Frases de árbol
Frases de árbol. Encuentra docenas de frases de árbol con fotos para copiar y compartir.
En realidad, solo existe el acto de amar, que es una actividad productiva. Implica cuidar, conocer, responder, afirmar, gozar de una persona, de un árbol, de una pintura, de una idea. Significa dar vida, aumentar su vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a sí mismo
Erich Fromm
Sembrando trigo una vez, cosecharás una vez. Plantando un árbol, cosecharás diez veces. Instruyendo al pueblo, cosecharás cien veces.
Jiddu Krishnamurti
El árbol de la vida es la comunicación con los amigos; el fruto, el descanso y la confianza en ellos.
Francisco de Quevedo
La vida es una isla, las rocas son sus deseos,los árboles sus sueños y las flores su soledad.
Khalil Gibran
Vosotros talais los árboles para construir los edificios para los hombres que se han vuelto locos por no haber podido ver los árboles.
James Thurber
Un hombre es como un árbol: En un bosque de sus iguales crecerá tan recto como su naturaleza individual y genérica lo permita; solo en campo abierto, cede a las tensiones y torsiones deformantes que lo rodean.
Ambrose Bierce
Al igual que dos pájaros posados en el mismo árbol, que son íntimos amigos, el ego y el yo moran en el mismo cuerpo. El primer pájaro come las frutas dulces y amargas de la vida, mientras que el otro lo observa en silencio.
Deepak Chopra
Uno se pierde en la vida diaria como si entrara en un bosque. Se encuentra gente, se la pierde de nuevo, como los árboles pierden sus hojas.
Joseph Roth
¿Por qué correr estando libre y solo ver que nadie espera en destino? El árbol sabe descender, hacia el calor del centro mismo del abismo.
Luis Alberto Spinetta
Alberto caminaba de vuelta a su casa, ensimismado, aturdido. El invierno moribundo se despedía de Miraflores con una súbita neblina que se había instalado a media altura, entre la tierra y la cresta de los árboles de la avenida Larco: al atravesarla, las luces de los faroles se debilitaban, la neblina estaba en todas partes ahora, envolviendo y disolviendo objetos, personas, recuerdos: los rostros de Arana y el Jaguar, las cuadras, las consignas, perdían actualidad y, en cambio, un olvidado grupo de muchachos y muchachas volvía a su memoria, él conversaba con esas imágenes de sueño en el pequeño cuadrilátero de hierba de la esquina de Diego Ferré y nada parecía haber cambiado, el lenguaje y los gestos le eran familiares, la vida parecía tan armoniosa y tolerable, el tiempo avanzaba sin sobresaltos, dulce y excitante como los ojos oscuros de esa muchacha desconocida que bromeaba con él cordialmente, una muchacha pequeña y suave, de voz clara y cabellos negros
Mario Vargas Llosa
Así que desandaría el camino que había recorrido, recorrería hacia atrás todo lo que había avanzado, cruzando marisma resecas y lóbregas, sobrepasando al sargento feroz en el puente, atravesaría el pueblo bombardeado, seguiría a lo largo de la cinta de la carretera los kilómetros de onduladas tierras de labranza, buscando el camino a la izquierda en el lindero del pueblo, enfrente de la zapatería, y tres kilómetros más allá saltaría la alambrada de púas y cruzaría los bosques y los campos hasta la estancia de una noche en la granja de los hermanos, y al día siguiente, a la amarilla luz de la mañana, siguiendo el balanceo de pequeños valles y arroyuelos y enjambres de abejas y tomaría el sendero en cuesta que llevaba a la triste casona junto al ferrocarril. Y el árbol. Recoger del barro los andrajos de ropa quemada y rayada, los jirones del pijama y luego descolgarle, al pobre chico pálido, y hacerle un entierro decente. Un chico guapo.
Ian McEwan
La mayor parte de la crítica musical está en el siglo XIX. Está muy por detrás de, pongamos por caso, la crítica de pintura. Todavía se basa en el arte del siglo XIX: vacas junto a un riachuelo y árboles y "yo sé lo que me gusta". No se concibe el hecho de que Dylan quizá sea un cantante más sofisticado que Whitney Houston, de que él es seguramente el cantante más sofisticado que hemos tenido en una generación. Nadie identifica a nuestros cantantes populares como a Henri Matisse o Picasso. Dylan es un Picasso, con esa exuberancia, variedad y asimilación de la historia entera de la música.
Bob Dylan
25
?Muchacho, ¿por qué tienes esta mirada enloquecida?
?Debí de beber algún zumo de adormidera para que los ojos se me llenaran de esta locura.
?¡Avergüénzate, pues!
?Hay prudentes y hay locos, previsores y despreocupados. Hay ojos que sonríen y ojos que lloran, y mis ojos están llenos de locura.
?Muchacho, ¿por qué estás tan quieto a la sombra de este árbol?
?Mi corazón pesa en mis pies y descanso a la sombra de este árbol.
?¡Avergüénzate, pues!
?Unos andan por el camino, otros pasean, algunos son libres, otros están encadenados, y mi corazón pesa en mis pies.
?Muchacho, ¿por qué tienes esta mirada enloquecida?
?Debí de beber algún zumo de adormidera para que los ojos se me llenaran de esta locura.
?¡Avergüénzate, pues!
?Hay prudentes y hay locos, previsores y despreocupados. Hay ojos que sonríen y ojos que lloran, y mis ojos están llenos de locura.
