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Suspiro ( 4 )

Suspiro. Encuentra docenas de suspiro con fotos para copiar y compartir.


Amor de amantes que prejuzgan por prohibido,

aquel que late de un instante, que vive de un suspiro.

Amor que desafía a la vida por no tener su destino,

amor que en el silencio te extraña, al no tenerte al lado mío.

Amor que fluye en la sangre, que vibra con solo verte,

sabe que tus ojos no me engañan son tus labios los que mienten.

Amor que dilata al presente y consume el futuro inerte,

solo vive porque te ama y muere porque te siente.

Si la vida me regala solo segundos de tus besos,

solo un corto tiempo del destino,

bastara una mirada cómplice del alma,

para unir nuestros cuerpos, en este huracán prohibido.

Cuerpos que sin culpa se sienten libres, sin culpa te siento mío...

sentimiento que nace cuando estas a mi lado,

que vive al fundirte conmigo.

Perdóname por hoy, mi dulce amante,

debo vagar en este mundo a mar abierto,

lejos de tu vida, lejos de tus besos,

solo por amarte y no morir en el deseo.

Prométeme mi fiel amante, que me llevarás en secreto,

me sentirás en tu piel, en tu sangre,

me mantendrás viva en tu cuerpo.

Solo en la distancia intentaré olvidarte,

por no tenerte por completo,

por no aceptar compartirte,

por desearte a cada momento.

Pero no creas esta mentira,

que solo finge un simple y corto tiempo,

porque tu sabes que te llevo en corazón y alma,

sellado a mi vida, fundido a mi cuerpo...


Jackselins Arteaga


Tu suspiro se ancla en mi alma como un okupa sin hogar


Maria Rosa Rodríguez Araya




En mi silencio se escuchan mejor las palabras que deje al final, gritando con sentimiento... En la mutua indiferencia, en el aparente vació que nos separa del pensarnos. Fugaz y breve, silencio final , , resuenan los recuerdos expresados en un suspiro con sabor a tus labios.


Edgar Rubén Leõn Galicia


Dame tus alas y tu olvido
Crea en mi un oasis sin desierto
Entrégame tu amor como un suspiro
Y acoge entre tu alma mi destierro.


nepreS


El término nirvana significa exhalar -el suspiro de alivio-, algo de lo que nos alejamos en el mismo momento en que retenemos la respiración. Cuando nos aferramos a nosotros mismos, a la vida, a la respiración, al espíritu o a dios, todo queda reducido a algo tan inerte como una piedra o un ídolo. Pero cuando soltamos y exhalamos, la respiración volverá. Eso, precisamente, es el nirvana.


Alan Watts


¿Sabes lo que es un suspiro? Es aire que nos sobra por alguien que nos falta.






Así, una memoria sigue a otro hasta que el guion olas juntos sobre nuestras cabezas, y un profundo suspiro hincha el pecho, lo que nos advierte que nos hemos olvidado de respirar en medio de estos pensamientos puros.


Max Muller


Este programa para dejar nuclear para el año 2020 es una locura. Si hubiera una guerra nuclear, y la humanidad fueron aniquilados, la Tierra sería un suspiro de alivio.


James Lovelock


Un suspiro es poco alivio.






Dios es un suspiro inefable, sembrado en lo más profundo del alma.


Jean Paul


La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón y el alma de condiciones sin alma. Es el opio del pueblo.


Karl Marx


Visual sorpresa es natural en el Caribe, sino que viene con el paisaje, y se enfrentó con su belleza, el suspiro de la historia se disuelve.


Derek Walcott


Algunos se rinden con un suspiro de resignación. Otros luchan un poco, y luego pierden esperanzas. Otros, y me incluyo entre ellos, nunca se rinden. Luchamos y luchamos y luchamos. Luchamos no importa lo que cueste la batalla, las pérdidas, la poca probabilidad de vencer. Luchamos hasta el final. No se trata de coraje. Es algo constitucional, una incapacidad de abandonar. Tal vez solo se deba a la sandez de ansiar la vida.


