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Poemas para bebes en el vientre

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Manantial de vida cuando en tu vientre
yo crecía
si el tiempo pudiera regresar volvería sin
cerrar los ojos
nade en tu ser, soy sangre de ti, mi refugio
fue en tu cuerpo
que a pesar de vértigo, nauseas y dolores
con alegría
me abriste las puertas a la vida, y la luz
hoy veo gracias a ti.
perdón porque mi rebeldía tantas veces te
lastimo,
y por el mismo dolor que en mi frustración
te he causado
podrán salir sobrando mil palabras porque
a pesar de los mil pesares jamas me has
reprochado nada,
y tu silencio es mi mayor castigo (agonía)
Cuantas veces tu mano que siempre
dispuesta estas a darme
he rechazado
hoy que ya fui manantial, y que rompió mi
fuente de amor
para darle vida a mi vida, que a todos lados fue mi compañía inseparable e imborrable de mi alma, cuerpo y mente...


Jackselins Arteaga


Amo a este pueblo áspero (se refiere a los árabes nómadas), persistente, vivo, último ejemplo de las sociedades primitivas y que, al hacer alto a mediodía, tumbado a la sombra bajo el vientre de sus camellas, se burla, mientras fuma su chibuquí, de esa valiente civilización nuestra que tiembla de ira.


Gustave Flaubert




Ese es el problema con la bebida, pensé, mientras me servía un trago. Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que pase algo.


Charles Bukowski


Me incliné sobre ella y recorrí la piel de su vientre con la yema del dedo. Bea dejó caer los párpados, los ojos y me sonrió, segura y fuerte. Tenía diecisiete años y la vida en los labios


Carlos Ruiz Zafón


Cada uno de nosotros es, incluso desde el vientre de nuestra madre, un maestro artesano de ídolos.


Juan Calvino


Me incliné sobre ella y recorrí la piel de su vientre con la yema del dedo. Bea dejó caer los párpados, los ojos y me sonrió, segura y fuerte.

-Hazme lo que quieras... -susurró.

Tenía diecisiete años y la vida en los labios.


Carlos Ruiz Zafón




Y es que este expediente que tienes enfrente viene a conquistar el milagro de tu bajo vientre


Kase.O


La revolución no escoge sus caminos: hizo sus primeros pasos hacia la victoria bajo el vientre del caballo de un cosaco


León Trotski


A mi parecer existe una enojosa tendencia a un exceso de cultura, lo cual conlleva un rechazo a la cultura, de la misma forma que la sobre-información suscita la desinformación o que la amenaza de desaparición de una cultura provoca el todo cultural. Porque algunos niños no muestran demasiado interés por la lectura, nos gustaría que existieran bebés lectores


Pierre Sansot




Has de mirar con quién comes y bebes antes que lo que comes y bebes; porque comida sin amigo es comida de leones y lobos.


Epicuro


Debemos esperar mucho del tiempo, su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados y los prodigios futuros deben ser superiores a los pretéritos


Simón Bolívar


Decirle adiós al personaje que has interpretado es muy duro. Le has conocido y has sido él durante un buen período de tiempo, porque virtualmente comes, duermes, bebes y trabajas con ese tipo en tu mente. Y de pronto un buen día, tienes que decirte a ti mismo que ya está, y te despides


Johnny Depp


Siempre había pensado que esos signos de individualidad física como un vientre abultado (señal de desidia espiritual) o un pecho liso enseñando las costillas (señal de una sensibilidad indebidamente inquieta) eran de una fealdad considerable, y no pude contener mi sorpresa cuando descubrí que había personas que adoraban esa clase de signos. A mí me parecían puros actos de impúdica indecencia, como si su propietario hubiera expuesto sus partes pudendas espirituales fuera del cuerpo. Representaban una forma de narcisismo que yo nunca pude perdonar.


Yukio Mishima




La locura es aquella enfermedad que sólo nos amenaza cuando ya sus uñas se han alojado en las entrañas, de modo que pelear contra ella es también despedazarnos el vientre, oprimirnos los pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierden la inocencia y el amor.


