Pronto ( 3 )
Pronto. Encuentra docenas de pronto con fotos para copiar y compartir.
Aprendí pronto que al emigrar se pierden las muletas que han servido de sostén hasta entonces, hay que comenzar desde cero, porque el pasado se borra de un plumazo y a nadie le importa de dónde uno viene o qué ha hecho antes.
Isabel Allende
Amo En Ti
Amo en ti lo que en otros
hubiera despreciado:
tus pasos algo tardos,
tus pies casi pesados;
tu cabeza inclinada hacia la frente;
tu madurez,
y tu cansancio.
Amo el gesto de tus labios,
tus sonrisas,
trago a trago.
Tu traje también lo amo:
es tu presencia;
sus arrugas son la marca
de tus luchas.
Tus zapatos son un signo de mi espera,
cuando van tristemente hacia tus calles.
¿Por qué tienes
las manos desatadas?
¿Quieres llevar la frente levantada
y estar firme,
y regresar a tu voz
hoy, y mañana,
con la misma palabra
decantada?
Te hallarías
inundado de fango,
enturbiadas tus manos,
y los hombros
agobiados de pronto por un peso
acerbo
tan intenso
que te arrastraría encadenado hacia los años
venideros.
Un sabor cáustico de acíbar
purifica mis labios.
Tengo envenenada la garganta.
Gritaría con rabia,
tumbaría mis puertas, mis techos, mis aldabas,
destruiría sin conciencia mi casa y tu casa,
para romper las ataduras
de tu alianza.
Pero sería la derrota de lo que vale adentro,
y estarías
empequeñecido por ti frente a tus ojos,
débil para la lucha de los odios
no tan grande, no tan fiero, no tan alto,
cuando tu cruz se levante
sobre el altar de tus años.
Amo en ti lo que en otros
hubiera despreciado:
tus pasos algo tardos,
tus pies casi pesados;
tu cabeza inclinada hacia la frente;
tu madurez,
y tu cansancio.
Amo el gesto de tus labios,
tus sonrisas,
trago a trago.
Tu traje también lo amo:
es tu presencia;
sus arrugas son la marca
de tus luchas.
Tus zapatos son un signo de mi espera,
cuando van tristemente hacia tus calles.
¿Por qué tienes
las manos desatadas?
¿Quieres llevar la frente levantada
y estar firme,
y regresar a tu voz
hoy, y mañana,
con la misma palabra
decantada?
Te hallarías
inundado de fango,
enturbiadas tus manos,
y los hombros
agobiados de pronto por un peso
acerbo
tan intenso
que te arrastraría encadenado hacia los años
venideros.
Un sabor cáustico de acíbar
purifica mis labios.
Tengo envenenada la garganta.
Gritaría con rabia,
tumbaría mis puertas, mis techos, mis aldabas,
destruiría sin conciencia mi casa y tu casa,
para romper las ataduras
de tu alianza.
Pero sería la derrota de lo que vale adentro,
y estarías
empequeñecido por ti frente a tus ojos,
débil para la lucha de los odios
no tan grande, no tan fiero, no tan alto,
cuando tu cruz se levante
sobre el altar de tus años.
Orietta Lozano
Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo.
León Felipe
Tenemos que aprender a no asombrarnos de habernos encontrado, de que la vida pueda estar de pronto en el silencio o la mirada.
Julia Prilutzky
La novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto.
Berthold Auerbach
Las Mujeres de Antes
En los Paseos junto al mar
en las sillas de mimbre de los bares
reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo
fumando cigarrillos atrevidos y exóticos
vestidas de colores muy decentes
o en lugares cerrados y más íntimos
mirándose al espejo
retocando sus labios y empolvándose
las mujeres de antes parecían irreales
eran como otra cosa algo distinto
pero cuando nos daban caramelos
o las fotografiaban de perfil
todos todos sabíamos que aquello se acababa
que no podía ser
que la hermosa película no iba a continuar siempre
y que la extraña joya que al parecer tenían
escondida en los pliegues del escote
o quizás entre las piernas
iba a volverse pronto mercancía barata
que ellas eran como nosotros
con sus deseos y melancolías
con sus trabajos y su desengaño.
Y entonces ¿para qué fingirse diosas
si ni ellas lo querían
y para qué tanto suspiro absurdo
tanta mano bellísima frotando en solitario
tanto dedo en saliva
si de la fiesta aquella solo iban a quedar
algunos viejos cuadros y montones de cajas de sombreros
llenas de fotos ocres junto a discos partidos?
En los Paseos junto al mar
en las sillas de mimbre de los bares
reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo
fumando cigarrillos atrevidos y exóticos
vestidas de colores muy decentes
o en lugares cerrados y más íntimos
mirándose al espejo
retocando sus labios y empolvándose
las mujeres de antes parecían irreales
eran como otra cosa algo distinto
pero cuando nos daban caramelos
o las fotografiaban de perfil
todos todos sabíamos que aquello se acababa
que no podía ser
que la hermosa película no iba a continuar siempre
y que la extraña joya que al parecer tenían
escondida en los pliegues del escote
o quizás entre las piernas
iba a volverse pronto mercancía barata
que ellas eran como nosotros
con sus deseos y melancolías
con sus trabajos y su desengaño.
Y entonces ¿para qué fingirse diosas
si ni ellas lo querían
y para qué tanto suspiro absurdo
tanta mano bellísima frotando en solitario
tanto dedo en saliva
si de la fiesta aquella solo iban a quedar
algunos viejos cuadros y montones de cajas de sombreros
llenas de fotos ocres junto a discos partidos?
José AgustÃn Goytisolo
Golondrinas
Que me busquen mañana.
