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Poemas de carlos pellicer camara

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Ser flor es ser un poco de colores con brisa; la vida de una flor cabe en una sonrisa.


Carlos Pellicer Cámara


El poema es la declaracion pasional mas grande que un hombre puede hacer a un héroe: la admiracion mas rendida en medio de una tristeza que hubiera querido ser grandiosa.


Carlos Pellicer




Salmo Desesperado

Como el león llama a su hembra, y cálido
al aire da su ardiente dentellada,
yo te llamo, Señor. Ven a mis dientes
como una dura fruta amarga.
Mírame aquí sin paz y sin consuelo.
Ven a mi boca seca y apagada.
He devorado el árbol de la tierra
con estos labios que te aman.

Venga tu boca como luz hambrienta,
como una sima donde un sol estalla.
Venga tu boca de dureza y dientes
contra esta boca que me abrasa.

Tengo amargura, brillo como fiera
de amor espesa y de desesperanza.
Soy animal sin luz y sin camino
y voy llamándola y buscándola.

Voy oliendo las piedras y las hierbas,
voy oliendo los troncos y las ramas.
Voy ebrio, mi Señor, buscando el agrio
olor que dejas donde pasas.

Dime la cueva donde te alojaste,
donde tu olor silvestre allí dejaras.
Queriendo olerte, Dios, desesperado
voy por los valles y montañas.


Carlos Bousoño


Narciso

No es el lirio de nieve, no es el pálido lirio
el que refleja dulcemente en mi, su blancura:
en el gélido cáliz de su belleza pura
jamás pudo brindarme ni la paz ni el delirio.

Ni la dulce azucena de cándida clausura
bajo el azul erguida como trémulo cirio:
el sol que la desflora con radiante martirio
dice que su virtud no es par de su hermosura.

Solo erigen tu cuerpo los flancos de la diosa,
su sonrosada pulpa, su gracia procelosa,
la tersura y el ritmo de su vibrante curva.

Y solo tu pudieras, ingrávido narciso,
convertido en aroma, guardar el indeciso
palpitar de la Amada que mi soñar conturba.


Carlos López Narváez


La Cour Carrée

Oh rápida, te amo.
Oh zorra apresurada al borde del vestido
y límite afilado de la bota injuriante,
rodilla de Artemisa fugaz entre la piedra,
os amo,
sombra huidiza en la escalera noble,
espalda entre trompetas por el puente.
Oh vagas, os envidio,
imágenes parejas en los grises
vahos de las cristaleras entornadas,
impacientes
-que llegan a las citas con retraso-
nervios de los que habitan (el descuido
seguro y arrogante de la puerta entreabierta
y el gesto ordenador de las cosas que miran).
Lo quiero casi todo:
la puerta del palacio con armas y figuras,
el nombre de los reyes y el latón de República.
Quiero tus ojos de extranjera ingenua
y la facilidad sin alma del copista.
Quiero esta luz de ahora. Es mi deseo
estar abierto, atento, hasta que parta.
Y quisiera que alguien me dijera
adiós,
contenida, riendo entre lágrimas.

Extranjero en las puertas, no estás solo,
mi apurada tristeza te acompaña.


Carlos Barral


Algo En Mi Sangre Espera Todavía...

Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.

Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.

Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.

Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.

De "Primavera de la muerte" 1946


Carlos Bousoño




Palabras En La Noche

Cecilia, dulce amiga. Hoy yo quisiera hablarte
con la verdad que nace de un corazón pequeño.
Decirte cómo un día yo quise condenarte.
A ti que fuiste solo la luz para mi sueño.

A ti que fuiste siempre la luz para mi vida,
la luz parada en medio de mi existencia vana,
la luz suave y callada, la luz dulce, esparcida,
valiente en la tristeza, luciente en la mañana.

A ti, blanca presencia del día silencioso,
escala de ternura, licor que yo he bebido.
a ti, prado o colina que esparce su reposo.
A ti a quien tantas veces mi amor ha entristecido.

Decirte, suavizarte, hablarte del rocío,
hablarte de la noche que baja lenta a verte,
cual baja ya tu vida, más dulce al pecho mío,
que quiso un día amarte y vino a deshacerte...


Carlos Bousoño


Soneto Del Amor Elemental

Te quiero así, mujer: sencillamente,
como quiere el pastor a sus ovejas,
el caminante a las encinas viejas
y el río matinal a su corriente.

Te amo como las casas a la gente
y como la colmena a las abejas,
y los ojos dormidos a las cejas
que vuelan en el cielo de la frente.

