Te juré no escribirte. Por eso estoy llamándote en el aire para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada, sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo que nunca me oyes, eso que no me entiendes...
Dejas tu pobre sombra como un nombre cualquiera escrito en la muralla.
Peleas. Duermes. Comes. Engendras. Envejeces. Pasas al otro día.