahos de las cristaleras entornadas,
impacientes
-que llegan a las citas con retraso-
nervios de los que habitan (el descuido
seguro y arrogante de la puerta entreabierta
y el gesto ordenador de las cosas que miran).
Lo quiero casi todo:
la puerta del palacio con armas y figuras,
el nombre de los reyes y el latón de República.
Quiero tus ojos de extranjera ingenua
y la facilidad sin alma del copista.
Quiero esta luz de ahora. Es mi deseo
estar abierto, atento, hasta que parta.
Y quisiera que alguien me dijera
adiós,
contenida, riendo entre lágrimas.

Extranjero en las puertas, no estás solo,
mi apurada tristeza te acompaña.


Carlos Barral