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Poesia a manuel belgrano ( 2 )

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Para Entonces

Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.

No escuchar los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz, triste, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: soy tuya,
aunque sepamos bien que nos traiciona.


Manuel Gutiérrez Nájera


Espera

Y tú me dices
que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.

Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que me estás esperando.

Y tú me lo dices que estás tan hecha
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.


José Manuel Caballero Bonald




Toda Tú

Toda tú eres santuario,
toda blanca;
se ha llenado tu cuerpo de designios.
Tienes la santidad de la esperanza
y la paz
generosa
de los lirios.
Toda tú eres milagro,
das tu lecho
de altas arenas
al naciente río;
enciendes en tu sangre
el claro fuego
y con tu carne pueblas el vacío.
Toda tu,
fervorosa,
temerosa,
frente a tu propio territorio vivo,
junto a los ventanales de tu alma,
bajo la blanca sombra de tu espíritu.
Toda tú,
niña,
blanca,
inmaculada,
santificada en el minuto limpio;
más mujer que la tierra,
más fecunda,
innumerable y grave
como un libro.

Cimiento de las horas,
silenciosa;
vértice de mi amor,
toda camino,
toda
inmanchable altura,
toda tiempo,
inflamada de vida,
toda
río.


Manuel José Arce


Paisaje

Igual que las antenas de los televisores
tiendo a veces mis brazos para captar tu imagen.
Frío árbol de aluminio,
Y voy por la ciudad buscándote,
llamándote,
auscultando uno a uno los canales del viento.
Se me llenan los ojos de anuncios y señales,
de violencias ajenas, de misterios vulgares.
Pero tú no apareces.
Igual que las antenas de los televisores
tiendo mis fríos brazos de aluminio
en todas direcciones
para ver si te encuentro.
Abro mi pecho acústico para oír tus palabras
que lleguen por mis brazos
al corazón sonoro.
Pero tu voz no llega.
¿Dónde estás?
¿Por dónde pasa el río tembloroso de tu imagen?
¿Dónde estás?
No te encuentro. No capto
tu huella de luciérnagas.
Y me quedo en la noche
igual que las antenas de los televisores,
con mis rígidos brazos como árbol de aluminio.


Manuel José Arce


Por Eso

Porque eres buena, inocente
como un sueño de doncella,
porque eres cándida y bella
como un nectario naciente.

Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto,
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.

Porque eres toda una esencia
de castidad y consuelo,
porque tu alma es todo un cielo
de ternura y de inocencia.

Porque al sol de tus virtudes
se mira en ti realizado
el ideal vago y soñado
de todas las juventudes;

por eso, niña hechicera,
te adoro en mi loco exceso;
por eso te amo, y por eso
te he dado mi vida entera.

Por eso a tu luz se inspira
la fe de mi amor sublime;
¡por eso solloza y gime
como un corazón mi lira!

Por eso cuando te evoca
mi afán en tus embelesos,
siento que un mundo de besos
palpita sobre mi boca.

Y por eso entre la calma
de mi existencia sombría,
mi amor no anhela más día
que el que una mi alma con tu alma.


Manuel Acuña




Ellos

Ellos no tienen lecho,
pero sus manos
son las que hicieron nuestras casas.

Ellos comen cuando pueden
pero por ellos comemos cuando queremos.

Ellos
son zapateros pero están descalzos.

Ellos nos visten pero están desnudos.

Ellos
son los dueños del aire cuando manejan alas,
mas son los limosneros del aire de la tierra.

Ellos no hablan,
tienen palabras vírgenes... Hacen nuevo lo viejo...

La mañana lo sabe y los espera...




Estoy Perdido

Profeta de mis fines no dudaba
del mundo que pintó mi fantasía
en los grandes desiertos invisibles.

Reconcentrado y penetrante, solo,
mudo, predestinado, esclarecido,
mi aislamiento profundo, mi hondo centro,
mi sueño errante y soledad hundida,
se dilataban por lo inexistente,
hasta que vacilé cuando la duda
oscureció por dentro mi ceguera.

Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo,
entre las dos tinieblas, definía
una ignorada juventud ardiente.
Encuéntrame en la noche. Estoy perdido.


Manuel Altolaguirre


Soneto

Porque dejaste el mundo de dolores
buscando en otro cielo la alegría
que aquí, si nace, solo dura un día
y eso entre sombras, dudas y temores.

Porque en pos de otro mundo y de otras flores
abandonaste esta región sombría,
donde tu alma gigante se sentía
condenada a continuos sinsabores.

