Palabras para un hijo graduado ( 5 )
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Así que, bueno, si me pides una respuesta clara a la pregunta de si intento hablarte de un hombre o de la leyenda que fue creciendo alrededor de ese hombre como lo hace la perla alrededor de un granito de arena, tendría que decirte que la respuesta está en algún punto intermedio entre hombre y leyenda. Lo único que sé a ciencia cierta es que Andy Dufresne no era como yo ni como ningún otro individuo que yo haya conocido desde que estoy en la cárcel. Entró en la cárcel con quinientos dólares en su puerta trasera, pero aquel sesudo hijo de perra logró no sé cómo entrar también con algo más. Un sentido de su propia valía, quizás, o la certeza de que al final ganaría él... o quizá fuera sólo el sentido de la libertad, dentro incluso de estos muros grises malditos. Era una especie de luz interior que llevaba consigo a todas partes. Sólo una vez le vi perder esa luz, y también eso forma parte de esta historia.
Stephen King
Se hace llamar 'El Hijo de Sam'. También lo llaman 'el asesino del calibre cuarenta y cuatro'. Va por ahí disparando a la gente en los callejones adonde van a toquetearse
Cassandra Clare
Cada uno, sin dejar de andar, se volvía para escuchar el fantasma de la incertidumbre, que murmuraba a su oído: - Trabaja cuanto puedas, amigo mío; levántate temprano y no descanses hasta bien entrada la noche, robes con habilidad o sirvas fielmente, jamás llegarás a conocer la seguridad! Rico hoy, mañana puedes volver a ser poblre. En vano dejarás millones a tus hijos, jamás podrás estar seguro de que tu hijo no llegará a ser el criado de tu criado, o que tu hija no tenga que venderse por un trozo de pan
Edward Bellamy
Si se lo permitimos, los niños pueden enseñarnos la salida.
Hay una historia muy conocida de una madre que entra en la habitación de su hijo recién nacido y se encuentra a su otro hijo, un niño de cuatro años, asomado a la cuna.
-Tienes que contarme cómo es el cielo y cómo es Dios -le implora el niño a su hermanito-. ¡Estoy empezando a olvidarme!
Hay una historia muy conocida de una madre que entra en la habitación de su hijo recién nacido y se encuentra a su otro hijo, un niño de cuatro años, asomado a la cuna.
-Tienes que contarme cómo es el cielo y cómo es Dios -le implora el niño a su hermanito-. ¡Estoy empezando a olvidarme!
Brian L. Weiss
(...)Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras.
Clara Campoamor
El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él empieza en sí mismo.
Octavio Paz
Por encima de todo, había aprendido la lección que su soberbio hijo jamás entendería. Que el verdadero poder, si quiere perdurar, debe ser anónimo, permanecer oculto y manejar los hilos desde las sombras. Pues si nadie sabe donde reside, nadie intentará suplantarlo.
Javier Negrete
Pero, el que ama a María, querrá imitarla en todo, y, como Ella, procurará hacer conocer y amar a su hijo Cristo, marchando al apostolado de las almas, apostolado que se hace hoy más necesario que nunca porque vemos a los países y a los individuos que atraviesan por horribles crisis, religiosa, moral y económica.
MarÃa (madre de Jesús)
Excelencias, imaginad por un momento qué sucedería si las bibliotecas pudiesen estar en casa de cualquier hijo de vecina.
Federico Andahazi
Porque rehusé transigir con Babilonia, y traté de servir fielmente a mi Señor, me encuentro en prisión, por lo cual estoy agradecido. [... ] Preferiría mucho más Su aprobación y sonrisa, y estar en prisión, a transigir con la Bestia o ceder a ella y hallarme libre y tener el aplauso del mundo entero. Es una experiencia bendita y dulce la de sufrir por rendir servicio fiel al Señor. En el Reino estimaremos la sonrisa del Padre por encima de todas las cosas. Esto debe estar en primer lugar en la mente de todo hijo de Dios. Anhelamos la unión que hará de nosotros Uno allí. Me siento feliz, pero anhelo verlos a todos de nuevo. La asamblea y la reunión anual se acercan. Que el espíritu de Cristo llene el corazón de todo el que asista
Joseph Franklin Rutherford
Mujer negra
Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar.
La noche, no puedo recordarla.
Ni el mismo océano podría recordarla.
Pero no olvido el primer alcatraz que divisé.
Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir.
Me rebelé.
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y su Merced murió a manos de un impecable lord inglés.
Anduve.
Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.
Me sublevé.
