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Si se apagan las luces

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Y si se apagan las luces, y si se enciende el infierno, y si me siento perdido sé que tú estarás conmigo, con un beso de rescate.


Ricardo Arjona


Lo más bonito de todo es la Navidad. En las casas ponen nacimientos y árboles con foquitos de colores que se prenden y se apagan. Las luces parecen estrellas.


Roberto Gómez Bolaños




En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces.


Gabriel García Márquez


Los niños iluminan el hogar. ¡Cómo no iluminarlo, si dejan las luces prendidas en todos lados!.


Aldo Cammarota


Los recuerdos,luces que se apagan,llegan cual tranvía del pasado,en noches oscuras,silenciosas,vacías.


Miguel Visurraga Sosa


La desgracia descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir.


Blaise Pascal




moral y luces, son nuestras primeras necesidades


gabriela requena


Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora. Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche.


Omar Jayam


El odio como el amor se apagan en la tumba. Solo una cosa permanece invariable en la vida, como después de la muerte: nuestro destino


Henrik Ibsen




La lucha se gana o se pierde lejos de testigos - en la retaguardia, en el gimnasio, y por ahí en el camino, mucho antes de que yo bailo bajo esas luces.


Muhammad Alí


No vas peor. Es que ahora tienes más luces para conocerte: ¡Evita hasta el más pequeño asomo de desánimo!


Josemaría Escrivá de Balaguer


Todo lo que diga está de más...las luces siempre encienden en el alma.


Fito Páez


La vida está compuesta de luces y sombras, fingir que no hay sombras sería falso


Walt Disney




Dadme una certeza de raíces en horizonte quieto, un descubrimiento que no huya a cada paso, o dadme un bello naufragio verde, un milagro que ilumine el fondo de nuestros mares íntimos, como el barco que se hunde sin apagar sus luces.


Vicente Huidobro


Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora


Omar Jayam


Mis ideas se conforman con las de usted y nada me anima mas que el bien de la Patria, cuya inclinación conozco en usted auxiliada de las luces que yo quisiera tener.


Manuel Belgrano


Creo en las luces tenues y los espejos trucados


Andy Warhol


Una de mis inspiraciones iniciales se remonta a la película Cabaret. Amo a Liza Minelli, la manera que canta es energía pura. Me gusta el modo en que las luces destacan cada movimiento del show.


Freddie Mercury


Mejor que buscar la verdad sin método es no pensar nunca en ella, porque los estudios desordenados y las meditaciones oscuras turban las luces naturales de la razón y ciegan la inteligencia


René Descartes


Las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales


Simón Bolívar


Y dale alegría, alegría a mi corazón y que se enciendan las luces de este amor. Y ya verás cómo se transforma el aire del lugar. Y ya verás que no necesitaremos nada más.


Fito Páez


La fiesta se ha apagado, las luces del teatro ya no existen, estoy en la nada del circo no queda sino un traje raído cansado descolorido.


Hanni Ossott


Rostro de Vos

Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto y por sabor.

Sin un temblor de más,
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna maldición.

Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor.
Yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan a su hambre
miran y miran
y apagan la jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos.

Y es una soledad
tan desolada.


Mario Benedetti


Las mariposas tienden sus alas temblorosas y en alegría loca de luces y colores, ebrias de amor expiran en tálamos de flores... ¡Hay vidas que se acaban como esas mariposas!.


Francisco Villaespesa


Canción de Hojas Y Lejanías

Eran las hojas, las murmurantes hojas,
la frescura, el rebrillo innumerable,
Eran las verdes hojas -la célula viva,
el instante imperecedero del paisaje-
eran las verdes hojas que acercan en su murmullo,
las lejanías sonoras como cordajes,
las finas, las desnudas hojas oscilantes.

Las hojas y el viento.
Hojas con marino ritmo ondulaban,
hojas con finas voces
hablando a un mismo tiempo, y que no eran
tantas sino una sola, palpitante
en mil espejos de aire, inacabable
hoja húmeda en luces,
reina del horizonte, ágil
avecilla saltante, picoteante por todos
los aros del horizonte, los aros cintilantes.

Las hojas, las bandadas de hojas,
al borde del azul, a la orilla del vuelo.

Eran las hojas y las murmurantes lejanías,
las hojas y las lejanías llenas de hablas,
las lejanías que el viento tañe como cuerdas:
oh pentagrama, pentagrama de lejanías
donde hojas son notas que el viento interpreta.

En las hojas rumoraban bellos países y sus nubes.
En las hojas murmuraban lejanías de países remotos,
rumoraban como lluvias de verdeante alborozo,
reían, reían lluvias de hablas clarísimas
como aguas, hablas alegres de hadas, vocales de gozo.

Y las lejanías tenían rumores de frondas sucesivas,
las lejanías oían, oían lluvias que narran leyendas,
oían lluvias antiguas. Y el viento
traía las lejanías como trae una hoja.


