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h3l3nY: no ze zi erez my futhuro, pero...
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no ze zi erez my futhuro, pero kiziera k fueraz my prezenthe...
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El amor es una entrega total, el cual no conoces porque no me amas.
CAMINO DEL CORAZÃN
Dejo atrás en mi camino,
una amistad fulgurosa,
fragante cual bella rosa,
alevosa en sus espinos,
Espinos en mi camino,
Doloridos y sangrantes,
Testificando modales,
de ironÃas y cinismos,
Cinismos no merecidos,
en mi corazón en ciernes,
sin sentir duelo de bienes,
ni de su cuerpo dolorido,
Manido queda el camino,
con hechuras indolentes,
a trueque de deferentes,
en el más vero cariño,
Cariño quedó en camino,
Sementera de ambrosÃa,
de bondad y su alegrÃa,
umbrÃa , quedó en camino,
Camino ahora breñoso,
donde antes era floresta,
silencioso él manifiesta ,
su pena en suelo amoroso,
Amoroso sigue el camino,
del herido corazón,
cerrado a ruin felón,
creyéndolo muy genuino,
Genuino corazón,
se siente desgraciado,
por haberse abrazado,
sintiendo la fruición,
Fruición en decepción,
se ve el camino enturbiado,
por haberse equivocado,
en la amador selección,
Selección de corazón.
semejando cristalino,
dejó el sendero cochino
de su inmunda ambición,---Ana Arias Saavedra
CAMINO DEL CIELO
Tanto en mi cuerpo dormÃa
mi alma al cielo se elevaba
hacia la ignota estadÃa,
y yendo tras de sà dejaba
su estela negra de umbrÃa.
BaldÃa de dicha caminaba
por el camino nimbado
en su caminar lloraba
por su cuerpo malhadado
que su regreso aguardaba.
Libre cual alba paloma
con lentitud recorrÃa
vereda de adyacente aroma
guiándola en su lucirÃa
donde la alegrÃa es norma.
Caminando, caminando
vislumbra la faz de MarÃa.
amadora le aguardando
a darle abrazo que ansÃa
mi cuerpo desilusionado.
sentà mi alma rutilada
acariciada y querida
al tiempo que embelesada
miraba a la faz relinda.
MarÃa, madre venerada.
Sentà que se acrecentaban
deseos por mi cuerpo yerto
campanadas le doblaban
a cuerpo que si muerto
vivo con Dios estaba.
Sentà de Dios su dulzura,
su tibia mano en la mÃa
la mirada en su ternura,
halos que de si desprendÃan
musitando a mi amargura.
Me vi. en sus sacros brazos
¡ay que calma! me arropaba
¡qué dulce vida! qué encanto
escuchando los almos salmos
a darme la despedida.
Leve le fuese el regreso
al cuerpo compungido
para seguir en su embeleso
en sentirse a Dios asido
con la faz del sacro beso.
Recalo triste a mi cuerpo
y en mi regreso me digo
¡si caminé en el tiempo
y halle divino cobijo!,
¿porqué mi gran descontento?.
¿Porqué la tristeza impera
cómo quimera se siente?
¿estando mi alma a su vera
con la regalÃa por suerte?.
ANA ARIAS SAAVEDRA
DÃJAME QUE TE AME
Déjame, mi amor, que te ame
como jamás haya amado.
Déjame que sobre tu pecho
mis labios te vayan rozando.
Déjame que cual paloma
surque vientos encrespados,
y vaya de loma en loma
hasta llegar a tus brazos.
Déjame que yo derrame
mi fervor en tus mejillas,
en ese acto, déjame que sienta
la dulzura de tus caricias.
Déjame, mi amor, que muera
del entusiasmo sentido.
Hacia tu vera la lejanÃa deje
para vivir este amor tan querido.
Déjame que mi corazón te ame
más allá de todo amor
y un cántico de gloria
genere nuestro ardor.
Déjame que yo sea aliento,
brisa que tu faz acaricie.
Espejo de tus ojos sea,
mi faz en ellos se mire.
Déjame ser remolino,
torbellino de delicia,
déjame ser la alborada
que te nimbe de ambrosÃa.
Déjame llegar a tu cuerpo
latidos de tu corazón
déjame que al tuyo fundido,
el mÃo te sea fruición.
Déjame ser tu suspiro,
El sonido de la fontana,
que derramando su agua
labra camino en tu alma.
Déjame que sea la aurora,
que te despierte del sueño.
Déjame que mi ser te quiera,
como siempre ha anhelado
de vero amor en ti vertido,
sientas tu ser embriagado.
Ana ARIAS SAAVEDRA
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