Aureola
Aureola. Encuentra docenas de aureola con fotos para copiar y compartir.
En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero.
Santiago Ramón y Cajal
Pasión Y Muerte de La Luz
VIII
Mi entraña mereció, panal mestizo,
la incorruptible ley de tu voluta.
En cada nervio de clavel o fruta
un embozado arroyo de granizo.
La abeja por mi sangre se deshizo.
Vi las raíces de tu isla enjuta,
y el atisbo tenaz de la cicuta
mezcló a tu piel su aroma fronterizo.
Tiendo la mano para recogerla
y el lento cáliz de una llaga fría
estanca el iris de tu simple perla.
Me ciño a su enlutada melodía
quemándome sin fin por retenerla
en el doble rumor de mi agonía.
X
El verano se agota en el racimo.
Ni avena, ni cigarra, ni amapola.
Ni el alga haciendo venas en la ola,
ni las tímidas ranas en el limo.
Ni la corteza que hasta el llanto oprimo
entre la tierna muchedumbre, sola,
hecha de sangre y labios la aureola
donde me corroboro y me lastimo.
Ni la centella que la liebre rubia
mueve entre los primores del rocío,
ni la humilde fragancia de la alubia.
Ni el caballo de sal que adiestra el río;
ni la múltiple espada de la lluvia,
dirán tu arisca huella, idioma frío.
VIII
Mi entraña mereció, panal mestizo,
la incorruptible ley de tu voluta.
En cada nervio de clavel o fruta
un embozado arroyo de granizo.
La abeja por mi sangre se deshizo.
Vi las raíces de tu isla enjuta,
y el atisbo tenaz de la cicuta
mezcló a tu piel su aroma fronterizo.
Tiendo la mano para recogerla
y el lento cáliz de una llaga fría
estanca el iris de tu simple perla.
Me ciño a su enlutada melodía
quemándome sin fin por retenerla
en el doble rumor de mi agonía.
X
El verano se agota en el racimo.
Ni avena, ni cigarra, ni amapola.
Ni el alga haciendo venas en la ola,
ni las tímidas ranas en el limo.
Ni la corteza que hasta el llanto oprimo
entre la tierna muchedumbre, sola,
hecha de sangre y labios la aureola
donde me corroboro y me lastimo.
Ni la centella que la liebre rubia
mueve entre los primores del rocío,
ni la humilde fragancia de la alubia.
Ni el caballo de sal que adiestra el río;
ni la múltiple espada de la lluvia,
dirán tu arisca huella, idioma frío.
Sara de Ibáñez
Es posible llegar a destruir un orden y establecer otro, con la consiguiente aureola revolucionaria, en nombre de una tendencia conservadora.
MarÃa Zambrano
COLOR DEL MAR.
Tienen tus ojos un no se que, un invencible imán
tus ojos verdes son cambiante de color, color del mar.
Color del mar tus ojos son
y tu sonrisa espuma de ilusión
tus labios son rojo coral
y tus dientes de tentación.
Quiero mirarme en tus ojos y hundirme en sus olas
quiero mirar tu sonrisa que me parece aureola.
Quiero beber en tus labios la miel de los dioses
y quiero mirar tus dientes como perlas en concha.
Milagros Villegas Orozco.
18 de Agosto de 1950.
Tienen tus ojos un no se que, un invencible imán
tus ojos verdes son cambiante de color, color del mar.
Color del mar tus ojos son
y tu sonrisa espuma de ilusión
tus labios son rojo coral
y tus dientes de tentación.
Quiero mirarme en tus ojos y hundirme en sus olas
quiero mirar tu sonrisa que me parece aureola.
Quiero beber en tus labios la miel de los dioses
y quiero mirar tus dientes como perlas en concha.
Milagros Villegas Orozco.
18 de Agosto de 1950.
Ignacio Rivas Castro
¿seran tus labios el eden?
¿o un paraiso del infierno?
puedo adorarlos donde esten
sin mirar aureola o cuerno
ciega de amor y de iluciones
entrego ati toda mi vida
sin hacer cazo a tentaciones
te seguire loca y rendida
yo ya no pienzo, no razono
eres el sol de mis neuronas
mi corazon sera tu trono
si algún día me perdonas
he sido mala,y traicionera
soy un bohemio arrepentido
si tu corazon me comprendiera
no arrastraria el mio herido
¿o un paraiso del infierno?
puedo adorarlos donde esten
sin mirar aureola o cuerno
ciega de amor y de iluciones
entrego ati toda mi vida
sin hacer cazo a tentaciones
te seguire loca y rendida
yo ya no pienzo, no razono
eres el sol de mis neuronas
mi corazon sera tu trono
si algún día me perdonas
he sido mala,y traicionera
soy un bohemio arrepentido
si tu corazon me comprendiera
no arrastraria el mio herido
NORA ELIZA JACQUEZ
La sombra de tu rostro
Ahora es la sombra de tu rostro
que aquietan mis pensamientos,
te veo serena con un mutis de desprecio,
te veo como a aquellas de días de primaveras,
con aureola de inquietud,con esencia de burla
a este mi sentimiento,a este amor...esperando.
