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Hipócrates: Si no puedes hacer el bien, po...




Si no puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño.

 Hipócrates


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?Muchacho, ¿por qué tienes esta mirada enloquecida?
?Debí de beber algún zumo de adormidera para que los ojos se me llenaran de esta locura.
?¡Avergüénzate, pues!
?Hay prudentes y hay locos, previsores y despreocupados. Hay ojos que sonríen y ojos que lloran, y mis ojos están llenos de locura.
?Muchacho, ¿por qué estás tan quieto a la sombra de este árbol?
?Mi corazón pesa en mis pies y descanso a la sombra de este árbol.
?¡Avergüénzate, pues!
?Unos andan por el camino, otros pasean, algunos son libres, otros están encadenados, y mi corazón pesa en mis pies.
Un día, en cierto brusco movimiento, el esquife dio media vuelta y sir Patricio cayó al lago. Sabía nadar y era hombre sereno así es que, al encontrarse en el agua, sacó su pipa y pretendió llenarla de tabaco, pensando que alcanzaría la orilla nadando únicamente con las piernas.
Por desgracia, había olvidado que el reúma tenía sus piernas inmovilizadas.
Y lord Brums se quedó en el fondo del lago hasta que lo sacaron once días después, envuelto en líquenes y mucho más muerto de lo que conviene a un hombre que tiene cierto interés en seguir viviendo.
Mi pelo siempre ha sido demasiado grande para eso. Me pongo pantalones vaqueros y, probablemente, cualquier tipo de camisa brillante.
Ella era un ángel de dinividad suprema, la destructora de todos los vicios y la reina de todas las virtudes, hasta tal punto que me inspiró una llamada de caridad que me hizo perdonar todo lo que me había ofendido en esta vida de tormentos.