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Muros

Muros. Encuentra docenas de muros con fotos para copiar y compartir.


Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.


Federico García Lorca


Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.


Isaac Newton




El vino mueve la primavera, crece como una planta la alegría. Caen muros, peñascos, se cierran los abismos, nace el canto.


Pablo Neruda


El día en que se dirija por vez primera hacia las alturas, nosotros estaremos a bordo. Pues el constructor del Integral es uno de los nuestros. Ha dado la espalda a los muros y ha venido conmigo para quedarse entre nosotros. ¡Viva el constructor del Integral!


Yevgueni Zamiatin


La disciplina solo puede edificar muros a nuestro alrededor; es siempre exclusiva, y siempre provocadora de conflictos. La disciplina no conduce a la comprensión, porque a la comprensión se llega mediante la observación, mediante el estudio, sin prejuicios de ninguna especie.


Jiddu Krishnamurti


La cara no es jamás opaca del todo; el alma se muestra a través de sus muros.


Aldous Huxley




Una sola es la luz del sol, aunque la obstaculicen muros, montes, incontables impedimentos


Marco Aurelio


Los muros quedaron en el siglo pasado; se derribaron por la propia ciudadanía, se derribaron por la búsqueda de la libertad y la democracia; no es posible que se estén construyendo muros entre dos naciones hermanas, socias y vecinas


Vicente Fox


Siempre he intentado vivir en una torre de marfil, pero una marea de mierda no deja de golpear sus muros y amenaza con tirarla abajo


Gustave Flaubert




Los tiranos no pueden acercarse a los muros invencibles de Colombia sin expiar con su impura sangre la audacia de sus delirios


Simón Bolívar


Cuando uno levanta muros, está volviendo a la Edad Media. Si no encuentras ninguna otra forma de resolver los problemas humanos, estás dando marcha atrás en el tiempo


José Saramago


Ciertas personas, en el afán de querer construir un mundo donde ninguna amenaza externa pueda penetrar, aumentan exageradamente sus defensas contra el exterior y dejan su interior desguarnecido.


Paulo Coelho


Corazón Nuevo

Mi corazón, como una sierpe,
se ha desprendido de su piel,
y aquí la miro entre mis dedos
llena de heridas y de miel.

Los pensamiento que anidaron
en tus arrugas, ¿dónde están?
¿Dónde las rosas que aromaron
a Jesucristo y a Satán?

¡Pobre envoltura que ha oprimido
a mi fantástico lucero!
Gris pergamino dolorido
de lo que quise y ya no quiero.

Yo veo en ti fetos de ciencias,
momias de versos y esqueletos
de mis antiguas inocencias
y mis románticos secretos.

¿Te colgaré sobre los muros
de mi museo sentimental,
junto a los gélidos y oscuros
lirios durmientes de mi mal?

¿O te pondré sobre los pinos,
-libro doliente de mi amor-
para que sepas de los trinos
que da a la aurora el ruiseñor?


Federico García Lorca




El Hijo de Mi Amor

El hijo de mi amor, mi único hijo,
lo engendré sin mujer y es hijo mío;
me escribe a la distancia: estoy tan triste;
me faltas tú. Te miro en el esfuerzo
por mí, por ti, por el retorno
del polluelo a su sombra familiar,
no tengo un pan ni un techo que me cubra;
hoy habito en los muros de la mar...


Porfirio Barba Jacob


El alma es como una ciudad sitiada: detrás de sus muros resistentes vigilan los defensores. Si los cimientos son fuertes, la fortaleza no tendrá que capitular.


Epicteto


Cuando Se Vive Al Borde

Cuando se vive al borde
de una ciudad de conmovidas piedras-
a la que obviaron un destino
de naufragio y ceguera
y el invierno -que agobia oscuramente-
es la pared de su verdín cubierta,
no es fácil Garcilaso
ni la Egloga;

-aún el helado visitante filtra
su humor entre las piedras-
mírenlo -alumnos de poesía- y miren
el vaticinio de las quemas...

No es fácil ver
ando la calle llega
con sus volados árboles y muros
y entre hojas y lágrimas nos ciega.
Ni enviar un ramo de palabras tristes
cuando la carta obstina
en barajar sus fechas...

De "Poemas de la ciega" 1968


Washington Benavides


Si Has Perdido...

Si has perdido tu nombre,
recobraremos la puntada de las calles
más solas
para llamarte sin nombrarte.

