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Tus ojos de estatua

Tus ojos de estatua. Encuentra docenas de tus ojos de estatua con fotos para copiar y compartir.


Hijo mío cuanto tiempo desde el último abrazo que te dí...espero con el alma volver a sentir el roce de tu piel y el dulce mirar de tus ojos que hablan sin hablar y hacen sentir sin tocar, te amo hijo mío...


María Suyapa Guadamuz


Abre tus ojos y mira siempre hacia adelante, en realidad estas satisfecho con la vida que vives.... Lo mejor es que te sientas feliz, nada es para siempre y la vida esta llena de cosas hermosas y hay que disfrutar y siempre lo mejor estara por llegar.


Alessandro Mazariegos




En todas las lenguas del mundo hay un mísmo dicho: ojos que no ven, corazón que no siente. Pues yo afirmo que no hay nada más falso que eso; cuánto más lejos, más cerca del corazón están los sentimientos que intentamos sofocar y olvidar.


Paulo Coelho


Quiero creer que voy a mirar este nuevo año como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos.


Paulo Coelho


Abre tus ojos, mira dentro. ¿Estás satisfecho con la vida que estás viviendo?.


Bob Marley


El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto,porque sus ojos están cerrados.


Albert Einstein




Cuando las estrellas bajan, ¡qué triste es bajar los ojos para verlas!.


Antonio Porchia


Diálogo Con Un Retrato

Surges amarga, pensativa,
profunda tal un mar amurallado;
reposas como imagen hecha hielo
en el cristal que te aprisiona
y te adivino en duelo,
sostenida bajo un mortal cansancio
o bajo un sueño en sombra, congelada.
En vano te defiendes
cuando tus ojos alzas y me miras
a través de un desierto de ceniza,
porque de ti nada existe que delate
si por tu cuerpo corre luz
o un efluvio de rosas,
sino temor y sombra, la caída
de una ola transformada
en un simple rocío sobre el cuerpo.
Y es verdad: a pesar de ti desciendes
y no existe recuerdo que al mundo te devuelva,
ni quien escuche el lánguido sonar de tus latidos.
Eres como una imagen sin espejo
flotando prisionera de ti misma,
crecida en las tinieblas de una interminable noche,
y te deslíes en suspiros, en humedad y lágrimas
y en un soñar ternuras y silencio.

Solo mi corazón te precipita
como el viento a la flor o la mirada,
reduciéndote a voz aún no erigida,
disuelta entre la lengua y el deseo.
De allí has de brotar hecha ceniza,
hecha amargura y pensamiento,
creada nuevamente de tus ruinas,
de tu temor y espanto.
Y desde allí dirás que amor te crea,
que crece con terror de ejércitos luchando,
como un espejo donde el tiempo muere
convertido en estatua y en vacío.
Porque ¿quién eres tú sino la imagen
de todo lo que nutre mi silencio,
y mi temor de ser solo una imagen?


Alí Chumacero


Suma Transida

Encerrarte en palabras...
¡Que tú, tú, quepas en verbos, nombres,
y adjetivos intactos!
Que yo lo pueda decir todo:
lo nuestro, esto que hacemos
y estaremos haciendo siempre,
eternísimamente:
hablar, callar, ser tú y yo
siéndonos nuestros.

Darte una dimensión humana,
representación de ti en la tierra:
estatua, color, arrebatado paso,
y sereno mirar con esos ojos tuyos
y míos: nuestra mirada del mundo.

Que un día, los mortales sin remedio sepan
cómo tuviste sangre,
y abierta pasión por todo;
y te diste cantando, sufriendo,
a mis brazos locos, y lentos, y débiles,
y fuertes, y fríos, y pobres de luz,
pero enamorados tuyos.
Para saber que has sido verdad,
que has sido, ¡pero no eres entonces!

Buscar las palabras de cuando no vivas,
para que vivas mientras se hable.
Dios de dolor, nunca decir podré
cómo eres tú, mi amor, amor mío,
criatura de glorificación que hallo
derramada en océanos,
cielos, campos, ríos y árboles;
y hasta en palomas tristes que en la aurora
¡te despiertan a mi amor por ti!


