Lucha - francisco villaespesa ( 3 )
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Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el futuro sin conocerlo.
Francisco De Quevedo
Una critica política abierta a todas las corrientes ideolgicas, sin censuras ni conveniencias, puede ser un factor de garantia de reformas progresistas, de evolucion conveniente, sin choques tempestuosos ni irresponsables vehemencias. Alcanzar esa función es la mas noble aspiracion del periodismo politico.
Francisco Martinez De La Vega
El amor propio es más ingenioso que el hombre más ingenioso de este mundo.
Francisco de La Rochefoucauld
Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.
Francisco de Quevedo
Tenemos más fuerza que voluntad, y a menudo para disculparnos a nosotros mismos suponemos que las cosas son imposibles.
Francisco de La Rochefoucauld
La filosofía triunfa con facilidad sobre las desventuras pasadas y futuras, pero las desventuras presentes triunfan sobre la filosofía.
Francisco de La Rochefoucauld
Pocos son los que conocen la muerte; es algo que no suele aceptarse por decisión propia, sino por estolidez y por costumbre, y la mayoría de los hombres mueren porque no hay remedio para la muerte.
Francisco de La Rochefoucauld
Nunca el hombre es tan ridículo por las cualidades que tiene, como por aquellas que cree tener.
Francisco de La Rochefoucauld
Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
Francisco de Quevedo
A menudo se hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales; pero la envidia es una pasión cobarde y vergonzosa, que nadie se atreve nunca a admitir.
Francisco de La Rochefoucauld
Lo que hace que los amantes no se aburran nunca de estar juntos es que se pasan el tiempo hablando siempre de sí mismos.
Francisco de La Rochefoucauld
A los viejos les gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos.
Francisco de La Rochefoucauld
Es una especie de obediencia muy agradable a los ojos de Dios no desear dispensas sin mucha necesidad.
Francisco de Sales
Hay poca gente lo bastante cuerda que prefiera la censura provechosa a la alabanza traidora.
Francisco de La Rochefoucauld
La Primera Mujer Que Recorrió Mi Cuerpo...
La primera mujer que recorrió mi cuerpo
tenía labios de maga: labios verdes y azules,
con sabor a fruto silvestre,
con señales indescifrables como la miel o el aire.
Muchas veces incendió mis cabellos con siete granos y
siete aguas, con ensalmos que sonaban a campanillas
de barro, con nubes de copal que se mezclaban al embrión
que recorría mi frente coronada por ramos de albahaca.
Toda la noche ardía la pócima bajo mi cama.
Al día siguiente, un niño nacido después de mellizos
la arrojaba al río, de espaldas, para no ver el sitio
donde caía ni el vuelo repentino de los zopilotes.
Entre tanto, mi madre me contaba
lo que Colmillo Blanco no sabía de la nieve
y el recuerdo del mar era un espejismo bajo la sábanas.
La primera mujer que recorrió mi cuerpo
tenía labios de maga: labios verdes y azules,
con sabor a fruto silvestre,
con señales indescifrables como la miel o el aire.
Muchas veces incendió mis cabellos con siete granos y
siete aguas, con ensalmos que sonaban a campanillas
de barro, con nubes de copal que se mezclaban al embrión
que recorría mi frente coronada por ramos de albahaca.
Toda la noche ardía la pócima bajo mi cama.
Al día siguiente, un niño nacido después de mellizos
la arrojaba al río, de espaldas, para no ver el sitio
donde caía ni el vuelo repentino de los zopilotes.
Entre tanto, mi madre me contaba
lo que Colmillo Blanco no sabía de la nieve
y el recuerdo del mar era un espejismo bajo la sábanas.
Francisco Hernández
La verdad no hace tanto bien en el mundo como el daño que hacen sus apariencias.
Francisco de La Rochefoucauld
Es la vida un dolor en que se empieza el de la muerte, que dura mientras dura ella.
Francisco De Quevedo
El amigo ha de ser corno la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen.
Francisco De Quevedo
Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.
Francisco de La Rochefoucauld
En Mis Rodillas
Sentada en mis rodillas y a mi cuello abrazada,
se ha detenido el tiempo, la palabra dormita,
el pensamiento inmóvil no se ocupa de nada,
e ignoran los oídos a quien murmura o grita.
Qué lejanas las sombras que las nubes proyectan,
y las dudas qué absurdas y qué insignificantes,
que aún estando en el fondo del alma, no la infectan,
y aún hiriendo sus teclas no suenan discordantes.
Flota la mente ausente en exótico nirvana,
el sentimiento fluye profundo pero lento,
y en la quietud serena ni el sentido se afana,
ni la ansiedad destruye la magia del momento.
La cabeza en el hombro resuelve los dilemas,
evade los conflictos y el horizonte amplía;
susurraré a tu oído uno de mis poemas,
y te amaré esta noche que es joven todavía.
Sentada en mis rodillas y a mi cuello abrazada,
se ha detenido el tiempo, la palabra dormita,
el pensamiento inmóvil no se ocupa de nada,
e ignoran los oídos a quien murmura o grita.
Qué lejanas las sombras que las nubes proyectan,
y las dudas qué absurdas y qué insignificantes,
que aún estando en el fondo del alma, no la infectan,
y aún hiriendo sus teclas no suenan discordantes.
Flota la mente ausente en exótico nirvana,
el sentimiento fluye profundo pero lento,
y en la quietud serena ni el sentido se afana,
ni la ansiedad destruye la magia del momento.
La cabeza en el hombro resuelve los dilemas,
evade los conflictos y el horizonte amplía;
susurraré a tu oído uno de mis poemas,
y te amaré esta noche que es joven todavía.
Francisco Alvarez
Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes.
Francisco de La Rochefoucauld
Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no los has sabido guardar.
Francisco de La Rochefoucauld
Hay personas que a pesar de sus méritos nos causan aversión y hay otras que nos agradan a pesar de sus defectos.
Francisco de La Rochefoucauld
No desearíamos muchas cosas tan ardientemente si entendiéramos bien lo que deseamos.
Francisco de La Rochefoucauld