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Merecer

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Vive de tal modo, que nada de lo que hagas deba merecer el reproche o la condena de quienes te rodean.


Simone Weil


La mayor desgracia es merecer la desgracia.


Jean de La Fontaine




La humanidad empezará verdaderamente a merecer su nombre el día en que haya cesado la explotación del hombre por el hombre


Julio Cortázar


Tened cuidado con el hombre que pide un perdón: puede caer fácilmente en la tentación de merecer dos.


Alfred de Musset


Creo que solo hubiera podido amar a un ser perfecto y soy demasiado mediocre para merecer que me aceptara, incluso si lo encuentro algún día.


Marguerite Yourcenar


La dignidad no consiste en nuestros honores sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos.


Aristóteles




Dios guíame, irrádiame, bendíceme, aun y cuando no se si lo merezca, ¡quien soy yo que tantas faltas a cometido!, ¡quien soy yo para pedirte algo!, solo debo ofrendarte, para ganar que me pueda merecer que escuches mis ruegos y mis suplicas.


psiceve


Merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal, de las caídas. Es igual que darle a la verdad y a nuestra propia libertad la bienvenida.


Eladia Blazquez


Merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas... Es una virtud, es dignidad y es la actitud de identidad más definida.


Eladia Blazquez




Entre los obstáculos del corazón hay un principio de alegría que me gustaría merecer…


Federico Moccia


RECUERDOS

Como una sombra viviente en mi mente estas pensando que regresas y que me quieres de verdad, por tu amor rechazo a todos por el miedo a que me puedan dejar, ya ha pasado tanto tiempo y no te puedo olvidar.
Quisiera soñar día y noche para contigo estar pero no seria bueno ya que en pesadilla mi vida esta ¿por que no te puedo olvidar? si a mi lado otra gente hay , ala soledad la queria dejar pero a mi lado siempre estara.
Aunque dormida quisiera estar toda la vida para que un día mi principe azul me pueda despertar.
Pero un recuerdo eres ya por que hoy a mi puerta el amor toco no me importa que este loco como yo.
Ahora mil nombres en mi mente están día y noche pensando si uno de ellos tendra un corazón para amar, aunque uno solo me conquistara por su actitud que lo hara brillar pero si me engaña lom odiare y un pecado cometere ala luna lo llevare que un castigo ha de merecer.


ma. concepción


“Carta a la Soledad…”

"Sombras negras en mi corazón, un millón de recuerdos, sensaciones que asfixian un alma abandonada, son algunas de las tantas cosas que me dejo tu desamor, tu rechazo. Hace ya tanto tiempo que mantengo la fe de una vida a tu lado, que lucho incesantemente por la dicha de tu ser, que dedico los segundos a encontrar la razón de mi locura de amor. Más todo esfuerzo es inútil, banal, sombrío. El fin de este martirio esta a punto de llegar...

Esta es mi carta a la soledad, carta que dedico a quien me ha hecho tan feliz y tan desdichado al mismo tiempo, (Patty). Miles de razones existen para amarte con desesperación, para maldecir o bendecir a la vida. Para creer que Dios me dio el más grande regalo que un hombre puede recibir, y también para pensar que este puede ser el mayor castigo que alguien indigno pueda merecer...

No se si por algún motivo merecía tu desprecio, tal vez solo fue el destino, pero aún así luche contra toda adversidad, siempre queriendo ser algo mas en tu vida. Quise ocupar un lugar que ya estaba reservado y al final, solo quedamos mi alma y yo al fondo de un abismo sin salida. Como imaginar que tú ya tenías otro amor, cuando siempre quise y creí ser el único. Tu soledad es mi soledad, a ella le cuento todas mis tristezas y añoranzas, es la ausencia de tu piel la ausencia de mi corazón, de mis ganas de vivir. A pesar de tanto dolor y sufrimiento en mi ser, te sigo amando como el primer día, y sabemos que este amor no morirá con el invierno...

Esta es mi carta al dolor, a la tristeza, a cualquier sentimiento que desnude un corazón destrozado. Pero también es mi carta a la esperanza de olvido, al consuelo, al tiempo que se desvanece como la neblina y con el, los recuerdos. No me queda mas que aceptar la verdad que me agobia, una verdad en donde una vida juntos no es opción, solo es un sueño…

Que mas puedo pedir que no sea tranquilidad en mi alma, cuando se que solo fuiste una ilusión en mi mente, algo que no va mas allá de mis sueños. Buscando tu amor solo penumbras encontré. Solo me queda resignarme a la vida que me espera, al camino que debo seguir, lleno de tristezas y soledad. Solo me queda despedirme del mundo en que sufrí y llore…Esta es mi carta a la soledad...”


