Maria
Maria. Encuentra docenas de maria con fotos para copiar y compartir.
El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.
MarÃa Zambrano
Marta Y María
Una cosa, amor mío, me será imprescindible
para estar reclinada a tu vera en el suelo:
que mis ojos te miren y tu gracia me llene;
que tu mirada colme mi pecho de ternura
y enajenada toda no encuentre otro motivo
de muerte que tu ausencia.
Mas qué será de mí cuando tú te me vayas.
De poco o nada sirven, fuera de tus razones,
la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto.
Eres todo mi ocio:
qué importa que mi hermana o los demás murmuren,
si en mi defensa sales, ya que solo amor cuenta.
Una cosa, amor mío, me será imprescindible
para estar reclinada a tu vera en el suelo:
que mis ojos te miren y tu gracia me llene;
que tu mirada colme mi pecho de ternura
y enajenada toda no encuentre otro motivo
de muerte que tu ausencia.
Mas qué será de mí cuando tú te me vayas.
De poco o nada sirven, fuera de tus razones,
la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto.
Eres todo mi ocio:
qué importa que mi hermana o los demás murmuren,
si en mi defensa sales, ya que solo amor cuenta.
MarÃa Victoria Atencia
Hamer luis benitez avila :gracias por saberme comprender y soportar mis locuras y por ese amor tan maravilloso y hermoso que día adia me brindas te amo y nunk me cansare de decirte que eres el noviesito mas hermoso que puede existir en el planeta maria lorenza zuñiga herazo
MARIA ZUÃIGA HERAZO
Pero, el que ama a María, querrá imitarla en todo, y, como Ella, procurará hacer conocer y amar a su hijo Cristo, marchando al apostolado de las almas, apostolado que se hace hoy más necesario que nunca porque vemos a los países y a los individuos que atraviesan por horribles crisis, religiosa, moral y económica.
MarÃa (madre de Jesús)
María no se queda con nada: cuando la servimos, cuando nos consagramos a ella, nos recibe para entregamos a Jesús y llenamos de Jesús.
MarÃa (madre de Jesús)
Tres mujeres hay en mi vida: la Virgen María, mi madre que es una santa y la mujer que me aguanta.
José MarÃa Ruiz-Mateos
Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado.
MarÃa (madre de Jesús)
Ay momentos en la vida en que te das cuenta quien sí y quien no en las buenas y en las malas
MarÃa GarcÃa
Hijo mío cuanto tiempo desde el último abrazo que te dí...espero con el alma volver a sentir el roce de tu piel y el dulce mirar de tus ojos que hablan sin hablar y hacen sentir sin tocar, te amo hijo mío...
MarÃa Suyapa Guadamuz
Desamor
Las razones
que tuve para amarte
se borraron anoche
en la tormenta
Quedé limpia
Tu olor a huésped
voluptuoso en mis entrañas
se enredó con la lluvia
y se marchó
De "Pulso interno"
Las razones
que tuve para amarte
se borraron anoche
en la tormenta
Quedé limpia
Tu olor a huésped
voluptuoso en mis entrañas
se enredó con la lluvia
y se marchó
De "Pulso interno"
MarÃa Clara González
A una madre se la quiere / siempre con igual cariño / y a cualquier edad se es niño / cuando una madre se muere.
José MarÃa Pemán
Pacto
Por si acaso llovizna por tu calle
y quieres secar tu cuerpo
entre mis brazos
Por si el silencio te acomete
y recuerdas el lenguaje extraño
que aprendiste a mi lado
Por si regresas
a humedecer de lunas los recuerdos
Por si el trópico te reclama impaciente
entre sus verdes
O por si acaso es de noche en tu morada
dejaré la puerta abierta
De "Pasajeros del viento"
Por si acaso llovizna por tu calle
y quieres secar tu cuerpo
entre mis brazos
Por si el silencio te acomete
y recuerdas el lenguaje extraño
que aprendiste a mi lado
Por si regresas
a humedecer de lunas los recuerdos
Por si el trópico te reclama impaciente
entre sus verdes
O por si acaso es de noche en tu morada
dejaré la puerta abierta
De "Pasajeros del viento"
MarÃa Clara González
Victoria
Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos,
tan indefenso y tibio y aterido y fragante
que lo sentí una obra solo mía, victoria
de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo.
Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio
en el que una paloma se sostenía en vuelo.
Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos,
tan indefenso y tibio y aterido y fragante
que lo sentí una obra solo mía, victoria
de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo.
Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio
en el que una paloma se sostenía en vuelo.
MarÃa Victoria Atencia
Dios está en todos los hombres, pero no todos los hombres están en Dios: Por eso sufren.
Rainer MarÃa Rilke
Bowery Street
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
José MarÃa Fonollosa
Sueños
Embadúrnate el cuerpo,
de oscuridad
y de silencio,
y podrás levantar
la copa de los sueños.
Pasaron superpuestas
ráfagas de recuerdos,
y los nuevos clisés
solo quedan impresos,
mientras hay luz de menta
dentro del pensamiento.
Una astilla de luz,
agujerea
los tulipanes negros.
Embadúrnate el cuerpo,
de oscuridad
y de silencio,
y podrás levantar
la copa de los sueños.
Pasaron superpuestas
ráfagas de recuerdos,
y los nuevos clisés
solo quedan impresos,
mientras hay luz de menta
dentro del pensamiento.
Una astilla de luz,
agujerea
los tulipanes negros.
José MarÃa Hinojosa
Si yo no hubiera sido, el alma mía repartida pondría en cada cosa una chispa de amor...
Dulce MarÃa Loynaz
Hay algo muy sutil y muy hondo en volverse a mirar el camino andado... El camino en donde, sin dejar huella, se dejó la vida entera.
Dulce MarÃa Loynaz
No te nombro; pero estás en mí como la música en la garganta del ruiseñor aunque no esté cantando.
Dulce MarÃa Loynaz
Nadie enseña a nadie filosofía. El sistema es lo único que ofrece seguridad al angustiado, castillo de razones, muralla cerrada de pensamientos invulnerables frente al vacío.
MarÃa Zambrano
Fácil sería demostrar que desde las Cruzadas hasta los últimos conatos de revoluciones, la historia de Europa ha estado movida por utopías, por grandes imposibles. Y, sin embargo, de esos delirios ha salido la historia efectiva. Y más aún que como realidades, bien tristes si se las mira sin dejarse deslumbrar por su gloria, conmueve por lo que tienen de monumentos funerarios de las esperanzas europeas, de las concreciones que en forma de empresas ha tomado la esperanza europea. Son sus rastros, las huellas en la arena del tiempo de su anhelo. Son las cenizas de sus sueños.
MarÃa Zambrano
El Año Que Viene
Para Sharon Keefe Ugalde
Hacer girar el corazón contra su aguja,
contra el tiempo y su sangre, contra la memoria,
desploma mi pared. ¿Seré un rechazo
de piedra más, herida en el escombro?
No crujas, por cansada, alma mía enzarzada en mi pared,
en mi rodar del tiempo. Está Jerusalén a tientas de la mano,
y ya piso su umbral.
Para Sharon Keefe Ugalde
Hacer girar el corazón contra su aguja,
contra el tiempo y su sangre, contra la memoria,
desploma mi pared. ¿Seré un rechazo
de piedra más, herida en el escombro?
No crujas, por cansada, alma mía enzarzada en mi pared,
en mi rodar del tiempo. Está Jerusalén a tientas de la mano,
y ya piso su umbral.
MarÃa Victoria Atencia
Godiva En Blue Jeans
Cuando sobrepasemos la raya que separa
la tarde de la noche, pondremos un caballo
a la puerta del sueño y, tal Lady Godiva,
puesto que así lo quieres, pasearé mi cuerpo
-los postigos cerrados- por la ciudad en vela...
No, no es eso, no es eso; mi poema no es eso.
Solo lo cierto cuenta.
