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Puerta ( 3 )

Puerta. Encuentra docenas de puerta con fotos para copiar y compartir.


Vete, vete y cierra la puerta, que no quiero verte salir de mi vida. (Ese último momento)


Alejandro Sanz


Siempre hay un momento en la infancia, cuando la puerta se abre y deja al futuro salir.


Graham Greene




Y ajústate los machos, respira hondo, traga saliva, toma carrera, y abre la puerta, sal a la calle, cruza los dedos, toca madera


Joan Manuel Serrat


Hay siempre en nuestra infancia un momento en que la puerta se abre y deja entrar el futuro.


Graham Greene


Abjuro El fin de la ciencia no es abrir la puerta al saber eterno, sino poner límite al error eterno


Galileo Galilei


Un cronopio va a abrir la puerta de la calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de llave encuentra fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo está algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para qué. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a ser que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.


Julio Cortázar




Al encontrar la puerta con el cartel de CERRADO, empezó a golpear el cristal con los puños. Fermín y Daniel intercambiaron una mirada.
- Para que luego digan que en este país la gente no tiene ganas de comprar libros.


Carlos Ruiz Zafón


A través de la puerta entreabierta se le vislumbraba en la oscuridad y su rostro seco e inexpresivo, su cabello revuelto, la vitalidad enfermiza de sus duros ojos amarillos, le daban el inconfundible aspecto del hombre que ha empezado a sentirse derrotado por las circunstancias.


Gabriel García Márquez


¿Qué me has traído? ?me preguntó, emocionada.
Sonreí.
?¿Y tú? ¿Qué me has traído? ?bromeé.
Auri sonrió y alargó la mano. Vi brillar algo en su palma a la luz de la luna.
?Una llave ?contestó con orgullo, y me la puso en la mano.
La cogí y noté su agradable peso.
?Es muy bonita ?dije?. ¿Qué abre?
?La luna ?respondió ella, muy seria.
?Ah, podría serme muy útil ?dije examinándola.
?Eso mismo pensé yo. Así, si hay una puerta en la luna, podrás abrirla. ?Se sentó en el tejado con las piernas cruzadas y me miró con una amplia sonrisa en los labios?. Aunque yo no fomentaría esa clase de comportamiento insensato.
[... ]
?Te he traído un poco de pan. [... ]. Y una botella de agua.
?Eso también es muy bonito ?dijo ella con gentileza. [... ]?. ¿Qué hay en el agua? [... ].
?Flores ?respondí?. Y el trozo de luna que no está en el cielo esta noche. Lo he metido también.
[... ]
?Yo ya mencioné la luna ?dijo con un deje de reproche.
?Entonces, solo flores. Y el brillo del cuerpo de una libélula. Yo quería un trozo de luna, pero solo conseguí el brillo azul de una libélula.
Auri inclinó la botella y dio un sorbo de agua.
?Es maravillosa.


Patrick Rothfuss




Para reforzar el punto, Xcor se sentó al pie de la puerta. Poniendo la espalda contra los paneles. Confiaba en sus soldados con su vida en el campo de batalla, pero había una hermosa y fuerte hembra allá abajo y ellos eran unos cachondos hijos de puta en celo, la gran mayoría.
Habrían pasado por encima de él para tenerla.


Jessica Bird


Cuando se cierra una puerta, se abre otra mas grande.


Chuck Norris


Si la felicidad llama a tu puerta, no la dejes escapar.


Marc Levy


Suicidarse es perder la noción de la fatalidad y del destino. No tener más miedo de lo que todavía puede venir a hacerme doler y sufrir. Suicidarse es reconocer que lo peor está ocurriendo ahora. El suicidio es el rechazo rotundo del presente. Por eso pocos neuróticos ansiosos se suicidan, están siempre a la espera de un mal mayor. Suicidarse implica la máxima atención y lucidez, decirse «esta soy yo, ahora, aquí». Y saber, también, que no se debe esperar más. Suicidarse es cerrar una puerta, la de la sala de espera.


