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Se cayeron mis alas y yo no me rendi ( 4 )

Se cayeron mis alas y yo no me rendi. Encuentra docenas de se cayeron mis alas y yo no me rendi con fotos para copiar y compartir.


Conjunción

Sahumáronte los pétalos de acacia
que para adorno de tu frente arranco,
y tu nervioso zapatito blanco
llenó toda la tarde con su gracia.

Abrióse con erótica eficacia
tu enagua de surá, y el viejo banco
sintió gemir sobre tu activo flanco
el vigor de mi torva aristocracia.

Una resurrección de primaveras,
llenó la tarde gris, y tus ojeras,
que avivó la caricia fatigada,

que fantasearon en penumbra fina,
las alas de una leve golondrina
suspensa en la inquietud de tu mirada.


Leopoldo Lugones


Pequeña patria, dulce tormenta mía, canto ubicado en mi garganta desde los siglos del maíz rebelde: tengo mil años de llevar tu nombre como un pequeño corazón futuro cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana.


Otto René Castillo




Solo El Amor

La angustia es siempre
indocumentada ave
que se aposenta
mirando ansioso a todas partes.
Solo al mirarse de frente
en el trémulo pozo del alma
hasta embarrarse de luz
la médula del ser
brota un largo beso de sombras
permeado de ígneas ráfagas
que son alas de una gran emoción.
Comprendemos maravillados
que a fin de cuentas
por encima de todo
solo el amor nos salva.


Enrique Jaramillo Levi


Tendidos Bajo El Sueño

Era grande la noche. Estábamos en ella
con todos los impulsos dispuestos para el beso.
Se quemó el filamento de la única estrella
y un cosquilleo eléctrico nos palpitó en los huesos.

La luna se estiraba como una gata en celo.
La tierra tomó un hondo tibior de carne abierta.
Docenas de emociones cayeron en tu pelo.
Nos hallamos, de pronto, con la alegría despierta.

Dios se encogió de un golpe y se escondió en tu traje.
El pájaro del miedo se nos fue del paisaje.
Olvidamos el alma y el pecado.
Todo nos dejó solos: la luna y el vestido.
La noche era profunda como un lecho mullido.


Jorge Debravo


Sueño

Voya dormir de nuevo, en el penacho negro
que llevan en la cresta aquellas nubes altas.
Voya escapar del mundo y a disfrutar el sueño
que nos brinda el descanso que ya nunca se acaba.

Voya dejar la fuerte y apasionada angustia
que hierve entre las venas de mi sangre amargada,
para seguir caminos que nacen y se borran
en la piel infinita de tardes y mañanas.

Voya ascender a donde los vientos son continuos
y empujan incansables la fantasía del alma.
Mis versos, como gotas de rocío mañanero,
resbalarán del manto rosado de las albas.

Qué importa que desnudo, tirite mientras vuelo,
ingrávido en las nubes, sin plumas y sin alas.
Qué importa, si es más grande la frialdad de sentir
pasiones que perduran y que nunca se apagan.

Desde la fría torre de celestial iglesia,
mi lengua, de badajo, servirá a la campana,
y pegará en el bronce, llamando persistente,
a las almas sin rumbo que por el cielo vagan.

Cuando el violín de ausencias gima apartado y triste
bajo la inmensa sombra de las nubes que pasan,
mi voz irá cantando salmodiante y tranquila,
feliz en el murmullo de la lluvia lejana.


Humberto Garza


La marioneta

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo, y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero, en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco y soñaría mas, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate...!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío, si yo tuviera un corazón.... escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.

Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna.

Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.

Convencería a cada mujer de que ella es mi favorita y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos, a mis viejos, les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres.....

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por vez primera el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.

He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de mirar a otro hombre hacia abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente de mucho no habrán de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo...


Johnny Welch




Hoja Al Aire, Indefensa...

Hoja al aire, indefensa, detenida
apenas, única en el árbol
enrojecido y respirante; ojo
sobresaltado, abierto, lúcido:
en el temor mi corazón. Asfixia,
duermevela con fantasma inminente.
Deshabitado el traje suspendido,
suena con un temblor de piel que busca
su bestia desollada, su materia
de bestia próxima pudriéndose.
Oh, muerta, muerta, muerta.

