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Rosalia de castro poemas cortos

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Orillas del Sar

A través del follaje perenne
Que oír deja rumores extraños,
Y entre un mar de ondulante verdura,
Amorosa mansión de los pájaros,
Desde mis ventanas veo
El templo que quise tanto.

El templo que tanto quise?
Pues no sé decir ya si le quiero,
Que en el rudo vaivén que sin tregua
Se agitan mis pensamientos,
Dudo si el rencor adusto
Vive unido al amor en mi pecho.


Rosalía de Castro


Tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga del viajero que errante no sabe dónde dormirá mañana, en sus lares primitivos halla un breve descanso mi alma.


Rosalía De Castro




Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo desde lejos los bosques y alturas y los floridos senderos donde en cada rincón me aguardaba la esperanza sonriendo.


Rosalía De Castro


Inexplicable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba.


Rosalía De Castro


La que ayer fue capullo, es rosa ya, y pronto agostará rosas y plantas el calor estival.


Rosalía De Castro


No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar.


Rosalía De Castro




Hierve la sangre juvenil, se exalta lleno de aliento el corazón, y audaz el loco pensamiento sueña y cree que el hombre es, cual los dioses, inmortal.


Rosalía De Castro


Los que ayer fueron bosques y selvas de agreste espesura, donde envueltas en dulce misterio al rayar el día flotaban las brumas, y brotaba la fuente serena entre flores y musgos oculta, hoy son áridas lomas que ostentan deformes y negras sus hondas cisuras.


Rosalía De Castro


No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso, ya del dolor y del placer el árbitro, quien seca el mar y hace habitar el polo.


Rosalía De Castro




Felicidad, no sé a dónde acudir para descubrir que en la tierra, en el aire o en el cielo, sin embargo, sé que existen y son un sueño inútil.


Rosalia de Castro


Tengo miedo de una cosa
que vive y que no se ve.
Tengo miedo a la desgracia traidora
que viene, y que nunca se sabe dónde viene. Adrianie, donde estas.


Rosalía de Castro


Pañuelos

En un golpe de aire los papeles
han salido volando, y esparcen por el suelo
su forma de blancura.
Campo seco, sembrado
de rectángulos tersos,
limpias lenguas de sombra.

-Mis pañuelos son otros. De batista y de lino,
descansan sobre el pasto -sus vainicas aladas-
y a mis manos reciben
su perfección de agua.

Escritura caída.
Pañuelos
y pañuelos,
vida mía, palabra.

De Del color de los ríos, Esquío, El Ferrol 2000


Juana Castro


Aunque Se rían de Los Versos Que Te Escribo...

Aunque se rían de los versos que te escribo
y que dejo escondidos en las mantas del catre,
pedaleo.
Y Vegadeo es de lejos un fósforo encendido,
llevo alas en las ruedas,
voy en llanta,
pero conozco el paisaje y tengo alma
porque hago amistades
con recuas de perros de varios pueblos
y diversa índole.

Me ladran porque te amo.
Se arrojan a mis zapatos como fanecas salvajes.

De "Ballenas" 1988


Luisa Castro




Soneto Del Amor Elemental

Te quiero así, mujer: sencillamente,
como quiere el pastor a sus ovejas,
el caminante a las encinas viejas
y el río matinal a su corriente.

Te amo como las casas a la gente
y como la colmena a las abejas,
y los ojos dormidos a las cejas
que vuelan en el cielo de la frente.

Voy a tu corazón como las olas
a los buques cargados de amapolas
y de maderas claras y sencillas.

Doy con tu beso al fin, con tu ternura,
como el río con toda la llanura
y la sed con el agua sin orillas.


Carlos Castro Saavedra


AMOR INCANDESCENTE.

Quiero destrozar mi corazón
si no te puedo olvidar
te amo con toda mi razón
y….nunca te dejaré de amar.