Rodolfo Martínez García


Te espero; hace más de un año que te fuiste, dejandome el recuerdo del sabor desabrido de un rancio limón. Y yo queriendote querer, quedarme contigo, los dos, y tu no... Pero ya no estabas aquí, solo quedaba aquel recuerdo amargo, entonces, te supuse olvidada. Ahora te consiento en mis sueños y lloro tu ausencia. Quiero volver, aunque me fui. Quiero acabar lo poco que quedo y olvidar tu recuerdo, para poder mirarte a los ojos, por los que aún veo... borroso. Intento buscar y largarme con cualquiera que se parezca a ti, pero estoy más triste que nunca y te siento más cerca aunque no estes aquí.

Ya no tomo en los bares, no hago nada en exceso, ya no lloro como antes, y empero el dolor de tu ausencia en mi alma insiste en no largarse como tu lo hiciste. Tu, la que querias quedarte a mi lado, cuando nos la jugo la vida, tu me la jugaste a mi, sin mirarme a los ojos y explicare por qué, el fin; y si supieras como te echo de menos cuando aprieta el frio, cuando nada es mio.

Hace más de un año que te fuiste y hoy que estoy más triste que nunca, por fin comprendí, que los días en que podia tomar decisiones en nombre de mi corazón eran días idos y que por gritar al filo de la aurora no se me olvida que no puedo olvidarte y me sentí abandonado a una suerte, que a pesar de mis errores, no creía merecer, y sabiendo que jamás nos vamos a perdonar lo que pasó te espero. Mientras tanto,me cuentan que el olvido no te sienta tan mal.

Y tu que no me querías cerca me ofreces quedarme contigo, y Yo, que deje de sufrir por lo inevitable supuse que acepte al prolongar mi silencio, ante tu propuesta. Que va!!!; es más maravilloso sentirte aunque no estés. Así, te recuerdo amorosa, por qué para que dormir contigo, si ya no estamos juntos, si no es lo mismo venir, que irse llorando.


Carlos Ariel Garrido Mendoza




Me tratastes peor que yo a la basura, hicistes de mi lo que quisistes, no comprendo cual fue mi error , no se que fue eso que te hice para que me trataras asi o que hice para merecer tanto odio de tu parte, busco en mi lógica en mi adentro una razon para darle paz a mi alma y solo consigo sombras


Mi Angel


PARA ARISTÓTELES la amistad era "lo más necesario para la vida", y nosotros, cuando oímos decir que "un amigo es un tesoro" o que "donde está tu amigo está tu tesoro", nos damos cuenta de que esas palabras resuenan como un aldabonazo en nuestro interior. No nos dejan indiferentes, porque todos sabemos o intuimos qué clase de tesoro puede llegar a ser una amistad.

A las personas nos gusta tener amigos: gente con la que compartir vida, experiencias, tiempo, conversación... Nos gustan los amigos y nos parecen muy importantes, incluso imprescindibles. La amistad es una relación humana con un valor muy especial. Junto con la família y el trabajo, es algo que nos parece que merece la pena y a lo cual dedicamos tiempo y esfuerzo. Queremos tener amigos en la vida: para no estar solos -a veces se siente la soledad incluso estando rodeados de gente-, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad. Como escribió Aristóteles, "sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes".

Quizá por eso escribo esto. Escribir sobre la amistad me ayuda a saber qué espero yo de ella, qué doy yo a mis amigos, si mi amistad con ellos es plena o solo algo "satisfactorio". Reflexionar sobre las cosas ayuda a vivirlas mejor. Reflexionar es un modo de vivir.

LA AMISTAD COMO REGALO
Decía más arriba que dedicamos esfuerzo a hacer amigos. Y el esfuerzo es necesario porque las cosas no salen solas. Sin embargo, la amistad no se puede forzar. Por eso también puede decirse que la amistad surge siempre como un regalo, como un don que se recibe. En un momento dado, aparece entre dos personas un deseo de compartir, de comunicarse, de contar lo que se lleva dentro y de contrastarlo, de ser conocido muy a fondo. De hecho, cuando uno vislumbra en el horizonte la posibilidad de hacer una nueva amistad, de esas profundas y verdaderas, que aportan y llenan tanto por dentro, parece que su espíritu se hincha y crece. Es como ver nacer un día radiante. La vida se ve de otro color porque los amigos hacen cobrar sentido a nuestras vivencias: estas no van a ser solo para nosotros. Las cosas son distintas porque las vivimos pensando en compartirlas, en transmitirlas, en discutirlas, en compararlas. De nuestros amigos nos interesa todo: lo que piensan, lo que hacen, cómo viven las cosas. Lo importante no es solo lo que cuentan ni lo que les pasa; lo importante es que eso "es tuyo", "eres tú".