Carmen Conde




Soneto de La Dulce Queja

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.


Federico García Lorca


Vivir es fácil con los ojos cerrados.


John Lennon


Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar y que lindo niño veo a tus ojos asomar.


Gabriela Mistral


Dejaré que muera en mí el deseo de amar tus ojos dulces, porque nada te podré dar sino la pena de verme eternamente exhausto.


Vinicius De Moraes




Ojos Habitados

Ven, ciérrame los ojos con un beso
para que no pueda ver mi cielo,
y de nuevo
ábreme los ojos con un beso
para que así no pueda verlo entre mi sueño.
Oblígame al secreto
para que nada diga de los besos,
y pídeme que cante
para que pueda hablarte.
Eres el que puso en mis labios
la voz, desde hace mucho tiempo,
y has habitado
mis manos
desde que mi sangre solo estaba creciendo.
Ibas a preguntarme
por mi cadena insomne,
y era mayor el hambre de mi acecho
y la estructura de mis huesos
estaba decayendo.
Ven, ciérrame los ojos
para que pueda descansar mi ruego.


Orietta Lozano


Dos especies de lágrimas tienen los ojos de la mujer: de verdadero dolor y de despecho.


Pitágoras


Le sangraban los ojos, nunca el corazón.


Elias Canetti


En vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas.


Gabriela Mistral


Ahora se suele criticar a la televisión por transmitir tanta violencia, cuando más cruel ha sido la Biblia: en sus páginas se come a niños, se llama a matar a los enemigos, se queman casas, se sacan los ojos a los hombres. Los dueños de la televisión moderna no han inventado nada nuevo.


Ryszard Kapuscinski


La ciencia es respecto del alma lo que es la luz respecto de los ojos, y si las raíces son amargas, los frutos son muy dulces.


Aristóteles


Los ojos son el punto donde se mezclan alma y cuerpo.


Christian Friedrich Hebbel


Mi gloria está en tus ojos.


Vicente Huidobro


Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza.


Jean-Jacques Rousseau


En los ojos del joven arde la llama. En los del viejo, brilla la luz.


Victor Hugo


Es una especie de obediencia muy agradable a los ojos de Dios no desear dispensas sin mucha necesidad.


Francisco de Sales


Por grandes y profundos que sean los conocimientos de un hombre, el día menos pensado encuentra en el libro que menos valga a sus ojos, alguna frase que le enseña algo que ignora.


Mariano Jose de Larra


Ten tus ojos bien abiertos antes del matrimonio; y medio cerrados después de él.


Benjamin Franklin




El fin de la religión, de la moral, de la política, del arte, no viene siendo desde hace cuarenta siglos más que ocultar la verdad a ojos de los necios.


Enrique Jardiel Poncela


Es imposible ocultar el amor en los ojos de que ama.


John Crowne


No hay nada mas interesante que los ojos. ¿Ya miraste a los ojos de la otra persona? De la persona amada y no amada. Del amigo y del conocido. Del jefe y del compañero de trabajo. De un niño y un anciano. Los ojos emiten una energía que es la misma energía del alma, por eso son conocidos como las ventanas del alma. Cuando miro en los ojos y dejo que los otros miren en mis ojos, estoy abriendo puertas hacia un mundo de comprensión y amor.


Pablo Neruda


El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.


Gustavo Adolfo Bécquer


Ser feliz en la contemplación serena, con la voluntad extinguida, sin la codicia y el afán del egoísmo, frío y gris de pies a cabeza, pero con ojos ebrios de luna.


Friedrich Nietzsche


Cuentame como va cayendo el sol, mientras hablas pensaré: qué guapa estas! que suerte ser la mitad del cuento de un atardecer que observo al escucharte porque mis ojos son tu voz.


Alejandro Sanz


Los obstáculos son esas cosas espantosas que ves cuando apartas los ojos de tu meta.


Henry Ford


Las guerras seguirán mientras el color de la piel siga siendo más importante que el de los ojos.


Bob Marley


La Cita

Me he ceñido toda con un manto negro.
Estoy toda pálida, la mirada extática.
Y en los ojos tengo partida una estrella.
¡Dos triángulos rojos en mi faz hierática!

