Poesia cortas ( 20 )
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MI SENTIR …
Hay días en que nada parece fluir..
La pena y la tristeza invaden y hacen sufrir..
Cierras los ojos y las lágrimas empiezan a fluir..
buscando en el rostro un camino para uir..
El corazón me late fuerte queriéndose salir..
Esperando que mi amada comprenda mi sentir...
Hay días en que nada parece fluir..
La pena y la tristeza invaden y hacen sufrir..
Cierras los ojos y las lágrimas empiezan a fluir..
buscando en el rostro un camino para uir..
El corazón me late fuerte queriéndose salir..
Esperando que mi amada comprenda mi sentir...
jcmbambino
Porque Sí
Pececito esquivo,
caballito que monto,
delicia que no nombro,
y quiero, quiero, quiero.
Cuando te beso, acierto;
cuando te toco, creo;
si te acaricio mido
mi infinito deseo.
Mas te prolongas lejos;
eres más, eres lo otro,
lo que nunca apreso
aunque te toco y beso.
siempre un poco esquiva,
siempre resbalada,
tú, que nunca entiendo,
y quiero, quiero, quiero.
Pececito esquivo,
caballito que monto,
delicia que no nombro,
y quiero, quiero, quiero.
Cuando te beso, acierto;
cuando te toco, creo;
si te acaricio mido
mi infinito deseo.
Mas te prolongas lejos;
eres más, eres lo otro,
lo que nunca apreso
aunque te toco y beso.
siempre un poco esquiva,
siempre resbalada,
tú, que nunca entiendo,
y quiero, quiero, quiero.
Gabriel Celaya
Lloro cuando no debo llorar por ti
Lloro cada ves que recuerdo tu cuerpo
cada ves que me besas en la memoria
cuando me gana tu ausencia
cuando apareces en mi mente y mi corazón quiere tocarte.
Golpea mi puerta con tus manos
vuelve a estar enamorado
ven a mi vida nuevamente
abrázame fuerte, bésame húmedo
ánclame a tu corazón.
Lloro cada ves que recuerdo tu cuerpo
cada ves que me besas en la memoria
cuando me gana tu ausencia
cuando apareces en mi mente y mi corazón quiere tocarte.
Golpea mi puerta con tus manos
vuelve a estar enamorado
ven a mi vida nuevamente
abrázame fuerte, bésame húmedo
ánclame a tu corazón.
nachitha
Sabía Que Vendrías.
Que tu barca de acero encallaría en el fondo
entre las plataneras.
Que subirías la cuesta hilada de mocanes
por aquel caminito en forma de culebra.
Que primero llegaría tu cabeza,
luego el cuello,
los hombros,
tu espalda contra el risco y los dragos del lomo,
el beso adormecido.
Te quiero, me dirías.
Que tu barca de acero encallaría en el fondo
entre las plataneras.
Que subirías la cuesta hilada de mocanes
por aquel caminito en forma de culebra.
Que primero llegaría tu cabeza,
luego el cuello,
los hombros,
tu espalda contra el risco y los dragos del lomo,
el beso adormecido.
Te quiero, me dirías.
Elsa López
Ghetto
Denso es el aire aquí. Y tibio. Lo respiro
entre casas que quiebran su fachada en el agua.
Un gato mansamente se me enreda en las piernas
y me retiene inmóvil delante de Yahveh.
De "El coleccionista" 1979
Denso es el aire aquí. Y tibio. Lo respiro
entre casas que quiebran su fachada en el agua.
Un gato mansamente se me enreda en las piernas
y me retiene inmóvil delante de Yahveh.
De "El coleccionista" 1979
MarÃa Victoria Atencia
X
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
Gustavo Adolfo Becquer
Casida Del Sediento
Arena del desierto
soy, desierto de sed.
Oasis es tu boca
donde no he de beber.
Boca: Oasis abierto
a todas las arenas del desierto.
Húmedo punto en medio
de un mundo abrasador
el de tu cuerpo, el tuyo,
que nunca es de los dos.
Cuerpo: pozo cerrado
a quien la sed y el sol han calcinado.
