Frases de hambre
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El mundo es una gran paradoja que gira en el universo. A este paso, de aquí a poco los propietarios del planeta prohibirán el hambre y la sed, para que no falten el pan ni el agua.
Eduardo Galeano
El hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar.
Benjamin Franklin
El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende
Miguel Hernández
La agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Federico GarcÃa Lorca
Hay un hambre que es tan grande como la del pan y es la de la injusticia, la de la incomprensión.
Enrique Santos Discépolo
Una vez, filmé un programa en el cual un entrenador de vida discutía el concepto de cuidado personal (poner tus necesidades por encima de las necesidades de los demás) y el público lo abucheó. Las mujeres estaban enojadas por la mera sugerencia de que deberían poner sus necesidades antes que las de sus hijos. Los interrumpí para explicar: nadie dice que deberías abandonar a tus hijos y dejarlos morir de hambre. El entrenador de vida estaba sugiriendo que te nutrieras, de modo que tuvieras más para darle a aquéllos que te necesitan. Es la teoría de la máscara de oxígeno de los aviones: si tú no te pones primero la máscara, no podrás colocársela a nadie más. Así que detente y considera tus propias necesidades. ?Aléjate de tu mente?. Deja ir los pensamientos. Y recuérdate a ti mismo que este momento específico es el único que puedes tener con certeza.
Oprah Winfrey
Por más que diga, la mayoría de la gente no piensa más que en sí misma -proseguí-. Con que yo coma bien, vale. Con que yo pueda comprarme lo que quiera, vale. Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo solo tuviera un poco de comida, querría dártela a ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo compraría a ti. Y, solo con que tu me dijeras que estaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto. ¿Crees que hay algo más importante que eso? A mi no se me ocurre ninguna otra cosa.
Kyoichi Katayama
Blanca sostenía que había que dosificar la
lectura, porque había cosas que no eran apropiadas para su edad, pero su tío Jaime
opinaba que la gente no lee lo que no le interesa, y si le interesa es que ya tiene
madurez para hacerlo. Tenía la misma teoría para el baño y la comida. Decía que si la
niña no tenía ganas de bañarse, era porque no lo necesitaba y que había que darle de
comer lo que quisiera a las horas que tuviera hambre, porque el organismo conoce
mejor que nadie sus propias urgencias.
lectura, porque había cosas que no eran apropiadas para su edad, pero su tío Jaime
opinaba que la gente no lee lo que no le interesa, y si le interesa es que ya tiene
madurez para hacerlo. Tenía la misma teoría para el baño y la comida. Decía que si la
niña no tenía ganas de bañarse, era porque no lo necesitaba y que había que darle de
comer lo que quisiera a las horas que tuviera hambre, porque el organismo conoce
mejor que nadie sus propias urgencias.
Isabel Allende
El hambre nocturna es un espíritu maligno que actúa independientemente de la personalidad de cada uno.
Banana Yoshimoto
Considera el hecho de que durante 3,8 millones de años, un período de tiempo mayor que las montañas, los ríos y los océanos de la Tierra, cada uno de tus antepasados ??por ambas líneas ha sido lo suficientemente atractivo como para encontrar un compañero, lo suficientemente sano para reproducirse, y lo suficientemente bendecido por el destino y las circunstancias para vivir el tiempo suficiente para hacerlo. Ni uno solo de tus antepasados pertinentes fue aplastado, devorado, ahogado, muerto de hambre, hundido, clavado, prematuramente herido, o desviado de cualquier otra manera de su búsqueda vital de entregar una pequeña carga de material genético a la pareja adecuada en el momento oportuno a fin de perpetuar la única secuencia posible de combinaciones hereditarias que podrían resultar ? con el tiempo, sorprendentemente, y muy brevemente ? en ti.
Bill Bryson
Porque influir en una persona es darle la propia alma. Esa persona deja de pensar sus propias ideas y de arder con sus pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. Sus pecados, si es que los pecados existen son prestados. Se convierte en eco de la música de otro, en un actor que interpreta un papel que no se ha escrito para él. La finalidad de la vida es el propio desarrollo. Alcanzar la plenitud de la manera más perfecta posible, para eso estamos aquí. Hoy en día las personas se temen unas a otras. Han olvidado el mayor de todos los deberes, lo que cada uno se debe a sí mismo. Son caritativos, por supuesto. Alimentan al hambriento y visten al mendigo. Pero sus almas pasan hambre y ellos mismos están desnudos. Nuestra raza ha dejado de tener valor. Quizá no lo haya tenido nunca. El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión: esas son las dos cosas que nos gobiernan.