Alejandra Pizarnik




Su voz penetra como un rayo de sol por la puerta de mi cabaña, y mi sangre dormida acelera su curso y me sube al rostro.


Knut Hamsun


dirección a la pequeña puerta gris. La sensación de alivio que sintió


Dan Brown


El absurdo es que no parezca un absurdo -dijo sibilinamente Oliveira-. El absurdo es que salgas por la mañana a la puerta y encuentres la botella de leche en el umbral y te quedes tan tranquilo porque ayer te pasó lo mismo y mañana te volverá a pasar. Es ese estancamiento, ese así sea, esa sospechosa carencia de excepciones. Yo no sé, che, habría que intentar otro camino.


Julio Cortázar


Nadie está excluido de pedir a Dios, la puerta de la salvación está abierta para todos los hombres.


Juan Calvino


Ni una sola vez habían abierto la puerta que conduce hasta el alma.


Henry Miller


La felicidad llega sin llamar a la puerta, al margen de las situaciones y circunstancias que la rodean a una, con una independencia casi cruel. No importa en qué situación te halles o con quién estés.


Banana Yoshimoto


Una puerta no tiene principio ni fin, tan solo puertas de entrada.


Carlos Ruiz Zafón


Una puerta que no puede abrirse. Va en contra de todo aquello en lo que creemos.


John Katzenbach


Aún estaba embadurnada con la sangre del
parto y los comienzos acuosos de sus heces de lactante. La llevó a la puerta y la puso bajo la lluvia tibia. Cuando estuvo limpia, vio que era
verde.


Gregory Maguire


un hombre, al abrir una puerta, se encuentra con una mujer a medio vestir. Una persona educada diría: «Pardon, madame» y cerraría la puerta de inmediato. En cambio, la persona con tacto diría: «Pardon, monsieur» y cerraría la puerta de inmediato.


Haruki Murakami


Sabía por propia experiencia que la vida era un laberinto en el que la única puerta de salida conocida era la última: la muerte.


Jordi Sierra i Fabra


El problema es que España es un país inculto, España es un país gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, y con gente así, esa Ley de Memoria Histórica es ponerle una pistola en la mano. (...) El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza.


Arturo Pérez-Reverte


Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. ?Es posible ?dice el guardián?, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: ?Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo ?hasta lo más valioso? en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: ?Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. ?¿Qué quieres saber ahora? ?pregunta el guardián?. Eres insaciable. ?Todos buscan la Ley ?dice el hombre?. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. ?Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.


Franz Kafka




Así que, bueno, si me pides una respuesta clara a la pregunta de si intento hablarte de un hombre o de la leyenda que fue creciendo alrededor de ese hombre como lo hace la perla alrededor de un granito de arena, tendría que decirte que la respuesta está en algún punto intermedio entre hombre y leyenda. Lo único que sé a ciencia cierta es que Andy Dufresne no era como yo ni como ningún otro individuo que yo haya conocido desde que estoy en la cárcel. Entró en la cárcel con quinientos dólares en su puerta trasera, pero aquel sesudo hijo de perra logró no sé cómo entrar también con algo más. Un sentido de su propia valía, quizás, o la certeza de que al final ganaría él... o quizá fuera sólo el sentido de la libertad, dentro incluso de estos muros grises malditos. Era una especie de luz interior que llevaba consigo a todas partes. Sólo una vez le vi perder esa luz, y también eso forma parte de esta historia.


Stephen King


Cuando dieron por fin con la casa, Abrenuncio se despidió en la puerta con una sentencia de Horacio.
«No sé latín», se excusó el marqués.
«Ni falta que hace», dijo Abrenuncio. Y lo hizo en latín, por supuesto.


Gabriel García Márquez


En Madrid, jamás llegué a pisar la calle, porque cada vez que aparecía en la puerta del Hotel Ritz, una legión de caballeros arrojaban sus capas al suelo para que caminara sobre ellas, poniendo ante mí una alfombra que nunca se acababa.