Yann Martel




Te extraño
Esta es la forma mas cruel de tortura hacia mi mismo, sacar esa caja en donde la cubre una cobija de polvo , maltratada por el tiempo, debajo de una cama por miedo a que sea vista , solo con el sentido de abrirla de nuevo huelo tu perfume de aquella mañana , tras levantar la tapa es como despertar denuevo una parte olvidada en un ricon oscuro de lo que queda de un corazón desolado , este es un día lluvioso el cual cubre mis ojos que sin tener sentido vuelven a pensar en las manos calidas con la que cubrias mi rostro, postrado en una cama me doy cuenta que mi orgullo lo he asesinado con tu recuerdo , solo queda un pensamiento, tras las primeros recuerdos grabados en papel, con una tinta palida, esa letra que es indescutiblemente tuya , al leer ese final del primer pedazo de vida que conformamos tu y yo , entro en un mar de pensamientos , por que?, una fotografía pegada en una de las paredes del cuarto le sonríe a lo que queda de mi vida y de ti, tras volver en el tiempo solo un chispaso de tiempo se vio en mis ojos al caer un rayo del cielo triste, te encontrabas tras un árbol majestuoso , su vejes mostraba la experiencia dejada tras la vida que había tenido, eras tu tan solo radiante como no podre explicarlo jamas, no estas tu , mi ahora sin sentido , esas tardes de sonrisas y risas que brotaban como botones de flor de cereso , el camino de una historia se vio afectada por un inesperado destino, por que tubo que pasarme ami?, solo se que mi amada no se fue envano , ella se llevo un pedazo de mi a la tumba, la veo en mis sueños, muerto por dentro , vivo por fuera de alguna manera, uno de los últimos detalles yasen dentro de la caja en un rincón , una llave, solo con ver ese objeto inerte , solte estragos de dolor quien se vio afectada mi almohada , esa simple llave representaba la puerta hacia un destino diferente el cual con fervor y felicidad nos habíamos prometido, puedo mas el miedo que la felicidad, mirar en una ventana acediada por gotas elixir de vida, esperando el mañana , saber que algún día prodras volver , volver a ser mi razón de seguir con vida, eso jamas sucederá ya que el muerte yase en tu corazón frio, sin dudarlo , se que en algún tiempo estare de nuevo a tu lado pero no ahora , me queda vivir lo poco o mucho que tal vez tenga, saber que siempre tendre un lugar en tus brazos me hace sentir seguro ante lo que puedo sufrir , una ultima vista , esas cartas vividas cada una de ella , todas para ti , pero ninguna te di , ese fue el sello de mi tortura, el reflejo de ese espejo del mueble en el que te posabas para saber si te quedaba bien la ropa se a quedado gris, sin que reflejar jamas, tu eras ese rayo de luz , esa esperanza de no quedarme en las tinieblas , siempre supe que te irias prontro , por eso vivimos al máximo nuestro sentido de ser un solo ser, marcharte sin despido, un día que mi ser nunca olvidara , llorando te fuiste al dejar a todo lo que mas amabas, solo yo , postrado ante ti , sin remedio de que la vida te puediera sonreir de nuevo, al ir ala cocina , tomar cualquier cosa que dañara mi forma física para ahogar con el dolor que sentía en lo profundo de mi pecho, me hise bastante daño , cuando en mis ojos se reflejaron un color carmesí ,sonreí, por que te extraño, tu a lo lejos me guardas un espacio en el cielo estrellado, juntos otravez reviviremos bellos recuerdos, mi cuerpo debilitado se desbanicia como humo , callendo lentamente hacia el tibio suelo teñido de sangre, me unire a ti , ojos que vuelven a vivir el momento, el en horizonte veía como el fin del día acababa conmigo, mi vida acambio de la muerte, ironico pensar en eso, mi único suspiro dio fin al agonizante día en el que nos volvimos a encontrar, tendido en el suelo esperando la melodía de tus labios, este es un sueño del que jamas despertare .


Hector martinez


Como hombres virtuosos pasan ligeramente de distancia,

Y susurrar a sus almas , para ir,

Mientras que algunos de sus amigos lo hacen triste decirlo ,

" La respiración va ahora", y algunos dicen , " No: "



Así que vamos a derretir , y no hacen ruido ,

No lacrimógeno inundaciones , ni suspiro - tempestades movimiento ;

' Profanación twere de nuestras alegrías

A decir de los laicos nuestro amor.



Mudanza de th ' tierra produce daños y temores ;

Hombres calculan lo que hizo, y significaba ;

Pero trepidación de las esferas ,

Aunque más lejos , es inocente .