Te quiero con la fuerza
de la sangre de mis venas
con la fuerza de mi alma
y con tus penas
con el fuego de la lumbre
de mi sangre tropical.

tus miradas son hogueras
que me incendian y calcinan
y tus labios son dos llamas
que al juntarse con los míos
me electrizan.


Son tus brazos dos tenazas
que al cerrarse tras mi cuerpo
me convierten en hierro derretido
e incandescente
porque mi alma, mi razón, y mis sentidos
serán tuyos para siempre.



Milagros Villegas Orozco.
7 de Febrero de 1951.


Ignacio Rivas Castro


AMOR INMORTAL.

Eres como esa infancia: ¡Inmortal!
Suave y apacible pero que despierta en mi alma
Tormentos desconocidos, es tu fantasma, el recuerdo tuyo que no me deja vivir en paz.

Es una lucha descomunal y a muerte entre tu recuerdo que es mi pasado y mi presente nuevo y maravilloso, pero que tu con tu sombra me ocultas.

No te podré olvidar nunca, ni aun después de muerta. Mi amor por ti, no muere, no cambia, es u será siempre igual.


Milagros Villegas Orozco.
Enero 25 1950.


Ignacio Rivas Castro


De La Lonja

No te amaré mañana. He aguardado
tantos días desnuda, con tu nombre
grabado entre las cejas, que olvidé
los inviernos, el azul y las rosas.
Ciertamente, habría de ser negra
la piel negra del perro que amordazó
mis piernas y fue lenta, hacia dentro
vistiendo de parálisis la gallarda
evidencia del hombro. Hoy he visto
que tan solo milímetros le restan
a los hilos del túnel. Pero existe el remedio:
Mañana, cuando tú te despiertes,
encontrarás el lecho bañado con mi sangre.
Un panal de uñas rotas, y tal vez
una pluma deshojada en la lucha.
No debes sorprenderte. Habré ganado
en el instante último mi guerra.
Con un ala perdida junto al cielo
y la llave morada de los labios, estaré,
torpe y triste, otra vez aprendiendo.
Mas debe ser así, pues que la libertad
hermana es gemela de la muerte.


Juana Castro


Destino

Por mi culpa , mujer, por mis inviernos,
muchas veces tu cara se humedece de lágrimas.
Pero también por culpa de Dios, frecuentemente,
el rostro de la tarde se humedece de lluvia.


Carlos Castro Saavedra


El Mundo Por Dentro

Siento correr los ríos por mis venas
y crecer las estrellas en mi frente.
Siento que soy el mundo y que la gente,
habita mis pulmones y colmenas.

De flores tengo las entrañas llenas
y de peces la sangre, la corriente
que caudalosa y permanentemente
inunda mis canciones y mis penas.

Llevo por dentro el fuego que por fuera
dora los panes, seca la madera
y produce el incendio del verano.

Las aves hacen nidos en mi pelo,
crece hierba en mi piel, como en el suelo,
y galopan caballos en mi mano.


Carlos Castro Saavedra


Amor

Un deseo constante de alegría;
una urgencia perenne de lamento
y el corazón, campana sobre el viento
estrenando badajas de elegía.

Morir mil veces en un solo día
y otras tantas quemar el pensamiento
en la resurrección, que es el tormento
de pensar en la próxima agonía.

Ver en pupilas de mujer un llanto
y sorprenderlo convertido en canto
al soñar en un niño que lo vierte.

Esto es amor, candela estremecida
empujando la noche de la vida
hacia la madrugada de la muerte.


Carlos Castro Saavedra


Vestida Como El Campo

De verde te amo más, con el vestido
que se parece al campo cuando llueve,
y el campo se emociona y multiplica
su verdura por nueve.

Ataviada de selva, de árbol joven,
por mi casa mensual cantas, caminas,
y despreocupas las habitaciones
con tu aroma de encinas.

Pienso que te sembré, que soy labriego,
que tu seno es el fruto de mi arado,
y que te salen hojas de la vida,
y ramas del costado.

Te quiero más así, toda de verde
olorosa a madera, esperanzada,
como recién salida de la tierra
con la cara mojada.

