Obras literarias de ignacio manuel altamirano
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El pueblo de México, cansado ya de los abusos del clero y de las traiciones de los conservadores, se reunió en una gran multitud frente al palacio nacional, y por aclamación multitudinaria y por orden del gobierno de la república designo a Ignacio Ramírez para ejecutar y aplicar las leyes de reforma
Ignacio Manuel Altamirano
Los amigos íntimos son los que están más próximos a tornarse enemigos acérrimos
Ignacio Manuel Altamirano
Creer uno que sabe Historia porque la conoce en los compendios, es querer formarse idea de la grandeza del mar, al comer una ostra
Ignacio Manuel Altamirano
La franqueza áspera produce las más de las veces odio; pero la lisonja produce desprecio siempre
Ignacio Manuel Altamirano
La envidia es el cáncer del talento. No tener envidia es un privilegio de salud que debe agradecerse a los dioses más que la salud física
Ignacio Manuel Altamirano
La envidia no tiene nunca ni la franqueza de la risa, ni el arrebato de la cólera; no tiene más que sonrisas frías y lágrimas ocultas
Ignacio Manuel Altamirano
¡Pílades y Orestes! Vuestra amistad, como los amores de los dioses, pertenece a la fábula
Ignacio Manuel Altamirano
El poder tiene espinas, pero para algunos gobernantes es sabroso, con todo y ellas, como las sardinas
Ignacio Manuel Altamirano
La insolencia es el escudo de la desvergüenza y la fortaleza de la cobardía
Ignacio Manuel Altamirano
El matrimonio es como la moda; todo el mundo habla mal de ella, pero todo el mundo la acepta para sí y su familia
Ignacio Manuel Altamirano
El hígado es la víctima de la envidia. No pocas veces lo es también el corazón
Ignacio Manuel Altamirano
De todos modos, la religión, bien podría decirse, las religiones, se han apresurado en todo tiempo a dirigir los instintos y movimientos humanos, causados o no por las estaciones, y a enderazarlos por los caminos de la virtud.
Ignacio Manuel Altamirano
Confesar el mérito de otro es probar que uno lo tiene. Negarlo injustamente, prueba que no pudiendo uno elevarse, pugna por poner a todo el mundo a su nivel
Ignacio Manuel Altamirano
La vida es una cadena de necedades de las que no es la menor la de no querer hacerlas
Ignacio Manuel Altamirano
En las guerras de Independencia, la fe es lo primero, pero la acción es lo que hace útil la fe. Sin ella, esta virtud no vale nada
Ignacio Manuel Altamirano
Asearse con esmero, no es cuestión de opinión política sino de higiene y educación
Ignacio Manuel Altamirano
La envidia es proteiforme. Sus manifestaciones más comunes son la crítica amarga, la sátira, la diatriba, la injuria, la calumnia, la insinuación pérfida, la compasión fingida, pero su forma más peligrosa es la adulación servil
Ignacio Manuel Altamirano
Sufrir por la libertad... es marchar por un sendero de abrojos que solo se convierte en rosas cuando uno ha pasado
Ignacio Manuel Altamirano
Así como la tierna corteza de un árbol sumergida por mucho tiempo en las aguas de cientos de ríos, se petrifica, el corazón humano sumergido en el pesar, al fin se vuelve empedernido
Ignacio Manuel Altamirano
Si fueran a reproducirse en los papeles públicos, los elogios que durante la ausencia se hacen los amigos íntimos, habría duelos a muerte todos los días
Ignacio Manuel Altamirano
Observad a las prostitutas: hablan mal de todas las mujeres; observad a los malvados: hablan mal de todos los hombres. Es un triste consuelo para estas dos clases de gente
Ignacio Manuel Altamirano
El antagonismo para el hombre de mérito es el combate noble; para el envidioso es la cruel tortura
Ignacio Manuel Altamirano
En la primavera de la vida, hasta las espinas florecen y hasta las penas tienen un sabor de felicidad.
Ignacio Manuel Altamirano
Los fatuos son los que menos gozan de las mujeres, pero son los que más las perjudican
Ignacio Manuel Altamirano