Ineficaz del todo fue la sábana
subida hasta la nuca;
fija por nuca y manos, escudando
de la noche agresora y sus viscosos
jirones; y sucumben la garganta,
y los flancos y el vientre
sin armazón de hueso que los guarde.

Y qué de lo que pasa
clandestino, mimético sombrío;
lo invisible y con ruido, comprensible
por el tacto pasivo; la caída
al hielo tenue que dimana
del espinazo, y a la lengua
que tiembla y enmudece,
y al paladar de bóveda eclesiástica.

Ahora bien. ¿Soy este que se calla?
¿Soy el que gime lejos? ¿El que viene
soy, el que va saliendo, el que se queda?
¿Para qué servirá, de qué me vale
querer, sabiendo lo que sigue?
Si la sonda desciende, naufragada
sin esperanza y sin regreso,
al fondo inalcanzable que le huye.

Yo conozco las caras que se parten
en dos y en otras dos y en otras;
elementales casi formas
disfrazadas de ausentes enemigos.

Y en torno crujen las marchitas
maderas lamentables,
como un otoño cruje, como crujen
barcos difuntos, abrasados troncos,
alas crispadas y caducas
de domingos de ramos polvorientos.


Rubén Bonifaz Nuño


Su imaginación se parecía a las alas de un avestruz. Le permitían correr, pero no volar.


Thomas Macaualay


La impaciencia tiene alas y se pasa de la raya; la intención hace las maletas y pierde el tren; la voluntad sale a pie y llega.


Condesa Diane




El que tiene imaginación sin instrucción tiene alas sin pies.


Petrus Jacobus Joubert


Deshojar Un Recuerdo...

Deshojar un recuerdo se convierte
en un trabajo lleno de rocío,
como un campo de lirios y cerezos
donde me vieras sin estar conmigo.

Dócilmente te tiendes a mi lado,
extiendes tu cabello, abres al lino
interiores de concha y amaranto:
el alba fija tus contornos tibios.

Yo repaso el silencio suavemente,
fluyen las horas, y en su claro signo
ponemos un común astro de besos,
y damos los recuerdos al olvido.

Todo lo que anhelé, tú me lo has dado;
todo lo que viví, por ti está vivo;
lo que no fuiste tú, sombra es de un sueño
y no esta flor quemándose en tu brillo.

Tus alas puras lo tocaron todo
Y aún vuelas en mi gesto pensativo.
Oh, no levantes más recuerdos yertos.
Déjame en ti gozosamente hundido.


Antonio Carvajal


Si el hombre tuviese alas, bajaría más.


Antonio Porchia


Un creyente es un pájaro enjaulado; un librepensador es un águila que parte las nubes con alas incansables.


Robert Ingersoll




Porque la tortuga tiene los pies seguros, ¿es ésta una razón para cortar las alas al águila?.


Edgar Allan Poe


Sobre el excremento del caballo Las flores que cayeron del ciruelo rojo Parecen besarse.


Yosa Buson


Estoy pensando que...podría de pronto abrir las alas, volar fuera de esta silenciosa prisión, reír en la cara de mi carcelero y, junto a ti, empezar a vivir de nuevo.


Forugh Farrojzad


Meditación Al Atardecer

Esta calle que baja dura una eternidad

Aquí se cuecen vivos los grandes pensamientos

Ha llegado la hora del descanso en que no se descansa
Cuando los perros creen en santas y en fantasmas

En este punto mi madre y mi hermana preguntaron sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

Me han enterrado dos veces este otoño mamá

En esto el huracán me separo las alas con violencia
y el ataúd se rompió.

¿Qué hace mi hermana en el bosque?
Su fantasma salió de mis propias cenizas

Mi espada quiere beber de su sangre
y centellea con ardiente deseo

Mi madre es un viento que seca los árboles frutales

Y qué sabes tú de todo eso preguntaron sin voz

Los niños y las amapolas son inocentes
hasta en su maldad recitaron en coro

Ahora oigo sonar sus viejas caras
Las de mi madre y las de mi hermana

La tierra tiene piel y esa piel padece enfermedades
replicaron llorando

Es cierto hijo que eres una noche de oscuras risas

¿De dónde sacas lo que vomitas?
Sal de tus profundidades oye

Ahora el sol me derrite y los perros me lamen la piel

Eres un charco de muerte en las pesadillas
de los condenados al sueño me gritaron las brujas

Soy un charco de sueño en las pesadillas
de los condenados a muerte queridas

En este punto volvieron a decirme sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

Váyanse al mismo diablo les dije

Esta calle que baja
no acaba nunca de bajar


Oscar Hahn


Ceniza

Solo aguas en tregua
nacidas para ser ceniza múltiple del viento.