Yo vengo a decir mi enhorabuena
al mandarte la eterna despedida
que de dolor el corazón me llena;

Que aunque cruel y muy triste tu partida,
si la vida a los goces es ajena,
mejor es el sepulcro que la vida.


Manuel Acuña


Un Beso Nada Más

Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa mitad del alma mía:
un solo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos... me mataría.

¡Un beso nada más! Ya su perfume
en mi alma derramándose la embriaga
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impaciente vaga.

¡Júntese con la tuya! Ya no puedo
lejos tenerla de tus labios rojos...
¡Pronto... dame tus labios! ¡Tengo miedo
de ver tan cerca tus divinos ojos!
Hay un cielo, mujer en tus abrazos,
siento de dicha el corazón opreso...
¡Oh! ¡Sosténme en la vida de tus brazos
para que no me mates con tu beso!


Manuel María Flores




Hola

Tú, que vienes caminando
desde el fondo de mi vida;
que traes como bandera
la música de tu risa;
tú que en tus ojos escondes
lo que mi alma necesita;
tú, que en mi pecho has vivido
por años como dormida
y hoy me despiertas de golpe
hasta que no da cabida
mi pequeño corazón
para esta explosión de dicha.
Eres el río al que quise
ponerle diques un día.
Hoy que subió tu corriente
ya no hay diques que resistan.
En la casa de mi pecho,
en mi sueño y mi vigilia,
en las calles de mis manos,
en la ciudad de mis días,
en la patria de mis pasos
y en el país de mi vida
ven, entra y manda: es tu reino,
tu victoria, tu conquista.


Manuel José Arce


La Brisa

A mi querido amigo J.C. Fernández

Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo.

Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?

¿O vas acaso a los nidos
de los jilgueros cantores
que en la espesura escondidos
te aguardan medio adormidos
sobre sus lechos de flores?

¿O vas anunciando acaso,
sopla del alba naciente,
al murmurar de tu paso,
que el muerto sol del ocaso
se alza un niño en Oriente?

Recoge tus leves alas,
brisa pura del Estío,
que los perfumes que exhalas
vas robando entre las galas
de las violetas del río.

Detén tu fugaz carrera
sobre las risueñas flores
de la loma y la pradera,
y ve a despertar ligera
al ángel de mis amores.

Y dile, brisa aromada,
con tu murmullo sonoro,
que ella es mi ilusión dorada,
y que en mi pecho grabada
como a mi vida la adoro.


Manuel Acuña


No me resigno a dar la despedida a tal altivo y firme sentimiento que tanto impulso y luz diera a mi vida.


Manuel Altolaguirre


El amor es un sentimiento sin significado,
se da sin pensar,se toma con agradecimiento,
pero se pierde de igual manera, sin pensar.


manuel




Soledad Sin Olvido

¡Qué pena ésta de hoy!
Haberlo dicho todo,
volcando por completo
lo que pesaba tanto,
y ver luego que todo
se queda siempre dentro,
que las palabras fueron
espejos engañosos,
cristales habitados
por fantasmas sin vida;
que todo queda dentro
con sus negras presencias,
insistentes, doliendo.


Manuel Altolaguirre


Beso

¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!


Manuel Altolaguirre


Mi Sangretantos Ríos Que Soltaronbajo Mi Piel. Mas No Sépor Qué Lo Que Me Golpeasiendo Agua Tiene Se

Viajero que dentro el pechooigo que quieres beber...¿Para qué, si eres la fuente,para qué corres con sed?

Tú galopas aquí adentrocomo queriendo llegar...¿Pero a dónde vas, viajero,si eres tú la eternidad?


Manuel del Cabral


A Un Arroyo

A mi hermano Juan de Dios Peza

Cuando todo era flores tu camino,
cuando todo era pájaros tu ambiente,
cediendo de tu curso a la pendiente
todo era en tí fugaz y repentino.

Vino el invierno con sus nieblas vino
el hielo que hoy estanca tu corriente,
y en situación tan triste y diferente
ni aún un pálido sol te da el destino.

Y así en la vida el incesante vuelo
mientras que todo es ilusión, avanza
en solo una hora cuanto mide un cielo;

Y cuando el duelo asoma en lontananza
entonces como tú cambiada en hielo
no puede reflejar ni la esperanza.


Manuel Acuña


El Huésped de Piedra

Recordando el tatuaje ritual de los marinos,
los náufragos de ojos redondos como el miedo,
firman con arañazos en mis carnes su nombre.
Pero un náufrago terco
de mar equivocado por mi sangre
arañazos me hace tan secretos
que me llena de hondas escrituras de clave.
Huésped mío,
¿qué buscas?
¿qué quieres,
que a fuerza de ser mudo me golpeas
como un odio sin puertas?
¿Qué más quieres?
¿No oíste?
¿No me oyes?
¿Son tan hondos tus ruidos?
¿Qué cincel hace tiempo le da golpes azules
a esta piedra triste tirada aquí...
mi cráneo?
Ahora tú, tú sola.