Hoy tengo cita con las golondrinas.
En las plumas mojadas por la primera lluvia
llega el mensaje fresco de los nidos celestes.
La luz anda buscando un escondite.
Las ventanas voltean páginas fulgurantes
que se apagan de pronto en vagas profecías.
Mi conciencia fue ayer un país fértil.
Hoyes campo de rocas.
Me resigno al silencio
pero comprendo el grito de los pájaros
el grito gris de angustia
ante la luz ahogada por la primera lluvia.
Que me busquen mañana.
Hoy tengo cita con las golondrinas.
En las plumas mojadas por la primera lluvia
llega el mensaje fresco de los nidos celestes.
La luz anda buscando un escondite.
Las ventanas voltean páginas fulgurantes
que se apagan de pronto en vagas profecías.
Mi conciencia fue ayer un país fértil.
Hoyes campo de rocas.
Me resigno al silencio
pero comprendo el grito de los pájaros
el grito gris de angustia
ante la luz ahogada por la primera lluvia.
Jorge Carrera Andrade
Piedra de Horno
La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.
Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegan tus manos en su órbita
de aguardiente de caña;
tus pies de lento azúcar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible y tu cintura
de abierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando -no sé, me lo imagino-, gimiendo
-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende de tu pelo,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.
Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fría de lluvia y de silencio.
La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.
Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegan tus manos en su órbita
de aguardiente de caña;
tus pies de lento azúcar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible y tu cintura
de abierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando -no sé, me lo imagino-, gimiendo
-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende de tu pelo,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.
Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fría de lluvia y de silencio.
Nicolás Guillén
Cuando me esté retratando en tus pupilas de fuego, cierra de pronto los ojos por ver si me coges dentro.
Salvador Rueda
Quien se permite hablar en público tiene el deber, tan pronto modifique sus opiniones, de contradecirse también en público.
Friedrich Nietzsche
La que ayer fue capullo, es rosa ya, y pronto agostará rosas y plantas el calor estival.
RosalÃa De Castro
Podemos observar en la república de los perros que todo el Estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual lo reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía, o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía.
Jonathan Swift
La facultad del oído es una cosa sensible: muy pronto se sacia y al poco tiempo se cansa y aburre.
Martin Lutero
¿Quién capitulará más pronto: el que necesita las cosas difíciles o quien se sirve de lo que buenamente pueda hallar?
Sócrates
Amanecer
Imagínate tú...
Imagínatelo tú por un momento.
R. A.
La estrella aún flotaba en las aguas.
Río abajo, a la noche del mar, la llevó la corriente.
Y de pronto la mágica música errante en la sombra
se apagó, sin dolor, en el fresco silencio silvestre.
Imagínate tú, piensa solo un instante,
piensa solo un instante que el alma comienza a caerse.
(Las hojas, el canto del agua que solo tú escuchas:
maravilloso silencio que pone en las tuyas su mano evidente.)
Piensa solo un instante que has roto los diques y flotas sin
tiempo en la noche,
que eres carne de sombra, recuerdo de sombra; que sombra
tan solo te envuelve.
Piensa conmigo «¡tan bello era todo, tan nuestro era todo, tan
vivo era todo,
antes que todo se desvaneciese!»
Imagínate tú que hace siglos que has muerto.
No te preguntan las cosas, si pasas, quién eres.
Procura un instante pensar que tus brazos no pesan.
Son nada más que dos cañas, dos gotas de lluvia, dos
humos calientes.
(¡Tan bello era todo, tan nuestro era todo, tan vivo era todo!)
Y cuando creas que todo ante ti perfecciona su muerte,
abre los ojos:
El trágico hachero saltaba los montes,
llevaba una antorcha en la mano, incendiaba los bosques nacientes.
El río volvía a mojar las orillas que dan a tu vida.
El prodigio era tuyo y te hacías así vencedor de la muerte.
Imagínate tú...
Imagínatelo tú por un momento.
R. A.
La estrella aún flotaba en las aguas.
Río abajo, a la noche del mar, la llevó la corriente.
Y de pronto la mágica música errante en la sombra
se apagó, sin dolor, en el fresco silencio silvestre.
Imagínate tú, piensa solo un instante,
piensa solo un instante que el alma comienza a caerse.
(Las hojas, el canto del agua que solo tú escuchas:
maravilloso silencio que pone en las tuyas su mano evidente.)
Piensa solo un instante que has roto los diques y flotas sin
tiempo en la noche,
que eres carne de sombra, recuerdo de sombra; que sombra
tan solo te envuelve.
Piensa conmigo «¡tan bello era todo, tan nuestro era todo, tan
vivo era todo,
antes que todo se desvaneciese!»
Imagínate tú que hace siglos que has muerto.
No te preguntan las cosas, si pasas, quién eres.
Procura un instante pensar que tus brazos no pesan.
Son nada más que dos cañas, dos gotas de lluvia, dos
humos calientes.
(¡Tan bello era todo, tan nuestro era todo, tan vivo era todo!)
Y cuando creas que todo ante ti perfecciona su muerte,
abre los ojos:
El trágico hachero saltaba los montes,
llevaba una antorcha en la mano, incendiaba los bosques nacientes.
El río volvía a mojar las orillas que dan a tu vida.
El prodigio era tuyo y te hacías así vencedor de la muerte.
José Hierro
Carta de Roma
Te escribo, amor, desde la primavera.
Crucé la mar para poder decirte
que, bajo el cielo de la tarde, Roma
tiene otro cielo de golondrinas,
y entre los dos un ángel de oro pasa
danzando.
La cascada de piedra que desciende
por Trinitá dei Monti hasta la plaza,
se detuvo de pronto y ahora suben
azaleas rosadas por su cuerpo.