Arena del desierto
soy, desierto de sed.
Oasis es tu boca
donde no he de beber.
Boca: Oasis abierto
a todas las arenas del desierto.
Húmedo punto en medio
de un mundo abrasador
el de tu cuerpo, el tuyo,
que nunca es de los dos.
Cuerpo: pozo cerrado
a quien la sed y el sol han calcinado.
Miguel Hernández
Calles
Calles de una ciudad que desconozco
con poca gente y viento y lluvia gris.
Espero a quien no llega mientras altas
se encienden luces en ventanas solas
y una mujer pasea en una esquina.
Hay ojos que me miran un instante
y no saben leer palabras que no digo:
"Dame otro nombre, cambia mi destino".
De "Autorretrato de desconocido" 1979
Calles de una ciudad que desconozco
con poca gente y viento y lluvia gris.
Espero a quien no llega mientras altas
se encienden luces en ventanas solas
y una mujer pasea en una esquina.
Hay ojos que me miran un instante
y no saben leer palabras que no digo:
"Dame otro nombre, cambia mi destino".
De "Autorretrato de desconocido" 1979
José Luis GarcÃa MartÃn
Soledad Sin Olvido
¡Qué pena ésta de hoy!
Haberlo dicho todo,
volcando por completo
lo que pesaba tanto,
y ver luego que todo
se queda siempre dentro,
que las palabras fueron
espejos engañosos,
cristales habitados
por fantasmas sin vida;
que todo queda dentro
con sus negras presencias,
insistentes, doliendo.
¡Qué pena ésta de hoy!
Haberlo dicho todo,
volcando por completo
lo que pesaba tanto,
y ver luego que todo
se queda siempre dentro,
que las palabras fueron
espejos engañosos,
cristales habitados
por fantasmas sin vida;
que todo queda dentro
con sus negras presencias,
insistentes, doliendo.
Manuel Altolaguirre
Beso
¡Qué sola estabas por dentro!
Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.
Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.
Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.
¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!
¡Qué sola estabas por dentro!
Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.
Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.
Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.
¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!
Manuel Altolaguirre
Xliv
Dices que tienes corazón, y solo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.
Dices que tienes corazón, y solo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.
Gustavo Adolfo Becquer
Los Relicarios Dulces
Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una corriente más;
alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos... Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía... Tan dúctil era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...
Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una corriente más;
alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos... Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía... Tan dúctil era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...
Delmira Agustini
Un Ángel Gótico
Inmóvil, claramente
inhumano en la
pura catedral
vive un ángel.
Un ángel no tiene ojos.
Un ángel no tiene sangre.
Él no vive en la vida, él no vive
en la muerte, él está
vivo en la belleza.
Inmóvil, claramente
inhumano en la
pura catedral
vive un ángel.
Un ángel no tiene ojos.
Un ángel no tiene sangre.
Él no vive en la vida, él no vive
en la muerte, él está
vivo en la belleza.
Antonio Gamoneda
Soñando...
Soñando,
tibia su lengua para mis pestañas que renacen.
Ilusoria blancura de los dientes al mártir contraluz
de su sangre y sus labios.
Soñando,
tibia su lengua para mis pestañas que renacen.
Ilusoria blancura de los dientes al mártir contraluz
de su sangre y sus labios.
Almudena Guzmán
Para Nada
Trabajé el aire
se lo entregué al viento:
voló, se deshizo,
se volvió silencio.
Por el ancho mar,
por los altos cielos,
trabajé la nada,
realicé el esfuerzo,
perforé la luz
ahondé el misterio.
Para nada, ahora,
para nada, luego;
humo son mis obras,
cenizas mis hechos.
...Y mi corazón
que se queda en ellos.
Trabajé el aire
se lo entregué al viento:
voló, se deshizo,
se volvió silencio.
Por el ancho mar,
por los altos cielos,
trabajé la nada,
realicé el esfuerzo,
perforé la luz
ahondé el misterio.
Para nada, ahora,
para nada, luego;
humo son mis obras,
cenizas mis hechos.
...Y mi corazón
que se queda en ellos.
