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Te recuerdo como si fuera ayer ( 4 )

Te recuerdo como si fuera ayer. Encuentra docenas de te recuerdo como si fuera ayer con fotos para copiar y compartir.


Si Fuera Todo Mar...

¡Si fuera todo mar,
para nunca salirme de tu senda!

¡Si Dios me hiciera viento,
para siempre encontrarme por tus velas!

¡Si el universo acelerara el paso,
para romper los ecos de esta ausencia!

Cuando regreses, rodará en mi rostro
la enternecida claridad que sueñas.
Para mirarte, amado,
en mis ojos hay público de estrellas.

Cuando me tomes, trémulo,
habrá lirios naciendo por mi tierra,
y algún niño dormido de caricia
en cada nido azul que te detenga.

Nuestras almas, como ávidas gaviotas,
se tenderán al viento de la entrega,
y yo, fuente de olas, te haré cósmico...
¡Hay tanto mar nadando en mis estrellas!

Recogeremos albas infinitas,
las que duermen al astro en la palmera,
las que prenden el trino en las alondras
y levantan el sueño de las selvas.

En cada alba desharemos juntos
este poema exaltado de la espera,
y detendremos de emoción al mundo
al regalo nupcial de auroras nuestras.


Julia de Burgos


Retornos Del Amor En Una Azotea

Poblado estoy de muchas azoteas.
Sobre la mar se tienden las más blancas,
dispuestas a zarpar al sol, llevando
como velas las sábanas tendidas.
Otras dan a los campos, pero hay una
que solo da al amor, cara a los montes.
Y es la que siempre vuelve.

Allí el amor peinaba sus geranios,
conducía las rosas y jazmines
por las barandas y en la ardiente noche
se deshacía en una fresca lluvia.

Lejos, las cumbres, soportando el peso
de las grandes estrellas, lo velaban.
¿Cuándo el amor vivió más venturoso
ni cuándo entre las flores
recién regadas fuera
con más alma en la sangre poseído?

Subía el silbo de los trenes. Tiemblos
de farolillos de verbena y músicas
de los quioscos y encendidos árboles
remontaban y súbitos diluvios
de cometas veloces que vertían
en sus ojos fugaces resplandores.

Fue la más bella edad del corazón. Retorna
hoy tan distante en que la estoy soñando
sobre este viejo tronco, en un camino
que no me lleva ya a ninguna parte.


Rafael Alberti




Lunas de Ayer

La luna, esta noche, la que nunca ha vuelto
vendrá para nosotros.

Porque hemos mentido, como en las lunas de ayer.
No habrá segunda parte esta vez.

Nuestro amor ha de ser como nunca fue,
un insensato amor, amor de dos
que nada necesitan ni nada desean
más que amarse.

Nuestro amor será así
o no será.


Harold Alvarado Tenorio


Donde Fuiste Feliz...

Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás: el tiempo
habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo
contra el que la ilusión chocará estupefacta.
El tiempo habrá labrado,
paciente, tu fracaso
mientras faltabas, mientras ibas
ingenuamente por el mundo
conservando como recuerdo
lo que era destrucción subterránea, ruina.

Si la felicidad te la dio una mujer
ahora habrá envejecido u olvidado
y solo sentirás asombro
-el anticipo de las maldiciones.
Si una taberna fue, habrá cambiado
de dueño o de clientes
y tu rincón se habrá ocupado
con intrusos fantasmagóricos
que con su ajeneidad, te empujan a la calle, al vacío.
Si fue un barrio, hallarás
entre los cambios del urbano progreso
tu cadáver diseminado.

No debieras volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan solo sobrevive
para vengarse en la ilusión, clavarle
su cuchillo desesperado,
morir asesinando.

Mas sabes que la dicha es como un criminal
que seduce a su victima
que la reclama con atroz dulzura
mientras esconde la mano homicida.
Sabes que volverás, que te hallas condenado
a regresar, humilde, donde fuiste feliz.
Sabes que volverás
porque la dicha consistió en marcarte
con la nostalgia, convertirte
la vida en cicatriz;
y si has de ser leal, girarás errabundo
alrededor del desastre entrañable
como girase un perro ante la tumba
de su dueño... su dueño... su dueño...


Félix Grande


Alguien Pasa

Alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.

Y yo guardo silencio.

