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Miguel hernandez para niños

Miguel hernandez para niños. Encuentra docenas de miguel hernandez para niños con fotos para copiar y compartir.


Ascensión

Coronada la escoba de laurel, mirto, rosa,
es el héroe entre aquellos que afrontan la basura.
Para librar del polvo sin vuelo cada cosa
bajó, porque era palma y azul, desde la altura.

Su ardor de espada joven y alegre no reposa.
Delgada de ansiedad, pureza, sol, bravura,
azucena que barre sobre la misma fosa,
es cada vez más alta, más cálida, más pura.

¡Nunca! La escoba nunca será crucificada
porque la juventud propaga su esqueleto
que es una sola flauta, muda, pero sonora.

Es una sola lengua, sublime y acordada.
Y ante su aliento raudo se ausenta el polvo quieto,
y asciende una palmera, columna hacia la aurora.


Miguel Hernández


Ser Onda, Oficio, Niña, Es de Tu Pelo

Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo,
nacida ya para el marero oficio;
ser graciosa y morena tu ejercicio
y tu virtud más ejemplar ser cielo.

¡Niña!, cuando tu pelo va de vuelo,
dando del viento claro un negro indicio,
enmienda de marfil y de artificio
ser de tu capilar borrasca anhelo.

No tienes más quehacer que ser hermosa,
ni tengo más festejo que mirarte,
alrededor girando de tu esfera.

Satélite de ti, no hago otra cosa,
si no es una labor de recordarte.
-¡Date presa de amor, mi carcelera!


Miguel Hernández




¿Qué poco vale uno ya! Hasta las ratas se suben a ensuciar la azotea de los pensamientos. Esto es lo que hay de nuevo en mi vida: ratas. Ya tengo ratas, piojos, pulgas, chinches, sarna. Este rincón que tengo para vivir será muy pronto un parque zoológico, o mejor dicho, una casa de fieras...


Miguel Hernández


Aquí estoy para vivir mientras el alma me suene, y aquí estoy para morir, cuando la hora me llegue, en los veneros del pueblo desde ahora y desde siempre. Varios tragos es la vida y un solo trago es la muerte


Miguel Hernández


Coloco relicarios de mi especie a tu talón mordiente, a tu pisada, y siempre a tu pisada me adelanto para que tu impasible pie desprecie todo el amor que hacia tu pie levanto


Miguel Hernández


España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos de dolor y de piedra profunda para darme: no me separarán de tus altas entrañas, madre


Miguel Hernández




Quien se para a llorar, quien se lamenta contra la piedra hostil del desaliento, quien se pone a otra cosa que no sea el combate, no será un vencedor, será un vencido lento


Miguel Hernández


Tu Corazón, Una Naranja Helada...

Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.

Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.

¡Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!

Por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.


Miguel Hernández


¿recuerdas Aquel Cuello, Haces Memoria??

¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?

Recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.

Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.

Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.


Miguel Hernández




Pena Bienhallada

Ojinegra la oliva en tu mirada,
boquitierna la tórtola en tu risa,
en tu amor pechiabierta la granada,
barbioscura en tu frente nieve y brisa.

Rostriazul el clavel sobre tu vena,
malherido el jazmín desde tu planta,
cejijunta en tu cara la azucena,
dulciamarga la voz en tu garganta.

Boquitierna, ojinegra, pechiabierta,
rostriazul, barbioscura, malherida,
cejijunta te quiero y dulciamarga.

Semiciego por ti llego a tu puerta,
boquiabierta la llaga de mi vida,
y agriendulzo la pena que la embarga.