Ya ves qué paradoja
amor, qué despropósito,

quería ser ave fénix,
amor, qué engaño,
qué fraude sustentaba mi proyecto,

quería volver como un corcel glorioso,
como un crepúsculo de llama
recurrente
y amanecer contigo en lo absoluto.

Me he muerto tan despacio como el humo
y mis alas de barro no sabían volar.

De "Un lugar para el fuego"


Amalia Iglesias


Bajo el hacha implacable, ¡cuán presto en tierra cayeron encinas y robles!.


Rosalía De Castro


Mi Cinturón Aprieta Tu Cintura...

Mi cinturón aprieta tu cintura,
y tu sonrisa, mi corazón.
Sobrevolamos las islas indecibles
ya nuestro paso las nubes se disipan.
¿Cómo regresar al beso y la armonía
sin que la respiración se entrecorte?
¿Cómo planear la noche compartida
después de tanta ausencia?
Solo el aire es aliado nuestro
porque nuestro deseo es de aire puro.
Cuando descendamos a la tierra
las alas deberán seguir batiendo:
el aire de las alas
es nuestro sostén único
y las alas del aire nuestro lecho.
Desembocan los ríos en los mares azules
como en tu pecho desemboca el mar.
Abrázame en tus alas
para que otro aire no me roce
sino tu aliento, del que vivo y muero.
Bajo el cielo impalpable
hecho de luz y espera,
abrázame, amor mío, con tus alas.
Abrázame sobre la corrompida
ciudad sagrada de los hombres.


Antonio Gala


Quietud

Sentada a media luz en mi rodilla,
y una sonrisa tenue y luminosa
como las alas de una mariposa,
me reclinó en el hombro la mejilla
y abandonóse inmóvil, silenciosa.

Se me quedó dormida entre los brazos,
niña interior, aunque mujer externa,
un tiempo apasionada, luego tierna,
frágil hoy con el alma hecha pedazos,
mañana con impulsos de galerna.

No me quise mover por no alterarla,
y dejé transcurrir el tiempo lento,
con el temor de que hasta el pensamiento
pudiera, al agitarse, despertarla,
destruyendo la magia del momento.

Y así quedó, colgada de mi cuello,
dormida en mí, sin dudas y sin prisa,
y hasta su soplo refrenó la brisa;
y al fin, acariciando su cabello,
hice anidar mi beso en su sonrisa.


Francisco Alvarez


En néctar de orquídeas la mariposa perfuma sus alas.


Matsuo Basho


Jardín

La sonrisa apagada y el jardín en la sombra.
Un mundo entre los labios que se aprietan en lucha.
Bajo mi boca seca que la tuya aprisiona
siento los dientes fuertes de tu fiel calavera.

Hay un rumor de alas por el jardín. Ya lejos,
canta el cuco y otoño oscurece la tarde.
En el cielo, una luna menos blanca que el seno
adolescente y frágil que cautivo en mis brazos.

Mis manos, que no saben, moldean asombradas
el mármol desmayado de tu cintura esquiva;
donde naufraga el lirio, y las suaves plumas
tiemblan estremecidas a la amante caricia.

Sopla un viento amoroso el agua de la fuente...
Balbuceo palabras y rozo con mis labios
el caracol marino de tu pequeño oído,
húmedo como rosa que la aurora regase.

Cerca ya de la reja donde el jardín acaba
me vuelvo para verte última y silenciosa,
y de nuevo mi boca adivina en la niebla
el panal de tus labios que enamora sin verlo,
mientras tus manos buscan amapolas de mayo
en el prado enlutado de mi corbata negra.


Pablo García Baena


La libertad de mi patria, quisiera verla surgir entre alas, no de entre charcas de sangre.


José Martí


Tiene la mariposa cuatro alas; tú tienes cuatro versos voladores; ella, al girar, resbala por las flores; tú por los labios, al girar, resbalas.


Salvador Rueda


Confusas entre los pétalos alas de pájaros.