Las palabras no acuden
en mi ayuda, se esconden
en el fondo del pecho, por no subir vestidas
de luto hasta mi boca,
y derramarse luego
en un río de lágrimas.

No sé si tú recuerdas
los días aún tempranos
en que ibas como un ángel
por el jardín, y dabas
a los lirios y rosas
su regalo de agua,
y las hojas marchitas
recogías en esa
tu manera tan suave
de tratar a las plantas
y a los que se acercaban
a tu amistad perfecta.

Yo sí recuerdo, madre,
tu oficio de ser tierna
y fina como el aire.

Una tarde un poeta
recibió de tus manos
un jazmín que cortaste
para él. Con asombro
te miró largamente
y se llevó a los labios,
reverente, la flor.

Se me quedó en la frente
aquel momento, digo
la frente cuando debo
decir el corazón.

Y se me va llenando
de nostalgia la vida,
como un vaso colmado
de un lento vino pálido,
si alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.


Meira Delmar


Recordando Un Perfume

La vida me adelanta un mensajero
delgado. Pone cada
cosa viva en el aire su existencia
como invisibles alas.

A ciegas avanzamos
y el olor es un hilo
de Ariadna que nos lleva de la mano
fuera del laberinto.

Nuestros sabuesos van buscando rastros
y damos a un aroma
alcance y lentamente recreamos
el tiempo entre la sombra.


Leopoldo de Luis




Reproches

Como el cansancio se abandona al sueño
así mi vida a ti se confiaba...
Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño,
te quería dejar ....y no acababa...

Y no acababa.....¡Y tú te desasiste,
sorda y ciega a mi llanto y a mi anhelo,
y me dejaste desolado y triste,
cual un campo sin flores y sin cielo!

¿Por qué huiste de mi? ¡Ay quién supiera
componer una rosa deshojada;
ver de nuevo, en la aurora verdadera,
la realidad de la ilusión soñada!

¿Adonde te llevaste, negro viento,
entre las hojas secas de la vida,
aquel nido de paz y sentimiento
que gorjeaba al alba estremecida?

¿En qué jardín, de qué rincón, de dónde
rosalearán aquellas manos bellas?
¿Cuál es la mano pérfida que esconde
los senos de celindas y de estrellas?

¡Ay quién pudiera hacer que el sueño fuese
la vida!, ¡Que esta vida fría y vana
que me anega de sombra, fuera ese
sueño que desbarata mi mañana!


Juan Ramón Jiménez


Mujer Dormida

¿Dormida? ¿Hecha cuajado río o luna?
¿Fuera de ti, pálida voz de la tierra?
¿Labio de mármol que oscuro anhelo calla?
No oso acercar manos que tiemblan
a la desnuda y yerma saudade de tu cuerpo.
Bajo las pestañas no sé qué cabalgadas;
qué perfecci6n de bosques y senderos;
qué bueyes con cuernos de laurel adornados
con pardas muchachas en los lomos florecidas.
O nada, o solo el negro sueño, olvido;
dos profundos pozos sin eco y sin llegada,
tu frente sin huella un mar de nieve,
el corazón como una estrella acostumbrada.
Y el blanco amor que te cubre, nube,
granizo es ya, que te conserva, nítida,
como una paloma posada más allá del arrullo.
Lejos de ti; amarte, verte de lejos;
la cabellera, mortaja de tu sueño.
En soledad, sin hombres y sin dioses.
Grises peñascos; mazorcas huecas; hiedra.

De "Anillos de agua"


Ricardo Carballo Calero


La Vuelta

Soy tu hijo. Tu hermano. No es posible.
Sin duda que hay aquí un mal entendido
¿Soy el que quise ser o éste que he sido?
La casa es familiar ciclo increíble.

-Yo soy tu hijo, madre; soy el niño
de ayer.
-Hermana, soy tu hermano.
Aún me cogéis -recuerdo- de la mano
por el jardín remoto del cariño.

No me reconocéis, madre y hermana:
soy el sombrío y trágico viajero
y voy al lado ciego de ese muro.

-No te conozco; cierra la ventana.
-No sé quién eres; mueres porque muero.
(Porque moristeis, todo ya es oscuro).


Leopoldo de Luis




¿recuerdas Aquel Cuello, Haces Memoria??

¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?

Recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.

Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.

Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.