Desde mi adolescencia he experimentado disgusto ante los momentos meramente descriptivos de los acontecimientos, o las que eran como una reseña informativa de lo que había ocurrido en el verano. Los momentos verdaderos son aquellos en las que los acontecimientos del lunes o del viernes se describen como cosas que me pasan y no solo como cosas que van pasando a mi lado. Lo interesante y lo que me hace disfrutar era ver cómo esas cosas se viven desde dentro de mis amigos.
El grado de amistad con los amigos puede distinguirse precisamente por eso. Por si los momentos estaban llenos de preguntas convencionales y frases que se repetían del mismo modo en todas los demás momentos o si e ellos te dejas llevar, trayendo a colación esto o aquello, y acabando en lugares desconocidos para ti mismo, pero bonitos y en los que habías disfrutado. Escribir para los amigos es descubrir el mundo con unos ojos nuevos para dárselo a ellos.

La amistad es un regalo porque es vivir otra vida además de la propia. Es poder vivir dos veces. Y es también reafirmar tu propia existencia porque hay alguien que la quiere así: incondicionalmente. En el amigo encontramos aceptación plena.

La amistad es un don porque, en cierto modo, llega cuando y como quiere; no es programable; simplemente, surge y es como un regalo, un don que uno recibe.

Esa comunión del espíritu que hay entre los amigos, ese compartir denso e intenso, ese vivir y ser sin dar explicaciones porque estas no son necesarias para nuestro mutuo entendimiento, ese encontrar las puertas del alma siempre abiertas y acogedoras para ti porque eres tú, es el tesoro incalculable. No es extraño que los griegos la calificaran como regalo de los dioses.

Regalo es también en el sentido de que nunca es verdaderamente merecida. Si se puede hablar así, algunos podrían merecer más que otros el tener amigos. Pero, en el fondo, la amistad de una persona difícilmente es algo que uno llegue a "merecer". Se pueden tener de modo habitual disposiciones personales adecuadas para la amistad, para tener amigos (no todo el mundo las tiene).

Pero no se puede decidir en qué momento aparecerá el amigo o de quién seré amigo. Por ejemplo, todos contamos con momentos imborrables de la vida en los que comprendes repentinamente que tienes delante a alguien que puede leer dentro de ti como si fueras tú quien lo hiciera; que puede pasearse por tu alma sin explicaciones de tu parte; sin necesidad de mapas, brújulas o palabras clave que le hagan entender lo que se va a encontrar. Es la empatía, una sintonía especialísima que se establece con muy pocas personas a lo largo de la existencia, y que es un descenso y un ascenso vertiginoso por las entrañas de la verdadera vida.

MIRAR A LAS PERSONAS
Cuando nos sentimos así, vistos con unos ojos ajenos que al mismo tiempo son como los nuestros propios, es como si todo nuestro ser despertara. Querríamos saberlo todo acerca de aquella persona y que ella conociera nuestro yo hasta el final. Las conversaciones se convierten en un continuo maravillarse y aportarse mutuo. Sentimos el mundo como un pequeño globo terráqueo que gira entre nuestras manos y el motor de ese movimiento es la corriente que entre nosotros se ha creado.

Es un encuentro con otro yo, sin que ese yo se refiera a un yo idéntico, a un "alma gemela"; pues puede serlo o no. Es otro yo porque se pone en nuestra piel como si fuéramos nosotros mismos; pero al tiempo que mantiene su mismidad y su alteridad. Y por eso hay mucha riqueza en el trato con el amigo, porque lo distinto siempre nos enriquece.

Mirarnos en un amigo es mirarnos en un espejo. En un espejo que devuelve algo más que una simple reproducción de la propia imagen. Mirarnos en un amigo es encontrarnos a nosotros mismos vistos desde fuera y con mayor perspectiva, pero con el cuidado con que nosotros mismos pondríamos al mirarnos: "A través de él, los amigos se enriquecen y perfeccionan, se descubren e interpretan.

Se podría decir que, al ver al otro, cada uno de ellos aprende a conocerse" (Marias). La acción de mirar que tanto aparece entre los amigos, es algo que me parece esencial para que pueda surgir amistad entre dos personas para tener amigos hay que saber mirar.

En una carta que recibí hace unos meses me decía una amiga que "había encontrado el camino para trascender lo inmediato. El despertador para mirar (...) era el del pensamiento filosófico y la contemplación de las cosas bellas". En mi respuesta, le reafirmé en su descubrimiento porque me parecía realmente valioso: la filosofía y la contemplación estética son dos medios muy buenos para acceder a lo más hondo de la realidad.