Xavier Velasco


Crepuscular

Como vientre rajado sangra el ocaso,
manchando con sus chorros de sangre humeante
de la celeste bóveda el azul raso,
de la mar estañada la onda espejeante.

Alzan sus moles húmedas los arrecifes
donde el chirrido agudo de las gaviotas,
mezclado a los crujidos de los esquifes,
agujerea el aire de extrañas notas.

Va la sombra extendiendo sus pabellones,
rodea el horizonte cinta de plata,
y, dejando las brumas hechas jirones,
parece cada faro flor escarlata.

Como ramos que ornaron senos de ondinas
y que surgen nadando de infecto lodo,
vagan sobre las ondas algas marinas
impregnadas de espumas, salitre y yodo.

Ábrense las estrellas como pupilas,
imitan los celajes negruzcas focas
y, extinguiendo las voces de las esquilas,
pasa el viento ladrando sobre las rocas.


Julián del Casal


Piedra de Horno

La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.
Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegan tus manos en su órbita
de aguardiente de caña;
tus pies de lento azúcar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible y tu cintura
de abierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando -no sé, me lo imagino-, gimiendo
-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende de tu pelo,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.
Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fría de lluvia y de silencio.


Nicolás Guillén


Trovador

Tu guitarra y tu canto
aceptan su destino

Tu sangre
galopa por el tiempo
en busca de mi vientre

Tu palabra

se aleja

De "Pasajeros del viento"


María Clara González


Y Sobre Todo

Inmutable e infinito
es tu cuerpo
de venado salvaje:
Es tu pelo
todos los árboles
Son tus ojos
todas las luces
Es tu nariz
todos los puentes
Son tus labios
todos los caminos
Es tu cuello
todas las canteras
Son tus hombros
todos los pilares
Tu pecho
todas las geografías
tus brazos
todos los vientos
Tu vientre
todas las espesuras
Tus piernas
todas las transformaciones

Inmutable e infinito:
eres


Carlota Caulfield


Quiero tener ese hijo tuyo, amor. Dárteme desde dentro de mi vientre en una nueva prolongación de tu inmortalidad. Mostrarte hasta dónde puede crecer mi vida, como un árbol, si tú la riegas; hasta dónde puedo llegar a dárteme en todas las formas, en todos los momentos conscientes e inconscientes, llegar a ser tu río, tu sombra, la almohada suave donde apoyar tu cabeza, el viento, el mar, la risa, la mañana, tu cama, tu suelo, tu mujer.


Gioconda Belli


Algun Día...

Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.


Roberto Juarroz


Cena

Una historia de ayer traza tu fino
labio en carmín, y es hoy en tus ojeras.
Y hay un collar de olvidos y de esperas
si se yergue tu cuello alabastrino.
Las orquídeas ensayan tu destino
en un haz de fugaces primaveras,
y se curvan tu labio y tus ojeras
a la vez sobre el llanto y sobre el vino.
Pero no lloras. Elegante y ducha
en el amor, sonríes a la pena.
Un llanto oculto con tu risa lucha,
y así bebes y ríes. Mas la cena
es ya el recuerdo de otra cena. Escucha:
son los "Cuentos de los bosques de Viena".


Alberto Angel Montoya


En Esta Lluvia

Os palpé en esta lluvia,
no en el aire,
sino en la tierra, tras haber caído
-entre la hierba fría
y caliente, como una boca
grande y verde que no devora tiempos:
mis manos ahora huelen
a aceite de podrido
y lujuriante azahar (mis dedos,
ya planetas del árbol)
y también a una axila rosa
y al escozor de un vientre
no virgen, tras la lluvia.

Estabais allí tras el agua
-o sea, allí en la lluvia-
como jugando a ser espejos
más que su fibra ambigua,

pero era vuestro el aire.


Ángel Crespo


Giro

Como la tarde
que posó una mínima
caricia en tu desnudo,
o el sol dando en tu vientre;
como la tarde toda desprendida
sobre tu seno blanco;
como la tarde me detengo absorto
en la maleza débil de tu voz
y giro en torno a ti,
como la tarde,
deshaciendo este lecho
que ahora esconde en su entraña
tu delirio.


