Tedio
Tedio. Encuentra docenas de tedio con fotos para copiar y compartir.
Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores un dÃa terminan aquéllo que estaban haciendo y entonces les invade el tedio. Los que plantan a veces sufren con las tempestades y las estaciones, pero el jardÃn jamás para de crecer
Paulo Coelho
El tedio es una enfermedad del entendimiento que no acontece sino a los ociosos.
Concepción Arenal
En todo aquello que vale la pena de tener, incluso en el placer, hay un punto de dolor o de tedio que ha de ser sobrevivido para que el placer pueda revivir y resistir.
Gilbert Keith Chesterton
Cuanto más aprendo a deleitarme en una ausencia de razones de ser o a actuar sin ninguna utilidad como no sea hacer más llevadero el tedio, más hombre soy. Labrador en el Sahara, ésa es su dignidad. Un animal que puede sufrir por lo que no es. He ahà al hombre.
Emil Cioran
El problema de la vida pública es aprender a dominar el terror, el problema de la vida conyugal es aprender a dominar el tedio
Gabriel GarcÃÂa Márquez
Cuando entré en tu casa me pareció volver de nuevo al pasado, a uno de esos hermosos crepúsculos tristes del año 1843, cuando aspiraba el aire desde mi ventana, lleno de tedio y con la muerte en el alma.
Gustave Flaubert
El tedio puede escuchar todas las voces tentadoras, tiene camino para todos los extravÃos, y no hay aberración que un momento dado no pueda servirle de espectáculo
Concepción Arenal
¡Tedio cruel! Solo por olvido no te han hecho los autores de las penas del infierno figurar entre ellas.
Giacomo Casanova
¿Me comprenderás hasta el final, soportarás el peso de mi tedio, mis manÃas, mis caprichos, mis desánimos y mis coléricas mudanzas?
Gustave Flaubert
Será mejor que aprendas a vivir sobre la lÃnea divisoria que va del tedio a la pasión.
JoaquÃÂn Sabina
No se debe desear mandar ni obedecer; porque suele convertirse el mando en tiranÃa y la obediencia en tedio
Cleóbulo de Lindos
No sientes esas náuseas de tedio que impulsan a desear la muerte. No llevas dentro del ti el aburrimiento de vivir, ¡palabra que habrÃa que escribir como veinte H aspiradas para darle toda su intensidad!
Gustave Flaubert
Madre Naturaleza
Madre, madre, cansado y soñoliento
quiero pronto volver a tu regazo;
besar tu seno, respirar tu aliento
y sentir la indolencia de tu abrazo.
Tú no cambias, ni mudas, ni envejeces;
en ti se encuentra la virtud perdida,
y tentadora y joven apareces
en las grandes tristezas de la vida.
Con ansia inmensa que mi ser consume
quiero apoyar las sienes en tu pecho,
tal como el niño que la nieve entume
busca el calor de su mullido lecho.
!Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!
Abre, por fin, hospedadora muda,
tus vastas y tranquilas soledades,
y deja que mi espÃritu sacuda
el tedio abrumador de las ciudades.
No más continuo batallar: ya brota
sangre humeante de mi abierta herida,
y quedo inerme, con la espada rota,
en la terrible lucha por la vida.
¡Acude madre, y antes que perezca
y bajo el peso, del dolor sucumba;
o abre tus senos, y que el musgo crezca
sobre la humilde tierra de mi tumba!
Madre, madre, cansado y soñoliento
quiero pronto volver a tu regazo;
besar tu seno, respirar tu aliento
y sentir la indolencia de tu abrazo.
Tú no cambias, ni mudas, ni envejeces;
en ti se encuentra la virtud perdida,
y tentadora y joven apareces
en las grandes tristezas de la vida.
Con ansia inmensa que mi ser consume
quiero apoyar las sienes en tu pecho,
tal como el niño que la nieve entume
busca el calor de su mullido lecho.
!Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!
Abre, por fin, hospedadora muda,
tus vastas y tranquilas soledades,
y deja que mi espÃritu sacuda
el tedio abrumador de las ciudades.