Miguel Hernández


Marina

¿Qué debemos hacer hoy para salvar la Cultura?
Curzio Malaparte

Para Vicente Gallego

Solo dos cosas, Filis, yo quisiera
decirte, hacer que aniden
en tu desvergonzado corazón: Es la primera
un consejo de Ovidio, cuando escribe: Si a una de vosotras
Venus negó sensual naturaleza,
fingid.
Supongo que ahora no lo entiendes.
Pero hazme caso.
Confía en tu instructor.
La otra se refiere
a tu pregunta: ¿Y cómo
sugieres que debería ser mi vida?
Querida, serás muchas.
Pero aquí sí que dicto
un canon. Y es curioso: lo dijo
un enemigo (acaso
de los más feroces, irreconciliable), el que fuera Ministro
de Propaganda en aquel Reich
e los Mil Años, Joseph Goebbels.
Según Speer en sus Memorias,
llamolo a su Departamento cierta tarde
Goebbels, y le pidió:
«Amigo Speer, quiero que me diseñe
un despacho de verdad impresionante».
«¿Cómo le gustaría?», dijo Speer.
«Estilo trasatlántico», repuso
Goebbels.
Pues eso, vida mía, Filis querida y deseada:
Estilo Trasatlántico.


José María Álvarez


Al Salir A La Calle...

Al salir a la calle, sobre los plátanos,
muy por encima y por detrás de sus hojas
doradas y crujientes, el cielo, muy por encima
azul, intenso y transparente de la helada.
A cuatro bajo cero se respira
el aire como si fuera el cielo
que es el aire lo que se respirara.
Corta y se expande y un instante
rebrota antes de herir. Ritmos
de la respiración y el cielo, uno
lugar del otro, volumen
que quien respira retrajera, puro
estar del mundo en el frío,
de un color azul que nadie viera, intenso,
que nadie desde ningún lugar mirara,
aire o cielo no para respirar.

De "Del ojo al hueso" 2001


Olvido García Valdés


Resurrección

Dejarlo todo sí
mientras bate el oleaje mi cintura.

Deshechaespuma
baba marrón
semen de los días
arrumbados como trastos de olvido
en un altillo viejo.

Albergue de enmascaradas tentaciones.

Dejarlo todo fuera
del espacio que soy y me contiene:
las horas que atosigué de espera
la vigilia alucinada en silogismos
la obstinada ilusión
el timón batallando contra un viento
portador de estandartes mortuorios.

A mi alma le crecen cicatrices
y un lento olor a tiempo desvivido.

Dejarlo todo sí
a orillas de este cuerpo
de esta ínsula ardiente20
arsenal de ternura.

Ah las flores robadas para el duelo.

Quemarme en soledad
asolar el desván arrojando bien lejos
los instantes que duran para siempre25
retener en los labios los momentos
como astillas de hielo
sobre la lengua ávida.

Abandonar mi cáscara
de rostros funestos
sentarme a contemplar
convaleciente
la llama de una frágil bujía.

Desabordar mi corazón
y recobrarme
despojo y oración de algún ser sin memoria.

Marzo de 1993


Renée Ferrer




Unidad En Ella

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa larva rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala, es todavía unas manos,
un repasar de tu crujiente pelo, un crepitar
de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.


Vicente Aleixandre


El Alba Inútil

A los labios del hombre taciturno, la aurora
trajo un ebrio recuerdo de olvidados cantares.
El alba en las pupilas noctámbulas había
sorprendido la angustia de las viejas saudades.
En los círculos hondos de las mustias ojeras
se azulaba un exceso de veladas sensuales.
Vertió el vino de Francia
en la copa vibrante.
-La noche prolongaban
los grises cortinajes-.
Miró la flor marchita
de su frac un instante,
y evocó vagamente:
Casi estaba desnuda
en la fiebre del baile.
El breve seno apenas
velaban los encajes.
Oprimía la espalda
la caricia insinuante
que vagaba furtiva
de deseos. El talle
cedía entre su brazo
como un junco ondulante.
Después... aun más desnuda
la tuvo que en el vals,
y pensó vagamente:
Flor y mujer, vosotras
sólo duráis un baile.
-En la mano brillaba la heráldica sortija
herencia antigua y noble de un tiempo inmemorable.
Trémula entre los dedos fatigados, la copa
despertó una añoranza de mujeres fugaces-.