La belleza es un camino hacia la verdad especialmente bueno. Porque la belleza no produce únicamente la mera delectación estética; posee una cualidad inestimable, y es que exige por nuestra parte contemplación. Ante las cosas bellas no basta pasear la vista. Para disfrutarlas verdaderamente hay que mirarlas con detenimiento, con miramiento. Con ellas hay que andarse con contemplaciones. Y contemplar es importante porque hace que nos detengamos y miremos las cosas tal como son, "dejando" que sean así.

La contemplación es un camino abierto hacia la verdad. Hacia la verdad personal, la de los demás y la del universo entero. Eso lo expresa muy bien de otro modo Lorenzo Silva en una de sus novelas. Escribía que "el mundo está lleno de tesoros sin descubrir porque no hay quien se pare a mirarlos. Pero en cuanto hay alguien que se detiene ante ellos, se abren ante esa persona como una maravillosa realidad llena de riqueza y significado ofreciéndole nuevos horizontes". Yo he pensado muchas veces que eso exactamente pasa con las personas.
Por eso, para tener amigos hay que saber mirar. Mirar es ver con atención, es contemplar, es concentrar nuestro ser entero en los ojos deseando captar lo que hay frente a ellos. Mirar presupone una vista limpia, sin prejuicios ni cargas anteriores, para captar lo que hay y no lo que yo he puesto o quiero poner. Mirar no es ver lo que yo quiero ver sino percibir cómo son las cosas o las personas en sí. Y además de limpieza interior, la mirada requiere también aceptación, renuncia a dominar. Cuando miramos de verdad, estamos dispuestos a dejar ser a las cosas y a las personas tal y como son. Esto es especialmente importante con las personas.

A las personas hay que dejarlas ser, hay que aceptarlas como son. Sin esa condición nunca sabremos lo que es una verdadera amistad; nunca llegaremos a saborear el gozo inmenso que produce esa identificación con el otro, ese compartir la vida, los sueños, los deseos, los fracasos. Habrá siempre en el amigo una zona de acceso prohibido o de "reservado".

Para mirar de verdad hay que aprender a hacerlo. Los hay que conocen ese arte de modo natural o han sido educados en él. Pero también puede aprenderse. Para mirar hay que pararse, parar la rueda de la actividad exterior y parar también nuestro ruido interior (qué tengo que hacer luego, cómo resolveré la cena en casa de mi hermano, qué ropa necesito, a ver cómo queda el Madrid, a ver si consigo cerrar un buen trato con este cliente...). Para mirar hay que perder el miedo a "pasar tiempo" sin haber sido ""eficaces"".

Todos hemos conocido a personas que provocan que los que están a su lado den lo mejor de sí mismos. Son personas que logran que los demás quieran -parafraseando a Salinas- "sacar de sí su mejor yo". Es así porque son personas que saben mirar, y que por eso han sabido encontrar la llave interior de las personas. Esa llave de la confianza que uno entrega solo cuando va a saberse visto, aceptado y querido por sí mismo.

LA MORADA DEL YO
Llegar a la intimidad del alma, al centro de la persona o solo rozar su periferia, exige rodeos: rodeos que son esencialmente contemplación, escucha atenta y activa, mirada abierta y receptiva. Solo cuando una persona percibe ese clima de confianza a su alrededor es capaz de empezar a abrir las rendijas de su yo. Y a través de esas rendijas pueden empezar a filtrarse los rayos de la luz que toda persona esconde. La intimidad, la interioridad, es siempre luminosa en el sentido de iluminadora. Porque muestra siempre algo desconocido para quien no está allí dentro. No siempre será lo original y nuevo el qué diga esa persona pero sí el cómo ella lo vive. Esta es la llave que entregamos a nuestros amigos y que hace que quedemos totalmente al descubierto: vulnerables, también.

Algunas veces, tras haber desnudado la intimidad del alma en conversación con la persona que nos ha inspirado esa confianza, uno siente el vértigo del miedo a romperse, a que le rompan, a que se burlen, a que no comprendan, al silencio indiferente o superficial.

Hasta ahora, esos pensamientos, deseos, aspiraciones, miedos y preguntas más íntimas habían quedado dentro de nuestra alma. A veces nos angustiaban, otras nos elevaban, otras nos desbordaban por dentro de tal forma, que había que expresarlos de algún modo (quién no ha cantado, llenado de piruetas su salón, compuesto una melodía o garabateado un poema, historia o carta, por puro desbordamiento. Tanto no cabía dentro; fuera crecía, pero tenía más apoyos para ser sostenido, para ser vivido).