No más continuo batallar: ya brota
sangre humeante de mi abierta herida,
y quedo inerme, con la espada rota,
en la terrible lucha por la vida.
¡Acude madre, y antes que perezca
y bajo el peso, del dolor sucumba;
o abre tus senos, y que el musgo crezca
sobre la humilde tierra de mi tumba!
Manuel Gutiérrez Nájera
Ars Poetica
Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiarÃa
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los dÃas
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.
Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiarÃa
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los dÃas
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.
Claribel AlegrÃÂa
Amantes
Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Enamorados como dos locos,
dos astros sanguinarios, dos dinastÃas
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Solo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada dÃa.
Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Enamorados como dos locos,
dos astros sanguinarios, dos dinastÃas
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Solo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada dÃa.
Jorge Gaitán Durán
Reminiscencias
Amor que no devasta no es
amor. Lees a Omar Jayyam en esta
plaza de bronce y de palomas
aún con olor a oriente y desventura.
(Una vez amé, creà que me amarÃan,
y no fue asÃ; eso es todo. )
Acepta su patética
invitación a la vida, aférrate
al instante que huye, sacude
tanta apagada y vil tristeza,
la ceniza que mancha tus ropas
todavÃa inocentes, deja
que el amor y el azar levanten fortalezas
de viento y las deshaga el viento
una y otra vez...
Pero tú
no me oyes. Mientras
un duro terrón de tedio
se deshace en la taza de café
(Hoy no hay nadie a quien no envidie
solo por no ser yo), en un rincón paciente
de A Brasileira esperas
que la vida se siente en la silla vacÃa.
De "Tinta y papel" 1985
Amor que no devasta no es
amor. Lees a Omar Jayyam en esta
plaza de bronce y de palomas
aún con olor a oriente y desventura.
(Una vez amé, creà que me amarÃan,
y no fue asÃ; eso es todo. )
Acepta su patética
invitación a la vida, aférrate
al instante que huye, sacude
tanta apagada y vil tristeza,
la ceniza que mancha tus ropas
todavÃa inocentes, deja
que el amor y el azar levanten fortalezas
de viento y las deshaga el viento
una y otra vez...
Pero tú
no me oyes. Mientras
un duro terrón de tedio
se deshace en la taza de café
(Hoy no hay nadie a quien no envidie
solo por no ser yo), en un rincón paciente
de A Brasileira esperas
que la vida se siente en la silla vacÃa.
De "Tinta y papel" 1985
José Luis GarcÃÂa MartÃÂn
Este juego pertenece a todos los pueblos y a todas las épocas y nadie puede saber de él qué divinidad lo regaló a la Tierra para matar el tedio, aguzar el espÃritu y estimular el alma.
Stefan Zweig
Los que saben ocuparse en cualquiera lectura útil y agradable, jamás sienten el tedio que devora a los demás hombres en medio de las delicias.
François Fénelon
Ahora Que Ya No Soy Más Joven
Ahora que ya remonto la mitad del camino de mi vida,
yo que siempre me apené de las gentes mayores,
yo, que soy eterna pues he muerto cien veces, de tedio, de agonÃa,
y que alargo mis brazos al sol en las mañanas y me arrullo
en las noches y me canto canciones para espantar el miedo,
¿qué haré con esta sombra que comienza a vestirme
y a despojarme sin remordimientos?
¿Qué haré con el confuso y turbio rÃo que no encuentra su mar,
con tanto dÃa y tanto aniversario, con tanta juventud a las espaldas,
si aún no he nacido, si aún hoy me cabe
un mundo entero en el costado izquierdo?
¿Qué hacer ahora que ya no soy más joven
si todavÃa no te he conocido?
Ahora que ya remonto la mitad del camino de mi vida,
yo que siempre me apené de las gentes mayores,
yo, que soy eterna pues he muerto cien veces, de tedio, de agonÃa,
y que alargo mis brazos al sol en las mañanas y me arrullo
en las noches y me canto canciones para espantar el miedo,
¿qué haré con esta sombra que comienza a vestirme
y a despojarme sin remordimientos?