En esta tierra toqué la sangre húmeda
y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imaginé el camin a Guinea.
¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a
Madagascar? ¿O a Cabo Verde?
Trabajé mucho más.
Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.
Me fui al monte.
Mi real independencia fue el palenque
y cabalgué entre las tropas de Maceo.
Sólo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña.
Bajé de la Sierra
Para acabar con capitales y usureros,
con generales y burgueses.
Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestros el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su pródiga madera ya resuena.
Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar.
La noche, no puedo recordarla.
Ni el mismo océano podría recordarla.
Pero no olvido el primer alcatraz que divisé.
Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir.
Me rebelé.
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y su Merced murió a manos de un impecable lord inglés.
Anduve.
Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.
Me sublevé.
En esta tierra toqué la sangre húmeda
y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imaginé el camin a Guinea.
¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a
Madagascar? ¿O a Cabo Verde?
Trabajé mucho más.
Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.
Me fui al monte.
Mi real independencia fue el palenque
y cabalgué entre las tropas de Maceo.
Sólo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña.
Bajé de la Sierra
Para acabar con capitales y usureros,
con generales y burgueses.
Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestros el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su pródiga madera ya resuena.
Nancy Morejón
La mayoría de los padres cuando ven a sus hijos juntándose con niños de comportamiento malo, los alejan de ese ambiente.. cuando quieres que tu hijo sea doctor o un abogado, lo pones en un ambiente universitario, los ingenieros no nacen ingenieros..... Lo tienen que aprender.. La manera en que te comportas, es todo aprendido!.
Jacque Fresco
Recuerda, hijo mio, un dragón es como un recaudador de impuestos: aunque sólo le debas un lingote de oro, te perseguirá por toda la eternidad." El Emperador
Alison Goodman
Quiero que nuestros miembros siempre tengan presentes el hecho de que «si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7). M
Jim Cymbala
Aquellos que se obsesionan con el éxito y lo convierten en un valor, y además manejan esquemas rígidos de ejecución, viajan mal aunque quieran aparentar lo contrario. Quizá la felicidad no esté en ser el mejor vendedor, la mejor mamá, el mejor hijo o descollar en cualquier cosa, sino simplemente en intentarlo de manera honesta y tranquila, y disfrutarlo mientras se lleva a cabo.
Walter Riso
Mi hijo es la primera de muchas generaciones que pudo conocer a su padre. Ha habido tantos ataques contra el pueblo serbio, que los niños no conocen a sus padres.
Ratko Mladic
Y este amor de Cristo, este amor increado del Hijo de Dios, este amor de Jesús es el que honramos en la devoción al Sagrado Corazón: escogiendo el corazón como símbolo, ya que siempre el hombre ha tenido el corazón como emblema de la caridad, honramos al corazón mismo porque está unido a la divinidad como toda la naturaleza humana de Jesús, y lo honramos en forma especial porque nos recuerda esa cualidad, la más divina de todas. Y esta devoción si siempre ha sido amable es hoy la devoción salvadora. ¿Qué es lo que más necesita el mundo en el momento actual?
Alberto Hurtado
A mí lo que me hace sentir agusto es que, cuando tienes un hijo, dejas de ser el centro de atención de tu propia vida
Thom Yorke
La relación entre el padre y el hijo es curiosa. El coronel, eso se nota de inmediato, ama a su hijo por encima de sus deberes como militar, un amor que naturalmente no es correspondido, aún le falta mucho al hijo para comprender al padre, para comprender la soledad, el triste destino al que todos los seres están abocados.
Roberto Bolaño
Si te viese aparecer entre las nubes, Eliacim, con unas alas bien cosidas a la espalda, como un ángel, e incluso con una varita de la virtud en la mano, como un hada, probablemente enloquecería de tristeza.
Las nubes, hijo mío, con sus blandas cárcavas y sus cimientos movibles, guardan indescifrables teoremas cuyo planteamiento no es sano para los hombres. ¿Te acuerdas de aquel escalatorres, Eliacim, que un día de niebla escaló, una por una, todas las nubes del cielo y desapareció para siempre? Según los pastores de las montañas, que lo vieron, tenía la cabeza hueca y en su calavera se empollaban los minúsculos huevecillos de las tormentas, los huevecillos que, al reventar, sobrecogen al mundo.
Las nubes, Eliacim, se forman con las almas de quienes mueren en la horca y con las almas, también, de los niños que pecan antes de tiempo. Por eso, en los países del sol, suceden, a veces, cosas inexplicables, misteriosas y agudísimas cosas inexplicables.