¡Oh muerte que me pones ya tan joven!


Manuel del Cabral


A Un Triste

¿Por qué de amor la barca voladora
con ágil mano detener no quieres
y esquivo menosprecias los placeres
de Venus, la impasible vencedora?

A no volver los años juveniles
huyen como saetas disparadas
por mano de invisible Sagitario;
triste vejez, como ladrón nocturno,
sorpréndenos sin guarda ni defensa,
y con la extremidad de su arma inmensa,
la copa del placer vuelca Saturno.

¡Aprovecha el minuto y el instante!
Hoy te ofrece rendida la hermosura
de sus hechizos el gentil tesoro,
y llamándote ufana en la espesura,
suelta Pomona sus cabellos de oro.

En la popa del barco empavesado
que navega veloz rumbo a Citeres,
de los amigos el clamor te nombra,
mientras, tendidas en la egipcia alfombra,
sus crótalos agitan las mujeres.

¡Deja, por fin, la solitaria playa,
y coronado de fragantes flores,
descansa en la barquilla de las diosas!
¿Qué importa lo fugaz de los amores?
¡También expiran jóvenes las rosas!


Manuel Gutiérrez Nájera


Este Jueves

Este jueves depende de tu boca.
Debes cuidarlo igual que un parque a un niño,
como cuida el otoño cada hoja
y le procura el aire necesario
para que se reúna con las otras.

Mira este jueves. No lo sabe. Míralo
acercarse a nosotros entre sombras.
y ocupar la ciudad como un ejército
que no pensara nunca en su derrota.
Será jueves en todo. Está de paso
pero quiere vivir de luces propias.
Entrará en la oficina de mañana,
a mediodía contará sus horas
y se quedará al norte de las cartas
que desde que se escriben son remotas.
Mira cómo se acerca hasta nosotros:
viste de azul y herencias sigilosas,
establece su número y su luna
¡el tiempo siendo jueves en las cosas!

Cuídalo tú que puedes, no le dejes
que tal día haga un año en la memoria.
Mira cómo se acerca a la ventana
sin saber que depende de tu boca.

Para pasar un día con nosotros
ha salido este jueves de sus sombras.


Manuel Alcántara


Contigo

No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?

Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.

¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?

En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.


Manuel Altolaguirre


Epigrama Para Fedra

Sin saber que de Lesbos practicabas
los rituales extraños,
un día gris, inadvertidamente,
puse un beso en tus labios.

Hoy sonrío en la calle y me pregunto
-tras aquel desencanto-:
¿no sienten algo al verme tus amigas,
las que indirectamente yo he besado?


Manuel José Arce


Fuga

Al ver por dónde huyes
dichoso cambiaría
las sendas interiores de tu alma
por las de alegres campos.

Que si tu fuga fuera
sobre verdes caminos
y sobre las espumas,
y te vieran mis ojos,
seguirte yo sabría.

No hacia dentro de ti,
donde te internas,
que al querer perseguirte
me doy contra los muros de tu cuerpo.

No hacia dentro de ti,
porque no estemos:
tú, pálida, escondida,
yo como ante una puerta
ante tu pecho frío.


Manuel Altolaguirre


Desde Donde Me Ciego de Vivir

Era una blanda emanación, casi
una terca oquedad de ternura,
un tibio vaho humedecido
con no sé qué tentáculos.
Abrí
los ojos, vi de cerca el peligro.
¡No, no te acerques, adorable
inmundicia, no podría vivir!
Pero se apresuraba hacia mi infancia,
me tendía su furia entre los lienzos
de la noche enemiga. Y escuché
la señal, cegué mi vida junta,
anduve a tientas hasta el cuerpo
temible y deseado.
Madre
mía, ¿me oyes, me has oído
caer, has visto mi triunfante
rendición, tú me perdonas?
La mano
balbucía allí dentro, rebuscaba
entre las telas jadeantes, iba
desprendiendo el delirio, calcinando
la desnuda razón.
Agrio desván
limítrofe, gimientes muebles
lapidarios bajo el candor malévolo
del miedo, ¿qué hacer si la memoria
se saciaba allí mismo, si no había
otra locura más para vivir?
Dulce
naufragio, dulce naufragio,
nupcial ponzoña pura del amor,
crédulo azar maldito, ¿dónde
me hundo, dónde
me salvo desde aquella noche?