Amor sordo amantes sublunar "

( Cuya alma es el sentido ) no puede admitir

Ausencia, porque doth eliminar

Aquellas cosas que elemented ella.



Pero por el amor tanto refin'd ,

Que nosotros no sabemos lo que es,

Inter - seguro de la mente,

Importar menos , los ojos , los labios y las manos para pasar por alto.



Nuestras dos almas , por lo tanto , que son uno ,

Aunque tengo que ir , soporta aún no

La violación , sino una expansión ,

Como el oro a ritmo delgadez aireado.



Si son dos, que son dos, así

Como brújulas gemelas rígidas son dos;

Tu alma , el pie fix'd , hace que no se presenta

Para mover , pero ¿Acaso , si el "otro do .



Y a pesar de que en el plantón central,

Sin embargo, cuando el otro ahora alumbra vagan ,

Se apoya y presta oídos después de ella,

Y crece erguido, como la vuelve a casa .



Tal tú en mí , que debe

Como th ' otro pie , correr oblicuamente ;

Tu firmeza hace mi círculo justo,

Y me hace final, donde empecé .


John Donne


Inclinó hacia atrás el blanco cuello que se dilataba con un suspiro y desfallecida, deshecha en lágrimas con una largo estremecimiento y tapándose la cara, se entregó.


Gustave Flaubert


Yo no te quiero!-No! Yo no te quiero!

Y sin embargo, cuando eres ausente estoy triste;

    Y la envidia, incluso el cielo azul brillante por encima de ti,

Cuyas estrellas tranquilas pueda verte y se alegrarán.



    Yo no te quiero!-Sin embargo, no sé por qué,

Whate'er que tú dost parece todavía bien hecho, para mí:

    Y muchas veces en mi soledad Suspiro

Que aquellos a mi me gusta que no son más como tú!



    Yo no te quiero!-Pero, cuando seas ido,

Odio el sonido (aunque los que hablan ser querido)

    Que se rompe el eco persistente del tono

Tu voz de la música deja en mi oído.



    Yo no te quiero!-Pero tus ojos hablan,

Con su profundo color azul, brillante y más expresivo,

    Entre yo y surgen del cielo de medianoche,

Con más frecuencia que los ojos que he conocido.



    Yo sé que no te amo! pero, ¡ay!

Otros serán apenas confiar en mi corazón sincero;

    Y a menudo me sorprendo ellos sonriendo a su paso,

Porque me ven mirando donde estás.


Caroline Elizabeth Sarah Norton


Ese tipo de medio suspiro, que, acompañado por dos o tres leves gestos de la cabeza, es un pequeño cambio de compasión en la sociedad general.


Charles Dickens


Si no consigo por lo menos un e-mail cada diez minutos, me siento amado. Incluso el correo basura que me hace sentir visto. Triste, lo sé. Suspiro.


Chris Abani


La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo


Karl Marx


Así es -suspiró el coronel-. La vida es la cosa mejor que se ha inventado.


Gabriel García Márquez


Hacinados en las alturas, hambrientos, sometidos a violentas tempestades y extrañas epidemias, rotos todos los lazos familiares y sociales, los supervivientes empezarían a sufrir la falta de oxígeno debida a la desaparición de las algas del plancton y a la reducción de la vegetación terrestre. Confinados en la estrecha franja de tierra que separaría a los mares muertos de las pendientes montañosas estériles, la especie humana experimentaría una intolerable agonía. Tal vez treinta o cincuenta años después de la muerte de los océanos, el último hombre del planeta, en el que la vida orgánica se limitaría a las bacterias y algunos insectos necrófagos, exhalaría su último suspiro.


Jacques-Yves Cousteau


Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire.
¡Blanco! ¡Blanco! ¡Blanco!
Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero. Las pequeñas callejuelas de Edimburgo se metamorfosean. Las fuentes se transforman en jarrones helados que sujetan ramilletes de hielo. El viejo río se ha disfrazado de lago de azúcar glaseado y se extiende hasta el mar. Las olas resuenan como cristales rotos. La escarcha cae cubriendo de lentejuelas a los gatos. Los árboles parecen grandes hadas que visten camisón blanco, estiran sus ramas, bostezan a la luna y observan cómo derrapan los coches de caballos sobre los adoquines. El frío es tan intenso que los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer estrellados contra el suelo. El sonido que emiten al fallecer es dulce, a pesar de que se trata del ruido de la muerte. Es el día más frío de la historia. Y hoy es el día de mi nacimiento. [?]
Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro.
Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera.