Ahora es la sombra de tu rostro
que aquietan mis pensamientos,
te veo serena con un mutis de desprecio,
te veo como a aquellas de días de primaveras,
con aureola de inquietud,con esencia de burla
a este mi sentimiento,a este amor...esperando.
Miguel Visurraga Sosa
SOMBRAS DEL DESO
El otoño,brumoso otoño
se ha marchado marchitado en retoño,
media estación de este invierno
ha caminado,casi pausado,
llevándose,ocultando,mis inquietos deseos
de tenerte,quererte y amarte.
Allá quedan esos deseos no cristalizados.
Allá quedan las sombras que se niegan a desaparecer,
unidas con esos días que han transcurrido.
Allá quedan borrándose
con esos días de otoño y mitad del invierno.
Quedan miradas de fantasías imaginarias
de mis ojos llenos de amor hacia los tuyos.
Ahora es la sombra de tu bello rostro
que inquietan y aquietan mis pensamientos.
Te veo serena,tal vez con un mutis de arrogancia.
Te veo como a aquellas de inicio de primavera:
con aureola de inquietud,entre amor y desamor
a estos mis sentimientos de pasión cobijados en mi corazón
A pesar de todo mi amor te sigue esperando
como esperé a aquellas bajo las sombras de mis deseos.
El otoño,brumoso otoño
se ha marchado marchitado en retoño,
media estación de este invierno
ha caminado,casi pausado,
llevándose,ocultando,mis inquietos deseos
de tenerte,quererte y amarte.
Allá quedan esos deseos no cristalizados.
Allá quedan las sombras que se niegan a desaparecer,
unidas con esos días que han transcurrido.
Allá quedan borrándose
con esos días de otoño y mitad del invierno.
Quedan miradas de fantasías imaginarias
de mis ojos llenos de amor hacia los tuyos.
Ahora es la sombra de tu bello rostro
que inquietan y aquietan mis pensamientos.
Te veo serena,tal vez con un mutis de arrogancia.
Te veo como a aquellas de inicio de primavera:
con aureola de inquietud,entre amor y desamor
a estos mis sentimientos de pasión cobijados en mi corazón
A pesar de todo mi amor te sigue esperando
como esperé a aquellas bajo las sombras de mis deseos.
Miguel Visurraga Sosa
Se esfuerza en sonreírme, pero percibo que su rostro lleva el peso de las terribles impresiones que en él ha grabado la reflexión, constantemente inclinada sobre las esfinges que desconciertan, con sesgada mirada, las
grandes angustias de la inteligencia de los mortales.
Viendo la inutilidad de sus manejos, aparta los ojos, tasca su freno terrestre con la baba de la rabia, y mira el horizonte que huye cuando nos acercamos. A mi vez, me esfuerzo por recordarle su dorada juventud, que sólo pide entrar, como una reina, en los palacios de los placeres, pero advierte que mis palabras brotan con dificultad de mi demacrada boca y que los años de mi propia primavera pasaron, tristes y glaciales, como un sueño implacable que pasea, por las mesas de los banquetes y los lechos de raso, donde dormita la pálida sacerdotisa del amor, pagada con la reverberación del oro, las amargas voluptuosidades del desencanto, las pestilentes arrugas de la vejez, los terrores de la soledad y las antorchas del dolor. Viendo la inutilidad de mis manejos, no me
asombra no poder hacerle feliz; el Todopoderoso se
me aparece revestido con sus instrumentos de tortura,
en toda la resplandeciente aureola de su horror.
grandes angustias de la inteligencia de los mortales.
Viendo la inutilidad de sus manejos, aparta los ojos, tasca su freno terrestre con la baba de la rabia, y mira el horizonte que huye cuando nos acercamos. A mi vez, me esfuerzo por recordarle su dorada juventud, que sólo pide entrar, como una reina, en los palacios de los placeres, pero advierte que mis palabras brotan con dificultad de mi demacrada boca y que los años de mi propia primavera pasaron, tristes y glaciales, como un sueño implacable que pasea, por las mesas de los banquetes y los lechos de raso, donde dormita la pálida sacerdotisa del amor, pagada con la reverberación del oro, las amargas voluptuosidades del desencanto, las pestilentes arrugas de la vejez, los terrores de la soledad y las antorchas del dolor. Viendo la inutilidad de mis manejos, no me
asombra no poder hacerle feliz; el Todopoderoso se
me aparece revestido con sus instrumentos de tortura,
en toda la resplandeciente aureola de su horror.
Conde de Lautréamont
En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para "consolar" y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola.
Lenin