¿Qué haré con el confuso y turbio rÃo que no encuentra su mar,
con tanto dÃa y tanto aniversario, con tanta juventud a las espaldas,
si aún no he nacido, si aún hoy me cabe
un mundo entero en el costado izquierdo?
¿Qué hacer ahora que ya no soy más joven
si todavÃa no te he conocido?
Piedad Bonnett
Visión Nocturna
Fue en el palacio de cristal de un sueño
dulcemente febril, plácida orgÃa...
Un reÃr y una voz, la melodÃa;
y en un regazo mi cojÃn sedeño.
El mudo esclavo ya no fuÃ; su dueño
con ebrIedad morosa me sentÃa.
Sobre su esbelta desnudez ceñÃa
la gracia un manto de imperial diseño.
Era la virginal magnificencia,
toda fulgor y grávida sapiencia,
sagrado cáliz, perfumado leño.
Sin falacia, sin tedio, sin reproche,
la diadema nupcial tejió la noche,
en el palacio de cristal de un sueño.
Fue en el palacio de cristal de un sueño
dulcemente febril, plácida orgÃa...
Un reÃr y una voz, la melodÃa;
y en un regazo mi cojÃn sedeño.
El mudo esclavo ya no fuÃ; su dueño
con ebrIedad morosa me sentÃa.
Sobre su esbelta desnudez ceñÃa
la gracia un manto de imperial diseño.
Era la virginal magnificencia,
toda fulgor y grávida sapiencia,
sagrado cáliz, perfumado leño.
Sin falacia, sin tedio, sin reproche,
la diadema nupcial tejió la noche,
en el palacio de cristal de un sueño.
Carlos López Narváez
¡qué Duro Estar Prensado Sin Remedio!
Qué duro estar prensado sin remedio
entre los muebles tristes de la pena!
Sacar de todas partes tedio y tedio
como un innumerable mar de arena...
Qué duro ir por la vida haciendo sueños
y encontrárselos todos en el suelo,
andrajosos, sin alma, pedigüeños,
como un largo telón de desconsuelo...
Y qué duro caer sobre una cama
donde nadie nos mira ni nos ama,
donde solo la sábana se mueve!
Y qué duro pensar que no hay remedio,
que aquà y allá no brota siempre el tedio
como una nube gris que llueve y llueve!
Qué duro estar prensado sin remedio
entre los muebles tristes de la pena!
Sacar de todas partes tedio y tedio
como un innumerable mar de arena...
Qué duro ir por la vida haciendo sueños
y encontrárselos todos en el suelo,
andrajosos, sin alma, pedigüeños,
como un largo telón de desconsuelo...
Y qué duro caer sobre una cama
donde nadie nos mira ni nos ama,
donde solo la sábana se mueve!
Y qué duro pensar que no hay remedio,
que aquà y allá no brota siempre el tedio
como una nube gris que llueve y llueve!
Jorge Debravo
Times Square Ii
Contemplo como salen del local
parejas enlazadas de las manos.
Cuánta mujer hermosa en todas partes.
El vestÃbulo exhibe con orgullo
su muestrario de chicas estupendas.
Un amigo a mi lado me saluda.
Me comenta: «Qué film más aburrido.
Las historias de amor son soporÃferas».
Yo asiento. Y admirados vigilamos
a una mujer preciosa. Acompañada.
Observo cómo mira ávidamente
las muchachas que surgen de la sala
como los coches surgen de un garaje
ostentando sus lÃneas sugestivas.
Como las miro yo seguramente.
También él siente el tedio. Ambos quisiéramos
un amor, un hogar de esos que vemos
en el cine y decimos nos aburren.
No igual a aquel que tienen los amigos
que en su gran mayorÃa se han casado.
Ante una moto grande y esplendente,
como un bello caballo de fuel puro,
nos paramos: «¿Te dejo en algún sitio?»,
precavido pregunta. Yo no acepto.