Shiki Masaoka




El ave canta aunque la rama cruja, porque conoce lo que son sus alas.


José Santos Chocano


Más vale vapor en calderas que alas rastreras.


Refrán


El vino abre las puertas con asombro y en el refugio de los meses vuelca su cuerpo de empapadas alas rojas.


Pablo Neruda


Juan Gert

Mi sueño se hizo dulcemente cal.
La bóveda perfecta de tu cráneo
enclavada en la mariposa de mis huesos
es frágil tulipán
coronando las alas abiertas de la pelvis.

Sacas el molde al mundo
en mi cintura breve;
recogido y devoto como un rezo,
hilas con mi sangre el Universo,
hijo mío.
Creces dentro de mí
como en vaso ritual.

Por ti conozco
la humildad de ser la tierra fértil,
por ti el orgullo del vital milagro;
por ti soy urna bíblica,
por ti soy comunión y penitencia.

Por ti la muerte en su medalla acuna
perfil de piedra en querubín de niebla.
El vivo tulipán de tu cabeza
saca de nuevo el molde al Universo.


Yolanda Bedregal


La Rosa

La imagen del amor como una rosa
abre sus encendidas ilusiones
y sobre el tallo esbelto resplandece
su oscura primavera deseada;
el naciente reflejo de su sombra
nubla el claro contorno de la vida
y nos absorbe su letal aliento
cual la luz la cautiva mariposa.
Alas llevo rondando el escondido
deseo de mi amor, ansiosas alas
me sirven como un velo trasparente
ante el divino rostro que enamora,
y en la locura de ese vuelo incauto,
quemándome las alas cual se ajan
las dulces vestiduras de mis sueños,
¿me acerco al ser extraño que está abriendo
sus abismadas aguas de belleza,
o cada vez más cerca de su vida
me alejo del misterio deseado?
¡Inútil desazón, vuelo perdido
que nunca detendrá sus angustiosas
alas negras de amor ante esa llama
del fuego primitivo que despierta
como una rosa el pasmo de los hombres!
Cual un pájaro ciego yo te canto,
porque eres mi sombría rosa amada,
y cuando está anegado de tristeza
mi corazón renueva sus canciones.

De "Las iusiones"


Juan Gil-Albert


Viajero

La extrañeza del lugar aunque
lo imaginaba. Lo interminable del instante
y lo áspero. Un comedor vasto como el hastío,
Mas aquí, en reposo,
el mudo mantel, el atardecer
junto a la sombra
de los recuerdos en el rostro.
Obstinada la hora
le encierra, solitario, y al hermano
que llora bajo sus pensamientos.

Un sitio siempre ajeno como el amor, un lento salón
que a los fantasmas del viaje, en bandadas,
aparece de súbito con lámparas y memorias.
Conversaciones, alas, palabras apenas,
rumor en tomo. Una cucharada
a los labios con un remordimiento
y sobre la mesa, inmóvil, desconocida;
la silenciosa blancura de sus manos.

Quisiera despertar de entre los muertos
mientras la hora sórdidamente huye.

Lo piensa mientras a su alrededor
la mosca del sueño, el periódico,
el volumen ardiente de una falda,
no importa,
qué cuerpos o miradas, la tenaz
ola de melancolía también
les llega,
y en procesiones nocturnas
los huéspedes no duermen sino avanzan
con equipajes, entre espejos y blancos uniformes,
sonrientes, solos, sonámbulos,
por carrileras, a pie, enlunados,
al subterráneo final de los trenes sin nadie.

De "Los adioses" 1963


Fernando Charry Lara


Más allá de la historia de las vidas sin gloria, sin honor ni sustento; guardaré del que escribe su mejor pensamiento; quiero amar a quien vive con las alas del alma desplegadas al viento.