Déjame recostar sobre tu falda,
soñar que me he perdido en tu follaje,
y que un hijo me busca como loco
debajo de tu traje.


Carlos Castro Saavedra


Dejé de Transmitir Sus Señales E Interpreté Las Mías

Cuando las gaviotas se lo coman todo
y en los esqueletos de los barcos proliferen
los insectos,
seguirás preguntándote qué hice contigo
después de recordarte.

Porque después del recuerdo vienen otras cosas
que no conociste,
que tampoco conocí porque desaparecían
al ritmo ligero de lo no deseado.
Pequeñas rozaduras que envejecían el instinto
de retenerte
y que no hacían daño, como ahora las gaviotas.

Todavía no, pero las veo gordas
sobre sus patas tiesas de aferrarse a los ahogados
y comerles los ojos
sin movimiento.

Porque no opone resistencia la carroña
engordarán tranquilas.

Pero todavía no,
aunque las vea.

De "Los hábitos del artillero" 1990


Luisa Castro


Apocalipsis

Ella no es Pomona. Ni, como las Danaides,
una daga dorada oculta entre los senos.
Ella no es Calíope, aunque sea la voz y la belleza.
Y aunque, como las Náyades, ame fuentes y bosques,
no es Estigia, ni Dafne,
ni es la bella Afrodita
ni el sueño de los héroes.
Pero Ella ha nacido.

Como ananás fragante, se levanta
ungida de romero,
como custodia viva, derramando
cuatro copas dulcísimas:
Abrazo de la tierra,
música del aire,
luz violenta del fuego
y el almíbar del agua.
Ya no habrá nunca noche, porque Ella
se ha manifestado
con sus cuatro trompetas y su gloria.
Y así es la gran nueva, la alegría:
Porque Ella ha nacido
y esta es la señal, aleluya.
Que su gracia
sea con todos vosotros, aleluya.

De Narcisia, Barcelona 1986


Juana Castro


de La Captura Nocturna de Halcones

POR DESLUMBRAMIENTO

La muerte es una alondra descubierta en la noche.
Ahora sé que, transida, con su brazo
fervoroso de arándanos me acecha.
De mi alcoba, tan lejos maduraba,
tan secreta y tan dulce, certera de mi olvido,
que solo tras el mar, en otra orilla,
su manto desplegaba de ternura.
Fue preciso el camino. Andar
por otras tierras, absorber
otra luz, otra lengua, sigilosa
y terrible su huella por las piedras.
Con mis ojos la he visto.
Estuvimos tan cerca, que el fulgor
de su música, como nieve bajaba,
ciega al mar, por mi cuerpo.
Fue un instante de amor. Solo el tacto
luminoso y atroz de la distancia.
Mas vivo, desde entonces,
develada, viviendo por morir.
Por bajar, o ascender, y en el infierno
de su efímera mano, venturosa,
sucumbir finalmente
de hermosura o maldad.

De Arte de cetrería, Col. Juan Ramón Jiménez, Huelva 1989


Juana Castro


Cae Impenitente Una Lluvia de Palos Una Virgen Se Lamenta

De noche cuando el eunuco
duerme
soñando con mi tercera muerte y mi corazón
divide el oro de la sangre
un pequeño temblor me habita por la boca.

Pulsar útiles arpas
entonces,
templar cálido hierro, cerrar
sobre algún sxo las manos aún gritando
sólo puedo morir, solo puedo morir,
quizás signifique
estar cerca
de mi soledad con un nudo.
Quizás signifique verter fotografías en una zona
a menudo extranjera
golpeando una arena cimentada.

Pero cuando duerme o se empeña en la venta de
mis bienes,
en mi rostro sobre el palo, solo queda
morir, sólo
queda morir, lo doloroso
es la mañana con himno y camareras,
lo doloroso
es mi cuerpo con andamiaje de ola como edificio
de
aire.

A las cinco se llena de mujeres como
un parque.