José Lupiáñez


Desnuda

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua
cuando entre sus paredes me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como a un niño perdido
que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que se nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a la sombras los deseos me ladran.

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

El día en que te mueras te enterraré desnuda,
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.


Roque Dalton


Madrigal

Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Esa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.

Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.


Nicolás Guillén


Sierpe Profana

Quien tanto te adoró, muerde tu pecho
y desata torrentes carmesíes;
tiene en las sienes pulsos colibríes
y undoso el pelo como el crespo helecho.

Dardo de luz acomodé en tu lecho,
duras palpitaciones y rubíes.
¡Y qué fundirse nardos y alhelíes
culmen mi cuerpo de tu cuerpo y techo!

Labios que te invocaron, como a diosa,
bajo tu vientre ya volcán obsceno,
sobre tu piel serpientes de zafiro,

azules de pasión -no de veneno-
sorben, caliginosos, tu ebria rosa
e, hidrópicos de anhélito, el suspiro.


Antonio Carvajal




Te Quiero Porque Fumas...

A Paul M. Viejo

Te quiero porque fumas y bebes y blasfemas
y escribes sin cesar por las paredes
o en la estación del tren
o en los bordes urgentes de una alcoba vacía.
Porque le has puesto verbos al dolor que te invade
y aunque lo llames Marta
soy yo quien te acompaña
por esa travesía pesarosa de un nombre.
Y te quiero por todo o casi ya por todo
lo que me das o quitas o me pones.
Y sabes, tú lo sabes, y yo también lo sé,
que formas laberintos para que me distraiga
y me quede dormida cuando llega la tarde.


Elsa López


Ya Se Acercan Las Manos...

Ya se acercan las manos,
innumerables manos,
negras manos,
a cegarme los ojos,
a detener mis piernas,
a secarme las venas,
a posarse insistentes
a lo largo del cuerpo
y dejarlo sumido en lo negro.
Harán saltar la lengua,
los dientes,
corazón y riñones,
intestino y cerebro...

Amiga de la entraña, tan lejana,
acércate un momento
y con tus juegos
distrae esta terrible oscuridad.
Dame un río de fuerza
desde el vientre,
como antaño.

Siquiera suficiente
para alejar
las manos.
Estas manos
que negras
e impertérritas
me van cercando.

"Libro de alienaciones" 1980


Clara Janés


Nacimiento

Ha llegado la noche para todos:
yo reclino la frente en esta piedra,
donde los siglos ciegamente pasan,
mientras fulgen, arriba, las estrellas.

Entre duros peñascos me arregazan
los brazos maternales de la tierra.
Soy un hombre desnudo. Hoy he nacido,
como una larga luz, en su corteza.

Ni me muero, ni sueño. Abro los ojos
y extendiendo mis manos verdaderas
toco el origen de mi ser humano,
el vientre elemental que me naciera.

Y, en la frente, la roca, su llamada,
la vida en destrucción que, ardiendo, espera
la voz de Dios, que sobre el mundo clama
y se rompe, temblando, en las estrellas.


José Luis Hidalgo


No Está El Aire Propicio

No está el aire propicio para estampar mejillas.
Se borraron la flechas que indicaban la ruta
más copiosa de pájaros para los que agonizan.
Se arrastran por los suelos nubes sin corazón
y a la garganta trepa la impostura del mundo.

No está el aire propicio para cantar tus labios,
tu nuca en desacuerdo con las leyes de fisica
ni tu pecho de interna geografia afectuosa.
Las tijeras gorjean mejor que las calandrias
y no vuelven ya nunca si remontan el vuelo
y aqui en mi cercanía tres libros se aproximan,
abiertos en la página donde muere una reina.

Qué dulce despertar el del amor que existe
y qué existencia clara la del ojo que duerme,
velado por las alas remotas de los párpados.

Pétalos de difuntas miradas, llueven, llueven
y llueven, llueven, llueven. Me sepultan los pies,
las rodillas, el vientre, la cintura, los hombros.
Van a enterrarme vivo; van a enterrarme vivo;

No está el aire propicio para soñar contigo.