José Manuel Caballero Bonald


Frío

Cuento Bohemio

La tarde era triste,
la nieve caía,
su blanco sudario
los campos cubría;
ni un ave volaba,
ni oíase rumor.

Apenas la nieve
dejando su huella,
pasaba muy triste,
muy pálida y bella,
la niña que ha sido
del valle la flor.

Llevaba en el cinto
su pobre calzado;
su hermano pequeño
que marcha a su lado
le dice: -"No sienten
la nieve tus pies?"

"Mis pies nada sienten"
-responde con calma-
"El frío que yo siento
lo llevo en el alma;
y el frío de la nieve
más duro no es".

Y dice el pequeño
que helado tirita:
-"¡Más frío que el de nieve!...
¿Cuál es, hermanita?
¡No hay otro que pueda
decirse mayor!..."

-"Aquel que de muerte
las almas taladre;
aquel que en el alma
me puso mi madre
el día que a mi esposo
me unió sin amor".


Manuel María Flores


A Una Flor

Cuando tu broche apenas se entreabría
para aspirar la dicha y el contento
¿te doblas ya y cansada y sin aliento,
te entregas al dolor y a la agonía?

¿No ves, acaso, que esa sombra impía
que ennegrece el azul del firmamento
nube es tan solo que al soplar el viento,
te dejará de nuevo ver el día?...

¡Resucita y levántate!... Aún no llega
la hora de que en el fondo de tu broche
des cabida al pesar que te doblega.

Injusto para el sol es tu reproche,
que esa sombra que pasa y que te ciega,
es una sombra, pero aún no es la noche.


Manuel Acuña




Barranquilla La Nuit

Cuerpo inclemente, circundado
por un vaho de frutas, desguazándose
en la tórrida herrumbre
portuaria,
¿no eran
los labios como orquídeas
mojadas de guarapo, no tenían
los ojos mandamientos de cocuyos
y allí se enmarañaban
la excitación y la indolencia?

Mórbida efigie de esmeralda
y musgo, entrechocan sus pechos
entre la mayestática cochambre
de la noche.

Desnuda
antes que alerta y disponible,
desnuda nada más, desmemoriada
sobre un cuero de res, el vientre
húmedo de salitre y en el cuello
el amuleto pendular de un dado
cuyo rigor jamás aboliría
los tercos mestizajes del azar.

Rauda la carne y prieta
como un sesgo de iguana, surca
los fosos coloniales, deposita
en las inmediaciones del marasmo
una aromática cadencia
a maraca y sudor y marigüana,
mientras cumple el amor su ciclo
de putrefacta lozanía
en el nocturno ritual del trópico.


José Manuel Caballero Bonald


Si Solo Pudiera Verte

Si solo pudiera verte
y solo escuchar tu risa.

Si solo fuera la brisa
que en tu pelo se divierte.

Si solo fuera el inerte
ladrillo que tu pie pisa

o el agua que se desliza
sobre ti sin conocerte.

Si solo fuera el no verte,
mas sin la muerte y la prisa.


Manuel José Arce


Amanecer

Una vez más reaparece
el día de ayer, ya dado
por muerto y por enterrado.
Otra vez desaparece

el silencio y me amanece
otra vez a nuestro lado.
No sé si será pecado.
A mí no me lo parece.

En este día cualquiera
párate a ver cómo canta,
antes que me vaya fuera,

mi corazón en tu mano
y tu boca en mi garganta
por la mañana temprano.


Manuel Alcántara


Para El Álbum

El verso es ave: busca entumecido
follaje espeso y resplandores rojos:
¿Qué nido más caliente que tu nido?
¿Qué sol más luminoso que tus ojos?


Manuel Gutiérrez Nájera


Amor Oscuro

Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno...
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.


Manuel Altolaguirre


Vete

Mi sueño no tiene sitio
para que vivas. No hay sitio.
Todo es sueño. Te hundirías.
Vete a vivir a otra parte,
tú que estás viva. Si fueran
como hierro o como piedra
mis pensamientos, te quedarías.
Pero son fuego y son nubes,
lo que era el mundo al principio
cuando nadie en él vivía.
No puedes vivir. No hay sitio.
Mis sueños te quemarían.


