Para que nazcan virtudes es necesario sembrar recompensas.
Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya concluido.
Mal acabará quien pretenda adentrarse en el futuro, ignorando lo que sucedió en el pasado, porque entonces no vivirá el presente.
Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas?. Si no lo tiene ¿por qué te quejas?.