Los árboles repiten siete veces
la música del viento en las colinas,
y el húmedo llamado de las fuentes
guía mis pasos.
Más bella que en el aire
una rota columna hallé en el césped,
caída en el abrazo de una rosa.
Cuando fluye la luz,
cuando se para
el tiempo,
asomada a los puentes Roma busca
su imagen sobre el Tevere,
y en vez del nombre suyo ve que tiembla
tu nombre, amor, en el rodante espejo.
Te escribo, amor, desde la primavera.
Crucé la mar para poder decirte
que, bajo el cielo de la tarde, Roma
tiene otro cielo de golondrinas,
y entre los dos un ángel de oro pasa
danzando.
La cascada de piedra que desciende
por Trinitá dei Monti hasta la plaza,
se detuvo de pronto y ahora suben
azaleas rosadas por su cuerpo.
Los árboles repiten siete veces
la música del viento en las colinas,
y el húmedo llamado de las fuentes
guía mis pasos.
Más bella que en el aire
una rota columna hallé en el césped,
caída en el abrazo de una rosa.
Cuando fluye la luz,
cuando se para
el tiempo,
asomada a los puentes Roma busca
su imagen sobre el Tevere,
y en vez del nombre suyo ve que tiembla
tu nombre, amor, en el rodante espejo.
Meira Delmar
No sé hasta qué punto un escritor puede ser revolucionario. Por lo pronto, está trabajando con el idioma, que es una tradición.
Jorge Luis Borges
Madre Naturaleza
Madre, madre, cansado y soñoliento
quiero pronto volver a tu regazo;
besar tu seno, respirar tu aliento
y sentir la indolencia de tu abrazo.
Tú no cambias, ni mudas, ni envejeces;
en ti se encuentra la virtud perdida,
y tentadora y joven apareces
en las grandes tristezas de la vida.
Con ansia inmensa que mi ser consume
quiero apoyar las sienes en tu pecho,
tal como el niño que la nieve entume
busca el calor de su mullido lecho.
!Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!
Abre, por fin, hospedadora muda,
tus vastas y tranquilas soledades,
y deja que mi espíritu sacuda
el tedio abrumador de las ciudades.
No más continuo batallar: ya brota
sangre humeante de mi abierta herida,
y quedo inerme, con la espada rota,
en la terrible lucha por la vida.
¡Acude madre, y antes que perezca
y bajo el peso, del dolor sucumba;
o abre tus senos, y que el musgo crezca
sobre la humilde tierra de mi tumba!
Madre, madre, cansado y soñoliento
quiero pronto volver a tu regazo;
besar tu seno, respirar tu aliento
y sentir la indolencia de tu abrazo.
Tú no cambias, ni mudas, ni envejeces;
en ti se encuentra la virtud perdida,
y tentadora y joven apareces
en las grandes tristezas de la vida.
Con ansia inmensa que mi ser consume
quiero apoyar las sienes en tu pecho,
tal como el niño que la nieve entume
busca el calor de su mullido lecho.
!Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!
Abre, por fin, hospedadora muda,
tus vastas y tranquilas soledades,
y deja que mi espíritu sacuda
el tedio abrumador de las ciudades.
No más continuo batallar: ya brota
sangre humeante de mi abierta herida,
y quedo inerme, con la espada rota,
en la terrible lucha por la vida.
¡Acude madre, y antes que perezca
y bajo el peso, del dolor sucumba;
o abre tus senos, y que el musgo crezca
sobre la humilde tierra de mi tumba!
Manuel Gutiérrez Nájera
La Que Hoy Pasó Muy Agitada
¡Qué tarde regresas!... ¿Serán las benditas
locuaces amigas que te han detenido?
Vas tan agitada!... ¿Te habrán sorprendido
dejando, hace un rato, las casas de citas?
¡Adiós, morochita!... Ya verás, muchacha,
cuando andes en todas las charlas caseras:
sospecho las risas de tus compañeras
diciendo que pronto mostraste la hilacha...
Y si esto ha ocurrido, que en verdad no es poco,
si diste el mal paso, si no me equivoco
y encontré el secreto de esa agitación...
¿Quién sabrá si llevas en este momento
una duda amarga sobre el pensamiento
y un ensueño muerto sobre el corazón?
¡Qué tarde regresas!... ¿Serán las benditas
locuaces amigas que te han detenido?
Vas tan agitada!... ¿Te habrán sorprendido
dejando, hace un rato, las casas de citas?
¡Adiós, morochita!... Ya verás, muchacha,
cuando andes en todas las charlas caseras:
sospecho las risas de tus compañeras
diciendo que pronto mostraste la hilacha...
Y si esto ha ocurrido, que en verdad no es poco,
si diste el mal paso, si no me equivoco
y encontré el secreto de esa agitación...
¿Quién sabrá si llevas en este momento
una duda amarga sobre el pensamiento
y un ensueño muerto sobre el corazón?
Evaristo Carriego
Ladridos Jadeantes En El Césped
Ladridos jadeantes en el césped
le hacen mirar, con el calor el día
va rodando a su fin y de las rosas
sube un olor, y una inquietud constante.
En el silencio rueda la alegría
súbita de los perros. Y él entiende
esa felicidad, el desvarío
que ellos muestran. Hermosa fue la vida
cuando el cuerpo era joven, y el deseo
la costumbre inicial de cada hora.
Un aire corto llega desde el mar
y ha alargado la sombra de los montes.
Echa su vida atrás, desnuda el cuerpo
delante de otro cuerpo, y unos ojos
le buscan y él los busca.
En el amor era veloz el tiempo,
iba pronto a morir, y en vano el joven
pensaba detenerlo, se soñaba
vencido en la vejez y desamado.
