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Emily Brontë: Bésame y llora todo lo que qu...




Bésame y llora todo lo que quieras, arráncame besos y lágrimas, que ellas te abrasarán y serán tu condenación. Tú misma te has matado.

 Emily Brontë


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¿Cuánto hace que estás acá, Willie?

Él conocía la respuesta. ?Cuatro años.

-¿Cuántos veranos?

-Cuatro.

-Cuatro veranos. Esos turcos te están robando tus veranos. Te están robando el sol. Podrías estar tendido en una playa cualquiera con tu mujer a tu lado y un cielo azul y despejado que se extiende hasta el infinito sobre tu cabeza. En cambio, hace cuatro veranos que estás acá. Y ahora llega otro invierno. Dime, ¿se puede recuperar un verano perdido? ¿Se puede?
Hubiera sido tan fácil organizar un esquema coherente, un orden de pensamiento y de vida, una armonía. Bastaba la hipocresía de siempre, elevar el pasado a valor de experiencia, sacar partido de las arrugas de la cara, del aire vivido que hay en las sonrisas o los silencios de más de cuarenta años. Después uno se ponía un traje azul, se peinaba las sienes plateadas y entraba en las exposiciones de pintura, en la Sade y en el Richmond, reconciliado con el mundo. Un escepticismo discreto, un aire de estar de vuelta, un ingreso cadencioso en la madurez, en el matrimonio, en el sermón paterno a la hora del asado o de la libreta de clasificaciones insatisfactoria. Te lo digo porque yo he vivido mucho. Yo que he viajado. Cuando yo era muchacho. Son todas iguales, te lo digo yo. Te hablo por experiencia, m?hijo. Vos todavía no conocés la vida.
Empiezo a recuperar la concentración cuando Caesar le pregunta si tiene una novia en casa.
Peeta vacila y después sacude la cabeza, aunque no muy convencido.
?¿Un chico guapo como tú? Tiene que haber una chica especial. Venga, ¿cómo se llama?
?Bueno, hay una chica ?responde él, suspirando?. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy seguro de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha.
La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no correspondido.
?¿Tiene otro?
?No lo sé, aunque les gusta a muchos chicos.
?Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no podrá rechazarte, ¿eh? ?lo anima Caesar.
?Creo que no funcionaría. Ganar? no ayudará en mi caso.
?¿Por qué no? ?pregunta Caesar, perplejo.
?Porque? ?empieza a balbucear Peeta, ruborizándose?. Porque? ella esta aquí conmigo.
Yo no hice otra cose que responder con la guerra a los manejos tenebrosos del Directorio me hacía por considerarme enemigo del centralismo, el cual sólo distaba un paso del realismo (la monarquía). Pero los Pueyrredones y sus acólitos querían hacer de Buenos Aires una nueva Roma imperial, mandando sus procónsules a gobernar a las provincias militarmente y despojarlas de toda representación política, como lo hicieron rechazando los diputados al Congreso que los pueblos de la Banda Oriental habían nombrado y poniendo precio a mi cabeza.