Oscar Wilde
Si cuarenta mil niños sucumben diariamente
en el purgatorio del hambre y de la sed
si la tortura de los pobres cuerpos
envilece una a una a las almas
y si el poder se ufana de sus cuarentenas
o si los pobres de solemnidad
son cada vez menos solemnes y más pobres
ya es bastante grave
que un solo hombre
o una sola mujer
contemplen distraídos el horizonte neutro
pero en cambio es atroz
sencillamente atroz
si es la humanidad la que se encoge de hombros.
en el purgatorio del hambre y de la sed
si la tortura de los pobres cuerpos
envilece una a una a las almas
y si el poder se ufana de sus cuarentenas
o si los pobres de solemnidad
son cada vez menos solemnes y más pobres
ya es bastante grave
que un solo hombre
o una sola mujer
contemplen distraídos el horizonte neutro
pero en cambio es atroz
sencillamente atroz
si es la humanidad la que se encoge de hombros.
Mario Benedetti
PREFACIO
Mientras exista, a consecuencia de las leyes y de las costumbres, una condena social que cree artificialmente infiernos en plena civilización, y enturbie con una fatalidad humana el destino, que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo: la degradación del hombre en el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas; mientras en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y desde un punto de vista más dilatado aún, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros de igual naturaleza que éste podrán no ser inútiles.
Victor Hugo, Hauteville-House, 1 de enero, 1862.
Mientras exista, a consecuencia de las leyes y de las costumbres, una condena social que cree artificialmente infiernos en plena civilización, y enturbie con una fatalidad humana el destino, que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo: la degradación del hombre en el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas; mientras en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y desde un punto de vista más dilatado aún, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros de igual naturaleza que éste podrán no ser inútiles.
Victor Hugo, Hauteville-House, 1 de enero, 1862.
Victor Hugo
Durante toda mi vida, he tenido la impresión de que podía convertirme en una persona distinta. De que, yéndome a otro lugar y empezando una nueva vida, iba a convertirme en otro hombre. He repetido una vez tras otra la misma operación. Para mí representaba, en un sentido, madurar y, en otro sentido, reinventarme a mí mismo. De algún modo, convirtiéndome en otra persona quería liberarme de algo implícito en el yo que había sido hasta entonces. Lo buscaba de verdad, seriamente, y creía que, si me esforzaba, podría conseguirlo algún día. Pero, al final, eso no me conducía a ninguna parte. Por más lejos que fuera, seguía siendo yo. Por más que me alejara, mis carencias seguían siendo las mismas. Por más que el decorado cambiase, por más que el eco de la voz de la gente fuese distinto, yo seguía siendo el mismo ser incompleto. Dentro de mí se hallaban las mismas carencias fatales, y esas carencias me producían un hambre y una sed violentas. Ese hambre y esa sed me han torturado siempre, tal vez sigan torturándome a partir de ahora. En cierto sentido, esas carencias, en sí mismas, son lo que yo soy.
Haruki Murakami
El hambre es deseo. Es un deseo más amplio que el deseo. No es voluntad, que es una forma de fuerza. Tampoco es debilidad, ya que el hambre no conoce la pasividad. El hambriento es un ser que busca. Si Cátulo recomienda resignación es precisamente porque él no se resigna. Hay en el hambre una dinámica que prohíbe aceptar el propio estado. Es un deseo que resulta intolerable. Alguien podrá decirme que el deseo de Cátulo, que está relacionado con la falta de amor, la obsesión debida a la ausencia de la amada, no tiene nada que ver. Sin embargo, mi lenguaje detecta en él un registro idéntico. El hambre de verdad, que no es un capricho de carpanta, el hambre que despechuga y vacía el alma de su sustancia, es la escalera que conduce al amor. Los grandes enamorados fueron educados en la escuela del hambre.
Amélie Nothomb
¿Y quién confía usted?- le preguntó Morini. -En la gente que come cuando tiene hambre, supongo -dijo el desconocido.
Roberto Bolaño
El hambre de tierra, el cloc cloc de los huesos de sus padres, la impaciencia de su sangre frente a la pasividad de Pietro Crespi estaban relegados al desván de la memoria.
Gabriel GarcÃa Márquez
Yo me imagino a Dios llorando al ver que su Iglesia se permite perder el tiempo condenando a los gays y las lesbianas, mientras medio mundo pasa hambre y el SIDA arrasa.