Voy a tu corazón como las olas
a los buques cargados de amapolas
y de maderas claras y sencillas.

Doy con tu beso al fin, con tu ternura,
como el río con toda la llanura
y la sed con el agua sin orillas.


Carlos Castro Saavedra


Dime Que Era Verdad

Dime que era verdad aquel sendero
que se perdía entre la paz de un prado;
aquel otero puro que he mirado
yo tantas veces con candor primero.

Dime que era verdad aquel lucero
que se incendia casi a nuestro lado.
Di que es verdad que vale un mundo amado
y un cuerpo roto en un vivir sincero.

Di que es verdad que vale haber sufrido
y haber estado entre la mar sombría;
que vale haber luchado, haber perdido.

Haber vencido a la melancolía,
haber estado en el dolor, dormido,
sin despertar, cuando llegaba el día.


Carlos Bousoño




Me he dedicado al humor de observación, algo muy especial. No soy repentista. Frente a una cámara, a un micrófono, a una hoja en blanco, es muy difícil ser sólido apelando a la improvisación.


Juan Carlos Mesa


Mira Pibe, cuida la Flauta que la sonata es larga" Frase de don Carlos, como le decian, a un amigo al encontrarlo a la salida de un Cabaret de Buenos Aires


Carlos Gardel


Fuente: Pérez Rancel, Juan José. Biografía del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, Colección Biblioteca Biográfica Venezolana, n.º 108, Ediciones El Nacional (2010).


Carlos Raúl Villanueva


Julio César les decía a sus hombres: ?No temáis, vais con César y su estrella?. Yo les digo a ustedes: ?No temáis, vaiscon Carlos Menem y su estrella


Carlos Menem




Habla Carlos Gardel; queridos amigos de la América Latina, de mi tierra y de mi raza: la Casa Víctor quiere que les anuncie la firma reciente de mi contrato de exclusividad con ella, y yo lo hago muy gustoso porque sé que nuestras grabaciones serán cada vez más perfectas y encontrarán en ustedes oyentes cordiales e interesados.


Carlos Gardel


Verdad, Mentira

Con tu verdad, con tu mentira a solas,
con tu increíble realidad vivida,
tu inventada razón, tu consumida
fe inagotable, en luz que tú enarbolas;

con la tristeza en que tal vez te enrolas
hacia una rada nunca apetecida,
con la enorme esperanza destruida,
reconstruida como el mar sus olas;

con tu sueño de amor que nunca se hace
tan verdadero como el mar suspira,
con tu cargado corazón que nace,

muere y renace, asciende y muere, mira
la realidad, inmensa, porque ahí yace
la verdad toda y toda tu mentira.


Carlos Bousoño


Destino

Por mi culpa , mujer, por mis inviernos,
muchas veces tu cara se humedece de lágrimas.
Pero también por culpa de Dios, frecuentemente,
el rostro de la tarde se humedece de lluvia.


Carlos Castro Saavedra


Adoración

Una flor no ha traído jamás la primavera
dígna de la enlbrujada noche de tu cabello
y que en blanda agonía, cercana de tu cuello
bajo el tibio perfume de tu aliento muriera.

Ni seda se ha tejido por mágica hilandera,
ni tul, ni encaje dignos de velar el destello
de tus brazos, tus hombros, tu flanco donde el sello
de su gracia dejaron la diosa y la quimera.

Aún no fue tallada la copa diamantina
que de la vid colmada con la sangre divina
merezca de tus labios la sapiente dulzura.

No hay plumas ni vellones, damascos ni tapices
dignos de que en su felpa desnuda te deslices;
ni sé qué amor exista digno de tu hermosura.


Carlos López Narváez


El Vivir de La Amada

Yo sé que de tu pecho los latidos
están contados. Corazón, haz lento
tu misericordioso movimiento
y leves tus quejidos doloridos

por ese cuerpo, donde mis sentidos
ponen todo su amor, donde me siento
morir a cada golpe ceniciento
de tus redobles graves y oprimidos.

Y tú, ventana de mi amor, aldea
mía de paz, caricia que sestea,
umbral del mundo, amor de cada día.

Dame tu fe, tu claridad, mi estrella,
dime que existe lo que yo sabía
cuando era niño en la ciudad aquella...


Carlos Bousoño


El Mundo Por Dentro

Siento correr los ríos por mis venas
y crecer las estrellas en mi frente.
Siento que soy el mundo y que la gente,
habita mis pulmones y colmenas.

De flores tengo las entrañas llenas
y de peces la sangre, la corriente
que caudalosa y permanentemente
inunda mis canciones y mis penas.