Si has perdido tu casa,
despistaremos a los guardianes de la
cárcel
hasta dejarlos con su sombra y sin sus
muros.

Si has perdido el amor,
publicaremos un gran bando de palomas
desnudas
para atrasar la vida y darte tiempo.

Si has perdido tus límites,
recorreremos el cruento laberinto
hasta alzar otra forma desde el fondo.

Si has perdido tus ecos o tu origen,
los buscaremos, pero hacia adelante,
en el templo final de los orígenes.

Solamente si has perdido tu pérdida,
cortaremos el hilo
para empezar de nuevo.


Roberto Juarroz


Mitla

Señoras del presente y del olvido
las hormigas recorren
los espacios del silencio
arrastrando grumos de vida
hacia el mundo de las sombras

Como vampiros con las alas abiertas
en el horizonte borroso
los escuálidos señores de la muerte
sin proyectar sombra sobre el suelo arenoso
sin ser tocados por el viento o la hora

Entre peñascos rotos que un día acabarán
sobre el sabino antiguo que un día caerá
sin la memoria mínima de los dioses extintos
ni del Bigaña estricto que se volvió humedad
miro el sol que se muere

Bajan las sombras lentas
por los caminos ralos de Monte Albán
y dirigiéndose al otro mundo
atraviesan cuerpos y muros
con su temblor y frío

En el patio ruinosos al borde de una tumba
un sacerdote enjuto con camisas de grecas
arroja su espectro sobre el polvo
y traza con dedo descarnado
la forma de las constelaciones deshechas


Homero Aridjis


Madrugada

Ciudad de los adioses, invernal, cilo gris
donde la hora impalpable amanece
con un monótono color ya repetido.
Hay quien intenta, junto a los muros
de sus turbias esquinas silenciosas,
descubrir la hermosura secreta por el aire
ante la madrugada en el recuerdo
de un día que no ha sido.

Así, un momento, ligera, alada
te vi en embeleso cruzar.
Déja que la memoria reviva en llamas.
Ahora, mientras mi mano escribe,
o entonces, cuando
el amanecer sobre tu imagen era
no si de realidad o beso, sino de luz, sino de sueño.

Si en otra lívida alborada atravesaras
un nuevo escalofrío,
si regresaras en otra claridad desierta,
tú misma, cuerpo o ráfaga desnuda
de otro espacio no mío, cálido y solar.
Borrosas calles y llovizna oscura.
Nada sino mi sed, mi desvelo,
nadie sino la voz del entresueño,
nada, final, sino
un eterno encantamiento frío:
terror que lentamente
se entreabre, gesto, belleza cruel
que pasa apenas, fugitiva, solo al lado un instante,
por entre los adioses,
oh tánta luz en nubes de otro invisible mundo.

De "Los adioses" 1963


Fernando Charry Lara


La Ciudad Está Muerta

La città è morta, è morta
S. Quasimodo

¿No tuviste bastante con morir una vez
en la muerta ciudad, que vuelves otra vez
entre sus cancerosos muros iluminados
a veces por verdores putrefactos?
¿Quedan aún las brasas de los sueños
ardidos en lugares y en labios que creiste
hermosos?
¿Te niegas a aceptar que aquí estuvo el amor
imaginando pájaros, desenterrando ruinas?

Llueve, llueve, y la música es negra en estas calles
abarrotadas de crucificados que andan,
de agonizantes que laboran,
de insepultos cadáveres que aplauden y sonríen.
Acaso quede aún en este espacio
de sueños destrozados, de sueños machacados,
otro loco que aún sueñe y vaya repitiendo:
«Tenéis cerca la luz, está cerca la luz».
Pero, ya como en tiempos, solo un frío y vacío
silencio os responde,
aunque siga festivo y ciego el ajetreo
de los muertos perfectamente pulcros,
de los muertos perfectamente muertos.
Solo se oye la agria y metálica caída de otra noche
como una inmensa, grues, negra chapa de acero.

"Astrolabio" 1975 - 1979


Antonio Colinas


Allí donde la vida levanta muros, la inteligencia abre una salida.


Marcel Proust


Tempestades de deseos contra los muros del alba rompen sus olas. Me ciegan los tumultos que levantan.


Manuel Altolaguirre


de Visita

Cuando llegue la hora, no hagas ruido.
La casa bulliciosa
olvidará tu paso al poco de irte
como se olvida un sueño desabrido.

No te valdrá el amor ni la paciente
entrega a su cuidado.
Márchate silenciosa,
suavemente.