Miguel Hernández


La vida da muchas vueltas vienen desilusiones después de la tempestad vagando en mi orgullo de la obscuridad he aquí mi hermano monumental el que es un amigo sin igual el que me apoya sin desmañar en esta vida de amar he aquí yo me engrandezco x su orgullo y el x el mío porque los dos unidos seremos inseparables correremos sobre las praderas donde hay obscuridad y soledad nos extenderemos las manos si alguno de los dos tropieza sobre el sendero sin embargo saldremos a salvo uniremos nuestro orgullo hacia las demás personas si antes nuestro orgullo era fuerte y lo perdimos ahora en este momento será invencible y si lo juntamos con un poco de amargura será indestructible

Los montes temblaran de miedo al escuchar nuestros nombres los lagos cristalinos y puros fluirá sangre en vez de agua e aquí mi hermano te hablo a ti los que te intentaron pisotearte se inclinaran y pedirán mil disculpas los que te traicionaron pedirán clemencia nosotros hacemos nuestro propio mañana porque no existe futuro tú mismo lo creas la felicidad llegara hacia nosotros nuestro orgullo será más fuerte todos lo que nos hicieron daño se ahogaran en su propia saliva derramaran lagrimas como nosotros las derramamos

Nuestro orgullo serán principios de fuerza de la vida es lo que me mantendrá va ser como un fuego ardiente que penetre nuestro cuerpo agradeceremos nuestro dios de los altísimos sin embargo esta sociedad de frustración y soldad terminara lo cielos se abrirán y las trompetas sonara nos mantendremos juntos y la felicidad volverá y seguirá en pie nuestra fortaleza

Graxias mi hermano por estar conmigo esto va dirigido para ti salieron estas palabras de mi corazón y es compartido con los demás

De cifra que dice aquí

Ut onamreh esoj leunam azem zednanreh



.


jose manuel meza hernandez


Miguel Servet, solo, pero confiado en la protección segurísima de Cristo.


Miguel Servet


Mi Corazón No Puede Con La Carga

Mi corazón no puede con la carga
de su amorosa y lóbrega tormenta
y hasta mi lengua eleva la sangrienta
especie clamorosa que lo embarga.

Ya es corazón mi lengua lenta y larga,
mi corazón ya es lengua larga y lenta...
¿Quieres contar sus penas? Anda y cuenta
los dulces granos de la arena amarga.

Mi corazón no puede más de triste:
con el flotante espectro de un ahogado
vuela en la sangre y se hunde sin apoyo.

Y ayer, dentro del tuyo, me escribiste
que de nostalgia tienes inclinado
medio cuerpo hacia mí, medio hacia el hoyo.


Miguel Hernández




Casida Del Sediento

Arena del desierto
soy, desierto de sed.
Oasis es tu boca
donde no he de beber.

Boca: Oasis abierto
a todas las arenas del desierto.

Húmedo punto en medio
de un mundo abrasador
el de tu cuerpo, el tuyo,
que nunca es de los dos.

Cuerpo: pozo cerrado
a quien la sed y el sol han calcinado.


Miguel Hernández


Más Mojado Que El Rostro de Mi Llanto

Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,

de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído

en forma de alga y en figura de ola.
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,

barro en vano te muerdo los talones,
dándole a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.


Miguel Hernández


Dime

Dime desde allá abajo
la palabra te quiero.

¿Hablas bajo la tierra?

Hablo con el silencio.

¿Quieres bajo la tierra?

Bajo la tierra quiero
porque hacia donde corras
quiere correr mi cuerpo.

Ardo desde allí abajo
y alumbro tus recuerdos.


Miguel Hernández


Canción Última

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.


Miguel Hernández


El Amor Ascendía

El amor ascendía entre nosotros
como la luna entre las dos palmeras
que nunca se abrazaron.

El íntimo rumor de los dos cuerpos
hacia el arrullo un oleaje trajo,
pero la ronca voz fue atenazada.
Fueron pétreos los labios.

El ansia de ceñir movió la carne,
esclareció los huesos inflamados,
pero los brazos al querer tenderse
murieron en los brazos.

Pasó el amor, la luna, entre nosotros
y devoró los cuerpos solitarios.
Y somos dos fantasmas que se buscan
y se encuentran lejanos.


Miguel Hernández


Tus Ojos

Tus ojos se me van
de mis ojos y vuelven
después de recorrer
un páramo de ausentes.

Tu boca se me marcha
de mi boca y regresa
con varios besos muertos
que aún baten, que aún quisieran.

Tus brazos se desploman
en mis brazos y ascienden
retrocediendo ante esa
desolación que sientes.

