Palabras para alabar a una mujer ( 18 )
Palabras para alabar a una mujer. Encuentra docenas de palabras para alabar a una mujer con fotos para copiar y compartir.
No hay que pedir naranjas a los manzanos, ni amor a la mujer, ni felicidad a la vida
Gustave Flaubert
Bien podría ser que Lisboa, contrario de lo que parecía, no fuera ciudad, sino mujer, y la perdición solo amorosa, si el restrictivo adverbio tiene cabida aquí, si no es ésa la única y feliz perdición.
José Saramago
Durante los últimos años, con la creciente ruina de la econonomía rural, se ha minado la base de la dominación del hombre sobre la mujer.
Mao Zedong
Hay cosas indestructibles que acompañan el cuerpo hasta la muerte como si hubieran nacido con él. Y una de esas es lo que surge entre un hombre y una mujer que viven juntos ciertos momentos.
Clarice Lispector
La frustración está provocada por una sociedad que nos pide ser lo que no somos y nos culpa de ser lo que somos. Ahora mismo, todo sigue estando dirigido por hombres; la mujer está en claro desequilibrio. Para comenzar, hay que equilibrar la igualdad de hombre y mujer
Alejandro Jodorowsky
Digamos que en mi vida hay un antes y un después. El cambio se produjo después de los cuarenta, no sabría decir exactamente cuándo, en todo caso, antes de conocer a Imán. Ella ha sido como el colofón a todo esto. Gracias a ella he encontrado el equilibrio definitivo. La adoro, lo confieso. Es la mujer de mi vida. Antes de conocerla estaba convencido de que el amor no existía. Existían las amistades por un lado, y luego el sexo.
David Bowie
Necesito tu amor, ya no me aguanto una mentira más, yo con mi cuerpo de mujer, te voy a dar la verdad...
Celeste Carballo
En la industria cinematográfica todos sabemos que detrás de cada guionista de éxito hay una mujer. Y que detrás de esta mujer está la esposa
Groucho Marx
La fidelidad en el matrimonio es artificial para el hombre, y natural en la mujer.
Arthur Schopenhauer
Si una mujer se vuelve a casar al quedarse viuda, odiaba a su primer marido; si un hombre se casa por segunda vez, adoraba a su primera esposa.
Oscar Wilde
No importa qué tan largo es mi cabello o cuál es el color de mi piel, o si soy hombre o soy mujer.
John Lennon
El hombre digno de ser llamado tal ama su trabajo sobre todas las cosas, incluso más que a la mujer que ama. Esta es una de las cosas de los hombres que las mujeres no comprenden
André Maurois
Lo primero que tenemos es un profundo ser humano, detrás de una mujer, detrás de un hombre, cultivemos ese ser humano, transformemos para ser luz para otros
Rigoberta Menchú
El novio cree que su novia gusta más a los otros de lo que les gusta en realidad; el marido cree que su mujer gusta menos a los otros de lo que les gusta en realidad.
Noel Clarasó
El que una sociedad civilizada, crea en los dogmas inventados por la humanidad en su infancia es tan sensato como el que una mujer de edad madura llore y ría con las muñecas que creyó vivas cuando estaba mamando
Ignacio Manuel Altamirano
La mujer es la base de la sociedad, porque tales cuales fueron los sentimientos de la madre, estos serán siempre los sentimientos de la família y por consiguiente los del pueblo.
Jerónimo Usera
...y la mujer, abrazada cariñosamente al infeliz, le decía: Quiero ignorar y sufrir contigo.
Anatole France
La Biblia dice que la mujer fue la última cosa que Dios creó. Es evidente que la creó en la noche del sábado; revela su fatiga.
Alexandre Dumas (hijo)
... en cuestiones de amor la mujer y el hombre somos ferrocarriles de trayecto limitado, y como la existencia es un viaje muy largo se ve uno obligado a cambiar varias veces de tren.
Enrique Jardiel Poncela
El verdadero momento en que una mujer deja de querer a su marido no es cuando se decide a engañarlo, sino cuando él se entera del engaño, porque detruye el encanto de engañarle.
Jacinto Benavente
Los hombres conducen, en general, mejor que las mujeres. Siempre que ves a alguien por la carretera, dudando y tal, es una mujer.
Encarnación Naharro
Gente que no me molestaría que muriera, esta es mi lista: cincuentones llamados 'Skip', tipos que paguen gel vaginal con su tarjeta de crédito Exxon, un proxeneta que conduzca un Toyota Corolla, un ginecólogo que quiere que mi esposa se tome dos o tres tragos antes de su cita, tipos con un montón de pines [botones] en sus sombreros, alguien que mencione a Jesús más de 300 veces en una conversación de 2 minutos, un dentista con sangre en su pelo, cualquier mujer cuyo pasatiempo sea amamantar animales de zoológico, un dueño de funeraria que diga 'espero verlos de nuevo muy pronto, amigos', chicas que se emborrachan y vomitan su desayuno, un hombre con un solo labio, un líder Boy Scout que tenga una tienda de consoladores, cualquier abogado que se refiera a la policía como los 'federales', una monja bizca con un látigo y una botella de ginebra, un neurocirujano que tenga tatuadas en las manos las palabras 'nacido para perder', parejas que tengan hijos con nombres que comiencen todos con las mismas iniciales, un hombre con una bata de hospital dirigiendo el tráfico, una mesera con una visible infección en la mano con la que sirve, gente con encías grandes y dientes pequeños, tipos que se ponen la misma ropa interior hasta que comienza a cortarse la circulación a los pies, y un tipo que tenga tanto vello en sus brazos que le cubra el reloj, de acuerdo, ya ha sido suficiente de todo esto.