Buscaré a alguna chica por el Village.
Contemplo como salen del local
parejas enlazadas de las manos.
Cuánta mujer hermosa en todas partes.
El vestÃbulo exhibe con orgullo
su muestrario de chicas estupendas.
Un amigo a mi lado me saluda.
Me comenta: «Qué film más aburrido.
Las historias de amor son soporÃferas».
Yo asiento. Y admirados vigilamos
a una mujer preciosa. Acompañada.
Observo cómo mira ávidamente
las muchachas que surgen de la sala
como los coches surgen de un garaje
ostentando sus lÃneas sugestivas.
Como las miro yo seguramente.
También él siente el tedio. Ambos quisiéramos
un amor, un hogar de esos que vemos
en el cine y decimos nos aburren.
No igual a aquel que tienen los amigos
que en su gran mayorÃa se han casado.
Ante una moto grande y esplendente,
como un bello caballo de fuel puro,
nos paramos: «¿Te dejo en algún sitio?»,
precavido pregunta. Yo no acepto.
Buscaré a alguna chica por el Village.
José MarÃÂa Fonollosa
Qué plaga, qué aburrimiento, qué tedio es tener que tratarse con ellas mayor tiempo que los breves instantes en que son buenas para el placer.
Francisco de Quevedo
Después de haber decidido una vez para lograr una determinada tarea, alcanzar a toda costa de tedio y disgusto. El aumento de confianza en sà mismo de haber logrado un trabajo tedioso es inmensa.
Arthur Helps
La razón por la que me gusta trabajar en el teatro es el tedio de la memorización. Pero una vez que se hace, a continuación, se deleita con esta comida nunca acabar. Si lo juegas bien, cada noche está llena de apuestas muy altas que son muy difÃciles de encontrar en la vida cotidiana.
Christopher Meloni
REIR LLORANDO
Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decÃa:
«Eres el mas gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reÃa.
VÃctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrÃo:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mÃo.
»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».
—Viajad y os distraeréis.
— ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
—¡Tanto he leÃdo!
—Que os ame una mujer.
—¡Si soy amado!
—¡Un tÃtulo adquirid!
—¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?
—Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
—¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
—Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
—Mucho... mucho...
—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—SÃ, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
—¿A Garrik?
—SÃ, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artÃstica asombrosa.
—¿Y a mÃ, me hará reÃr?
—¡Ah!, sÃ, os lo juro,
él sà y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Asà —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reÃr como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reÃr se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fÃe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro rÃe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si solo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquà aprendemos a reÃr con llanto
y también a llorar con carcajadas.
Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decÃa:
«Eres el mas gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reÃa.
VÃctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrÃo:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mÃo.
»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».
—Viajad y os distraeréis.
— ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
—¡Tanto he leÃdo!
—Que os ame una mujer.
—¡Si soy amado!
—¡Un tÃtulo adquirid!
—¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?
—Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
—¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
—Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
—Mucho... mucho...
—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—SÃ, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
—¿A Garrik?
—SÃ, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artÃstica asombrosa.
—¿Y a mÃ, me hará reÃr?
—¡Ah!, sÃ, os lo juro,
él sà y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Asà —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reÃr como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reÃr se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fÃe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro rÃe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si solo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquà aprendemos a reÃr con llanto
y también a llorar con carcajadas.
JUAN DE DIOS PEZA
un loco
Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raÃda
donde la sombra de un centauro yerra.
Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura
va el loco, hablando a gritos.
Lejos se ven sombrÃos estepares,
colinas con malezas y cambrones,
y ruinas de viejos encinares,
coronando los agrios serrijones.
El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera.
Es horrible y grotesta su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
Huye de la ciudad... Pobres maldades,
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes.
Por los campos de Dios el loco avanza.
Tras la tierra esquelética y sequiza
?rojo de herrumbre y pardo de ceniza?
hay un sueño de lirio en lontananza.
Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!
?¡carne triste y espÃritu villano!?.
No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota.
Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raÃda
donde la sombra de un centauro yerra.
Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura
va el loco, hablando a gritos.
Lejos se ven sombrÃos estepares,
colinas con malezas y cambrones,
y ruinas de viejos encinares,
coronando los agrios serrijones.
El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera.
Es horrible y grotesta su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
Huye de la ciudad... Pobres maldades,
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes.
Por los campos de Dios el loco avanza.
Tras la tierra esquelética y sequiza
?rojo de herrumbre y pardo de ceniza?
hay un sueño de lirio en lontananza.
Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!
?¡carne triste y espÃritu villano!?.
No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota.
antonio machado
Y de nuevo volvió a sentir que la vida volvÃa a tener suficiente fuerza para arrastrarla y hacerle reemprender sus tareas, de la misma manera que el marinero ve, no sin cierto tedio, cómo el viento vuelve a henchir su vela pero no siente el deseo de irse otra vez, y piensa que si el barco se hundiera, bajarÃa con él girando y girando hasta encontrar descanso en el fondo del mar.
Virginia Woolf
Es cierto que todo ser humano necesita diversiones, sobre todo para sobrellevar el tedio de la vida de provincias. Por ello deben dedicarse a entretenimientos de naturaleza intelectual tales como la pesca, la lectura de obras literarias, la composición de haikus o la escritura de poemas modernos...
Natsume Soseki
QuerÃa volver a ver la plaza de Ljubljana, sentir odio y amor, desesperación y tedio, todas esas cosas sencillas y banales que forman parte de lo cotidiano y dan sabor a la existencia.
Paulo Coelho
SÃ, el tedio es eso: la pérdida, a través del alma, de su capacidad para ilusionarse; la falta, en el pensamiento, de la escalera inexistente por la que ascender confiado a la verdad.
Fernando Pessoa
Lo que ocupa a todos los seres vivos y los mantiene en movimiento es el afán de existir. Con la existencia, sin embargo, cuando se tiene por segura, los hombres ya no saben qué hacer; por ello, la segunda cosa que los mantiene en movimiento estriba en el afán de librarse del peso de la existencia, hacer que no se note, «matar el tiempo», es decir, escapar al tedio. Y de acuerdo con ello, vemos que casi todos los hombres que se hallan a salvo de la miseria y las preocupaciones, ahora que se han librado por fin de todas las demás cargas, se vuelven una carga para sà mismos y toman por una ganancia cada hora pasada con alguna ocupación, es decir, cada pizca que se sustrae precisamente de esa vida, para la conservación de la cual hasta ese momento habÃan empleado todas las fuerzas disponibles.
Arthur Schopenhauer
Acepto todo lo que hubo...
Acepto todo lo que hubo
Nunca busqué mejor suerte.
Acaso hay algo mejor que haber amado
Algo mejor que haber ardido!
La felicidad y los sufrimientos
Impusieron sus huellas amargas,
Pero yo no desperdicié la antigua luz
En tempestades pasionales, ni en el tedio sin lÃmites.
Y tú, a quien yo de nuevo he desgarrado
Debes perdonarme. Sé que nuestro destino es estar juntos.
Todo lo que no me has dicho con palabras
En tu semblante lo he adivinado.
Los ojos miran atentos
Y el corazón inquieto golpea en el pecho,
Continuando su camino ineluctable
En la frÃa oscuridad de la noche nevada.
Acepto todo lo que hubo
Nunca busqué mejor suerte.
Acaso hay algo mejor que haber amado
Algo mejor que haber ardido!
La felicidad y los sufrimientos
Impusieron sus huellas amargas,
Pero yo no desperdicié la antigua luz
En tempestades pasionales, ni en el tedio sin lÃmites.
Y tú, a quien yo de nuevo he desgarrado
Debes perdonarme. Sé que nuestro destino es estar juntos.
Todo lo que no me has dicho con palabras
En tu semblante lo he adivinado.
Los ojos miran atentos
Y el corazón inquieto golpea en el pecho,
Continuando su camino ineluctable
En la frÃa oscuridad de la noche nevada.
Aleksandr Blok