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Pasaba ( 2 )

Pasaba. Encuentra docenas de pasaba con fotos para copiar y compartir.


Me sentía bien real y verdadera varonil. Hasta que un vaquero de verdad pasaba, y me dijo que tenía mi sombrero al revés. Esto en cuanto a mi carrera como un vaquero.


Michael Biehn


Siempre me sentí muy culpable si pasaba demasiado tiempo jugando juegos de video. Es una colosal pérdida de tiempo. Y no puedo decir que es un sentimiento muy satisfactorio al final del día, si usted ha pasado ocho horas jugando a un videojuego, que acaba de terminar con la sensación de tipo de estado, y se utiliza.


John C. Reilly




Y, obviamente, en retrospectiva, ahora, ahora sabiendo lo que pasaba en la empresa, habría sido absolutamente apropiado en ese entonces para nosotros que tenemos el jefe ejecutivo de la empresa, persona de más alto rango en el Reino Unido, ven y responder por la política que perseguían. Y nos metimos eso, y francamente eso es un fracaso del Parlamento.


Tom A. Watson


Elegí filosofía porque sonaba como algo que debe estar interesado en que no sabía nada al respecto, ni siquiera sabía lo que estaba hablando. Lo que realmente me pasaba el tiempo haciendo en esos años estaba escribiendo cuentos. Había todo tipo de cursos interesantes, pero lo que realmente quería hacer era hacer que las historias de una manera u otra.


Wes Anderson


Pasaba horas y horas y horas practicando estos trucos de magia. Es solo una cosa curiosa.


Simon Callow


Vi un ángel que pasaba y una pluma le quité, para dársela a una amiga que nunca olvidaré.






Yo no leo los anuncios. Me pasaba todo mi tiempo queriendo cosas.


Franz Kafka


Pasaba mucho tiempo en Mumbai después de que conocí a mi marido, que es indio, y mientras que las partes de la ciudad fueron prosperando como un loco, yo no podía entender cómo la nueva riqueza ha cambiado las perspectivas de la mayoría de la ciudad los residentes que vivían en barrios marginales. Así que después de unos años que dejé de preguntarme y empecé informes.


Katherine Boo


trasladado a la costa Oeste. La interiorista encargada de que el piso de Alex fuera decorado con gusto le había aconsejado que contratara a Ramón cuando vio que Alex pasaba tanto tiempo en el trabajo que a menudo tenía que comprarse camisetas nuevas porque se le amontonaba la colada. El piso de Alex en Beekman Place, con vistas al East River, tenía seis estancias, más las dependencias del servicio; demasiadas para un soltero. Pero disponía de espacio suficiente para un salón en el que reunir a sus amigos, para un despacho, para Ramón y para el hermano menor de Alex, Andrew, un abogado mercantil de Washington capital que lo visitaba con frecuencia. En


Mary Higgins Clark




y una vez más se estremeció con la comprobación de que el tiempo no pasaba, como ella lo acababa de admitir, sino que daba vueltas en redondo.


Gabriel García Márquez


Dado que Imre era un refugio para la música y el teatro, quizá penséis que yo pasaba mucho tiempo allí, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Solo había estado en Imre una vez. Wilem y Simmon me habían llevado a una posada donde tocaba un trío de hábiles músicos: laúd, flauta y tambor. Pedí una jarra de cerveza pequeña que me costó medio penique y me relajé, dispuesto a disfrutar de una velada con mis amigos?
Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo.
No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como?
Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción.
Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle.
La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa?
Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.


Patrick Rothfuss


Se paseaba triunfante por las calles de Buenos Aires, hacía gala de su popularidad, recibía a todo el mundo, era un eco de alegría y de aplausos el que se alzaba por donde él pasaba; su casa era el pueblo, el pueblo lo amaba?.


Juan Manuel de Rosas


Se me acercó, casi se pegó a mí y nuestros hombros se tocaron; estábamos solos. Un extraño fluido pasaba desde ella a mi cuerpo y yo sabía inconscientemente que la cosa había de ser de esta manera. Lo sabía por cada una de mis fibras, por cada latido dulcemente doloroso de mi corazón. Me abandoné con un indecible placer a este sentimiento. Así, con la misma satisfacción, debe someterse un trozo de hierro a la ley inalterable, eterna e inmutable de ser atraído por un imán. Así es como una piedra lanzada al espacio ha de detenerse una fracción de segundo en el aire para caer luego en forma vertical. Y así es como el ser humano ha de respirar hondamente, una sola vez, después de la agonía, antes de expirar definitivamente.


Yevgeny Zamyatin




Se cansó de la incertidumbre, del círculo vicioso de aquella guerra eterna que siempre lo encontraba a él en el mismo lugar, sólo que cada vez más viejo, más acabado, más sin saber por qué, ni cómo, ni hasta cuándo. Siempre había alguien fuera del circulo de tiza. Alguien a quien le hacía falta dinero, que tenía un hijo con tos ferina o que quería irse a dormir para siempre porque ya no podía soportar en la boca el sabor a mierda de la guerra y que, sin embargo, se cuadraba con sus últimas reservas de energía para informar: «Todo normal, mi coronel.» Y la normalidad era precisamente lo más espantoso de aquella guerra infinita: que no pasaba nada.


