Poemas de joaquin sabina. Encuentra docenas de poemas de joaquin sabina con fotos para copiar y compartir.
Me acuso de morirme sin tu boca, confieso que desde que te has marchado solo bailo en las fiestas donde tocan
Peor para el sol, que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar, mientras un servidor, le levanta la falda a la luna.
Sé que no lo soñé, protestaba mientras me esposaban los pinches federales. [Gira Dos pájaros de un tiro, México DF, 28 Nov 2007]
La buena reputación es conveniente dejarla caer a los pies de la cama. Hoy tienes una ocasión de demostrar que eres una mujer además de una dama.
Cuando la muerte venga a visitarme que me lleven al sur donde nací. Aquí no queda sitio para nadie.
Por fin, con veinte años, se la llevó un extraño, y no perdí una hija, gané un cuarto de baño, ¡con perdón!
Actualmente hay un hueco generacional, porque los chavales de veinte años no tienen Bobdylanes de veinte años. (Sobre Bob Dylan)
¿Como te has dejado llevar a un callejón sin salida?... el mejor dotado de los conductores suicidas..
Por mis sueños va ligero de equipaje sobre un cascarón de nuez mi corazón de viaje luciendo los tatuajes de un pasado bucanero de un velero al abordaje de un no te quiero querer.
Perdiendo los modales: si hay que pisar cristales, que sean de bohemia, corazón.
Rompiendo mi promesa, de no volverte a verte ni en pintura, me he sentado a tu mesa, Virgen de la Amargura
La llamaré mañana, hoy se me hizo tarde. Esa forma tan cobarde de no decirnos que no.
Si ahora encuentro aquel amigo leo en el fondo de sus ojos que ya se secaron las flores de 1968.
Cuando lo descubrí fue un deslumbramiento asombroso. Me gusta el caos, no la disciplina, y él era el profeta del caos... Él empezó a hablar de otras cosas, metió la literatura en el rock. Me ha a...
Damas de noche, que en el asiento de atrás de un coche no preguntaban si las querías.
Y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad.
Porque el del bigote no tiene carisma: España va bien. Será para él; si, total, le tocó en una rifa.
Las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan se marchitan cuando las toca la sucia rutina.
Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a la Magdalena de saldo y esquina. [19 Días y 500 Noches]
Al cabo de unos años estaríamos los dos adultos y aburridos frente al televisor.
Tira los prejuicios junto a la cama; hoy tienes una oportunidad de demostrar que eres una mujer, además de una dama.
No soy un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan solo por vicio... Si la vida se deja yo le meto mano y si no aún me excita mi oficio.
¿Ustedes me han mirado? pedirles, además, que me quisieran ¿No les parece que era pedirles demasiado?
Creen, porque la gente no habla ya de mí, que estoy más acabado que Antonio Machín.
Las opiniones son como el agujero del culo: todos tenemos uno y creemos que el de los demás apesta.
Tan vecinos y tan lejos, verte y no verte. Tan jóvenes y tan viejos, muera la muerte.
Las niñas ya no quieren ser princesas, y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra.
Muerta la amistad sabe igual que el fracaso y a los dos nos gusta el verbo fracasar.
Cantaba regular, pero movía el culo con un swing que derretía el hielo de las copas.
Antes de que me quieras como quieres a un gato, me largo con cualquiera, que se parezca a ti.
Será mejor que aprendas a vivir sobre la línea divisoria que va del tedio a la pasión.
Nos vio, roto el engaño de la noche, la cruda luz del alba. Era la hora de huir.
Lo malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño, los móviles que insultan con los ojos.
A las flores de un día, que no duraban, que no dolían, que te besaban, que se perdían.
Así que no andes lamentando lo que pudo pasar y no pasó. Aquella noche que fallaste, tampoco fui a la cita yo
El agua apaga al fuego y al ardor los años. Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño.
Porque todos los finales son el mismo repetido, y con tanto ruido, no escucharon el final.
Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más ancho que sus caderas, yo le pintaba un mundo real y no uno color de rosa, pero ella prefería escuchar... mentira...
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa, a cambio de sus besos y su prisa.
Y hasta aquí del GAL y de la corrupción, que sí, que existió, una mala gripe que había que pasar. Pero te decía, como mi Felipe pa' mí que no hay dos.