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Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!
Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.
En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero.
El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
Se tienen muchas ideas y pocos amigos o muchos amigos y pocas ideas.
Al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia.
De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio.
Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento.
La simpatía es muy frecuentemente un prejuicio sentimental basado en la idea de que la cara es el espejo del alma. Por desgracia, la cara es casi siempre una careta.
¿no tienes enemigos? ¿es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?.
A nadie cuesta más que a aquel que mucho desea.
Hay pocos lazos de amistad tan fuertes que no puedan ser cortados por un pelo de mujer.
Nos desdeñamos u odiamos porque no nos comprendemos porque no nos tomamos el trabajo de estudiarnos.
Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia.
El juego cumple una alta misión moral, sirve para arruinar a los idiotas.
La gloria, en verdad, no es otra cosa que un olvido aplazado.
Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas.
El arte de vivir mucho es resignarse a vivir poco a poco.
Evita la conversación de aquellas personas cuya palabra, en vez de ser trabajo, es placer. Los grandes parlanchines suelen ser espíritus refinadamente egoístas, que buscan nuestro trato, no para es...
Defecto por defecto, preferible es la arrogancia al apocamiento, la osadía mide sus fuerzas y vence o es vencida, pero la modestia excesiva huye de la batalla y se condena a vergonzosa inacción.
... la casualidad no sonríe al que la desea, sino al que se la merece.
Unas veces nos amamos porque nos conocemos, y otras, acaso las más, nos amamos porque nos ignoramos
Lejos de abatirse el investigador novicio ante las grandes autoridades de la Ciencia, debe saber que su destino, por ley cruel, pero ineludible, es crecer un poco a costa de la reputación de las mism...
No basta examinar; hay que contemplar: impregnemos de emoción y simpatía las cosas observadas; hagámoslas nuestras, tanto por el corazón como por la inteligencia.
Apártate progresivamente, sin rupturas violentas, del amigo para quien representas un medio en vez de ser un fin.
Muchas veces he pensado si el mal no está puesto en el Universo como un tema de trabajo y un incentivo a nuestra curiosidad.
Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.
La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte. La soportamos con entereza porque deseamos superar su terrible grandeza y cautivar la admiración de los espectadores
La más ignorante y rústica de las mujeres puede engendrar un hombre de genio.
Es difícil ser buen amigo de los amigos, sin ser algo enemigo de la equidad.
Hay un patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado; otro fuerte y activo: el orientado hacia el porvenir.
A los amigos, como a los dientes, los vamos perdiendo con los años, no siempre sin dolor
Los débiles sucumben, no por débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo sucede a las naciones.
El ahorro excesivo declina rápidamente hacia la tacañería, cayendo en la exageración de reputar superfluo hasta lo necesario.
Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio.
Al cavilar sobre las limitaciones del espíritu humano siéntese algo así como abatimientos de rey destronado, nostalgias y desfallecimientos del águila alicortada y prisionera
Cosa corriente es que vanidosos y presuntuosos finjan poseer lo que desean.
Es vulgarísima verdad que, en grado variable, el afán de aprobación y aplauso mueve a todos los hombres...
Una de las desdichas de nuestro país consiste, como se ha dicho hartas veces, en que el interés individual ignora el interés colectivo
Los celos iracundos de algunas hembras significan, antes que el temor de perder un amante, el recelo de que se cierre un bolsillo