Entonces su victoria
era querer aún más, con mayor fuerza.
Mira, desde su frente, con los ojos
fijos la línea de los montes, áspero
muro de plata que en el mar se hiela.
Ya no lucha la tarde y se hace rosa
la luz en su cabeza pensativa.
Llegan, desde el camino, frescas voces
llamándose. La casa, oscurecida,
se ha perdido en los árboles, y él oye
el dulce nacimiento del amor,
escucha su secreto. Ya de nuevo
vive su corazón, y el hombre tiembla,
siente cargado el pecho, y apresura
un llanto fervoroso.
Ladridos jadeantes en el césped
le hacen mirar, con el calor el día
va rodando a su fin y de las rosas
sube un olor, y una inquietud constante.
En el silencio rueda la alegría
súbita de los perros. Y él entiende
esa felicidad, el desvarío
que ellos muestran. Hermosa fue la vida
cuando el cuerpo era joven, y el deseo
la costumbre inicial de cada hora.
Un aire corto llega desde el mar
y ha alargado la sombra de los montes.
Echa su vida atrás, desnuda el cuerpo
delante de otro cuerpo, y unos ojos
le buscan y él los busca.
En el amor era veloz el tiempo,
iba pronto a morir, y en vano el joven
pensaba detenerlo, se soñaba
vencido en la vejez y desamado.
Entonces su victoria
era querer aún más, con mayor fuerza.
Mira, desde su frente, con los ojos
fijos la línea de los montes, áspero
muro de plata que en el mar se hiela.
Ya no lucha la tarde y se hace rosa
la luz en su cabeza pensativa.
Llegan, desde el camino, frescas voces
llamándose. La casa, oscurecida,
se ha perdido en los árboles, y él oye
el dulce nacimiento del amor,
escucha su secreto. Ya de nuevo
vive su corazón, y el hombre tiembla,
siente cargado el pecho, y apresura
un llanto fervoroso.
Francisco Brines
No Busques, No
Yo te he querido como nunca.
Eras azul como noche que acaba,
eras la impenetrable caparazón del galápago
que se oculta bajo la roca de la amorosa llegada de la luz.
Eras la sombra torpe
que cuaja entre los dedos cuando en tierra dormimos solitarios.
De nada serviría besar tu oscura encrucijada de sangre alterna,
donde de pronto el pulso navegaba
y de pronto faltaba como un mar que desprecia a la arena.
La sequedad viviente de unos ojos marchitos,
de los que yo veía a través de las lágrimas,
era una caricia para herir las pupilas,
sin que siquiera el párpado se cerrase en defensa.
Cuán amorosa forma
la del suelo las noches del verano
cuando echado en la tierra se acaricia este mundo que rueda,
la sequedad oscura,
la sordera profunda,
la cerrazón a todo,
que transcurre como lo más ajeno a un sollozo.
Tú, pobre hombre que duermes
sin notar esa luna trunca
que gemebunda apenas si te roza;
tú, que viajas postrero
con la corteza seca que rueda entre tus brazos,
no beses el silencio sin falla por donde nunca
a la sangre se espía,
por donde será inútil la busca del calor
que por los labios se bebe
y hace fulgir el cuerpo como con una luz azul si la noche es de plomo.
No, no busques esa gota pequeñita,
ese mundo reducido o sangre mínima,
esa lágrima que ha latido
y en la que apoyar la mejilla descansa.
De "La destrucción o el amor" 1932 - 1933
Yo te he querido como nunca.
Eras azul como noche que acaba,
eras la impenetrable caparazón del galápago
que se oculta bajo la roca de la amorosa llegada de la luz.
Eras la sombra torpe
que cuaja entre los dedos cuando en tierra dormimos solitarios.
De nada serviría besar tu oscura encrucijada de sangre alterna,
donde de pronto el pulso navegaba
y de pronto faltaba como un mar que desprecia a la arena.
La sequedad viviente de unos ojos marchitos,
de los que yo veía a través de las lágrimas,
era una caricia para herir las pupilas,
sin que siquiera el párpado se cerrase en defensa.
Cuán amorosa forma
la del suelo las noches del verano
cuando echado en la tierra se acaricia este mundo que rueda,
la sequedad oscura,
la sordera profunda,
la cerrazón a todo,
que transcurre como lo más ajeno a un sollozo.
Tú, pobre hombre que duermes
sin notar esa luna trunca
que gemebunda apenas si te roza;
tú, que viajas postrero
con la corteza seca que rueda entre tus brazos,
no beses el silencio sin falla por donde nunca
a la sangre se espía,
por donde será inútil la busca del calor
que por los labios se bebe
y hace fulgir el cuerpo como con una luz azul si la noche es de plomo.
No, no busques esa gota pequeñita,
ese mundo reducido o sangre mínima,
esa lágrima que ha latido
y en la que apoyar la mejilla descansa.
De "La destrucción o el amor" 1932 - 1933
Vicente Aleixandre
Ola
Hacia la arena tibia se desliza
la flor de las espumas fugitivas,
y en su cristal navega el aire herido,
imperceptible, desplomado, oscuro
como paloma que de pronto niega
de su mármol idéntico el estío
o el miedo que en silencios se apresura
y solo huella fuese de un viraje,
melancólica niebla que al oído
dejara su tranquilo desaliento.
mas el aire es quien fragua, sosegado,
la caricia sombría, el beso amargo
que al fin fatigará el oculto aroma
de la arena doliente, deseosa,
ávida, estéril sombra pensativa,
cuerpo anegado en un cansancio oscuro
sometido al murmullo de aquel beso.