Aurelio Arturo


Canción de Hadas

Hadas divinas hadas!
Creer en las hadas
en las rosadas, felices noches estivales,
y también en esas noches extrañas
cuando entre abismos de sombras en el silencio
del silencio
se encuentra de súbito una líquida palabra melodiosa
como una fresca agua recóndita, un agua
de dulce mirada.
¿No creer ya en las hadas?
Pero entonces... Yo creo, ciertamente,
que mi antigua haya era una reina de hadas,
y lo supe cuando en el cielo de su mirada
subían rosas ardientes y cuando su palabra
quemó mi piel sin dejar señales,
y porque en su corpiño, bajo las sedas
le palpitaban palomas blancas.

* * *
Ahora el silencio
un silencio duro, sin manantiales,
sin retamas, sin frescura,
un silencio que persiste y se ahonda
aun detrás del estrépito
de las ciudades que se derrumban.
Y las hadas se pudren en los estanques muertos
entre algas y hojas secas
y malezas,
o se han transformado en trajes de seda
abandonados en viejos armarios que se quejan,
trajes que lucieron ciñéndose a la locura de las da
entre luces y músicas.


Aurelio Arturo




Las luces están dispuestas para iluminarnos desde el pasado.


Malcolm Lowry


Golondrinas

Que me busquen mañana.
Hoy tengo cita con las golondrinas.
En las plumas mojadas por la primera lluvia
llega el mensaje fresco de los nidos celestes.
La luz anda buscando un escondite.
Las ventanas voltean páginas fulgurantes
que se apagan de pronto en vagas profecías.
Mi conciencia fue ayer un país fértil.
Hoyes campo de rocas.
Me resigno al silencio
pero comprendo el grito de los pájaros
el grito gris de angustia
ante la luz ahogada por la primera lluvia.


Jorge Carrera Andrade


Nocturno

Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.


Oliverio Girondo


Morir

¡Ay tú, siempre lejana!
(Tu cuerpo poseído
me parece aún intacto.)
¡Ay, tu sonrisa esquiva!
¡Ay, tus palabras vagas!
Todo tan sin sentido
(adorable, imposible!)
que no eres tú, no es nada,
es la nada lo que amo
revestida de luces
que en suave piel resbalan.

Desnúdate, ¿qué importa?
Ya solo sé morirme
y no mirarte. Canto
cierto nácar cambiante,
deseo con mil nombres
que aquí brilla variando,
ternura, o llanto, o dicha,
o -querida, querida, querida-
no saber qué se dice,
morir tu misma muerte,
rozarte así imposible.


Gabriel Celaya


Lied Iii

En la costa brava
Suena la campana,
Llamando a los antiguos
Bajales sumergidos.
Y como tamiz celeste
Y el luminar de hielo,
Pasan tristemente
Los bajales muertos.
Carcomidos, flavos,
Se acercan bajando...
Y por las luces dejan
Oscuras estelas.
Con su lenguaje incierto,
Parece que sollozan,
A la voz de invierno,
Preterida historia.
En la costa brava
Suena la campana
Y se vuelven las naves
Al panteón de los mares.


José María Eguren


Para la mayoría de los hombres, la experiencia es como las luces de popa de un barco, que iluminan solo el camino que queda a la espalda.


Samuel Taylor Coleridge


Las Lágrimas

Las lágrimas son el vino de los ángeles.
San Bernardo

Un día el hombre vio llorar al ángel.
Algo había pasado en los espacios,
algo muy tierno o algo muy terrible,
y el hombre contemplaba conmovido
la alada criatura en su congoja.
Vio en su rostro encendido por la gracia
una expresión tan honda, vio en sus rasgos
abrirse tales muestras de tristezas
y pasar por su frente tales nubes
de inmensos infortunios, que prendado
quedóse allí mirando la nobleza
de aquel dolor. El ángel suspiraba
cual si en sí mismo un mundo más potente
diera un extraño impulso a su amplio pecho.
Llevábase las manos tan hermosas
a su faz dolorida, y el trastorno
daba a su cabellera un indolente
sabor de adversidad. Cuando en sus ojos
comenzaron con lívidos fulgores
a cuajarse unas aguas con destellos
de sobrenaturales inclemencias,
el hombre se sintió sobrecogido
y allá en su corazón algo ignorado
fluyó a su vez; caían sobre el ángel
unas lágrimas densas, arrastrando
no se sabe qué peso delicioso,
y cada vez que abría sus pupilas
hacia el vaso horizonte le manaba
aquel triste caudal. ¡Ay!, dijo el hombre,
¿qué goce extraño es ése o desvarío
que siento remontar en mis entrañas,
qué turbadora imagen comunica
a mi ser un dolor irresistible?
Y cuando con dulzura abandonado
lloró también gimiendo amargamente,
una sal en los labios le vertían
las luces de sus ojos.


Juan Gil-Albert


Mujeres

Oh, blancura. ¿Quién puso en nuestras vidas
de frenéticas bestias abismales
este claror de luces siderales,
estas nieves, con sueño enardecidas?

Oh dulces bestezuelas perseguidas.
Oh terso roce. Oh signos cenitales.
Oh músicas. Oh llamas. Oh cristales.
Oh velas altas, de la mar surgidas.

Ay, tímidos fulgores, orto puro,
quién os trajo a este pecho de hombre duro,
a este negro fragor de odio y olvido?

