Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta.
Ni el hombre más bravo puede luchar más allá de lo que le permiten sus fuerzas.
Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga.
La fortuna es como un vestido: muy holgado nos embaraza, y muy estrecho nos oprime.
Los hombres se cansan más de dormir, cantar, bailar y amar que de hacer la guerra.
Levantado el muro contra la voluntad de los inmortales dioses, no debía subsistir largo tiempo.
No es correcto jactarse de los muertos.
Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación hu...
El genio se descubre en la fortuna adversa; en la prosperidad se oculta.
En la juventud y en la belleza la sabiduría es escasa.
Míseros mortales que, semejantes a las hojas, ya se hallan florecientes y vigorosos comiendo los frutos de la tierra, ya se quedan exánimes y mueren.
Las almas generosas son dóciles.
Dejemos que el pasado sea el pasado.
No envidies la riqueza del prójimo.
Los excelsos regalos de los dioses no pueden ser destruidos con facilidad por los mortales hombres, ni ceder a sus fuerzas.
La juventud tiene el temperamento vivo y el juicio débil.
La cuestión en la vida no es saber mucho, sino olvidarse de poco.
Zeus no presta su ayuda a los embusteros.
Preferiría ser esclavo del más pobre campesino que reinar sobre los muertos.
No estés mucho tiempo lejos del hogar.