Hermosa así, desnuda, ya no es
la carne iluminada cual la flecha
que en el viento describe lujuriosa
el temblor que después ha de entregar;
ni es la boca ardiente, enamorada,
insaciable al contacto, al beso ávida
como profundo aroma silencioso;
Ni la pasión del fuego hacia el aliento
destruyendo lo inmóvil de la sombra
para precipitarla en lo que ha sido,
sino que, ya ternura del cautivo
que sabe dónde amor le está esperando,
quiebra su forma, pierde su albedrío
y en un instante de candor o ala
ahogada en un anhelo suspendido,
como ciega tormenta despeñada
abandónase al cuerpo que la acosa
y a su encuentro es caricia, oscura imagen
de rudo impulso convertido en plumas
o tinieblas perdidas para siempre,
y sabe cómo al fin la arena es tumba,
frontera temblorosa donde se abren
las flores fugitivas de la espuma,
resueltas ya en silencio y lentitud.
Hacia la arena tibia se desliza
la flor de las espumas fugitivas,
y en su cristal navega el aire herido,
imperceptible, desplomado, oscuro
como paloma que de pronto niega
de su mármol idéntico el estío
o el miedo que en silencios se apresura
y solo huella fuese de un viraje,
melancólica niebla que al oído
dejara su tranquilo desaliento.
mas el aire es quien fragua, sosegado,
la caricia sombría, el beso amargo
que al fin fatigará el oculto aroma
de la arena doliente, deseosa,
ávida, estéril sombra pensativa,
cuerpo anegado en un cansancio oscuro
sometido al murmullo de aquel beso.
Hermosa así, desnuda, ya no es
la carne iluminada cual la flecha
que en el viento describe lujuriosa
el temblor que después ha de entregar;
ni es la boca ardiente, enamorada,
insaciable al contacto, al beso ávida
como profundo aroma silencioso;
Ni la pasión del fuego hacia el aliento
destruyendo lo inmóvil de la sombra
para precipitarla en lo que ha sido,
sino que, ya ternura del cautivo
que sabe dónde amor le está esperando,
quiebra su forma, pierde su albedrío
y en un instante de candor o ala
ahogada en un anhelo suspendido,
como ciega tormenta despeñada
abandónase al cuerpo que la acosa
y a su encuentro es caricia, oscura imagen
de rudo impulso convertido en plumas
o tinieblas perdidas para siempre,
y sabe cómo al fin la arena es tumba,
frontera temblorosa donde se abren
las flores fugitivas de la espuma,
resueltas ya en silencio y lentitud.
Alà Chumacero
Perfil
La imposible belleza de ese perfil me tienta,
las luces de la noche dando brillo a sus ojos,
la hermosura y el vértigo, la espiral que me acerca
los labios deseosos y el amor y su niebla.
Ojos desconocidos que tanto me conocen;
labios que besarán los labios de la dicha:
distancia que no empuja, que conduele o desvive
al pecho que se altera junto a un pecho que vibra.
La noche nos embriaga de su antiguo perfume,
y un perfil, ese enigma, convida a su lisonja;
la caricia es de pronto quemazón, nube, lumbre
y es su piel esa noche lasciva y peligrosa.
Qué sueño, qué sonrisa, qué misterio, qué mano
roza mi frente ahora sin saber lo que piensa,
hoy que la noche es bosque de súbito y de sombra
y un perfil imposible de belleza me tienta.
La imposible belleza de ese perfil me tienta,
las luces de la noche dando brillo a sus ojos,
la hermosura y el vértigo, la espiral que me acerca
los labios deseosos y el amor y su niebla.
Ojos desconocidos que tanto me conocen;
labios que besarán los labios de la dicha:
distancia que no empuja, que conduele o desvive
al pecho que se altera junto a un pecho que vibra.
La noche nos embriaga de su antiguo perfume,
y un perfil, ese enigma, convida a su lisonja;
la caricia es de pronto quemazón, nube, lumbre
y es su piel esa noche lasciva y peligrosa.
Qué sueño, qué sonrisa, qué misterio, qué mano
roza mi frente ahora sin saber lo que piensa,
hoy que la noche es bosque de súbito y de sombra
y un perfil imposible de belleza me tienta.
José Lupiáñez
Plenitud
1
Mediodía y te ausentas...
Mediodía y te ausentas
por no conocer mis pensamientos.
Es que de pronto, dices,
se me pone una lámina en el rostro
y aparece un abismo entre los dos.
Será cierto
pero donde la soledad
me habita
ahí tu eres el centro.
2
Salgo del agua, de bañarme al sol...
Salgo del agua, de bañarme al sol
mientras duermes tu cansancio mío.
Es el momento de abandonarte
y sola recorrer el mundo.
Pero alguien moriría de ausencia
alguien incendiaría, no Roma,
el Mundo.
3
Este temblor reconocible...
Este temblor reconocible
en noche de agosto
con la ventana abierta
en altamar madrugador
es el deseo de anillarme la vida
a tu costado
y me tiende una mano
sesgada para rozarla yo
haya o no fiebre en la seda.
Digo es temblor reconocible
donde no se ha inventado poema
para dibujarlo.
4
Temblor son todas las horas...
Temblor son todas las horas
de un día
en labios tibios de la inteligencia
precisamente torneada de su sangre
o esta plenitud caballo en marcha.
De: Pasión inédita
1
Mediodía y te ausentas...
Mediodía y te ausentas
por no conocer mis pensamientos.
Es que de pronto, dices,
se me pone una lámina en el rostro
y aparece un abismo entre los dos.
Será cierto
pero donde la soledad
me habita
ahí tu eres el centro.
2
Salgo del agua, de bañarme al sol...