Ya ves que no luzco siquiera una joya,
ni un lazo rosado, ni un ramo de dalias.
Y hasta me he quitado las hebillas ricas
de las correhuelas de mis dos sandalias.

Mas soy esta noche, sin oros ni sedas,
esbelta y morena como un lirio vivo.
Y estoy toda ungida de esencias de nardos,
y soy toda suave bajo el manto esquivo.

Y en mi boca pálida florece ya el trémulo
clavel de mi beso que aguarda tu boca.
Y a mis manos largas se enrosca el deseo
como una invisible serpentina loca.

¡Descíñeme, amante! ¡Descíñeme, amante!
Bajo tu mirada surgiré como una
estatua vibrante sobre un plinto negro
hasta el que se arrastra, como un can, la luna.


Juana de Ibarbourou


Estoy Aquí Sentada...

Estoy aquí, sentada, con todas mis palabras
como con una cesta de fruta verde, intactas.

Los fragmentos
de mil dioses antiguos derribados
se buscan por mi sangre, se aprisionan, queriendo
recomponer su estatua.
De las bocas destruidas
quiere subir hasta mi boca un canto,
un olor de resinas quemadas, algún gesto
de misteriosa roca trabajada.
Pero soy el olvido, la traición,
el caracol que no guardó del mar
ni el eco de la más pequeña ola.
Y no miro los templos sumergidos;
sólo miro los árboles que encima de las ruinas
mueven su vasta sombra, muerden con dientes ácidos
el viento cuando pasa.
Y los signos se cierran bajo mis ojos como
la flor bajo los dedos torpísimos de un ciego.
Pero yo sé: detrás
de mi cuerpo otro cuerpo se agazapa,
y alrededor de mí muchas respiraciones
cruzan furtivamente
como los animales nocturnos en la selva.
Yo sé, en algún lugar,
lo mismo
que en el desierto cactus,
un constelado corazón de espinas
está aguardando un hombre como el cactus la lluvia.
Pero yo no conozco más que ciertas palabras
en el idioma o lápida
bajo el que sepultaron vivo a mi antepasado.


Rosario Castellanos


Todos los pensamientos , todas las pasiones, todos los placeres,

Lo que suscita este cuerpo mortal ,

Todos son sino ministros de amor ,

    Y alimentar a su fuego sagrado .



Oft en mis sueños de vigilia hacer yo

Vive otra vez que el o'er hora feliz,

Cuando a mitad de camino en el monte que yo la doy ,

    Al lado de la torre en ruinas .



La luz de la luna , el robo que sobre el escenario

Se había mezclado con las luces de la víspera ;

Y ella estaba allí , mi esperanza, mi alegría,

    Mi querida Genoveva !



Se inclinó sobre el hombre armado,

La estatua del caballero armado;

Se puso de pie y escuchó mis laico ,

    En medio de la luz persistente.



Pocos dolores hath ésta, de su propia ,

Mi esperanza ! mi alegría ! mi Genevieve !

Ella me ama más , Whene'er canto

    Las canciones que la hacen llorar .



Jugué un aire suave y triste ,

Canté una historia de edad y en movimiento

Una vieja canción grosera , que se adaptaba bien

    Esa ruina salvaje y canoso .



Escuchó con un rubor revoloteando ,

Con la mirada baja y modesta gracia ;

Por bien que lo sabe , no pude elegir

    Pero la mirada en su rostro .



Le conté del caballero que llevaba

A su escudo una marca ardiente ;

Y eso durante diez largos años que cortejó

    La Señora de la Tierra .



Le dije lo que se consumía , y ¡ah!

El , el tono suplicante el bajo profundo

Con lo que yo cantaba el amor de otro ,

    Interpretado mía.



Escuchó con un rubor revoloteando ,

Con la mirada baja y modesta gracia ;

Y ella me perdonó, que miraba

    Demasiado cariño en su cara!