* * *


Las lámparas habían develado la alcoba.
El alba subrayaba de luz los ventanales.
Las severas efigies de los antepasados
miraban desde el fondo de remotas edades.
Con un grito argentado de dagas, la panoplia
al nieto recordaba las glorias ancestrales.
Dejó la copa exhausta
sobre la mesa grave.
Descorrió silencioso
los grises cortinajes,
y pensó vagamente:
¿Y de todo qué resta
tras el sensual alarde?
Solo una flor marchita
en la seda del traje.
-En las manos del hombre taciturno, la aurora
palideció una huella de victorias cobardes-.


Alberto Angel Montoya


Bedford Street

Ella me dio el cuchillo y dijo: «Clávalo
en el segundo espacio intercostal».

«¿Cuál es?», le pregunté. Se abrió la blusa
y señaló, risueña, un punto: «Aquí».

Algo debía de haber en aquel viaje
que lo hizo diferente. Más intenso.

Se veían más cosas. Ascendíamos
a inéditos sonidos y colores.

No había confusión. Hasta el detalle
más ínfimo nos era comprensible.

Sugerí: «¿Por qué no con barbitúricos?»
«Es lento», me objetó. «Ya lo he probado.

Y el lavado de estómago es horrible.
Como un trauma mental, pero en lo físico»

Sustituí su dedo por el mío
y apoyé allí el cuchillo suavemente.

Y lo empujé de súbito. No fuera
que cambiara de idea si iba lento.


José María Fonollosa


Línea Del Alba

III

Tienes la frente al alba:
ella cuenta los poros de tu cuerpo,
en las laderas del sueño,
con los hombros quemados.

En el alba se vierte la costumbre del alma,
se agita el pulso del deseo
como si fuera un ciervo
duramente alanceado
con agujas de bronce
o pestañas de vírgenes.

Tienes la frente al alba
y pedazos de niebla
volando de tus senos
a mis manos.


Efraín Huerta


Canción Del Recuerdo Intacto

Solo tú, verdadero, ningún dolor me diste.
Tu regalo perfecto no cabía en mis manos:
era el ramo fragante, el vino de alegría
y la espiga madura para el pan cotidiano.

Solo tú adivinaste el motivo secreto
que doblaba mi vida en curva de fracaso;
sólo tú me dijiste la palabra de aliento
que me mantiene recta a través de los años.

Por camino de sombras y vueltas de peligro
tu pie, firme y valiente, perseguía mis pasos.
¡Oh saltador de abismos, distancias y barreras!
¿Quién detuvo el impulso de tu amor obstinado?

Para saber quererme afinaste el sentido
volviendo suave y dulce lo violento y lo amargo.
Para alcanzar mi ensueño abriste alas veloces;
para poder copiarme fuiste un espejo claro.

Ardía en tus pupilas hoguera de fulgores,
se enredaba en tu lengua el arpegio de un canto,
y mecido en tus brazos, como un niño pequeño,
dormía sin temores mi corazón cansado.

Todos los que me amaron algún dolor me dieron
y todos los que amé un dolor me dejaron;
sólo tú me alegraste como un día de fiesta;
sólo el momento tuyo fue perfecto regalo.

Por eso, en hora quieta, en el pecho se esponja
el beso de ternura que revienta en los labios:
¡Música errante y vaga, azul de lejanía
lucero del silencio en lágrimas cuajado!


Claudia Lars


Canción Lejana

Y yo también como la tarde
toda me tornaré dichosa
para quererte y esperarte.
Iluminada de tus ojos
vendrá la luna,
vendrá la luna por el aire.

Tú me querrás inmensamente.
Mi corazón será infinito
para la angustia de tu frente.
Yo te daré los sueños míos:
amor, dolor, sencillamente.
Después será la enamorada sonrisa,
el beso, la memoria llena de ti, maravillada.
Y el gozo azul de estar contigo
fuera del tiempo, sin palabras.
De golondrina en golondrina
nos llegará la primavera
de la mirada pensativa.
Y un mismo cauce de dulzura
tendrán las rosas y los días.
Yo te daré los sueños míos:
amor, dolor, sencillamente.


Meira Delmar


Despedida Al Pie de Un Rosal

Si no hay conocimientos en las cenizas
dejémoslas caer en la belleza frágil
de este rosal que tiembla en el otoño.