Salgo del agua, de bañarme al sol
mientras duermes tu cansancio mío.
Es el momento de abandonarte
y sola recorrer el mundo.
Pero alguien moriría de ausencia
alguien incendiaría, no Roma,
el Mundo.
3
Este temblor reconocible...
Este temblor reconocible
en noche de agosto
con la ventana abierta
en altamar madrugador
es el deseo de anillarme la vida
a tu costado
y me tiende una mano
sesgada para rozarla yo
haya o no fiebre en la seda.
Digo es temblor reconocible
donde no se ha inventado poema
para dibujarlo.
4
Temblor son todas las horas...
Temblor son todas las horas
de un día
en labios tibios de la inteligencia
precisamente torneada de su sangre
o esta plenitud caballo en marcha.
De: Pasión inédita
Pureza Canelo
Uleke
Todos sufren por ver tu corazón,
se acercan a tu casa con las paredes blancas,
se mecen en la música de aquel viejo país
en donde naces. Y tu alcoba se inunda
de amistosa cadencia
Oh lentas, suaves notas del armonio,
llenáis mi ser de bosques, de caminos
brillantes; vuestra danza desnuda
esa grávida estancia
donde juntos libamos un cálido
aguardiente. Uleke vendrá pronto
del mar, su cabellera es rubia
como la miel, como el temprano estío
de sus ojos.
Todos sufren por ver tu corazón,
se acercan a tu casa con las paredes blancas,
se mecen en la música de aquel viejo país
en donde naces. Y tu alcoba se inunda
de amistosa cadencia
Oh lentas, suaves notas del armonio,
llenáis mi ser de bosques, de caminos
brillantes; vuestra danza desnuda
esa grávida estancia
donde juntos libamos un cálido
aguardiente. Uleke vendrá pronto
del mar, su cabellera es rubia
como la miel, como el temprano estío
de sus ojos.
José Lupiáñez
Nacimiento Del Potro
El potro negro del deseo
Ancho Impaciente Sudoroso
viene
Sus cascos firmes quiebran la hojarasca
La hierba tierna tiembla y se marchita
con la caricia humeante de sus belfos
Rompe el follaje
Avanza
En sus ojos se encabrita el fulgor:
un potro salvaje.
*
Primero es la mirada lento río
Superficie pulida sobre aguas turbulentas
que arrastran ramas troncos flores ahogadas lodo
La luna pez brillante sobre la calle larga
Otra vez la mirada
Me hundí en aguas donde peces terribles esperaban.
*
La tentación es la fruta más limpia
Despierta como la piel de las adolescentes
Enloquecida como un ángel loco
Como un demonio que se ríe y se burla
y se pone a llorar de pronto con las manos en llamas
y se rebela y grita
mientras el eco de su carcajada
resuena y marca el tiempo el tiempo el tiempo
"El Oficio de Arder" 1982 - 1997
El potro negro del deseo
Ancho Impaciente Sudoroso
viene
Sus cascos firmes quiebran la hojarasca
La hierba tierna tiembla y se marchita
con la caricia humeante de sus belfos
Rompe el follaje
Avanza
En sus ojos se encabrita el fulgor:
un potro salvaje.
*
Primero es la mirada lento río
Superficie pulida sobre aguas turbulentas
que arrastran ramas troncos flores ahogadas lodo
La luna pez brillante sobre la calle larga
Otra vez la mirada
Me hundí en aguas donde peces terribles esperaban.
*
La tentación es la fruta más limpia
Despierta como la piel de las adolescentes
Enloquecida como un ángel loco
Como un demonio que se ríe y se burla
y se pone a llorar de pronto con las manos en llamas
y se rebela y grita
mientras el eco de su carcajada
resuena y marca el tiempo el tiempo el tiempo
"El Oficio de Arder" 1982 - 1997
EfraÃn Bartolomé
Un Beso Nada Más
Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa mitad del alma mía:
un solo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos... me mataría.
¡Un beso nada más! Ya su perfume
en mi alma derramándose la embriaga
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impaciente vaga.
¡Júntese con la tuya! Ya no puedo
lejos tenerla de tus labios rojos...
¡Pronto... dame tus labios! ¡Tengo miedo
de ver tan cerca tus divinos ojos!
Hay un cielo, mujer en tus abrazos,
siento de dicha el corazón opreso...
¡Oh! ¡Sosténme en la vida de tus brazos
para que no me mates con tu beso!
Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa mitad del alma mía:
un solo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos... me mataría.
¡Un beso nada más! Ya su perfume
en mi alma derramándose la embriaga
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impaciente vaga.
¡Júntese con la tuya! Ya no puedo
lejos tenerla de tus labios rojos...
¡Pronto... dame tus labios! ¡Tengo miedo
de ver tan cerca tus divinos ojos!
Hay un cielo, mujer en tus abrazos,
siento de dicha el corazón opreso...
¡Oh! ¡Sosténme en la vida de tus brazos
para que no me mates con tu beso!
Manuel MarÃa Flores
Rebelión
Miraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.
Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,
tocando con el cielo su frente de cristal;
un acorde de grises y violetas su manto,
que altura en la belleza!
que altura en la belleza!
que majestad estática en el día altiplánico!
De pronto un niño llora.
Entre la paja brava, con su ponchito viejo
llora un niño. Por que?
Quien sabe...
El indio aymará se lleva el grito en su raza,
y su clamor innato
desgarra la serena nobleza del paisaje.
Un niño, un llanto humano es una herida abierta
que ensangrienta este mundo.
Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos:
se rompen y entreveran los caminos de paz.
Hay maldad en la tierra.
Arde lo que era de hielo.
Las palabras suaves se crispan en los puños
desafiando al relámpago.