Gerardo Diego


Noche

Clamo a tu vientre lívido de viento,
al corazón estrecho de tus gallos,
a sus látigos rojos, a los rayos
que acribillan tu hueco firmamento.

Busco la arista del desdoblamiento,
hurtarme fruto a mis normales tallos,
libertarme en tus ácidos caballos
y un ungir tus torres de mi advenimiento.

Si llegaras conmigo a la ondulada
alta loma del ser, donde se muta
la sangre viva en el símbolo de hielo...

Mas quién podrá parar la madrugada
alzando ya la concha de su ruta
sus rapaces de luz sobre tu vuelo.

(Laye, n° 14, junio-julio de 1951)


Carlos Barral


Destierro

Yo no soy de esta tierra.
Era ya extranjera en la distancia
del vientre de mi madre
y todo, de los pies a la alcoba me anunciaba
destierro.
Busqué de las palmeras
mi voz entre sus signos
y perforé de hachones
encendidos la amarga
región del azabache. Yo no sé
qué vuelo de planetas torcería
mi suerte.
Sobre el mudo desvío, sé que voy,
como víbora en celo, persiguiendo
el rastro de mi exilio.

No encontrará mi alma su reposo
hasta que en ti penetre
y me amanezca
y ría.

De No temerás, Torremozas, Madrid 1994


Juana Castro


Cleopatra

La vi tendida de espaldas
entre púrpura revuelta.
Estaba toda desnuda,
aspirando humo de esencias
en largo tubo, escarchado
de diamantes y de perlas.

Sobre la siniestra mano
apoyada la cabeza;
y como un ojo de tigre,
un ópalo daba en ella
vislumbres de fuego y sangre
el oro de su ancha trenza.

Tenía un pie sobre el otro
y los dos como azucenas;
y cerca de los tobillos
argollas de finas piedras,
y en el vientre un denso triángulo
de rizada y rubia seda.

En un brazo se torcía
como cinta de centellas,
un áspid de filigrana
salpicado de turquesas,
con dos carbunclos por ojos
y un dardo de oro en la lengua.

A menudo suspiraba;
y sus altos pechos eran
cual blanca leche, cuajada
dentro de dos copas griegas,
y en alabastro vertida,
sólida ya, pero aún trémula.

¡Oh! Yo hubiera dado entonces
todos mis lauros de Atenas,
por entrar en esa alcoba
coronado de violetas,
dejando ante los eunucos
mis coturnos a la puerta.


Salvador Díaz Mirón


A Safo

Porque eres canallesca, porque eres exquisita,
y porque eres perversa, y porque eres fatal,
mi carne pecadora tu carne necesita
para libar las mieles de las flores del Mal.

Porque tiene tu vientre albor de margarita,
y tus piernas, columnas de tu templo carnal,
guardan el Tabernáculo de mi hostia maldita
y ocultan el secreto de mi anhelo sensual.

Porque tus ojos glaucos, para el hombre inconstantes,
brillan faunescamente, lesbianos, inquietantes,
cuando pasa una núbil doncella junto a ti,

anhelo pecadora, tu lascivo contacto
para la complicada consumación del Acto,
¡Con la santa lujuria que está latente en mí!


Hilarión Cabrisas


Barranquilla La Nuit

Cuerpo inclemente, circundado
por un vaho de frutas, desguazándose
en la tórrida herrumbre
portuaria,
¿no eran
los labios como orquídeas
mojadas de guarapo, no tenían
los ojos mandamientos de cocuyos
y allí se enmarañaban
la excitación y la indolencia?

Mórbida efigie de esmeralda
y musgo, entrechocan sus pechos
entre la mayestática cochambre
de la noche.

Desnuda
antes que alerta y disponible,
desnuda nada más, desmemoriada
sobre un cuero de res, el vientre
húmedo de salitre y en el cuello
el amuleto pendular de un dado
cuyo rigor jamás aboliría
los tercos mestizajes del azar.