Entre sus moradores, alguien crece
para quien defendiste la techumbre,
los muros y los altos ventanales
donde la luz cernida comparece
cada nueva mañana.

Es la costumbre:
Permanecer no entraba en el contrato
y es preciso partir
(de todos modos,
no pensabas quedarte mucho rato).

"Diario de un poeta recién cansado" 1985


Jon Juaristi


Ser tuyo es renacerme porque logras borrar, hundir, que se retiren todos los espejos, los muros de mi alma.


Manuel Altolaguirre


Fuga

Al ver por dónde huyes
dichoso cambiaría
las sendas interiores de tu alma
por las de alegres campos.

Que si tu fuga fuera
sobre verdes caminos
y sobre las espumas,
y te vieran mis ojos,
seguirte yo sabría.

No hacia dentro de ti,
donde te internas,
que al querer perseguirte
me doy contra los muros de tu cuerpo.

No hacia dentro de ti,
porque no estemos:
tú, pálida, escondida,
yo como ante una puerta
ante tu pecho frío.


Manuel Altolaguirre


Adolescente Fui...

Adolescente fui en días idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquel fuí, aquel fuí, aquel he sido...
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.


Luis Cernuda




La Visita Del Arcángel

Verte, como tras niebla, vuelto el rostro,
oculta la cabeza entre las sombras,
y vislumbrar el suelo ajedrezado,
los hondos muros blancos, la ventana
y tras ella el paisaje, una alta torre
guardando la ciudad que ciñe un muro,
los azules, los verdes, los dorados,
tan exactos que niegan la distancia.
Pisar el mármol frío y acercarme
al sitial donde aguardas silenciosa.
Querer cerrar los ojos y estar lejos,
y sentir que mi pulso se acelera
y que fallan mis piernas, y mirarte,
mirarte sin embargo cuando giras
tu rostro envuelto en luz que no es del mundo
hacia mí que te hablo. Y comprender
con estupor y asombro quiénes somos,
pues reconozco al fin cuál es mi sueño,
y sabiendo cumplido mi destino,
y, extendidas mis alas, regresar a lo alto.

De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España


Abelardo Linares


Luz de Tarde

Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo
este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver
a encontrarme.

Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...

Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar
estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver
otra vez a soñarse.


José Hierro


Sin Nadie La Mirada

Lo que cambia es el rostro,
la hondura de unos ojos,
la luz de una mirada;
la penumbra indiscreta
de confidencias íntimas,
la ternura, los besos,
los cuerpos y las almas.

El amor es el mismo;
busca formas distintas:
a veces una frente
de curvas sosegadas,
otras la boca roja,
quizá una boca pálida;
unos brazos ardientes
de tibias manos largas;
el instante amoroso,
la amorosa distancia.

Cambian tan solo el rostro,
los luceros, el alba;
el palor de la luna
detrás de una ventana;
la lluvia que solloza
con sus gotas que cantan;
el fulgor que nos junta
la luz que nos separa,
las llamas que calientan
los muros de la casa,
las cortinas de sombra,
el temblor de una lámpara.

El amor es el mismo,
no declina, no cambia;
existe en nuestro pecho
desde lejana infancia;
nos saca de la cuna,
nos hiere con su espada,
nos da siempre el veneno
que vivifica y mata;
zumo que nos agobia,
licor que nos exalta;
el ardor que consume,
la ceniza que apaga.
El amor es el mismo,
sólo busca una cara.
siempre es lo mismo
lo que esperas;
siempre es lo mismo
lo que amas.

Tú estás en ti y eres el mismo,
es lo de fuera lo que cambia.
Tu amor existe
y busca siempre
un pretexto para sus ansias.
Primero un nombre: Luz, Elvira,
Diego, Alejandro,
Helena, Clara;
después del nombre algo infinito
que en nuestros brazos se quedara
y un rostro, un rostro,
cualquier rostro
que no nos deje ningún día
llevar sin nadie la mirada.


Dora Castellanos


de Pronto En Una Playa Interminable

Toco en la oscuridad las cerraduras.
¿Cómo llegué hasta aquí?
Es una extraña casa
que rodean tinieblas, y me llaman.
¿Quién eres tú, la que me canta?
Recuerdo ahora el mar. ¡El mar! Si yo pudiera
volver al mar a aquella playa
donde llovía siempre. Allá arriba las verdes colinas
y más allá la tierra escarlata, y la Gran Cordillera
que vigila volcanes, el viento que sopla desde allí,
y el cielo de cristal.
Nadie en las dunas.
La lluvia ahuyenta
y me deja solo en esta playa de pronto interminable.