Otero de tu cuerpo,
aún mi calor lo vence.


Miguel Hernández


Muerte Nupcial

El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:
este lienzo de ahora sobre madera aún verde,
flota como la tierra, se sume en la besana
donde el deseo encuentra los ojos y los pierde.

Pasar por unos ojos como por un desierto;
como por dos ciudades que ni un amor contienen.
Mirada que va y vuelve sin haber descubierto
el corazón a nadie, que todos la enarenen.

Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos.
Se descubrieron mudos entre las dos miradas.
Sentimos recorrernos un palomar de arrullos,
y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas.

Cuanto más se miraban más se hallaban: más hondos
se veían, más lejos, más en uno fundidos.
El corazón se puso, y el mundo, más redondos.
Atravesaba el lecho la patria de los nidos.

Entonces, el anhelo creciente, la distancia
que va de hueso a hueso recorrida y unida,
al aspirar del todo la imperiosa fragancia;
proyectamos los cuerpos más allá de la vida.

Expiramos del todo. ¡Qué absoluto portento!
¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados,
desplegados los ojos hacia arriba un momento,
y al momento hacia abajo con los ojos plegados!

Pero no moriremos. Fue tan cálidamente
consumada la vida como el sol, su mirada.
No es posible perdernos. Somos plena simiente.
Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada.


Miguel Hernández


Ropas Con Su Olor

Ropas con su olor
paños con su aroma.

Se alejó en su cuerpo,
me dejó en sus ropas.

lecho sin calor,
sábana de sombra.

Se ausentó en su cuerpo.
Se quedó en sus ropas.


Miguel Hernández


Teme que el barro crezca en un momento, teme que crezca y suba y cubra tierna, tierna y celosamente tu tobillo de junco, mi tormento, teme que inunde el nardo de tu pierna y crezca más y ascienda hasta tu frente


Miguel Hernández


Se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía


Miguel Hernández


En este campo estuvo el mar. Alguna vez volverá. Si alguna vez una gota roza este campo, este campo siente el recuerdo del mar. Alguna vez volverá


Miguel Hernández


Boca que arrastra mi boca. Boca que me has arrastrado: boca que vienes de lejos a iluminarme de rayos. Alba que das a mis noches un resplandor rojo y blanco. Boca poblada de bocas: pájaro lleno de pájaros


Miguel Hernández


Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas, cicatrices y heridas, señales y recuerdos del hambre, contra tantas barrigas satisfechas: cerdos con un origen peor que el de los cerdos


Miguel Hernández




No me llaga ningún mal ni ninguna cuerda rota: lo que tu atención hoy nota fue siempre en mí natural


Miguel Hernández


Cuerpos que nacen vencidos, vencidos y grises mueren: vienen con la edad de un siglo, y son viejos cuando vienen


Miguel Hernández


Encarnación, yo digo en mi corazón, si soy tonto que lo sea. No me importa: no me muero por ser tonto, tonto estoy, y si sé que tonto soy, sé que hasta tonto te quiero


Miguel Hernández


Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera


Miguel Hernández


Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas


Miguel Hernández


Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo. Algún día se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía


Miguel Hernández


Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias


Miguel Hernández


Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido.


Miguel Hernández


El mundo es como aparece ante mis cinco sentidos, y ante los tuyos que son las orillas de los míos


Miguel Hernández


El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende


Miguel Hernández


El mar también elige puertos donde reír como los marineros. El mar de los que son. El mar también elige puertos donde morir. Como los marineros. El mar de los que fueron


Miguel Hernández


En vuestra mano está la libertad del ala, la libertad del mundo, soldados voladores: y arrancaréis del cielo la codiciosa y mala hierba de otros motores


Miguel Hernández


El vuelo significa la alegría más alta, la agilidad más viva, la juventud más firme. En la pasión del vuelo truena la luz, y exalta alas con que batirme


Miguel Hernández


Sangre remota. Remoto cuerpo, dentro de todo: dentro, muy dentro de mis pasiones, de mis deseos


Miguel Hernández