Gabriel García Márquez


En el otoño de 1965, Francis Schaeffer ofreció una semana de discursos en Wheaton, y en 1968 estos se recopilaron en un libro: El Dios que está allí. [1] El título muestra la sorprendente sencillez de su tesis. Dios está allí. No aquí, definido y moldeado por mis propios deseos. Dios está allí. Objetivo. Una realidad absoluta. Todo lo que vemos como realidad depende de Dios. Hay una creación y un Creador, nada más. Y la creación obtiene su significado y propósito de Dios. Aquí había un cartel enorme que no pasaba inadvertido: «Mantente en el camino de la verdad objetiva. Así evitarás desperdiciar tu vida.


John Piper


En poco tiempo, me volví adicta al diccionario. Me pasaba la mañana sentada en mi mesa de trabajo, con una vista inmejorable sobre el río, y viajaba en el tiempo y el espacio pasando cada hoja. Al principio, me dejaba llevar por el capricho del momento. Poco a poco, fui estableciendo una metodología que me permitía hacer investigaciones sobre un tema preestablecido con la lógica de un juego de pistas. No podía creer tanta felicidad. Ya no sentía el paso del tiempo.


Íngrid Betancourt


Qué pasaba en el mundo que nadie conocía la mano fugitiva de amante en el olvido que iba dejando un reguero de adioses inútiles desde la ventanilla de cristales virados de un tren inagural que atravesó silbando los sembrados de hierbas de olor.


Gabriel García Márquez


Qué absorbente es esta vida, misteriosa e infinitamente rica. Y en la gran plaza donde
los taxis corrían y giraban tan deprisa, había parejas paseando sin rumbo, demorándose,
abrazándose, encogidos bajo la ducha de un árbol; eso sí que era emocionante; tan
silenciosos, tan absortos, que uno pasaba de largo discreta y tímidamente, como si se tratase
de alguna ceremonia sagrada que resultaría impío interrumpir.


Virginia Woolf


El Salvador Jesús nos ofreció el ejemplo de la vida activa, cuando durante el día se dedicaba a ofrecer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración.


Isidoro de Sevilla


Eso que llaman familia cada día que pasaba me parecía más como un grupo de personas que aparentan ser felices acallando por un rato sus demonios interiores para que creer que son amadas y para sentirse tranquilas, cómodas y seguras


Orhan Pamuk


No sabía qué pensar de aquel hombre caballo con quien debía permanecer casada durante un año. Era obvio que me interesaba. Después de todo, no había conocido nunca a nadie como él. Admitamos que no hay muchos centauros corriendo por Oklahoma, al menos por Tulsa. Una no podía saber lo que pasaba en el interior del Estado.

P. C. Cast, En el lugar de la diosa


P.C. Cast


¿Qué te parecería alquilar una lancha?
-No esaría mal, pero tenemos el problema del ruido. [... ]
-Podríamos acercarnos a remo-sugirió, yo le respondí con una mirada.
-Hmmm... Jenks, no es un lago, es el puto océano. ¿Has visto el tamaño del buque cisterna que pasaba por debajo del puente cuando hemos llegado a la ciudad? Su estela podría volcarnos. No pienso ir al estilo canoa a menos que me digas que te llamas Pocahontas.


Kim Harrison


No leía la prensa, no escuchaba música, ni siquiera tenía apetito sexual. Lo que ocurriera en el mundo no le importaba lo más mínimo. Si se cansaba de estar encerrado en su apartamento, salía y paseaba sin rumbo fijo por el barrio. O iba hasta la estación y, sentado en un banco, pasaba horas contemplando el ir y venir de los trenes. Todas las mañanas se duchaba y se lavaba cuidadosamente el pelo, y dos veces por semana hacía la colada. La limpieza era uno de los pilares a los que se aferraba. Colada, baño y cepillado de dientes.


Haruki Murakami


Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabezar de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto despertando hacia atrás.


Gabriel García Márquez


Me di la vuelta, mientras se me pintaba una sonrisa en la cara. Siempre me pasaba lo mismo: solo la encontraba cuando había abandonado toda esperanza


Patrick Rothfuss


Entre italiano
y flamenco,
¿cómo cantaría
aquel Silverio?
La densa miel de Italia
con el limón nuestro,
iba en el hondo llanto
del siguiriyero.
Su grito fue terrible.
Los viejos
dicen que se erizaban
los cabellos,
y se abría el azogue
de los espejos.
Pasaba por los tonos
sin romperlos.
Y fue un creador
y un jardinero.
Un creador de glorietas
para el silencio.

Ahora su melodía
duerme con los ecos.
Definitiva y pura.
¡Con los últimos ecos!



Federico García Lorca