Mathias Malzieu


Al final descubrí un delgado volumen, titulado El libro de los secretos, enterrado en lo más profundo de Catálogos Muertos. Era un libro extraño: estaba organizado como un bestiario, pero escrito como un abecedario para niños. Tenía ilustraciones en que aparecían seres de cuentos de hadas como ogros, troles y resinillos. Cada entrada tenía una ilustración acompañada de un poema breve e insípido.
La entrada de los Chandrian era la única que no llevaba ilustración, por supuesto. En su lugar solo había una página vacía enmarcada con volutas decorativas. El poema no aportaba absolutamente nada:
De un sitio a otro los Chandrian van, pero nunca dejan rastro ni sabes dónde están.
Guardan sus secretos con mucho cuidado, pero nunca te arañan ni te pegan un bocado.
No montan peleas ni arman jaleos.
De hecho con nosotros son bastante buenos.
Llegan y se van, te vuelves y se han ido, como un rayo en el cielo, como un suspiro.
Pese a lo irritante que resultaba un texto tan superficial, al menos dejaba algo muy claro: para el resto de la gente, los Chandrian no eran más que cuentos de hadas infantiles. Tan irreales como los engendros o los unicornios.
Yo sabía otra cosa, por supuesto. Los había visto con mis propios ojos. Había hablado con Ceniza, el de los ojos negros. Había visto a Haliax, envuelto en un manto de sombra.
Continué mi infructuosa búsqueda. No me importaba lo que creyera el resto de la gente. Yo sabía la verdad, y no soy de los que se rinden fácilmente.


Patrick Rothfuss



Entre el discorde estruendo de la orgía
acarició mi oído,
como nota de música lejana,
el eco de un suspiro.

El eco de un suspiro que conozco,
formado de un aliento que he bebido,
perfume de una flor que oculta crece
en un claustro sombrío.

Mi adorada de un día, cariñosa,
?¿En qué piensas?? me dijo.
?En nada... ?En nada, ¿y lloras? ?Es que tengo
alegre la tristeza y triste el vino.


Gustavo Adolfo Bécquer


A ...
Las enramadas donde veo
en sueños, las más variadas
aves cantoras, son labios y son
tus musicales palabras susurradas.

Tus ojos, entronizados en el cielo,
caen al fin desesperadamente
¡oh Dios!, en mi funérea mente
como luz de estrellas sobre un velo.

Oh, tu corazón... suspiro al despertar
y duermo para soñar hasta que raya el día
en la verdad que el oro jamás podrá comprar
y en las bagatelas que sí podría.


Edgar Allan Poe




Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


Pastorcita perdió sus ovejas
¡y quién sabe por dónde andarán!
-No te enfades, que oyeron tus quejas
y ellas mismas bien pronto vendrán.

Y no vendrán solas, que traerán sus colas,
Y ovejas y colas gran fiesta darán.
Pastorcita se queda dormida,
Y soñando las oye balar.

Se despierta y las llama enseguida,
Y engañada se tiende a llorar.
No llores, pastora, que niña que llora
Bien pronto la oímos reír y cantar.

Levantóse contenta, esperando
Que ha de verlas bien presto quizás;
Y las vio; mas dio un grito observando
Que dejaron las colas detrás.

Ay mis ovejitas ¡pobres raboncitas!
¿dónde están mis colas? ¿no las veré más?
Pero andando con todo el rebaño
Otro grito una tarde soltó,
Cuando un gajo de un viejo castaño
Cargadito de colas halló.

Secándose al viento, dos, tres, hasta ciento,
Allí unas tras otra ¡colgadas las vio!
Dio un suspiro y un golpe en la frente,
Y ensayó cuanto pudo inventar,
Miel, costura, variado ingrediente,
Para tanto rabón remendar;
Buscó la colita de cada ovejita
Y al verlas como antes se puso a bailar.


Rafael Pombo


Hay suspiros que terminan siendo canciones y hay canciones que terminan siendo suspiros. Frases sueltas.


Roque Valero


Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale la pena vivir


Alejandra Pizarnik


ustedes estarán de acuerdo en que el problema de la realidad no se enfrenta con suspiros.


Julio Cortázar


¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?


Gustavo Adolfo Bécquer