Pero cuando me dijeron que el desprecio cruel

Eso enloquecidos que Caballero audaz y hermosa ,

Y que él cruzó la montaña - bosque,

    Tampoco descansado día ni de noche ;



Que a veces de la guarida salvaje ,

Y a veces desde la sombra tenebrosa ,

Y a veces la puesta en marcha a la vez

    En verde claro y soleado , -



Llegó y lo miró a la cara

Un ángel hermoso y brillante ;

Y que él sabía que era un demonio ,

    Este caballero miserables !



Y ese no saber lo que hacía,

Dio un salto en medio de una banda de asesinos ,

Y salvó de indignación peor que la muerte

    La Señora de la Tierra !



¿Y cómo lloraba, y juntó las rodillas ;

¿Y cómo le tendía en vano -

Y siempre se esforzó para expiar

    El desprecio que su cerebro enloquecido ; -



Y que ella lo cuidó en una cueva ;

Y cómo su locura se fue,

Cuando en el bosque de hojas amarillas

    Un moribundo yacía ; -



Sus palabras - pero que mueren al llegar a

Esa tensión tierna de toda la canción,

Mi faultering voz y haciendo una pausa arpa

    Disturbed su alma con lástima !



Todos los impulsos del alma y el sentido

Se había emocionado mi cándida Genevieve ;

La música y la historia triste ,

    La víspera rico y suave ;



Y las esperanzas y temores que encienden la esperanza,

Una multitud indistinguibles ,

Y los deseos suaves moderadas largo,

    Sometido y apreciado mucho !



Ella lloró de pena y alegría ,

Ella se sonrojó con amor y virgen vergüenza ;

Y como el murmullo de un sueño,

    La oí respirar mi nombre.



Su pecho dejó escapar - se hizo a un lado ,

Como consciente de mi mirada que ella dio un paso -

El de repente, con los ojos timoratos

    Huyó a mí y lloró.



Ella medio me encerrado con sus brazos ,

Ella me apretó con un abrazo mansos ;

E inclinándose hacia atrás la cabeza , miró hacia arriba ,

    Y miró a la cara.



-Fue en parte les encanta , y en parte el miedo,

Y en parte -Fue un arte tímido ,

Para que yo pueda sentir bien , que veo ,

    La hinchazón de su corazón.



Me tranquilicé sus miedos , y ella estaba tranquila ,

Y le dijo a su amor con la Virgen orgullo ;

Y así gané mi Genevieve,

    Mi novia brillante y hermoso .


Samuel Taylor Coleridge


Ahí estaba Neruda y unos metros más atrás estaba yo y en medio la noche, la luna, la estatua ecuestre, las plantas y las maderas de Chile, la oscura dignidad de la patria. Una historia como ésta seguro que no la tiene el joven envejecido. Él no conoció a Neruda. Él no conoció a ningún gran escritor de nuestra república en condiciones tan esenciales como la que acabo de recordar. Qué importa lo que pasara antes y lo que pasara después. Allí estaba Neruda recitando versos a la luna, a los elementos de la tierra y a los astros cuya naturaleza desconocemos mas intuimos. Allí estaba yo, temblando de frío en el interior de mi sotana que en aquel momento me pareció de una talla muy por encima de mi talla, una catedral en la que yo habitaba desnudo y con los ojos abiertos. Allí estaba Neruda musitando palabras cuyo sentido se me escapaba pero con cuya esencialidad comulgué desde el primer segundo. Y allí estaba yo, con lágrimas en los ojos, un pobre clérigo perdido en las vastedades de la patria, disfrutando golosamente de las palabras de nuestro más excelso poeta.


Roberto Bolaño


Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.

Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.

Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres la última rosa.

Ah silenciosa!

Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.

Tienes ojos profundos donde la noche alea.
Frescos brazos de flor y regazo de rosa.

Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.

Ah silenciosa!

He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.

El agua anda descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.

Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.

Ah silenciosa!


Pablo Neruda


Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces mi ceño
tiene en un punto un mismo
de cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
suplicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan, en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compás sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
¡Y cómo se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos
que me suele enseñar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías
de soñador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
la causa del misterio?
Una estatua de carne
me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
y tenía tus ojos, grandes, bellos...


Rubén Darío