?Muchacho, ¿por qué estás tan quieto a la sombra de este árbol?
?Mi corazón pesa en mis pies y descanso a la sombra de este árbol.
?¡Avergüénzate, pues!
?Unos andan por el camino, otros pasean, algunos son libres, otros están encadenados, y mi corazón pesa en mis pies.
Rabindranath Tagore
En tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.
Pablo Neruda
Aún no habías nacido cuando los árboles eran cristal
ni has nacido ahora, en esta vigilia dentro de un sueño.
ni has nacido ahora, en esta vigilia dentro de un sueño.
Wallace Stevens
La agilidad es una excelente condición para subir a los árboles, pero no para gobernar a los pueblos.
José Canalejas
Juega con la flor perfumada,
La rama tierna del joven árbol,
Y deja mis sentimientos humanos
En su propio cauce inquieto.
La rama tierna del joven árbol,
Y deja mis sentimientos humanos
En su propio cauce inquieto.
Emily Brontë
se prohibe hablar se prohibe mirar para los lados se prohibe fumar se prohibe pensar sólo se permiten la soledad la tristeza y el vacío el buen trabajador mortal trabaja y muere no es otra su misión tampoco tiene más misión que apretar la tuerca que ve delante de sus ojos durante cinco segundos se prohíbe saber que hay árboles y pájaros la luna las nubes las olas una hoja de color dorado a la que lleva el viento una mujer a la que se le estremecen de amorosa forma casi imperceptible las aletas de la nariz el tiempo es oro y la sociedad precisa que no se dilapide el oro vete siempre mirando para el suelo llega a tu casa cansado y con el desierto habitándote la cabeza nadie te espera si no es para descargar sobre tus espaldas su malhumor debes acostumbrarte a sentirte orgulloso de que el hombre haya llegado a la luna y de que el dolor pueda transmitirse vía satélite nadie quiere decir que la rebelión de la máquina ha esclavizado al hombre
Camilo José Cela
Caddy olía como los árboles cuando llueve y como cuando ella dice que estamos dormidos.
William Faulkner
Alguna vez has convencido a un arbol de que se haga de noche para dejar paso a los pajaros?
Marc Levy
Fui de uno a otro, llevando en las manos mi dolor?no, no mi dolor sino la inaprehensible naturaleza de nuestro vivir? para que lo inspeccionaran. Algunos acuden a los sacerdotes, yo acudo a mis amigos y a mi propio corazón, y busco por entre frases y fragmentos algo que aún no esté quebrado, yo, para quien no hay belleza bastante en la luna o árbol, para quien el contacto de una persona con otra lo es todo, pero que ni siquiera esto puedo comprender, yo que soy tan imperfecto tan débil, tan indeciblemente solo. Ahí estaba.
Virginia Woolf
La cabaña de una bruja es un objeto arquitectónico muy preciso. Exactamente no es que se la construya, sino que se va acumulando a lo largo de los años conforme se van uniendo las distintas áreas de reparación, como un calcetín hecho enteramente de remiendos. La chimenea se retuerce como un sacacorchos. El techo de paja y cañizo es tan viejo que pequeños pero robustos árboles crecen en él, todos los suelos hacen pendiente, y de noche cruje como un velero en una tormenta. Si al menos dos paredes no están apuntaladas con alguna que otra viga, entonces no es una auténtica cabaña de bruja, sino meramente el hogar de una vieja medio chocha que lee las hojas del té y habla con su gato.
Terry Pratchett
Todos cayeron del árbol y se rompieron el brazo alguna vez, todos recuerdan lo travieso que fueron cuando eran niños, lo que no recuerdan, es a sus madres levantándose en medio de la noche para darles una aspirina
Stephen King
El muérdago depende del manzano y de otros pocos árboles, pero solamente en sentido muy artificial puede decirse que lucha con estos árboles, porque si en el mismo árbol crecen muchos de estos parásitos, el árbol languidece y muere. Pero de algunos muérdagos que producen semillas y que crecen juntamente en la misma rama puede decirse con más razón
Charles Darwin
... un estropicio de obreros haciendo hoyos en el pavimento, quitando árboles para pones postes, quitando postes para poner edificios, quitando edificios para plantar árboles.
Isabel Allende
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
Rubén DarÃo
Qué absorbente es esta vida, misteriosa e infinitamente rica. Y en la gran plaza donde
los taxis corrían y giraban tan deprisa, había parejas paseando sin rumbo, demorándose,
abrazándose, encogidos bajo la ducha de un árbol; eso sí que era emocionante; tan
silenciosos, tan absortos, que uno pasaba de largo discreta y tímidamente, como si se tratase
de alguna ceremonia sagrada que resultaría impío interrumpir.
los taxis corrían y giraban tan deprisa, había parejas paseando sin rumbo, demorándose,
abrazándose, encogidos bajo la ducha de un árbol; eso sí que era emocionante; tan
silenciosos, tan absortos, que uno pasaba de largo discreta y tímidamente, como si se tratase
de alguna ceremonia sagrada que resultaría impío interrumpir.
Virginia Woolf
¿Recordáis cómo era abril cuando éramos jóvenes, esa sensación de líquida impetuosidad y el viento extrayendo cucharadas azules del aire y los pájaros fuera de sí en los árboles que ya habían echado brotes?
John Banville
Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
Sylvia Plath