¿Amar, qué significa, si nada significa?
Huésped del tiempo esquivo, desnudo ya de mí,
retener el raído esplendor de la existencia
que una vez creí mía,
antes que, apresurado,
me ciegue en el reverso de esta luz.
Y aguardar esta espera sin alguna esperanza,
sentir la fe de nada, pues soplé en las cenizas
y nada hay fuera de ellas:
tan solo amar, sin pensamiento alguno,
el declinar pausado del Engaño.

Arde extraña la vida, como si contemplase
en mi extinción la ajena,
y no puedo apartar los ojos de su fuego.

Canta en el aire un pájaro,
el pájaro invisible de mi infancia,
el que entonces cantaba ya sin vida.

Arde una brasa aún al pie de este rosal
y no quema mi mano.
Cuánto olor en el aire, y el aire se lo lleva.


Francisco Brines


Mar de Pafos

Aquí me tienes, félido y esfinge.
Como el guardián tricéfalo ladrando
cadáveres de ti. No sé decirte.
Recuerdo otras palabras, otros partos

de otro primer dolor, reciente aún.
No se hace la pupila a la sorpresa,
a los claros celestes, a ese azul
valiente de entre nubes que te acecha

para esculpir siluetas conocidas.
Me da miedo buscarte, me das miedo
con tus fantasmas cárnicos, sofistas.
Tranquilos: yo nací para querernos.

Hay ganas de quererla entre las nubes;
hay claridad, azul, respuesta etérea
al corazón que sobra y que descubre
la pulsación sutil, la luz, la espera.


Esther Giménez


El Mar Y Tú...

El mar y tú. Tu dicha con su duro
lento verter de espumas rescatadas.
El mar y tú: mis playas frecuentadas
por este afán de mar en que perduro.

El mar me trae el ayer. Tú mi maduro
presente enamorado. Tú enlazadas
la dicha y la congoja. El mar trenzadas
la gloria y la agonía de ser puro.

Tengo en ti, amor, la prueba de este canto
que pena como el mar; que su alegría
logra para vivir en tu pureza.

Tu espuma y él. Tu risa y su quebranto.
Que amor sin mar y mar sin agonía
no son cimas logradas de grandeza.


Enrique Azcoaga


¡Ah, si nos fuera dado el poder de vernos como nos ven los demás! De cuantos disparates y necedades nos veríamos libres.


Robert Burns


Para que un amor pasado no te lastime de por vida, conservalo como un recuerdo hermoso, mas nunca como una posibilidad, porque si lo haces nunca podras ser feliz. Nunca te aferres a nadie vive, difruta y se feliz.


Alessandro Mazariegos


Mirando a las estrellas me recuerdo de ti. Tu mirada trasciende los limites de mi imaginacion. Como te extrano! Cuanto siento no habertelo dicho tantas veces. Fuistes alguien especial en mi vida. Tu talento fue haberme hecho reir tantas veces. Me parezco tanto a ti y que orgullosa me siento de eso! Me ensenastes tantas cosas y te doy gracias por eso. Por que te fuistes tan deprisa, sin un adios, un perdon, una historia, una frase? Papa, no sabes cuanto desearia conversar contigo por largas horas, decirte buenos dias, buena noches. Nunca es tarde porque ahora lo estoy haciendo!!