A las seis un viento que oscurece
lo recorre como un
sable.

De "Los versos del Eunuco" 1986


Luisa Castro


Penélope

Kabul

Pajarillo enjaulado, me han quitado los ojos
y tengo una cuadrícula
calcada sobre el mundo.
Ni mi propio sudor me pertenece.
Espera en la antesala, me dicen, y entrelazo
mis manos mientras cubro de envidia
las cabras que en el monte ramonean.
Ciega de historia y lino
me pierdo entre las sombras
y a tientas voy contando
la luz del mediodía.
Noche mía del fardo
que sin luces me arroja
la esperanza del tiempo
engastado en la letra. Noche mía, mi luz
cuadriculada en negro, cómo pesa
mi manto y su bordado, cuánto tarda
la paz negra del cielo, cuánto tarda.

De El extranjero, Rialp, Madrid 2000


Juana Castro




La Cuna

Estoy encinta, y vivo. Me preñó
igual que a las ovejas.
Ahora hace la cama
con madera de olivo,
y canta, y por primera vez
me llama por mi nombre.

Porque va a ser un niño
como su abuelo, dice,
“un hombre de verdad
que trabaje conmigo.

Pero de noche, carga
sobre mí su balumba
y se olvida del hijo.

Será para cantar, me digo, mientras abro
las piernas y me escoro
hacia un lado eludiendo
su peso porque duele.

¿Qué será lo que siente?


Juana Castro


Ínsula

Como un nocturno vino tu mirada,
amotina mi sangre enardecida
y la noche en mis hombros detenida,
ignora su presencia desolada.

Ya no puede mi voz contra la espada
de silencio que tengo entre la herida,
de saber tu caricia estremecida
pero en oscura cárcel encerrada.

Estoy solo en la costa de tu risa,
y aunque la ofrenda tuya se divisa
mi temor de alcanzarla lo confieso:

Mi corazón - grumete sorprendido -
no se atreve en un mar desconocido
para ganar la isla de tu beso.


Carlos Castro Saavedra


Destierro

Yo no soy de esta tierra.
Era ya extranjera en la distancia
del vientre de mi madre
y todo, de los pies a la alcoba me anunciaba
destierro.
Busqué de las palmeras
mi voz entre sus signos
y perforé de hachones
encendidos la amarga
región del azabache. Yo no sé
qué vuelo de planetas torcería
mi suerte.
Sobre el mudo desvío, sé que voy,
como víbora en celo, persiguiendo
el rastro de mi exilio.

No encontrará mi alma su reposo
hasta que en ti penetre
y me amanezca
y ría.

De No temerás, Torremozas, Madrid 1994


Juana Castro


Más Que En Los Anzuelos...

Más que en los anzuelos.

Aún más que en mi dedo gordo
con un anzuelo
en vez de robalizas.

Aún más que en el anzuelo que tengo en el corazón
en vez de robalizas.

Más aún que en la cabeza de robaliza que tengo
en vez de anzuelos.

Más, más que en los anillos que hago para ti
con anzuelos de robalizas.

De "Ballenas" 1988


Luisa Castro


Sentir El Peso Cálido...

Sentir el peso cálido.
Girar
previsora la vista, y saber
que no hay nadie.
Agacharse. Enrollar
el vestido, dejar en las rodillas
la mínima blancura
de la tela, su felpa
y el fruncido que abraza
la cintura y las ingles.

Mojar
con el chorro dorado,
tibio y dulce la tierra
tan reseca de agosto, el desamparo
sutil de las hormigas en la hollada
palidez de los henos.

Mezclar
su fragancia espumosa con el verde
vapor denso de mayo, sus alados
murmullos, la espantada
carrera de los grillos.

Y en invierno, elevar
un aliento de nube
caldeada, aspirando el helor
de hoja fría del aire.

Orinar
era un rito pequeño
de dulzura
en el campo.