Como el mar es la casa, como la lluvia sus muros.
Siento mis pasos: ya están aquí, y abro la puerta.
¿Cómo cruzar el fuego que arde entre tus pasos y los míos?
¿Quién me trajo a estos muros que se encienden y se apagan?

Y entro en otros cuartos que se abren a otros cuartos,
y el silencio es un cíngulo dormido en los dinteles.
La imperceptible niebla empapa las recámaras,
pisa los zócalos, roza ventanas, hunde los lechos.

Mis pasos se adelantan al llegar a la sala, al llegar a la mesa,
al llegar al libro abierto de polvo,
al libro y a la mesa que nadie ha tocado en mil años,
y nadie vendrá.
Pero ahora la niebla
toca con su frente los umbrales.
Ya no hay nadie en la casa. (Si hubiera alguien,
¿a quién amar ahora?). Toco la mesa
y la mesa se ilumina.
Toco las cerraduras
y las cerraduras se abren.
Toco en la oscuridad los muros,
y los muros se apartan,
y escucho en el silencio de la sangre el río que me habla
sobre esta oscuridad.


Miguel Arteche


Te Busco

Déjame que, tendido en esta noche,
avance, como un río entre la niebla,
hasta llegar a Ti, Dios de los hombres,
donde las almas de los muertos velan.

Los cuerpos de los tristes que cayeron,
helados y terribles, me rodean;
como muros, encauzan mis orillas,
pero tengo desiertas mis riberas.

Yo no sé dónde estás, pero te busco;
en la noche te busco y mi alma sueña.
Por los que ya no están, sé que Tú existes
y por ellos mis aguas te desean.

Y sé que, como un mar, a todos bañas;
que las almas de todos Tú reflejas,
y que a Ti llegaré cuando mis aguas
den al mar tus aguas verdaderas.


José Luis Hidalgo


Nuevo Jardín de Las Delicias

Puesto entre pitonisas y modernos;
entre aguafiestas y entre barreminas;
entre paces huidobros y esterlinas;
entre caretas y entre posmodernos..

Como en un cuadro de Ensor o Solari
sumido en un bestiario junto al Bosco,
vas, entre muros derruídos, hosco,
en un café bebiéndote un Campari..

La mujer te sostiene, un hijo claro,
algunas instrucciones de camino,
(te aguardan el pretor junto al avaro)..

Bosques de ahorcados, humo de las quemas;
feudos de yuppies, bandos de cretinos:
aférrate al rosario y tus poemas...

De "Poesía" 1959-1962


Washington Benavides


Asedio

"Si te ponen miedo mis ojos ausentes, mis ojos noctámbulos,
mis ojos dementes..."
León de Greiff

No me culpes.
Por rondar tu casa como una pantera
y husmear en la tierra tus pisadas.
Por traspasar tus muros,
por abrir agujeros para verte soñar.
Por preparar mis filtros vestida de hechichera,
por recordar tus ojos de hielo mientras guardo
entre mis ropas un punzón de acero.
Por abrir trampas
y clavar cuchillos en todos tus caminos.
Por salir en la noche a la montaña
para gritar tu nombre
y por manchar con él los blancos paredones
de las iglesias y los hospitales.
Hay en mí una paloma
que entristece la noche con su arrullo.
Mi noche de blasfemias y de lágrimas.

"Círculo y Ceniza"


Piedad Bonnett


Lamento En Elca

Estos momentos breves de la tarde,
con un vuelo de pájaros rodando en el ciprés,
o el súbito posarse en el laurel dichoso
para ver, desde allí, su mundo cotidiano,
en el que están los muros blancos de la casa,
un grupo espeso de naranjos,
el hombre extraño que ahora escribe.
Hay un canto acordado de pájaros
en esta hora que cae, clara y fría,
sobre el tejado alzado de la casa.
Yo reposo en la luz, la recojo en mis manos,
la llevo a mis cabellos,
porque es ella la vida,
más suave que la muerte, es indecisa,
y me roza en los ojos,
como si acaso yo tuviera su existencia.
El mar es un misterio recogido,
lejos y azul,

y diminuto y mudo,
un bello compañero que te dio su alegría,
y no te dice adiós, pues no ha de recordarte.
Solo los hombres aman, y aman siempre,
aun con dificultad.
¿Dónde mirar, en esta breve tarde,
y encontrar quien me mire
y reconozca?
Llega la noche a pasos, muy cansada,
arrastrando las sombras
desde el origen de la luz,
y así se apaga el mundo momentáneo,
se enciende mi conciencia.
Y miro el mundo, desde esta soledad,
le ofrezco fuego, amor,
y nada me refleja.