Corro sobre la pampa desaforadamente;
me quema el corazón como una brasa.
Hay maldad en la tierra, hay injusticia.
Quizás mas lejos halle la bandera que busco.
Quiero la gleba abierta con sus labios de surcos
como un libro de música.
Quiero que se calme este llanto de niño
que es llanto del mundo.
Miraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.
Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,
tocando con el cielo su frente de cristal;
un acorde de grises y violetas su manto,
que altura en la belleza!
que altura en la belleza!
que majestad estática en el día altiplánico!
De pronto un niño llora.
Entre la paja brava, con su ponchito viejo
llora un niño. Por que?
Quien sabe...
El indio aymará se lleva el grito en su raza,
y su clamor innato
desgarra la serena nobleza del paisaje.
Un niño, un llanto humano es una herida abierta
que ensangrienta este mundo.
Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos:
se rompen y entreveran los caminos de paz.
Hay maldad en la tierra.
Arde lo que era de hielo.
Las palabras suaves se crispan en los puños
desafiando al relámpago.
Corro sobre la pampa desaforadamente;
me quema el corazón como una brasa.
Hay maldad en la tierra, hay injusticia.
Quizás mas lejos halle la bandera que busco.
Quiero la gleba abierta con sus labios de surcos
como un libro de música.
Quiero que se calme este llanto de niño
que es llanto del mundo.
Yolanda Bedregal
Poemas de amor y desamor
Te sigo queriendo
Observando las últimas gotas
de la lluvia en un frío invierno,
recordé en aquellos instantes
que aún te sigo queriendo.
Y vinieron de pronto a mi mente
como el despertar de un sueño,
mil mariposas volando
a convencerme que es cierto.
Inútil y en vano fue
el intentar ocultarlo,
los sentimientos traicionan
y eso no puedo negarlo.
Al mirarte el corazón
me golpeó más de la cuenta,
y no te pude ni hablar
como maldita sentencia.
Miré tus ojos de mar
y quise perderme en ellos,
y me vino a la memoria
mi vida que aún te quiero.
Pero la cruel realidad
me llegó con un lamento,
que ya es muy tarde y lo sé
y aún te sigo queriendo.
La mirada de princesa
Es la más hermosa y maravillosa que antes jamás he podido admirar.
En sus ojos irradia tanto amor, ternura y pasión.
Cada vez que los observo proyectan tanto que mi cuerpo sufre una rara transformación… entre miedo y a la vez deseo de conocer más de ellos.
He creído por un instante en la existencia tan grandiosa
en tan solo ella.
La luz de esos grandes y redondos ojos iluminan mi rostro
…cada vez que me mira
Es una luz pura y transparente. En ella intento conocer…
todo aquello que no se puede expresar con los labios.
E imagino su mundo interior que con locura desearía…
decirme en tan solo un segundo.
Cada parpadeo… es una sonrisa en mi boca.
Cada ingenioso gesto… es una forma mas de confirmar
que belleza esta guardad allí.
Esa bella princesa es una gota de el mas exquisito perfume que jamás se ha podido crear.
Gracias por ser tú, por demostrar todo en tan poco
y por dejar que mis sueños vuelen aunque sean…
lejos de ti.
Porque se que jamás dejaras que pueda conocer mas de tu secreto que guardas en esa mirada.
Pero al menos hoy eres la razón de un nuevo pensamiento en mi vida y eso me ayuda a creer mas en mí.
Y que muchas cosas las puedo conseguir tan solo con tu mirada PRINCESA…
Te sigo queriendo
Observando las últimas gotas
de la lluvia en un frío invierno,
recordé en aquellos instantes
que aún te sigo queriendo.
Y vinieron de pronto a mi mente
como el despertar de un sueño,
mil mariposas volando
a convencerme que es cierto.
Inútil y en vano fue
el intentar ocultarlo,
los sentimientos traicionan
y eso no puedo negarlo.
Al mirarte el corazón
me golpeó más de la cuenta,
y no te pude ni hablar
como maldita sentencia.
Miré tus ojos de mar
y quise perderme en ellos,
y me vino a la memoria
mi vida que aún te quiero.
Pero la cruel realidad
me llegó con un lamento,
que ya es muy tarde y lo sé
y aún te sigo queriendo.
La mirada de princesa
Es la más hermosa y maravillosa que antes jamás he podido admirar.
En sus ojos irradia tanto amor, ternura y pasión.
Cada vez que los observo proyectan tanto que mi cuerpo sufre una rara transformación… entre miedo y a la vez deseo de conocer más de ellos.
He creído por un instante en la existencia tan grandiosa
en tan solo ella.
La luz de esos grandes y redondos ojos iluminan mi rostro
…cada vez que me mira
Es una luz pura y transparente. En ella intento conocer…
todo aquello que no se puede expresar con los labios.
E imagino su mundo interior que con locura desearía…
decirme en tan solo un segundo.
Cada parpadeo… es una sonrisa en mi boca.
Cada ingenioso gesto… es una forma mas de confirmar
que belleza esta guardad allí.
Esa bella princesa es una gota de el mas exquisito perfume que jamás se ha podido crear.
Gracias por ser tú, por demostrar todo en tan poco
y por dejar que mis sueños vuelen aunque sean…
lejos de ti.
Porque se que jamás dejaras que pueda conocer mas de tu secreto que guardas en esa mirada.
Pero al menos hoy eres la razón de un nuevo pensamiento en mi vida y eso me ayuda a creer mas en mí.