(De Fisterra, Libertarias, Madrid 1992)


Juana Castro


Recuento

Hoy tengo
veinticinco años.
Mi juventud se va
con mis mejores deseos.
La quiero, la veo marchar
sin una rozadura,
sin reproches espero a que esté lejos
para llorar su falta.
Nunca sabrá nada de mí.
Cambiaré de amistades, de lugares,
frecuentaré otros sitios
donde todo sea nuevo
y ella no pueda decirme te quiero nunca más
y yo nunca más pueda dejar de obedecerla.
Me esperan hombres que saben decir no,
mujeres que saben programar sus vacaciones
y soy feliz,
el futuro se descubre ante mí
lleno de hombres que saben decir no,
mujeres que saben decir no
me esperan en sus increíbles fiestas
con sus mejores deseos.

De "De mí haré una estatua ecuestre" 1997


Luisa Castro


Todos estos poemas que me guardaste
que yo nunca había conocido de tí
me hicieron todo de nuevo RECORDAR
ya que en cada uno me describiste
y todo tu corazón y alma sentí
AMOR INMORTAL en mi hicieron brotar


Ignacio Rivas Castro


¡BESAME! de tu mirad siempre salía
me hiciste perder todo ese MIEDO
TUS BESOS en mi alma se han grabado
brazos, manos, ojos, boca, todo unía
TE NECESITO sentir mi ser querido
TE QUIERO mi corazón ha proclamado.
(3 de 7 )


Ignacio Rivas Castro


Ya conocí SED DE TI de tu mirar
SUEÑOS que verdadera realidad hiciste
QUIEREME te di mi amor y adoré
dentro de tus ojos verdes COLOR DEL MAR
ME HACES DAÑO con no poder besarte
¡dime! DONDE ESTAS allí yo te veré.

(4 de 7 )


Ignacio Rivas Castro


CORAZÓN DE HIELO tu me derretiste
y en LOCO AMOR todo convertiste
VUELVE dame la FELICIDAD en que te veo
AMOR CALLADO me conociste
NUNCA ES DEMASIADO TARDE dijiste
porque siempre habrá AMOR ETEREO.

( 5 de 7 )


Ignacio Rivas Castro


POR TI descubrí el verdadero amor
VEN A MI con tus ojos me dijiste
yo te enseñaré a AMAR y querer
PARA MI tus besos seran mi clamor
DE NUEVO ilusiones....vida surgiste
miedo y tentación borraste de mi ser.

AMOR INCANDESCENTE me encendiste
ya no SOÑE ....todo hiciste realidad
eras la luz que POR LAS NOCHES iluminabas
POEMAS DEL CORAZON me trajiste
QUIERO grabarlos para en mi soledad
recordarte en ellos como VIBRABAS.

( 6 y 7 de 7 ) 2010/06/23


Ignacio Rivas Castro


PARA TI.

Mis recuerdos que evoco de ayer
lagrimas que me invaden de hoy
y.....serán mis suspiros de mañana.

Quedarán plasmados aquí
tu me los diste en amores
yo los grabé en mi corazón

Aquí están todos ellos
como oración para tí
en mi Templo de oriente.


Ignacio Rivas Castro


TU Y YO (POEMAS)

Si la vida de mi te separó
aquí te reúno de nuevo
tus pensamientos de juventud
y los míos desde que te conocí
nuestros sentimientos y recuerdos
como un himno a la posteridad.

Tus clamores conocí
hasta ayer que los descubrí
los míos, algunos te susurré
otros ocultos quedaron
los tuyos en mi recuerdo llevare
y los míos en plegarias te aclamaré.

Ni la muerte podrá separarlos
porque yo los llevo a diario
serán mi libro de oraciones
en tus cumpleaños regalos
para tus hijas cuentas de sus rosario
y todos llenarnos de tu paz y bendiciones.

2010/06/23.


Ignacio Rivas Castro


Dame mujer un beso de tus labios
y mi amor te llevarás
pero dame mujer tu corazón entero
y una eternidad tendrás.

Iñaki.


Ignacio Rivas Castro