Llevo por dentro el fuego que por fuera
dora los panes, seca la madera
y produce el incendio del verano.

Las aves hacen nidos en mi pelo,
crece hierba en mi piel, como en el suelo,
y galopan caballos en mi mano.


Carlos Castro Saavedra


Amor

Un deseo constante de alegría;
una urgencia perenne de lamento
y el corazón, campana sobre el viento
estrenando badajas de elegía.

Morir mil veces en un solo día
y otras tantas quemar el pensamiento
en la resurrección, que es el tormento
de pensar en la próxima agonía.

Ver en pupilas de mujer un llanto
y sorprenderlo convertido en canto
al soñar en un niño que lo vierte.

Esto es amor, candela estremecida
empujando la noche de la vida
hacia la madrugada de la muerte.


Carlos Castro Saavedra


Sosiego

Des fauves souvenirs
flambent dans tes prunelles
Lean Deubel

Duérme: será dulce tu sueño
igual que sombra de flabelos
perfumada y mullida bajo un árbol,
en tanto que la luna de los parques
alumbra en lloro tenue
las vigilias inmóviles del mármol.

¡Duérme! Bája los párpados azules
sobre esas lágrimas felices.
Enormes soles rojos
reverberan, y en radas de molicie
los barcos se empenachan
y ponen rumbo a piélagos ignotos.

Los recuerdos -leones taciturnos-
vagan por el jardín de tus pupilas
que rudo arcángel guarda.
Sobre tu corazón ya mis arrullos
en vesperal bandada
replegaron las alas peregrinas.

Duérme tu noche sosegante, ungida
por los serenos cármenes
de mi tardía adolescencia...

Duérme, que de tu sueño en los umbrales,
un efebo de cándida sonrisa
abre sobre tus pies la cabellera.


Carlos López Narváez


Reino Escondido

Avant cette époque... je ne vivais pas encore,
je végetais... ce fut alors que mon âme
commença à être susceptible d'impressions.
Casanova

No puedo recordar
por qué escogí aquel reino de ladrillo.
¿Por qué el rincón tan húmedo, la esquina
verde del corredor?
Solo el terror pasaba, a veces
la insolente figura devorada
casi enseguida por la luz.
Estuve solo siempre, al menos
que yo recuerde. Cuando entró
me pareció descalza,
alta la piel desnuda en la agitada penumbra.

Los aires hasta arriba
se tiñeron de ella, y todo olía
a nocturno animal;
yo mismo era su olor, yo mismo
casi como su espuma.

Ya no volvió a pasar.
Quedó su cuerpo en mí, la certidumbre
por debajo de todos los vestidos.

Quebró las horas del no hacer,
sembró de miedo el mundo
instrumental y blanco, entre temores.


Carlos Barral


Vestida Como El Campo

De verde te amo más, con el vestido
que se parece al campo cuando llueve,
y el campo se emociona y multiplica
su verdura por nueve.

Ataviada de selva, de árbol joven,
por mi casa mensual cantas, caminas,
y despreocupas las habitaciones
con tu aroma de encinas.

Pienso que te sembré, que soy labriego,
que tu seno es el fruto de mi arado,
y que te salen hojas de la vida,
y ramas del costado.

Te quiero más así, toda de verde
olorosa a madera, esperanzada,
como recién salida de la tierra
con la cara mojada.

Déjame recostar sobre tu falda,
soñar que me he perdido en tu follaje,
y que un hijo me busca como loco
debajo de tu traje.


Carlos Castro Saavedra


Niebla

Te llevo toda en mí, forma y sustancia
susurrante dulzor, roce de sueño,
susurrante dulzor, roce de sueño,
hálito floreal de tu distancia.

Abre el día en tu cálido diseño
y la noche en tu nómade fragancia
te llevo toda en mí, roja fragancia
del propio corazón trocado en leño.

Voy en redor de ti; como la niebla
-fervor del valle que el estío puebla-
floto sobre el perfil de tu hermosura.

Te llevo toda en mí; de luna y brisa
tu inmarchitable forma diafaniza
el sombrío esplendor de mi ventura.


Carlos López Narváez


Corazón Partidario

Mi corazón, lo sabes,
no está con el que triunfa o que lo espera,
con el juramento mercader
que acecha el buen provecho,
se agazapa, salta sobre la utilidad, que es su querida,

busca ganancia en el abrazo,
obtiene renta de las mariposas y pone rédito a la luz,
cobra recibo por los amaneceres milagrosos,
por cambiante gracia del color
de una invisible rosa apresurada,
dulce y apresurada
como si fuese un hombre o una llama
o una felicidad humana: sí.