Nutridos de ese ardor nazcan los hombres,
y ante la indiferencia extraña
de cuanto les acoge,
mientan felicidad
y afirmen inocencia,
pues que en su amor
no hay culpa y no hay destino.


Francisco Brines


Si te sientes solo es porque construíste muros y en vez de puentes que te ayuden a pasar.


Felix Campoverde Velez


Vas Creciendo Sombra A Sombra...

VAS CRECIENDO sombra a sombra
abril se desvanece en tus cabellos
papeles sin sueño habitan en los parques
el día negro es una estrella acuática

La iluminación tiene alas del camino
en los muros no pesa el aire
el rostro de la noche en la ventana
es un ser dormido que despierta

Hay un tiempo desvelado que te esconde
y un fantasma que te hace recordar

La primavera oficia en secreto
un diálogo de niños
y en el cuenco de tus manos
pueden volar los pájaros

El mundo es gris en tus pupilas
es un cuerpo desnudo
que se apoya en los párpados

Elástica la luz se cumple en otro asombro

Solo tu voz rompe la bruma

Vas creciendo sombra a sombra


Homero Aridjis


Cuando El Cansancio Es Grande Y Tiene Forma Oblicua,

se sienta en el rincón más tibio de la casa
y reconstruye el mapa completo de la isla:

El reborde de espuma rizado de gaviotas.
Los volcanes al sur,
al norte los barrancos.
La palma de su mano abierta bajo el cielo
en forma de caldera.
Las nubes esmaltadas,
el viento,
los muros de la casa,
y la abuela sentada en el sillón de mimbre
viendo morir los barcos encima del estanque.

En ese itinerario de océano amargos,
el llanto se repliega de nuevo en lo más hondo
a contemplar, sin ruido, el paso de las aves.

1985


Elsa López


Muerte de Jezabel. Jehú entró en la ciudad de Jezrael. Al saberlo Jezabel, se pintó los ojos, adornó su cuello y se asomó a la ventana. Cuando Jehú pasaba la puerta, le dijo: "¿Traes la paz? ¿No tendrás la suerte de Zimrí, cuando asesinó a su señor?"
Jehú levantó la vista hacia la ventana y gritó: "Quién está conmigo?" Dos o tres eunucos se inclinaron hacia él. Les dijo: "Echenla abajo." La echaron por la ventana y su sangre salpicó los muros y los caballos, y Jehú pasó por encima con su carro.
Jehú entró en Jezrael, comió y bebió. Después dio esta orden: "Cuiden de esta maldita y denle sepultura, pues es hija de rey." Fueron para sepultarla, pero no encontraron más que las manos y los pies con el cráneo. Cuando avisaron a Jehú, dijo: "Es lo que Elías de Tisbé había dicho de parte de Yavé: En el campo de Jezrael, los perros comerán la carne de Jezrael. Su cadáver servirá de abono a la tierra y nadie podrá decir: Esta es Jezabel."


Sagradas Escrituras


RESISTE QUE YA LLEGARAS A LA META

Aguanta, resiste un poco más
Y no te imaginas cuanto recibirás
En el reino de los cielos.
Persevera hasta el final.

Así te dice el señor;
No mires para atrás.
Yo te daré la corona de la vida
Y te hare columna en el templo de mi Dios.

Aguanta un poco más
Que yo te doy fortaleza
Para que destruyas
Los muros que te atan.

Resiste un poco más ya lo lograras,
Corre con calma y terminarás tu carrera.
Acabaras lo que tanto anhelas,
Pero corre con paciencia
Y solo así acabaras la meta.


Cuando eres débil
Yo te doy fuerzas.
Cuando no puedes más
Yo te levanto para que llegues a mí.


Victor Alfredo Ticlla Calla


Cuando el tiempo se atasca en sus rompeolas, tu acaso al suyo inmenso reconcilias, y afloras más precisa, memoria, de la oscura región donde bajabas, como ahora al escampar se espesa el verde en los ramajes, el bermejo en los muros.


Eugenio Montale