Saldré de pantalón vaquero (hacia las nueve
de la mañana), blusa del "Long Play" y el cesto
de esparto de Guadix (aunque me araña a veces
las rodillas). Y luego, de vuelta del mercado,
repartiré en la casa amor y pan y fruta.
Cuando sobrepasemos la raya que separa
la tarde de la noche, pondremos un caballo
a la puerta del sueño y, tal Lady Godiva,
puesto que así lo quieres, pasearé mi cuerpo
-los postigos cerrados- por la ciudad en vela...
No, no es eso, no es eso; mi poema no es eso.
Solo lo cierto cuenta.
Saldré de pantalón vaquero (hacia las nueve
de la mañana), blusa del "Long Play" y el cesto
de esparto de Guadix (aunque me araña a veces
las rodillas). Y luego, de vuelta del mercado,
repartiré en la casa amor y pan y fruta.
MarÃa Victoria Atencia
La historia no es sino un diálogo, bastante dramático, por cierto, entre el hombre y el universo.
MarÃa Zambrano
Kennamore Street
Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.
Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.
Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.
Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.
Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.
Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.
Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.
Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.
José MarÃa Fonollosa
A veces pienso que es una lástima que la poesía social sea la más atacada (bueno, la única atacada), ya que encierra grandes valores humanos además de los poéticos.
MarÃa Elvira Lacaci
Lied Iii
En la costa brava
Suena la campana,
Llamando a los antiguos
Bajales sumergidos.
Y como tamiz celeste
Y el luminar de hielo,
Pasan tristemente
Los bajales muertos.
Carcomidos, flavos,
Se acercan bajando...
Y por las luces dejan
Oscuras estelas.
Con su lenguaje incierto,
Parece que sollozan,
A la voz de invierno,
Preterida historia.
En la costa brava
Suena la campana
Y se vuelven las naves
Al panteón de los mares.
En la costa brava
Suena la campana,
Llamando a los antiguos
Bajales sumergidos.
Y como tamiz celeste
Y el luminar de hielo,
Pasan tristemente
Los bajales muertos.
Carcomidos, flavos,
Se acercan bajando...
Y por las luces dejan
Oscuras estelas.
Con su lenguaje incierto,
Parece que sollozan,
A la voz de invierno,
Preterida historia.
En la costa brava
Suena la campana
Y se vuelven las naves
Al panteón de los mares.
José MarÃa Eguren
Curiosidad: Impulso humano que oscila entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar detrás de las puertas o a descubrir América.
José MarÃa Eça de Queirós
La Muerta de Marfil
Contemplé, en la mañana,
la tumba de una niña;
en el sauce lloroso gemía tramontana,
desolando la amena, brilladora campiña.
Desde el túmulo frío, de verdes oquedades,
volaba el pensamiento
hacia la núbil áurea, bella de otras edades,
ceñida de contento.
Al ver oscuras flores,
libélulas moradas, junto a la losa abierta,
pensé en el jardín claro, en el jardín de amores,
de la beldad despierta.
Como sombría nube, al ver la tumba rara,
de un fluvión mortecino en la arena y el hielo,
pensé en la rubia aurora de juventud que amara
la niña, flor de cielo.
Por el lloroso sauce, lilial música de ella,
modula el aura sola en el panteón de olvido.
Murió canora y bella;
y están sus restos blancos como el marfil pulido.
Contemplé, en la mañana,
la tumba de una niña;
en el sauce lloroso gemía tramontana,
desolando la amena, brilladora campiña.
Desde el túmulo frío, de verdes oquedades,
volaba el pensamiento
hacia la núbil áurea, bella de otras edades,
ceñida de contento.
Al ver oscuras flores,
libélulas moradas, junto a la losa abierta,
pensé en el jardín claro, en el jardín de amores,
de la beldad despierta.
Como sombría nube, al ver la tumba rara,
de un fluvión mortecino en la arena y el hielo,
pensé en la rubia aurora de juventud que amara
la niña, flor de cielo.
Por el lloroso sauce, lilial música de ella,
modula el aura sola en el panteón de olvido.
Murió canora y bella;
y están sus restos blancos como el marfil pulido.