Manuel Altolaguirre


Te Quiero

Un lago en una isla
eso es tu amor por mí,
y mi amor te rodea
como un inmenso mar
de silencios azules;
pero tienen también
tus grandezas ocultas.
Soy un niño de sal
sobre tu falda;
me sostienen tus prados
submarinos,
eres frondosa cumbre,
eminencia visible
de tu tierra profunda.
Me enriquecen los ríos,
y tu amor, ese lago
corazón de la isla,
es la fuente de todas
las líquidas comarcas.
Te haces querer. Te quiero.
Mira mis blancas olas.


Manuel Altolaguirre


A Rosario

Esta hoja arrebatada a una corona
que la fortuna colocó en mi frente
entre el aplauso fácil e indulgente
con que el primer ensayo se perdona.

Esta hoja de un laurel que aún me emociona
como en aquella noche, dulcemente,
por más que mi razón comprende y siente
que es un laurel que el mérito no abona.

Tú la viste nacer, y dulce y buena
te estremeciste como yo al encanto
que produjo al rodar sobre la escena;

Guárdala y de la ausencia en el quebranto,
que te recuerde de mis besos, llena,
al buen amigo que te quiere tanto.


Manuel Acuña


La Ausencia Del Olvido

A Lola

Iba llorando la Ausencia
Con el semblante abatido
Cuando se encontró en presencia
Del Olvido,
Que al ver su faz marchitada,
Le dijo con voz turbada:
Sin colores,
-"Ya no llores niña bella,
ya no llores.
Que si tu contraria estrella
Te oprime incansable y ruda
Yo te prometo mi ayuda
Contra tu mal y contra ella".

Oyó la Ausencia llorando
La propuesta cariñosa,
Y los ojos enjugando
Ruborosa,
-"Admito desde el momento
buen anciano".
Le dijo con dulce acento.
"Admito lo que me ofreces
y que en vano
he buscado tantas veces,
yo que triste y sin ventura,
la copa de la amargura
he apurado hasta las heces"

Desde entonces, Lola bella,
Cariñosa y anhelante
Vive el Olvido con ella,
Siempre amante;
Y la Ausencia ya ni gime,
Ni doliente
Recuerda el mal que la oprime;
Que un amor ha concebido
Tan ardiente
Por el anciano querido,
Que si sus penas resiste,
Suspira y llora muy triste
Cuando la deja el Olvido.


Manuel Acuña


Trino

Quiero vivir para siempre
en torre de tres ventanas,
donde tres luces distintas
den una luz a mi alma.

Tres personas y una luz
en esa torre tan alta.

Aquí abajo, entre los hombres,
donde el bien y el mal batallan,
el dos significa pleito,
el dos indica amenaza.

Quiero vivir para siempre
en torre de tres ventanas.


Manuel Altolaguirre


Vivo Allí Donde Estuve

Desde un lugar que aprendo
a recorrer cada mañana, vuelvo
sobre mis pasos y te espero
allí donde estoy solo.

Matinal
ofertorio del sueño, escribo el nombre
de tu vida, te vas desentrañando
entre las hoscas hojas traicionadas
en la noche. Eres la reclusión
donde me sacio, el acuciante
azar en que te tengo
cada día, amor propiciatorio que reúne
lo perdido.

Vivo allí donde estuve,
junto al mar delirante, libre
velocidad inmóvil orillada
de fuego, bosque lustral
de la alegría.

¿Qué me queda
de aquel itinerario, habitaciones
clandestinas, bautismales refugios
de única verdad, qué me queda
detrás del sortilegio? Ser
feliz un instante y perderte, mientras
vuelvo sobre mis pasos cada día.


José Manuel Caballero Bonald


Siempre A Ti

(Fragmento)

¡Si pudiera olvidarte! ¡Si pudiera
borrar del pensamiento tu memoria,
ha largo tiempo que arrancado hubiera
la página más triste de mi historia!

¡Mas no!... Si yo jamás quiero olvidarte,
aunque me cause tu desdén dolores!
¡Yo siempre quiero con locura amarte,
y morir cuando mueran mis amores!

Yo no quiero las sombras del olvido
del alma que muere fúnebre sudario;
por más que el corazón solloce herido,
quiero tocar la cumbre del calvario.

Despréciame, aborrece, si lo quieres,
este amor que encendiste, vida mía,
el triste corazón que siempre hieres
morirá bendiciendo su agonía.

Por eso siempre a tí vuela mi acento,
por eso el alma con amor te nombra;
quiero regar tus huellas con mi llanto,
y quiero darte mi alma por alfombra.


Manuel Gutiérrez Nájera


Si d casualidad ste fuese la ultima vez q ns escribierams q?
Que m dirias?
que m admitirias?
que m knfesarias?
Aq t arriesgarias?
Q harias?


manuel gonzález


Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.


luxy Manuel Acuña