Ãngel González
Quiero Ser Todo En El Amor
Quiero ser todo en el amor
el amante
la amada
el vértigo
la brisa
el agua que refleja
y esa nube blanca
vaporosa
indecisa
que nos cubre un instante.
Quiero ser todo en el amor
el amante
la amada
el vértigo
la brisa
el agua que refleja
y esa nube blanca
vaporosa
indecisa
que nos cubre un instante.
Claribel AlegrÃa
Mi Sangretantos Ríos Que Soltaronbajo Mi Piel. Mas No Sépor Qué Lo Que Me Golpeasiendo Agua Tiene Se
Viajero que dentro el pechooigo que quieres beber...¿Para qué, si eres la fuente,para qué corres con sed?
Tú galopas aquí adentrocomo queriendo llegar...¿Pero a dónde vas, viajero,si eres tú la eternidad?
Viajero que dentro el pechooigo que quieres beber...¿Para qué, si eres la fuente,para qué corres con sed?
Tú galopas aquí adentrocomo queriendo llegar...¿Pero a dónde vas, viajero,si eres tú la eternidad?
Manuel del Cabral
Y Nunca Te Canté
¡Y nunca te canté! Con graves
palabras me dirás: «Yo no te inspiro».
No, no es que falte inspiración, tú sabes,
es que las cosas que a decirte aspiro
son de aquellas tan hondamente suaves
que, menos que una voz, son un suspiro.
¡Y nunca te canté! Con graves
palabras me dirás: «Yo no te inspiro».
No, no es que falte inspiración, tú sabes,
es que las cosas que a decirte aspiro
son de aquellas tan hondamente suaves
que, menos que una voz, son un suspiro.
Juan Lozano y Lozano
Sabrás
Sabrás que me has tenido por tenerte,
por saberte por fin fijo en tu adentro.
Sabrás lo que se sabe al encontrarse.
Y me sabrás después, desde el lejano
imposible-jamás, río perdido.
Ignorado final a cara o cruz.
Te esperaré en ayer, en hoy, en blanco.
¿Cómo explicar en el «adiós» mañana?
Si algo se puede hacer, cuenta conmigo.
Sabrás que me has tenido por tenerte,
por saberte por fin fijo en tu adentro.
Sabrás lo que se sabe al encontrarse.
Y me sabrás después, desde el lejano
imposible-jamás, río perdido.
Ignorado final a cara o cruz.
Te esperaré en ayer, en hoy, en blanco.
¿Cómo explicar en el «adiós» mañana?
Si algo se puede hacer, cuenta conmigo.
Concha Lagos
Los Reyes Rojos
Desde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.
Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.
Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.
Desde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.
Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.
Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.
José MarÃa Eguren
Intimidad
La noche vuelve secreta
a tantear mi cuerpo,
me penetra lenta y suave
me abro
como una flor nocturna.
La noche vuelve secreta
a tantear mi cuerpo,
me penetra lenta y suave
me abro
como una flor nocturna.
Orietta Lozano
El Centro Del Amor
El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.
El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.
Roberto Juarroz
Siempre Hay Un Intruso
Una mirada a veces
un gesto entorpecido
una frase
un olor
el beso que al unirnos
nos separa.
Una mirada a veces
un gesto entorpecido
una frase
un olor
el beso que al unirnos
nos separa.
Claribel AlegrÃa
Primer Violín
Largamente, hasta tu pie
se azula el mar ya desierto,
y la luna es de oro muerto
en la tarde rosa té.
Al soslayo de la luna
recio el gigante trabaja,
susurrándote en voz baja
los ensueños de la luna.
Y en la lenta palpitación,
más grave ya con la sombra,
viene a tenderte la alfombra
su melena de león.
Largamente, hasta tu pie
se azula el mar ya desierto,
y la luna es de oro muerto
en la tarde rosa té.
Al soslayo de la luna
recio el gigante trabaja,
susurrándote en voz baja
los ensueños de la luna.
Y en la lenta palpitación,
más grave ya con la sombra,
viene a tenderte la alfombra
su melena de león.