Rauda la carne y prieta
como un sesgo de iguana, surca
los fosos coloniales, deposita
en las inmediaciones del marasmo
una aromática cadencia
a maraca y sudor y marigüana,
mientras cumple el amor su ciclo
de putrefacta lozanía
en el nocturno ritual del trópico.


José Manuel Caballero Bonald


Anhelo
Anhelo,caminar tomados de la mano bajo a la luz de un firmamento de estrellas, dejar que la lluvia nos abrace sin temor a la fría brisa, mirarnos a los ojos sin esquivar la mirada, besarnos desconociendo el derredor y como bestia salvaje bramar al oído curioso cuan hermoso es este sentimiento… hacerlo de una manera inverosímil, metafórica, que transmita el murmullo de tu silencio, la trasparencia de tu mirada, el susurro de tus cabellos, los colores de tus pensamientos…
O algo más allá de lo intangible, el sabor de tus labios, el gemido que escapa de tu garganta al roce nuestra piel,
el rocío de tu feminidad, el éxtasis de tu vientre…


Daniel Navarro


Cerca Y Lejos

Más allá del pecado,
indecible, te adoro,
y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.

En el pecho, en la nuca,
te quiero.
En el cáliz secreto,
te quiero.

donde tu vientre es combo,
fugitiva tu espalda,
oloroso tu cuerpo,
te quiero.


Gabriel Celaya


Mi Rebelión

Un día partí lejos.
Cuando mi padre se olvidó
que yo tenía senos.
Callé de golpe y dije adiós.
-Decir adiós es tener
pájaros feroces en las manos-.

Me fui hacia allá
donde todo es azul
y es torrencial y fresco:
la montaña.

Iba con mi arado silencioso
y un alto sueño de tambores
en las manos.

Inmensa,
conjugada con el viento,
recorriendo la cordillera
de mi vientre,
fresca como la santalucía
que nace libre
en los parajes.

Después ya nadie
me pronuncio en las clases,
ni en mi barrio
ni en mi casa.
Solo la leyenda
de mi valija al hombro,
con mi mochila de luz
creciendo arriba
de mi espalda.

Después,
ya nunca pregunto mi padre
si yo tenía lápida,
cruz
o alguna azucena dormida
entre los dedos.


Mía Gallegos


DE BOTON TE CONVERTISTE EN ROSA
AYER ERAS UNA NIÑA
Y AHORA ERES UNA MUJER
QUE TRISTE HAS DE ESTAR
POR QUE TALVEZ TU FAMILIA
LA ESPALDA TE A DE DAR
PERO?... QUE VALENTIA LA TUYA
QUE A LA SOCIEDAD TE VAS A ENFRENTAR
Y LE DARAS EL DERECHO DE NACER
A ESE PEQUEÑO SER
EN TU VIENTRE DISTE ESPACIO
PARA ESA CRIATURA
QUE EN TI TENDRA AMOR, CARIÑO Y TERNURA
ANDA!!!... SECATE TUS LAGRIMAS
Y DEJA YA DE PENSAR EN ESE CANALLA
QUE SU COBARDIA NO LO DEJO SEGUIR
MAS ALLA Y VE Y ENFRENTA!..... TU RESPONSABILIDAD!!!
SI POR QUE TU SI ESTAS DISPUESTA....
A DEJAR TU LIBERTAD!!!
TU NO SABES LO QUE MUCHAS DARIAN
POR ESTAR EN TU LUGAR Y NO POR QUE NO QUIEREN....
SINO POR QUE NO PUEDEN...
ASI QUE LEVANTA!! LA CABEZA, BUENA SUERTE!!!
Y DIOS TE BENDIGA....
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MADRE SOLTERA!!!!!!!!!!!!!!


JULLY


Evocación

Quiero evocar los momentos idos:
La tristeza contigua
Siempre mi amiga
El caminar taciturno
¿Un encuentro oportuno?
El vértigo del vientre,
La alegría inmerecida.
La salida de la oscuridad
Un brazo con intensidad
Un ahogo imperecedero
Del amor verdadero
El beso amado…. el encuentro esperado


Diego E. Loayza G.