Dulces espectros, nubes, flores vanas...
¡Oh tiernas sombras, vagamente humanas,
tristes mujeres, de aire o de gemido!


Dámaso Alonso


Autorretrato

Todo lo que llevo dentro
está ahí fuera.
Se ha hecho -fiel a sí mismo-
mi evidencia.
Mis pensamientos son montes,
mares, selvas,
bloques de sal cegadora,
flores lentas.
El sol realiza mis sueños,
me los crea
y el viento pintor, errante,
-luz, tormenta-
pule y barniza mis óleos,
mis poemas,
y el crepúsculo y la luna
los avientan.

Podéis tocar con las manos
mi conciencia.
Gozar podéis con los ojos
-negro y sepia-
los colores y las tintas
de mis penas.
Y eso que os roza el labio,
bruma o seda,
es mi amor -flores o pájaros
que revuelan-
mis amores, criaturas
libres, sueltas.

Todo lo que fuera duerme,
queda o pasa,
todo lo que huele o sabe,
toca o canta,
conmigo dentro se ha hecho
viva entraña,
víscera oscura y distinta,
sueño y alma.
Si pudierais traspasarme
os pasmarais.
Todo está aquí, aquí dormido.
Dibujada
llevo en mi sangre y mi cuerpo
cuerpo y sangre de mi patria.
Luces y luces de cielo,
cosas santas.
Todo lo que está aquí dentro
fuera estaba.
Todo lo que estaba ahí fuera
dentro calca.
El universo infinito
me enmaraña;
auscultadme, soy su cárcel
sin ventanas.

Escuchadme, dentro, fuera,
donde os plazca.
Mis más íntimos secretos
por el aire los pregonan
y los cantan.


Gerardo Diego


Y Sobre Todo

Inmutable e infinito
es tu cuerpo
de venado salvaje:
Es tu pelo
todos los árboles
Son tus ojos
todas las luces
Es tu nariz
todos los puentes
Son tus labios
todos los caminos
Es tu cuello
todas las canteras
Son tus hombros
todos los pilares
Tu pecho
todas las geografías
tus brazos
todos los vientos
Tu vientre
todas las espesuras
Tus piernas
todas las transformaciones

Inmutable e infinito:
eres


Carlota Caulfield


Fatiga

Marcho día y noche
como un parque desolado.
Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos;
miro el cielo y su hierba que aprende a cantar;
miro el campo herido a grandes gritos,
y el sol en medio del viento.

Acaricio mi sombrero lleno de luz especial;
paso la mano sobre el lomo del viento;
los vientos, que pasan como las semanas;
los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre;
las luces, que pasan como los meses;
cuando la noche se apoya sobre las casas,
y el perfume de los claveles gira en torno de su eje.

Tomo asiento, como el canto de los pájaros;
es la fatiga lejana y la neblina;
caigo como el viento sobre la luz.

Caigo sobre mi alma.
He ahí el pájaro de los milagros;
he ahí los tatuajes de mi castillo;
he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós.

Caigo de mi alma.
Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno;
caigo del viento sobre la luz;
caigo de la paloma sobre el viento.


Vicente Huidobro


El Día Se Ha Ido

Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas,
-ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.

(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría, y
se bebió la última taza.)

Sí;
definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato negro.
Ladrará hasta sacarme de la cama.

Pero no será igual. Será otro día.

Será otro perro de la misma raza.


Ángel González


Perfil

La imposible belleza de ese perfil me tienta,
las luces de la noche dando brillo a sus ojos,
la hermosura y el vértigo, la espiral que me acerca
los labios deseosos y el amor y su niebla.

Ojos desconocidos que tanto me conocen;
labios que besarán los labios de la dicha:
distancia que no empuja, que conduele o desvive
al pecho que se altera junto a un pecho que vibra.

La noche nos embriaga de su antiguo perfume,
y un perfil, ese enigma, convida a su lisonja;
la caricia es de pronto quemazón, nube, lumbre
y es su piel esa noche lasciva y peligrosa.

Qué sueño, qué sonrisa, qué misterio, qué mano
roza mi frente ahora sin saber lo que piensa,
hoy que la noche es bosque de súbito y de sombra
y un perfil imposible de belleza me tienta.


José Lupiáñez


Inmensidad de La Noche

En medio de la noche surge a veces
una pregunta, y la noche se agranda,
y es inmensa la noche hasta la angustia.
Como un barco sin luces, silencioso,
surca así nuestro cuarto tanta sombra
que parece sin límites el mundo.
Nos rodea el vacío, es agua oscura
más densa aún que la sangre. Nada se oye,
tan solo un chapoteo de hondo cieno
allá en lo más profundo de ese agua:
es nuestro corazón. Pero la noche
no cesa de crecer y ya es un ojo
de insoportable desnudez que mira
nuestro terror. Y es esa la pregunta,
y la noche lo sabe y mira entonces
(sólo a veces) el desvalido ser
que somos, con ternura, y vuelve el sueño.
Y la infinita gruta que es el universo
de nuevo resplandece.

De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España


Abelardo Linares