Leopoldo Lugones
Dime
Dime desde allá abajo
la palabra te quiero.
¿Hablas bajo la tierra?
Hablo con el silencio.
¿Quieres bajo la tierra?
Bajo la tierra quiero
porque hacia donde corras
quiere correr mi cuerpo.
Ardo desde allí abajo
y alumbro tus recuerdos.
Dime desde allá abajo
la palabra te quiero.
¿Hablas bajo la tierra?
Hablo con el silencio.
¿Quieres bajo la tierra?
Bajo la tierra quiero
porque hacia donde corras
quiere correr mi cuerpo.
Ardo desde allí abajo
y alumbro tus recuerdos.
Miguel Hernández
Bienvenida
Bienvenida al palacio de la duda,
a la casa del miedo.
Cómo echaban de menos tus pisadas
las baldosas del barrio.
"El hacha y la rosa" 1993
Bienvenida al palacio de la duda,
a la casa del miedo.
Cómo echaban de menos tus pisadas
las baldosas del barrio.
"El hacha y la rosa" 1993
Luis Alberto de Cuenca
Giro
Como la tarde
que posó una mínima
caricia en tu desnudo,
o el sol dando en tu vientre;
como la tarde toda desprendida
sobre tu seno blanco;
como la tarde me detengo absorto
en la maleza débil de tu voz
y giro en torno a ti,
como la tarde,
deshaciendo este lecho
que ahora esconde en su entraña
tu delirio.
Como la tarde
que posó una mínima
caricia en tu desnudo,
o el sol dando en tu vientre;
como la tarde toda desprendida
sobre tu seno blanco;
como la tarde me detengo absorto
en la maleza débil de tu voz
y giro en torno a ti,
como la tarde,
deshaciendo este lecho
que ahora esconde en su entraña
tu delirio.
José Lupiáñez
Nosotros
Tu olor a hombre
pasea por mi cuerpo
Tus manos ásperas
calientes
seguras
Mi abandono mi éxtasis
El tuyo
De "Pulso interno"
Tu olor a hombre
pasea por mi cuerpo
Tus manos ásperas
calientes
seguras
Mi abandono mi éxtasis
El tuyo
De "Pulso interno"
MarÃa Clara González
Madrigal
Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Esa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.
Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.
Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Esa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.
Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.
Nicolás Guillén
Me Estás Enseñando
Me estás enseñando a amar.
Yo no sabía.
Amar es no pedir, es dar,
noche tras día.
La Noche ama al Día, el claro
ama a la Oscura.
Qué amor tan perfecto y tan raro.
Tú mi ventura.
El Día a la Noche alza, besa
sólo un instante.
la Noche al Día -alba, promesa-
beso de amante.
Me estás enseñando a amar.
Yo no sabía.
Amar es no pedir, es dar.
Mi alma, vacía.
Me estás enseñando a amar.
Yo no sabía.
Amar es no pedir, es dar,
noche tras día.
La Noche ama al Día, el claro
ama a la Oscura.
Qué amor tan perfecto y tan raro.
Tú mi ventura.
El Día a la Noche alza, besa
sólo un instante.
la Noche al Día -alba, promesa-
beso de amante.
Me estás enseñando a amar.
Yo no sabía.
Amar es no pedir, es dar.
Mi alma, vacía.
Gerardo Diego
Mar Ideal
Los dos vamos nadando
-agua de flores o de hierro-
por nuestras dobles vidas.
-Yo, por la mía y por la tuya;
tú, por la tuya y por la mía-.
De pronto, tú te ahogas en tu ola,
yo en la mía; y, sumisas,
tu ola, sensitiva, me levanta,
te levanta la mía, pensativa.
Los dos vamos nadando
-agua de flores o de hierro-
por nuestras dobles vidas.
-Yo, por la mía y por la tuya;
tú, por la tuya y por la mía-.
De pronto, tú te ahogas en tu ola,
yo en la mía; y, sumisas,
tu ola, sensitiva, me levanta,
te levanta la mía, pensativa.
Juan Ramón Jiménez
Anomalía
No paseo. Ni ando. Voy a casa.