Si te viese aparecer entre las nubes, Eliacim, estoy segura que enloquecería de tristeza. No es como un ángel como yo te quiero, hijo mío. Tampoco como habitante de la nube blanca, de la nube gris, de la nube negra.
Es de una manera mucho más sencilla e imposible.
Las nubes, hijo mío, con sus blandas cárcavas y sus cimientos movibles, guardan indescifrables teoremas cuyo planteamiento no es sano para los hombres. ¿Te acuerdas de aquel escalatorres, Eliacim, que un día de niebla escaló, una por una, todas las nubes del cielo y desapareció para siempre? Según los pastores de las montañas, que lo vieron, tenía la cabeza hueca y en su calavera se empollaban los minúsculos huevecillos de las tormentas, los huevecillos que, al reventar, sobrecogen al mundo.
Las nubes, Eliacim, se forman con las almas de quienes mueren en la horca y con las almas, también, de los niños que pecan antes de tiempo. Por eso, en los países del sol, suceden, a veces, cosas inexplicables, misteriosas y agudísimas cosas inexplicables.
Si te viese aparecer entre las nubes, Eliacim, estoy segura que enloquecería de tristeza. No es como un ángel como yo te quiero, hijo mío. Tampoco como habitante de la nube blanca, de la nube gris, de la nube negra.
Es de una manera mucho más sencilla e imposible.
Camilo José Cela
Hay una de Raúl, el lateral derecho de Cádiz, vos sabés que la cancha de Cádiz, estoy en el banco acá, y atrás mío, está la platea pegadita, y el lateral derecho se llamaba Raúl, y su papá estaba atrás mío siempre, y le digo: "Raúl, jugamos contra el Real de Madrid (sic), no te hagás el vivo que está Buitragueño (sic), está Míchel, no la empecés a pisar, le digo que te conozco, del medio para arriba, desarreglala o sino nos van a matar a todos", y entra Raúl, la pisa para acá, el padre atrás mío, para allá y se cae, viene Butragueño, ¡pum!, en el palo, le digo "¡Raúl, qué te dije, al otro campo!", "sí míster, sí míster", la agarra a otra vez, le empieza a pisar pim, pum, pam, viene Míchel, ¡uno a cero!, le digo, ¡Raúl!, "míster, déjemelo a mí", el padre, "¡Oye hijo!", "Si papá, qué quiere", "Tú no la puedes pisar ni con un camión", le dice, ¡el padre le dijo, un genio el padre!.
Héctor Veira
Han sido legiones los que se han preguntado si Cristo rió. El asunto no me interesa demasiado. Creo que nunca rió porque, como hijo de Dios, era omnisciente y sabía lo que haríamos los cristianos.
Umberto Eco
si fuera más joven no estaría tan preocupada, porque para crisis, las que he tenido que chuparme yo, hijo mío. Pero nosotros podíamos, nosotros éramos fuertes, estábamos acostumbrados a sufrir, a emigrar, a pelear, y sin embargo, ahora...
Almudena Grandes
Conozcan todos los pueblos que Tú eres el solo Dios, y Jesucristo tu Hijo y Siervo.
Clemente de Roma
En primer lugar, debemos prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con suciedad todo lo que no prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza. Esto ha de hacerse en honor a Nuestro Señor y a la cristiandad, de modo que Dios vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a sabiendas tales mentiras, maldiciones y blasfemias a Su Hijo y a sus cristianos.
MartÃn Lutero
la vida nos enseña que la mayoría de nuestros logros perdurables han sido producto del trabajo y la entrega a un proyecto que consideramos vital (criar un hijo, estudiar en la universidad, desarrollar una destreza deportiva). ¿Disciplina? No cabe duda, pero también motivación. Sentir que el cambio es necesario
Walter Riso
Los españoles también abusan de las expresiones fuertes. Frente a ellos el mexicano es singularmente pulcro. Pero mientras los españoles se complacen en la blasfemia y la escatología, nosotros nos especializamos en la crueldad y el sadismo. El español es simple: insulta a Dios porque cree en él. La blasfemia, dice Manchado, es una oración al revés. El placer que experimentan muchos españoles, incluso algunos de sus más altos poetas, al aludir a los detrimentos y mezclar la mierda con lo sagrado se parece un poco al de los niños que juegan con lodo. [?] El "hijo de la chingada" es el engendro de la violación, del rapto o la burla. SI se compara esta expresión con la española, "hijo de puta", se advierte inmediatamente la diferencia. Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, es ser fruto de una violación.