Mata Hari


El sueño y la fatiga llamaban a mi puerta, pero me resistí a rendirme.
No quería perder el hechizo de la historia ni todavía decir adiós a sus personajes


Carlos Ruiz Zafón


estoy a punto de lanzar todo mi peso contra una puerta y encontrar que está abierta de par en par.


Isaac Asimov


No sabes cómo temblarían los poderosos si lleváramos la violencia a la puerta de su casa. Si vieran amenazados sus privilegios y sus vidas, negociarían para no perderlo todo.


Ulrike Meinhof


El amplio y modesto apartamento que ocupaba casi carecía de muebles; los libros, desordenados, se apilaban en los rincones. Ese ámbito, desmesuradamentle bibliófilo y sorpresivo, me llevó a entender de inmediato que estaba ante un extraordinario lector.
- ¡Ah, mi querido amigo, a todo devoto de los libros nos ocurre lo mismo; cuando estos señores con vida propia invaden nuestra casa es imposible detenerlos! - justificó, irónico, con una sonrisa -. Uno no sabe que hacer con ellos y empiezan a desalojarte. Ya me ocurrió en otro apartamento. Llegó a estar tan repleto de libros que un día cerré la puerta, escapé por la ventana y nunca más regresé.


Roberto Alifano


(Cristo) Amaba a los ignorantes, como todos los poetas, pues sabía que siempre hay espacio en el alma de un ignorante para una gran idea. Pero no podía soportar a los necios, especialmente a aquellos embrutecidos por la educación, vale decir, a esas gentes que poseen un juicio a punto para todo, aunque no comprendan ninguno; un tipo, éste, especialmente moderno, y que describe Cristo bajo la forma de aquél que posee la llave de la sabiduría y no la sabe emplear, ni permite que la empleen los demás a pesar de que ésta, acaso, sirva para abrir la puerta del reino de Dios.


Oscar Wilde


Lo siento, señorita MacCorkle. ¿Y cuál es su problema?
-Los dolores de cabeza.
[... ]
-¿Por encima de su cabeza?
-Oh, sí. A unos buenos cinco centímetros.
[... ]
O´Reilly se inclinó por encima de Barry y cogió de la mesa un frasco de plástico con grageas de vitaminas.
-Éstas te servirán.
Luego el hombretón fue empujándola suavemente hacia la puerta.
-Éstas son especiales Maggie.
Ella asintió.
-Deberás tomarlas exactamente como te diga.
-Sí, doctor. ¿Y cómo será eso?
-Media hora.- Sus siguientes palabras fueron enunciadas con gran solemnidad-: Exactamente media hora antes de que el dolor comience.


Patrick Taylor


Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo porque soy un desesperado y estoy cansado, no aguanto más la rutina de serme y si no fuese la sempiterna novedad de escribir, me moriría simbólicamente todos los días. Pero estoy preparado para salir discretamente por la puerta del fondo. Experimenté casi todo, incluso la pasión y su desesperación. Yo ahora sólo querría tener lo que hubiese sido y no fui.


Clarice Lispector


Ser tu puerta, tu luz cuando te alejas, alguien que no trató de ser amada


Silvina Ocampo


Abre la puerta que soy el diablo, que vengo con perras. Abre, chiquilla, las piernas que vengo a clavarte semillas. Como cada día en el infierno me aburría y me fui de bar en bar.. ví a la virgen María cansada de ser virgen, metida en un portal.


Roberto Iniesta


Ayer deje de guardarte canciones, hoy te propongo esta y me voy dejando, la puerta abierta para que a tu vuelta no dejes de entrar.


Fernando Delgadillo


Deja de buscar la siguiente puerta secreta que te lleve a tu verdadera vida, deja de esperar. Ya la tienes; no hay otra. Estás aqui, y más te vale disfrutarla o seguirás sufriendo vayas donde vayas, hagas lo que hagas el resto de tu vida, eternamente.


Lev Grossman