Mi corazón no está con el hombre que sabe
de la verdad todo lo necesario
para olvidar el resto de ella,
satisfecho del viento, poderoso del humo,
canciller de la niebla,
rey acaso, pero nunca de sí.


Carlos Bousoño


Alma Solitaria

Mira los aires, alma solitaria,
alma triste que sola vas gimiendo.
Asciende, sube. Amor te espera.
La cima es alta. Escaso, el aparejo.

Aleteante, temblorosa y blanca,
te veo subir con retenido esfuerzo.
Hoy llega el sol donde hasta ayer la luna.
Llega la luna donde ayer el cierzo.

Al fin la vida con la luz se aclara.
Al fin la muerte con la luz ya se muerto.
¡Cantan las cumbres y los valles! ¡Cantan
los siempre vivos a los nunca muertos!

Cara con cara junto a Dios, escuchas
vibrar los aires y vivir los sueños.
Vida con vida, luz con luz amada,
y cielo, humano, en el amor, con Cielo.

Bajar la luz de amor, la luz de vida
lenta en los aires minuciosos siento.
Fundida luz de Dios con luz del alma.
Qué claridad de pronto. Qué silencio.


Carlos Bousoño




Visión Nocturna

Fue en el palacio de cristal de un sueño
dulcemente febril, plácida orgía...
Un reír y una voz, la melodía;
y en un regazo mi cojín sedeño.

El mudo esclavo ya no fuí; su dueño
con ebrIedad morosa me sentía.
Sobre su esbelta desnudez ceñía
la gracia un manto de imperial diseño.

Era la virginal magnificencia,
toda fulgor y grávida sapiencia,
sagrado cáliz, perfumado leño.

Sin falacia, sin tedio, sin reproche,
la diadema nupcial tejió la noche,
en el palacio de cristal de un sueño.


Carlos López Narváez


Estival Ii

Leilah: de tu esplendor rezuma un vino
que es en mis venas sosegado fuego
y arrobada embriaguez cuando te aspiro.

Leilah: con el estío de tu risa
se madura la mies de los deseos
para soñar tu cándida vendimia.

Leilah: cruzando mares de silencio
sobre la playa de tu voz marina
suspiran caracolas de desvelo.

Leilah, tus manos son la tibia rada
donde mecen -veleros despojados-
la ternura y el sueño su nostalgia.


Carlos López Narváez


Gato Ecuestre

¿Cuál de los dos, mi tigre, a quién celebran
las aristas de polvo, las lanzas habitadas
que destellan ventanas insurgentes
en la noche solemne de la proclamación?

¿A quién miran los ojos en la hierba peinada?
¿Para quién la sonrisa aduladora
en las sombras secretas del square
o la memoria hambrienta de los niños?

¿Cuál de los dos exhibe, cuál somete?
¿O acaso lo admirable es ser el bicho
extraordinario que muestra a quien lo doma
y esclaviza la zarpa civil que lo sujeta?

Pues por si acaso fuera en tu homenaje
baila.

Yérguete sobre los cuartos poderosos
la dorada testera propón a las estrellas,
enarca la ancha mano
y queda inmóvil.


Carlos Barral


Noche

Clamo a tu vientre lívido de viento,
al corazón estrecho de tus gallos,
a sus látigos rojos, a los rayos
que acribillan tu hueco firmamento.

Busco la arista del desdoblamiento,
hurtarme fruto a mis normales tallos,
libertarme en tus ácidos caballos
y un ungir tus torres de mi advenimiento.

Si llegaras conmigo a la ondulada
alta loma del ser, donde se muta
la sangre viva en el símbolo de hielo...

Mas quién podrá parar la madrugada
alzando ya la concha de su ruta
sus rapaces de luz sobre tu vuelo.

(Laye, n° 14, junio-julio de 1951)


Carlos Barral


Ínsula

Como un nocturno vino tu mirada,
amotina mi sangre enardecida
y la noche en mis hombros detenida,
ignora su presencia desolada.

Ya no puede mi voz contra la espada
de silencio que tengo entre la herida,
de saber tu caricia estremecida
pero en oscura cárcel encerrada.

Estoy solo en la costa de tu risa,
y aunque la ofrenda tuya se divisa
mi temor de alcanzarla lo confieso:

Mi corazón - grumete sorprendido -
no se atreve en un mar desconocido
para ganar la isla de tu beso.