Octavio Paz
Usted sabe que es eso de fraccionar, de montar expedientes extraños porque es un experto en cosas raras. Es hijo de la oscuridad administrativa y viene de otro mundo", "Él [Rafael Blasco] supo cruzar la raya entre lo oscuro y la luz que representa el PP", "Puede gritar a quien quiera, al mar, a las montañas, su credibilidad ha caído como una piedra sobre este hemiciclo.
Francisco Camps
Nadie te hará daño nunca, hijo. Estoy aquí para protegerte. Por eso nací antes que tú y mis huesos se endurecieron primero que los tuyos.
Juan Rulfo
Ay, hijo ?suspiró?. A mí me bastaría con estar seguro de que tú y yo existimos en este momento.
Gabriel GarcÃa Márquez
La fe salvífica está basada en una visión espiritual de Jesús como lo que realmente es, el Hijo glorioso de Dios. Y esta visión espiritual nos es dada mediante la Verdad inspirada, las Escrituras. Así, los ojos de nuestros corazones son abiertos para reconocerlo y recibirlo, no por medio de la sabiduría humana, sino por medio de la obra reveladora de Su Padre celestial.
John Piper
Cuando regresó, el hijo del posadero le entregó las ropas del guerrero, limpias y dobladas. Mikhon Tiq las subió al sobrado y las colocó en orden junto a sus armas. Eran ropas de estilo Ainari, aunque mezclado con algunos detalles bárbaros del Norte. Las botas, que el propio rapaz había encerado, estaban arrugadas en los tobillos, casi cuarteadas; botas de espadachín acostumbrado a doblar las piernas y girar los pies en la danza del combate. Las mangas de la casaca eran amplias. Sin duda su dueño las utilizaba para guardar en ellas las manos y ocultar así las emociones, según la costumbre de Áinar. Pero tenían corchetes de latón para que, llegado el momento de la pelea, pudieran ceñirse a las muñecas y no estorbar los movimientos. El talabarte, ya descolorido, tenía una pequeña vaina a la derecha para el colmillo de diente de sable que sólo los Tahedoranes podían llevar. A la izquierda había dos trabillas de piel con sendas hebillas para colgar la funda de la espada. Éste era otro detalle que lo delataba. Los guerreros normales llevan una sola hebilla, de forma que la espada cuelgue junto al muslo. Los maestros de la espada, sean Ibtahanes o Tahedoranes, necesitan dos para que la espada se mantenga horizontal; de esta manera pueden sujetar la vaina con la mano izquierda y extraer el arma a una velocidad fulgurante, en el movimiento letal conocido como Yagartéi que es en sí mismo un arte marcial. Pero lo que más llamaba la atención de Mikhon Tiq era la propia espada. Hacía años que no veía una auténtica arma de Tahedorán. La funda era de cuero repujado, reforzada con guarnición y punta de metal, y con dos pequeños bolsillos a ambos lados. Uno de ellos contenía una navaja con un pequeño gavilán en forma de gancho; de este modo servía de arma y a la vez de herramienta para desmontar la empuñadura de su hermana mayor. En la otra abertura había papel de esmeril para sacar filo a la hoja; aunque un Tahedorán sólo haría esto en una emergencia, pues los aceros dignos de tal nombre deben ser bruñidos y afilados por maestros pulidores. En torno a la empuñadura de la espada corría una fina tira de piel, enrollada y apretada con fuerza para evitar que la mano resbalara al aferrarla. Mikhon Tiq miró de reojo a Linar. Tenía el ojo cerrado; o dormía o estaba encerrado en su mundo interior. En cuanto al guerrero, su respiración bajo la manta era profunda y pausada. Mikhon Tiq sintió la tentación de desenvainar la espada para examinar la hoja. Pero aquello habría sido una afrenta, como desnudar a una doncella dormida, así que apartó las manos del arma y procuró pensar en otras cosas.
Javier Negrete
Hijo mío, la Santa Madre Iglesia está a la derecha, pero Jesucristo siempre estuvo a la izquierda?le decía
Isabel Allende
Padre, me has hecho tu hijo por medio de tu Espíritu. En tu bondad, me adoptaste y me libraste del pecado y la muerte. Recuérdame hoy lo que significa ser tu hijo y estar libre de esa ley. Me resulta muy fácil vivir mi día según mis propios términos. Ayúdame a vivirlo bajo la luz de tu gracia. Oro por mi familia y mis amistades. Ayúdalos a experimentar tu amor como su Padre y a sentir su herencia en tu Espíritu. Gracias por aceptarme tal como soy, pero sin dejarme permanecer igual. En el nombre de Jesús, amén.
Max Lucado