Y que muchas cosas las puedo conseguir tan solo con tu mirada PRINCESA…
Fernando Galdamez
YO LA AMO
Hace mucho tiempo había una pareja muy feliz,
la joven era la mas linda que podía existir;
cuando de pronto fue al doctor y empezó a evitar a su novio,
a la semana ella lo llamó y le dijo que el doctor le diagnostico una enfermedad en la piel y que la cara se le estaba deformando y estaba a tal punto, que daba asco.
Al poco tiempo el novio la llamó y le dijo, que había ido al doctor y que este había dicho que estaba perdiendo muy rápidamente la vista,
y que la necesitaba, ella aceptó ya que él no la iba a poder ver, pasó el tiempo y ellos eran los mas felices del mundo;
Ella envejeció y murió, todos decían "pobre el esposo está ciego y la necesitaba";
en el velorio el esposo fue como si nada y un amigo le pregunto "no que estabas ciego?"
y él le respondió "no, nunca lo estuve pero si no le decía eso, ella nunca iba a aceptar, casarse conmigo,
y yo la amo"
Por:cancionXti
Hace mucho tiempo había una pareja muy feliz,
la joven era la mas linda que podía existir;
cuando de pronto fue al doctor y empezó a evitar a su novio,
a la semana ella lo llamó y le dijo que el doctor le diagnostico una enfermedad en la piel y que la cara se le estaba deformando y estaba a tal punto, que daba asco.
Al poco tiempo el novio la llamó y le dijo, que había ido al doctor y que este había dicho que estaba perdiendo muy rápidamente la vista,
y que la necesitaba, ella aceptó ya que él no la iba a poder ver, pasó el tiempo y ellos eran los mas felices del mundo;
Ella envejeció y murió, todos decían "pobre el esposo está ciego y la necesitaba";
en el velorio el esposo fue como si nada y un amigo le pregunto "no que estabas ciego?"
y él le respondió "no, nunca lo estuve pero si no le decía eso, ella nunca iba a aceptar, casarse conmigo,
y yo la amo"
Por:cancionXti
VER EL AMOR
Entre mas intento saber de mí, mas me doy cuenta que soy el gran desconocido de mi mismo.
Existe en mi tal mecanicidad que pareciera que mi conciencia solo existe por destellos y soy mas una máquina que un ser conciente.
La lucha entre mi Yo esencial y mi Yo programado parece interminable y creo que mas que luchar necesito aceptar que soy una máquina y que entre mas uso mi mente para razonar este dilema mas me alejo de mi propia conciencia.
La vida me ha insertado en un laberinto de conocimiento que al final soy un ser imaginario creado por las circunstancias y estoy ciego, sordo y loco. Esa locura que está en mi memoria y que es el gran obstaculo para saber quien soy en realidad.
He sido tan bien educado que el trabajo será arduo y requerirá de un gran esfuerzo.
¡Dios! sé que estas en mi esencia y que eres total amor en espera de ser liberado, ten paciencia que voy camino a ti.
Solo te pido que tu también emprendas el camino hacia mí para que ese encuentro sea pronto y pueda junto contigo ver la realidad, la verdad y el amor infinito que existe en la tierra y que es la antesala de tu reino.
Entre mas intento saber de mí, mas me doy cuenta que soy el gran desconocido de mi mismo.
Existe en mi tal mecanicidad que pareciera que mi conciencia solo existe por destellos y soy mas una máquina que un ser conciente.
La lucha entre mi Yo esencial y mi Yo programado parece interminable y creo que mas que luchar necesito aceptar que soy una máquina y que entre mas uso mi mente para razonar este dilema mas me alejo de mi propia conciencia.
La vida me ha insertado en un laberinto de conocimiento que al final soy un ser imaginario creado por las circunstancias y estoy ciego, sordo y loco. Esa locura que está en mi memoria y que es el gran obstaculo para saber quien soy en realidad.
He sido tan bien educado que el trabajo será arduo y requerirá de un gran esfuerzo.
¡Dios! sé que estas en mi esencia y que eres total amor en espera de ser liberado, ten paciencia que voy camino a ti.
Solo te pido que tu también emprendas el camino hacia mí para que ese encuentro sea pronto y pueda junto contigo ver la realidad, la verdad y el amor infinito que existe en la tierra y que es la antesala de tu reino.
Gustavo Estrada Luque
Candor
Azul... azul... azul estaba el cielo.
El hálito quemaste del estío
comenzaba a dorar el terciopelo
del prado, en donde se remansa el río.
A lo lejos, el humo de un bohío,
tal de una novia el intocado velo,
se alza hasta perderse en el vacío
con un ondulante y silencioso vuelo.
De pronto me dijiste: -El amor mío
es puro y blando, así como ese río
que rueda allá sobre el lejano suelo-
y me miraste al terminar, tranquila,
con el alma asomada a tu pupila.
Y estaba azul tu alma como el cielo.
Azul... azul... azul estaba el cielo.
El hálito quemaste del estío
comenzaba a dorar el terciopelo
del prado, en donde se remansa el río.
A lo lejos, el humo de un bohío,
tal de una novia el intocado velo,
se alza hasta perderse en el vacío
con un ondulante y silencioso vuelo.
De pronto me dijiste: -El amor mío
es puro y blando, así como ese río
que rueda allá sobre el lejano suelo-
y me miraste al terminar, tranquila,
con el alma asomada a tu pupila.
Y estaba azul tu alma como el cielo.
Julio Florez
El amor prolongado es posible -aun siendo un amor feliz- porque no es fácil poseer a un ser humano hasta el final, conquistarlo hasta el final -siempre se abren fondos nuevos, cuartos traseros del alma nuevos, aún no descubiertos, y también hacia ellos alarga sus manos la infinita ansia posesiva del amor-. Pero el amor finaliza tan pronto como sentimos un ser como limitado.
Friedrich Nietzsche