Eladia Blazquez


Contar Un Cuento

Es el país de Irás y No Volverás
donde los relojes marcan el invierno en punto
y solo en tu memoria habría primavera
si tuvieras tiempo para recordar
Pero solo hay tiempo para buscar a la reina blanca

Aquí se congela el corazón y no puede romperse
Aquí se congelan las fuentes del llanto
Aquí se congelan las palabras que designan cosas de colores
y solo sobrevive la palabra de su nombre
Pero tú no sabes cómo se llama la reina blanca

Se sabe poco de la reina blanca:
que habita un silencio sin ventanas
que habita el castillo de Salsipuedes
que habita el lugar del frío

Se sabe poco de la reina:
que es completarnente blanca
que ni pensando todas las rosas juntas
se podría armar un arrebol en sus mejillas
y que ni con todas las alas de todos los pájaros
se podría emigrar de su invierno en punto

Se sabe poco de ella
Pero no necesitas más para buscarla
ni necesitas más para encontrarla
y avanzar alejándote de ella para siempre
y descubriendo que ya no dejas huellas sobre la nieve
y descubriendo cómo pierdes toda prueba de la vida


Ulalume González de León


No Está El Aire Propicio

No está el aire propicio para estampar mejillas.
Se borraron la flechas que indicaban la ruta
más copiosa de pájaros para los que agonizan.
Se arrastran por los suelos nubes sin corazón
y a la garganta trepa la impostura del mundo.

No está el aire propicio para cantar tus labios,
tu nuca en desacuerdo con las leyes de fisica
ni tu pecho de interna geografia afectuosa.
Las tijeras gorjean mejor que las calandrias
y no vuelven ya nunca si remontan el vuelo
y aqui en mi cercanía tres libros se aproximan,
abiertos en la página donde muere una reina.

Qué dulce despertar el del amor que existe
y qué existencia clara la del ojo que duerme,
velado por las alas remotas de los párpados.

Pétalos de difuntas miradas, llueven, llueven
y llueven, llueven, llueven. Me sepultan los pies,
las rodillas, el vientre, la cintura, los hombros.
Van a enterrarme vivo; van a enterrarme vivo;

No está el aire propicio para soñar contigo.


Gerardo Diego


Reniego del amigo que cubre con las alas y muerde con el pico.


Refrán


Y este ser sincero, el yo, habla del cuerpo y lo quiere incluso cuando sueña y se forja ilusiones y aletea con un batir de alas rotas.


Friedrich Nietzsche


Noche

Sobre la nieve se oye resbalar la noche.

La canción caía de los árboles,
y tras la niebla daban voces.

De una mirada encendí mi cigarro.

Cada vez que abro los labios
inundo de nubes el vacío.
En el puerto,
los mástiles están llenos de nidos,
y el viento
gime entre las alas de los pájaros.


Vicente Huidobro


La Visita Del Arcángel

Verte, como tras niebla, vuelto el rostro,
oculta la cabeza entre las sombras,
y vislumbrar el suelo ajedrezado,
los hondos muros blancos, la ventana
y tras ella el paisaje, una alta torre
guardando la ciudad que ciñe un muro,
los azules, los verdes, los dorados,
tan exactos que niegan la distancia.
Pisar el mármol frío y acercarme
al sitial donde aguardas silenciosa.
Querer cerrar los ojos y estar lejos,
y sentir que mi pulso se acelera
y que fallan mis piernas, y mirarte,
mirarte sin embargo cuando giras
tu rostro envuelto en luz que no es del mundo
hacia mí que te hablo. Y comprender
con estupor y asombro quiénes somos,
pues reconozco al fin cuál es mi sueño,
y sabiendo cumplido mi destino,
y, extendidas mis alas, regresar a lo alto.

De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España


Abelardo Linares


Canción A La Cadena Del Blanco Amor

Ayer te volví a ver, barrio de mis once años
y encontré la mitad de mi nostalgia
apoyada en una clara cruz de malva,
custodiando una sal de blanca usanza,
sobre el delgado muro de tu casa.

Miré tu monasterio en la colina,
con tres siglos de paz en los aleros
y con palomas que abren en el cielo
su corazón de musical garbanzo.

Oí cantar los gallos, como entonces,
con sus sombreros de oro y hojas frescas;
miré la casa en que moría siempre
por hambre, por olvido y por decoro,
caballero macilento y solo.

Y vi un copo de lana que nevaba
en la biografía de la abuela.
El ángel de la rueca tenía sueño
y en sus alas de pana, la tristeza
había doblado en dos la antigua rueda.

Cómo te recordé dulce Lucía muerta,
con tu cesto de pan fuera de tiempo,
llorando de vacío en la vereda...
Desde entonces estás blanca de enero,
perdida en la salud azul del cielo
y para ya no despertarte... sueño.


César Dávila Andrade