Liliana Garcia


HOLA CORAZON. ¿SABES?
Te extraño mucho¡¡¡
He querido olvidarte pero no he podido.
He intentado no pensar en ti pero más te recuerdo.
Cuando voy por las calles y miro las parejas caminando de la mano, no puedo evitar que los recuerdos invadan mi mente.
Hay ocasiones en las que me encuentro sola y no puedo evitar recordarte y preguntarme donde estarás y si todavía te acuerdas de mí.
En ocasiones en las que sin motivo alguno y sin perder evitarlo suelto el llanto abrazando tú fotografía y se me viene a la mente miles de bellos momentos que pasamos juntos, aquellos momentos en los que sin motivo alguno nos decíamos cuanto nos queríamos. En esos momentos en los que yo me sentía plena.
No sebes ¿cuánto te extraño? ¿Cuánto me haces falta?
A veces me gustaría regresar el tiempo y poderte decir cuánto te amo, y lo muy feliz que era al estar junto a ti¡¡¡
Hoy solo me queda tu recuerdo y mi triste realidad que es esta soledad.
Hay ocasiones en las que me reclamo a mi misma porque te sigo necesitando si tú almejar ya ni te acuerdas de mí, que si ya te has olvidado de todo lo que hemos pasado.
En ocasiones cuando mi corazón me exige que te busque mi conciencia me grita que no lo haga, que a lo mejor él ya no quiere saber más de mí.
Hoy en día creo que lo único que me queda es dejar que el tiempo haga lo suyo.
Dejar que el tiempo sane la herida que dejaste.
Que el lugar que tú ocupas en este momento, mañana lo ocupara otro que si lo quiera. Que el vacio que tengo hoy lo olvidare ya no lo sentiré así solo quedara como una experiencia de amor y desamor que por ti yo sentí.
Por último solo te quiero decir que no te guardo rencor, y que tampoco todo lo que te he dicho es un reproche solo es como me siento cada vez que me acuerdo de ti.
Que te deseo lo mejor en todo lo que hagas y que espero que seas muy feliz que siempre hagas lo que tu corazón te dicte, que él nunca se equivoca. Si ge tu camino que en el vienen muchas cosas buenas, que si en el te tropiezas levántate, que lo, que te haga caer te dejara una experiencia que te ara mejor persona.
Nomas te pido que no me olvides que tan siquiera me guardes como un lindo recuerdo por lo que algún día llegamos hacer.
Te amo y me haces falta pero no te preocupes que el tiempo ara lo suyo.
Atte.: tu chaparra


bbsolax100mpre




Credo

No acostumbro a decir amo, te amo,
sino cuando el amor me inunda todo
desde los ojos hasta los zapatos.
Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo
resume una experiencia de entusiasmo.

Una vez dije: ¡sufro! Y era que el sufrimiento
agitaba a mi lado sus cascos de caballo.

Y siempre digo: espero. Porque a mí me podrían
arrancar el recuerdo como un brazo,
pero no la esperanza que es de hueso
y cuando me la arranquen dejaré de ser esto
que te estrecha las manos.

Creo en todos los frutos que tienen jugo dulce,
y creo que no hay frutos que tengan jugo amargo.
No es culpa de los frutos si tenemos
el paladar angosto y limitado.

Creo en el corazón del hombre, creo
que es de pura caricia a pesar de las manos
que a veces asesinan, sin saberlo,
y manejan fusiles sanguinarios.

Creo en la libertad a pesar de los cepos,
a pesar de los campos alambrados.

Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas
ya pesar de los cascos.

Creo que los países serán un solo sitio
de amor para los hombres, a pesar de los pactos,
a pesar de los límites, los cónsules,
a pesar de los libres que se dan por esclavos.

Y creo en el amor, en este amor de acero
que va fortaleciendo las piernas y los brazos,
que trabaja en secreto,
a escondidas del odio y del escarnio,
que debajo del traje se hace músculo,
órgano, experiencia, nervio, ganglio,
a pesar del rencor que nos inunda
el corazón de funerales pájaros.

Yo creo en el amor más que en mis ojos
y más que en el poder y el entusiasmo.


Jorge Debravo


Piensa como un hombre sabio pero comunícate con el lenguaje de la gente.


William Butler Yeats


El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido.


Ramón Llull


Como deshacerme de ti si no te tengo, como alejarme de ti si estás tan lejos.


Ricardo Arjona


Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.


Antonio Porchia


La memoria, malla a malla, me cubre armando su mundo. Interior, mi noche calla. En tu recuerdo me hundo.


Jorge Guillén


Hoy no me alegran los almendros del huerto. Son tu recuerdo.


Jorge Luis Borges


Ausencia tuya nunca ha estado sola: tu recuerdo es el pasaporte de mis viajes.


Aída Cartagena Portalatín


El recuerdo es el perfume del alma.


George Sand


El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo.


Gustavo Adolfo Bécquer


Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda.


Gustave Flaubert


La tapia del cementerio es una insensatez. Los que están dentro no pueden salir y los que están fuera no quieren entrar.


Arthur Brisbane


Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.


Francisco de La Rochefoucauld


Yo podría ser el último paria de mi reino, un leproso abandonado por todos, sin recuerdo y sin esperanza de goce alguno, y aún quisiera vivir.


Jacinto Benavente