Desmond Tutu
No sentía sed ni hambre. No sentía nada, aparte de una indeferencia general por la vida y la muerte. Pensé que me estaba muriendo. Y esa idea me llenó de una extraña y oscura esperanza.
Gabriel GarcÃa Márquez
Gabriel se había hecho reembolsar el pasaje de regreso para quedarse en París, vendiendo los periódicos atrasados y las botellas vacías que las camareras sacaban de un hotel lúgubre de la calle Dauphine. Aureliano podía imaginarlo entonces con un suéter de cuello alto que sólo se quitaba cuando las terrazas de Montparnasse se llenaban de enamorados primaverales, y durmiendo de día y escribiendo de noche para confundir el hambre, en el cuarto oloroso a espuma de coliflores hervidas donde había de morir Rocamadour. Sin embargo, sus noticias se fueron haciendo poco a poco tan inciertas, y tan esporádicas y melancólicas las cartas del sabio, que Aureliano se acostumbró a pensar en ellos como Amaranta Úrsula pensaba en su marido, y ambos quedaron flotando en un universo vacío, donde la única realidad cotidiana y eterna era el amor. Cap. 20, Cien Años de Soledad
Gabriel GarcÃa Márquez
Luchamos por aquellas tierras para no perderlas. Lo perdimos casi todo. [?] La nación americana es demasiado poderosa para nosotros. Cuando habíamos de luchar durante pocos días, nos sentíamos frescos y dispuestos. [?] Con el tiempo, los soldados nos agotaban e infligían sobre nosotros la desesperación y el hambre.
Manuelito
Si tú con tal ardor has buscado soledad, retiro, abstracción de criaturas, y si no has soñado más que desiertos, créelo, esta vocación procedía y procede de que tu pobrecita alma conoce, entiende, toca y palpa la necesidad que tiene de vivir unida a Dios, no de cualquier modo sino de la forma que Dios exige y quiere de ella... Adoremos los designios de Dios y de su providencia y respetémoslos... En la oración encontrarás la fe, la esperanza y el amor... tomando aliento en ese castillo interior combate tus tristezas y sus causas... Vive unida con Dios y cuida que nada, ni el hambre ni la sed, ni la espada, ni la adversidad, ni la fortuna, nada turbe tu corazón. Vive unida con Dios y todo lo demás es vapor y humo y sombras que se desvanecen.
Francisco Palau y Quer
Aquí el hombre se convierte en dragón. Tener hambre, tener sed es el punto de partida, ser Satanás es el punto de llegada.
Victor Hugo
En un mundo en el que coexisten una carrera desenfrenada de armamentos y condiciones de injusticia, hambre y necesidad, ustedes [... ] están llamados a recordar constantemente a sus gobernantes el imperativo de la cooperación para el logro de la paz?.
Javier Pérez de Cuéllar
Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en una enorme arena al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo, gana.
Suzanne Collins
A los pueblos muchas veces les hablan de democracia los mismos que la están negando en su propio suelo; a los pueblos les hablan de democracia los mismos que la escarnecen, los mismos que se la niegan y los pueblos no ven más que contradicciones por todas partes. Y por eso nuestros pueblos han perdido, desgraciadamente, la fe. Han perdido la fe, que se hace tan necesaria en instantes como este para salvar al continente para el ideal democrático, mas no para una democracia teórica, no para una democracia de hambre y miseria, no para una democracia bajo el terror y bajo la opresión, sino para una democracia verdadera, con absoluto respeto a la dignidad del hombre, donde prevalezcan todas las libertades humanas bajo un régimen de justicia social, porque los pueblos de América no quieren ni libertad sin pan ni pan sin libertad
Fidel Castro
Las derechas, sí, invocan a la Patria, invocan a las tradiciones; pero son insolidarias con el hambre del pueblo, insolidarias con la tristeza de esos campesinos que aquí, en Andalucía, y en Extremadura y en León, siguen viviendo como se vivía hace 500 años, siguen viviendo como desde la creación del mundo viven algunas bestias. Y esto no puede ser así.
José Antonio Primo de Rivera
Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
Sylvia Plath
Ahora amenaza con matarse en huelga de hambre, la pena es que no lo hubiese hecho antes de matar a 25 inocentes.
José Bono
La torre de marfil tentó mi anhelo; quise encerrarme dentro de mí mismo, y tuve hambre de espacio y sed de cielo desde las sombras de mi propio abismo.
Rubén DarÃo
Es mejor tener hambre que estar solo. Porque cuando estás solo, y no hablo de la soledad que escogemos, sino de la que nos vemos obligados a aceptar, es como si ya no formases parte de la raza humana.
Paulo Coelho