Carlos Castro Saavedra


Y Tú Amor Mío....

Y tú amor mío, ¿agradeces conmigo
las generosas ocasiones que la mar
nos deparaba de estar juntos? ¿Tú te acuerdas,
casi en el tacto, como yo,
de la caricia intranquila entre dos maniobras,
del temblor de tus pechos
en la camisa abierta cara al viento?

Y de las tardes sosegadas,
cuando la vela débil como un moribundo
nos devolvía a casa muy despacio...
Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado hermosa.

El azul de la tarde,
las húmedas violetas que oscurecían el aire
se abrían
y volvían a cerrarse tras nosotros
como la puerta de una habitación
por la que no nos hubiéramos
atrevido a preguntar.
Y casi
nos bastaba un ligero contacto,
un distraído cogerte por los hombros
y sentir tu cabeza abandonada,
mientras alrededor se hacía triste
y allá en tierra, en la penumbra
parpadeaban las primeras luces.


Carlos Barral


Fanal

Roja dulzura, flor de miel y fuego,
sapiencia al rojo-blanco de tu boca;
lámpara alimentada con la loca
combustión de mi sangre y de tu ruego.

Fulva ensenada a cuyo fondo ciego
se lanza nuestro ser desde la roca
del sueño trunco... porque en vano invoca
piedad celeste o terrenal sosiego.

Cuando en la sombra pasional tu blanco
desnudo cuerpo fosforezca al roce
de mi beso -cantárida en tu flanco-

darás, ardida del fragor nocturno,
a la pradera lívida del goce
tu fulgor de maléfico Saturno.


Carlos López Narváez


El Vago Encanto

Bellas, airosas, pálidas, altivas
como tú misma otras mujeres veo;
son reinas victoriosas; su trofeo
es una multitud de almas cautivas.

Su blancura de mármol, sus flexivas
formas, sus ojos, flechan el deseo...
Yo, indiferente y sin afán las veo
bellas, airosas, cálidas, altivas.

¿Por qué? Porque les falta a todas ellas,
aún a las más puras y más bellas,
un detalle sutil, un casi nada:

No brilla entre la gracia turbadora
de sus encantos, el que te decora :
el vago encanto de mujer amada.


Carlos López Narváez


Nuestro amor

Nuestro amor no está en nuestros respectivos y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca, ni en las manos: todo nuestro amor guárdase con pálpito bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor, esperan que la muerte se robe los huesos, el diente y la uña, esperan que en el valle solamente tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de las Òrbitas, más bien como dos astros, como uno.


Carlos Germán Belli


Solamente...

Hay un fuego que anima todo lo invio1ado.
Guillermo Valencia

Mía solo en el dón de su presencia,
con sus manos sedeñas y sedantes,
con sus ojos -berilos fascinantes--
y sus silencios -cálida cadencia-.

Mía tan solo en la frutal esencia
de plenitud vertida en los instantes
del coloquio... (los labios suspirantes
la apuran como un vino de sapiencia).

Mía solo en el claro cautiverio
de la imagen, el roce y el latido,
en insondable, embriagador misterio,

¡Oh fervor en sus manos recogido!
¡Oh placidez de su inasible imperio!
¡Oh deleite en sus ojos exprimido!


Carlos López Narváez


Espejo De Letras

Me vi, reflejado en un espejo de letras y no me gusto lo que vi.
Vi a alguien sufriendo por no ser correspondido.
Nadie debe sufrir por nadie, el ser que no se quiere jamás podrá querer.
Gracias espejo por enseñarme a quererme.


Carlos Molina


Entre rosas he nacido,
entre rosas moriré,
pero a ti,........,
nunca te olvidaré.


carlos


Anoche cuando dormía
soñé una gran ilusión:
que en esta poesía
se unían mi alma
y tu corazón.


carlos


Yo no

Buscaba el amor, pero te
Encontré, y,
A medida que pasaba el
Tiempo mi sueño se fue haciendo
Realidad, mi ilusión creció
Insaciable, cada vez que vivía las
Zonas hermosas de tu cuerpo.

Es la hora que miro
La luna, la luna llena,
Esa que siempre te regalaba, qué
Noche a noche solo me hacía pensar en el
Amor que te tuve, tengo y siempre tendré.

Día a día, pensare en ti, siempre estarás
Unida a mí, de una u otra forma, para,
Que cuando llegue mi senectud no pueda arrebatarte ni
Un solo minuto de mi mente y ..
En la soledad de mis años mi acompañe tu recuerdo.

Guauf….


Carlos Arturo Arregocès Alvarez