Cayó del monedero el bono-bus
y tengo cinco duros. Ni para
cerveza me queda. Te amé
escrupulosamente. Iba
a charcuterías y te invitaba
a cenar. Eso era una muestra
evidente de mi ternura. No
tengo nada. Nada.
1993
No paseo. Ni ando. Voy a casa.
Cayó del monedero el bono-bus
y tengo cinco duros. Ni para
cerveza me queda. Te amé
escrupulosamente. Iba
a charcuterías y te invitaba
a cenar. Eso era una muestra
evidente de mi ternura. No
tengo nada. Nada.
1993
Concha GarcÃa
Noche de Las Sirenas
Sombras por las esquinas de la noche,
luna roja de sangre, ojo colérico,
que desde el aguacero nos contempla.
Noche de las sirenas, mar de invierno,
luces lejanas figurando astros,
lluvia en el rostro, pesadumbre amarga.
Bajo los altos arcos de la niebla
pasan los catafalcos de los buques,
purpúreos y solemnes, silenciosos...
Sombras por las esquinas de la noche,
luna roja de sangre, ojo colérico,
que desde el aguacero nos contempla.
Noche de las sirenas, mar de invierno,
luces lejanas figurando astros,
lluvia en el rostro, pesadumbre amarga.
Bajo los altos arcos de la niebla
pasan los catafalcos de los buques,
purpúreos y solemnes, silenciosos...
José Lupiáñez
Te Quiero Porque Un Día ...
A Alexis Amador
Te quiero porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o he perdido el oriente.
A Alexis Amador
Te quiero porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o he perdido el oriente.
Elsa López
Destino
Por mi culpa , mujer, por mis inviernos,
muchas veces tu cara se humedece de lágrimas.
Pero también por culpa de Dios, frecuentemente,
el rostro de la tarde se humedece de lluvia.
Por mi culpa , mujer, por mis inviernos,
muchas veces tu cara se humedece de lágrimas.
Pero también por culpa de Dios, frecuentemente,
el rostro de la tarde se humedece de lluvia.
Carlos Castro Saavedra
Desde La Sala de Estar
porque en algún lugar tiene que situarse una
o en alguna parte, a veces
en la sala, otras en un recuento
de días y noches como bolas mágicas
sin contenido especial
bolas redondas y chatas en los extremos.
porque en algún lugar tiene que situarse una
o en alguna parte, a veces
en la sala, otras en un recuento
de días y noches como bolas mágicas
sin contenido especial
bolas redondas y chatas en los extremos.
Concha GarcÃa
Buenas Noches, Aquiles
Ahora sí que te dimos en el talón
La muerte de la que huyas
Correrá acompasadamente a tu lado
Buenas noches, Aquiles
Ahora sí que te dimos en el talón
La muerte de la que huyas
Correrá acompasadamente a tu lado
Buenas noches, Aquiles
Enrique Lihn
Elegía
Nunca, como a tu lado, fui de piedra.
Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado.
Nunca, como a tu lado, fui de piedra.
Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado.
Rosario Castellanos
Olvido
Por fin crucé la puerta
que confunde
recuerdos con cenizas
Tu silueta se yergue
ante mí
estática
vacía
Hoy
ya me fue imposible
recobrar tu sonrisa
De "Pulso interno"
Por fin crucé la puerta
que confunde
recuerdos con cenizas
Tu silueta se yergue
ante mí
estática
vacía
Hoy
ya me fue imposible
recobrar tu sonrisa
De "Pulso interno"
MarÃa Clara González
Subo...
Subo.
Bajo escalones.
Pero esta angustia atrancándoseme en la piel como una
cremallera rota,
tampoco cede al sudor.
Y ya todo el sueño es un inmenso garaje de copas vacías
que el agudo de su ausencia con mi grito rompe.
Subo.
Bajo escalones.
Pero esta angustia atrancándoseme en la piel como una
cremallera rota,
tampoco cede al sudor.
Y ya todo el sueño es un inmenso garaje de copas vacías
que el agudo de su ausencia con mi grito rompe.
Almudena Guzmán