George Carlin
Por entonces había muchas serpientes en la aldea. Desde el bosque atravesaban el río hasta los campos, de los campos pasaban a los huertos, de los huertos a los patios y de los patios a las casas. Allí se ovillaban de día tras las escaleras, y de noche se bebían la leche fría de los cubos.
Las mujeres llevaban consigo a sus hijos pequeños cuando salían a trabajar al patio o al huerto. Los metían en canastas de mimbre, entre mantas, y dejaban las canastas a la sombra de los árboles. Arrancaban manojos de hierba de los bancales con raíz y terrón incluidos. Tomaban aliento, volvían a escardar y sudaban.
Ella vivía a la orilla del pueblo. Aquel día estaba en el huerto y había dejado al niño en la canasta de mimbre, bajo el árbol. Junto a la canasta había una botella de leche. Estaba escardando la hierba del bancal de patatas. Olía a sudor. De pronto miró hacia el sol, puso a un lado el azadón y se dirigió al árbol.
La mirada se le vació, la ropa se le pegó a la piel. Se quedó paralizada. Levantó bruscamente al niño, sollozó y gritó, y mientras se tambaleaba sobre la hierba, la serpiente salió de la canasta arrastrándose lenta y perezosa por el suelo, y la mujer encaneció en cuestión de segundos.
En el huerto se quedaron el azadón y la canasta de mimbre bajo el árbol. La serpiente se había bebido la leche de la botella.
El pelo le quedó blanco a la mujer y la gente del pueblo tuvo por fin la prueba de que era una bruja.
Las mujeres llevaban consigo a sus hijos pequeños cuando salían a trabajar al patio o al huerto. Los metían en canastas de mimbre, entre mantas, y dejaban las canastas a la sombra de los árboles. Arrancaban manojos de hierba de los bancales con raíz y terrón incluidos. Tomaban aliento, volvían a escardar y sudaban.
Ella vivía a la orilla del pueblo. Aquel día estaba en el huerto y había dejado al niño en la canasta de mimbre, bajo el árbol. Junto a la canasta había una botella de leche. Estaba escardando la hierba del bancal de patatas. Olía a sudor. De pronto miró hacia el sol, puso a un lado el azadón y se dirigió al árbol.
La mirada se le vació, la ropa se le pegó a la piel. Se quedó paralizada. Levantó bruscamente al niño, sollozó y gritó, y mientras se tambaleaba sobre la hierba, la serpiente salió de la canasta arrastrándose lenta y perezosa por el suelo, y la mujer encaneció en cuestión de segundos.
En el huerto se quedaron el azadón y la canasta de mimbre bajo el árbol. La serpiente se había bebido la leche de la botella.
El pelo le quedó blanco a la mujer y la gente del pueblo tuvo por fin la prueba de que era una bruja.
Herta Müller
Era la enamorada de todas las novelas, la heroína de todos los dramas, el vago ?ella? de todos los volúmenes de versos. Encontraba en sus hombros el color ambarino de la odalisca en el baño, tenía el largo corpiño de las castellanas feudales; se parecía también a la mujer pálida de Barcelona ¡Pero por encima de todo era un ángel!
Gustave Flaubert
Amo a Cary desde el primer momento que le vi. Quería ser su mujer y lo he conseguido. Soy la mujer más feliz del mundo.
Cary Grant
Analizando su vida doméstica, Biran sentía que había hecho muy bien en casarse con una "amable y simple mujer, capaz de ser feliz a mi lado sin reclamarme nada, y para quien soy siempre lo suficientemente bueno como para no hacer esfuerzo alguno en modificarme".
Aldous Huxley
Cuando el corazón de una mujer está libre, el que la ama puede albergar siempre una esperanza.
Bram Stoker
Para una mujer resultaba tan sencillo lastimar a un hombre: bastaba pisotear sus sueños.
Guillermo Fadanelli
Esta tarde, cuando salía del California, vi desde lejos a la del ómnibus, la ?mujer del codo?. Venía con un tipo corpulento, de aspecto deportista y con dos dedos de frente. Cuando el tipo reía, era como para ponerse a reflexionar sobre las imprevistas variantes de la imbecilidad humana. Ella también reía, echando la cabeza hacia atrás y apretándose mimosamente contra él. Pasaron frente a mí y ella me vio en mitad de una carcajada, pero no la interrumpió. No podría asegurar que me reconoció. Por lo pronto, le dijo al centroforward: ?Ay, querido? y con un movimiento musculoso y coqueto arrimó su cabeza a la corbata con jirafas. Después dieron vuelta por Ejido. Gran interrogante. ¿Qué tiene que ver esta tipa con la que la otra tarde se desnudó en tiempo récord?
Mario Benedetti
Los Fieles del Amor tenemos a la amada como un culto de creación personal, como un ser menos cercano a nuestros deseos que a nuestro pensamiento. La mujer es el ser amado al cual rinde homenaje el amante, un ser tangible al que no necesariamente se ama con amor correspondido, sino un ser ideal que se convierte en algo inexistente y que habita más allá del alcance de nuestra imaginación o de nuestro pensamiento. Nosotros glorificamos y deificamos a la mujer amada, la comparamos a la Virgen María; la colocamos en un pedestal sublime. Pienso, por otro lado, que quien juzga sabiamente no puede sino acogerse a la contemplación.
Roberto Alifano