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Natalicia de los Angeles: Registraste un "adiós&qu...




Registraste un "adiós" y tan solo queda x consuelo imaginar que en algún lugar observas el mismo cielo que miro yo....

 Natalicia de los Angeles


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Tengo que atar mis manos para que no te escriban y enmudecer mi boca para que no pronuncie tu nombre, más con ojos cerrados, labios inertes, manos inmobiles y rabia en la mente; no djo de pensarte, no dejo de quererte.
Da la vuelta y observa el camino que recorriste para venir; exactamente, por ese mismo camino te puedes devolver...
Los Ojos de La Corza

Viajo desde los ojos de la corza
a su interior. Un mundo de cristales
ternísimos y velos ligerísimos
acoge al primer paso de mis ojos.
Avanzo sin temor; sobrecogido,
no obstante, por lo fácil del camino
que, de ojos adelante, ya discurre
por pasadizos y pasillos suaves
al tacto de los pies que me imagino,
y porque a su través se transparentan
leves arquitecturas sinuosas,
edificios de flor carnal y ramas
que, aunque no mueve el viento, se cimbrean
al borde de arroyuelos escarlatas,
y suaves y pulidas piedras puestas
en orden de descanso y sobresalto.
Lejos quedan los ojos de la corza
en tan corto trayecto transcendidos
y, cuando vuelvo hacia ellos la mirada
-ya huésped familiar de lo aludido-,
no encuentro su salida luminosa
y me pierdo en un prado de mil prados,
hechos de tiempos idos y presentes,
vigilados por vuelos agresivos
y por olfatos que el marfil afilan.
Sigo los vericuetos de la corza,
que se han hecho mi propio laberinto,
y hallo en su centro de lucientes ojos
los suyos y los míos junto a un pozo
del que desborda el agua suya y mía.
Tú y yo, sembrados en el vientre de la tierra, germinaremos vidas sucesivas para que no se agote nunca la esperanza de amarnos siendo libres.