José MarÃa Eguren
El Cuarto Cerrado
Mis ojos han visto
el cuarto cerrado;
cual inmóviles labios su puerta...
está silenciado!...
Su oblonga ventana, como un ojo abierto,
vidrioso me mira;
como un ojo triste,
con mirada que nunca retira
como un ojo muerto.
Por la grieta salen
las emanaciones
frías y morbosas;
¡ay, las humedades como pesarosas
fluyen a la acera:
como si de lágrimas,
el cuarto cerrado un pozo tuviera!
Los hechos fatales
nos oculta en su frío reposo...
¡cuarto enmudecido!
¡cuarto tenebroso
con sus penas habrá atardecido
cuántas juventudes!
¡oh, cuántas bellezas habrá despedido!
¡cuántas agonías!
¡cuántos ataúdes!
Su camino siguieron los años,
los días;
galantes engaños
y placenterías...;
en el cuarto fatal, aterido,
todo ha terminado;
hoy sus sombras el ánima oprimen:
¡y está como un crimen
el cuarto cerrado!
Mis ojos han visto
el cuarto cerrado;
cual inmóviles labios su puerta...
está silenciado!...
Su oblonga ventana, como un ojo abierto,
vidrioso me mira;
como un ojo triste,
con mirada que nunca retira
como un ojo muerto.
Por la grieta salen
las emanaciones
frías y morbosas;
¡ay, las humedades como pesarosas
fluyen a la acera:
como si de lágrimas,
el cuarto cerrado un pozo tuviera!
Los hechos fatales
nos oculta en su frío reposo...
¡cuarto enmudecido!
¡cuarto tenebroso
con sus penas habrá atardecido
cuántas juventudes!
¡oh, cuántas bellezas habrá despedido!
¡cuántas agonías!
¡cuántos ataúdes!
Su camino siguieron los años,
los días;
galantes engaños
y placenterías...;
en el cuarto fatal, aterido,
todo ha terminado;
hoy sus sombras el ánima oprimen:
¡y está como un crimen
el cuarto cerrado!
José MarÃa Eguren
Gracely Square
Es un hermoso cuerpo ese que viene
hacia mí. Se detiene. Y me sonríe.
Qué bella esa sonrisa roja y húmeda
que se abre, como un sxo a mí ofrecido,
para preguntar algo que no entiendo.
Miro sus ojos claros. Pienso, mientras,
que su maravilloso cuerpo late
junto a mí. Están sus senos cercanísimos
a mi pecho y el vello en su entrepierna.
Se apretará, oprimido por las bragas,
que adivino adorables y minúsculas.
Y como un ruiseñor sonidos dulces
gorjea su garganta a mis oídos.
Ese increíble cuerpo habla conmigo.
Le respondo: «No sé». Se aparta el cuerpo
y veo que se alejan las caderas.
más perfectas de todo el universo.
He aprender inglés. Ahorita mismo.
Es un hermoso cuerpo ese que viene
hacia mí. Se detiene. Y me sonríe.
Qué bella esa sonrisa roja y húmeda
que se abre, como un sxo a mí ofrecido,
para preguntar algo que no entiendo.
Miro sus ojos claros. Pienso, mientras,
que su maravilloso cuerpo late
junto a mí. Están sus senos cercanísimos
a mi pecho y el vello en su entrepierna.
Se apretará, oprimido por las bragas,
que adivino adorables y minúsculas.
Y como un ruiseñor sonidos dulces
gorjea su garganta a mis oídos.
Ese increíble cuerpo habla conmigo.
Le respondo: «No sé». Se aparta el cuerpo
y veo que se alejan las caderas.
más perfectas de todo el universo.
He aprender inglés. Ahorita mismo.
José MarÃa Fonollosa
Las obras de arte nacen siempre de quien ha afrontado el peligro, de quien ha ido hasta el extremo de la experiencia, hasta el punto que ningún humano puede rebasar. Cuanto más se ve, más propia, más personal, más única se hace una vida.
Rainer MarÃa Rilke