Sin embargo, no dejaban de ser nuestros: los demás solo poseían de ellos su cara externa, lo que era fruto de la superabundancia. Por lo demás, no habían sido escuchados por nadie hasta el final y solo de vez en cuando abríamos a alguien una pequeña ventanita de nuestro interior, observando con atención la reacción del interlocutor ante aquello. Pero, de repente, hemos encontrado a alguien que ha provocado que primero quisiéramos abrir una ventanita y después otra, y otra... Luego le hemos pasado al interior de la casa y -poco a poco- le hemos encendido todas las luces que había en ella, iluminando incluso rincones sucios, destartalados, rincones sin ordenar o habitaciones llenas de trastos que no sabemos en dónde colocar. Le hemos enseñado el sillón de los sueños, frente a la ventana, y le hemos invitado a sentarse allí porque desde él puede conocerlos mejor. Le hemos presentado el rincón de los miedos, ese sí, está a oscuras porque nos parece que la luz acabará por hacerlos crecer. Es un rincón siempre difícil de enseñar; se supone que de esos no tenemos, y nos cuidamos mucho de dejarlos salir. También le hemos pasado al cuarto de las preguntas; esa habitación está llena de frases sueltas, de pensamientos, de párrafos incluso, y hasta de alguna página escrita. Pero sobre todo está lleno de interrogantes; es una habitación poblada de signos de interrogación que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida: por qué las relaciones humanas son tan complicadas, por qué hay personas que no miran hacia adentro, por qué las focas son más importantes que los países del Sur... Hay también un cuarto sin techo que mira directamente al sol, o al firmamento, si es de noche. Ese es el cuarto de las aspiraciones grandes, el cuarto en el que respiro hondo, el cuarto al que hay que acudir siempre que hemos pasado un día entre mucho polvo, o mucho tiempo en el sillón. También ha conocido la buhardilla; allí no vamos demasiadas veces porque es donde están los pedazos rotos de nuestra vida y todavía nos cuesta mirarlos sin sentir dolor o pena.

Hay personas a las que paseamos por nuestra morada interior sin miedo alguno; es más: deseamos desde lo más íntimo de nuestro ser hacerlo. Sentimos desde muy hondo que apreciará, entenderá y comprenderá cada objeto que encuentre en ella. No le importarán los cacharros rotos, aunque tengamos la estantería llena de ellos; no querrá reírse de nuestras inquietudes: se le iluminará la mirada al conocerlas porque . también ella las había sentido latir más de una vez. Le encantará que tengamos un sillón de sueños y un cuarto sin techo, y querrá saber qué nos dicen los astros por la noche y cómo es el vuelo de los pájaros que vemos pasar. Son personas que hacen que sintamos la necesidad de hacer crecer todo eso, de mostrárselo, de hacerlo vivir para ellas.

Esas personas son los amigos, el amigo aquel con quien me atrevo a ser yo misma; sin restricciones y sin temores. Esa persona con la que puedo decir todo porque todo lo va a entender en su contexto; esa persona con la que puedo hablar en borrador: sin orden, sin hilazón, sin sentido algunas veces. Con rabia o ira, con desesperación, con alegría exultante, desvariando. Descubriendo todas las raíces de mi alma y sabiendo que en ningún momento se aprovechará de ello para arrancarme de mi lugar. Y sabiendo que -como escribió alguien- "comprende esas contradicciones en mi naturaleza que llevarían a otros a juzgarme mal". Eso es un amigo.


Diego Torrente


Tengo miedo de mirar mi dolor. No vaya a ser que me quede demasiado grande. Prefiero calzar mi deber como una valentía de espuelas e hincando mi pereza, que quisiera morir cobardemente, andar con frente firme ante la pampa yerma del dolor de los otros. Solo así quiero merecer.


Ricardo Güiraldes


Después de tanto tiempo
Mi corazón vuelve a latir,
Está lleno de miedos
Teme volver a sufrir.

Mucho ha pasado en mi vida,
Más cuidadosa me volví
Y lo que había a mi alrededor
Ni siquiera lo vi.

Creí estar volviéndome loca
En ti me estaba fijando
Y cuando menos lo esperaba
Y de ti me estaba enamorando.

Me pregunto si el camino recorrido
En mi vida, era para aprender
Ser mejor persona
Y tu amor merecer.

Tengo mucho miedo
A perder tú amistad
Pero si no me arriesgo
Puedo perder el amor de verdad.

La niña de mi interior
Salta de alegría
Pero la mujer de afuera
Teme cada día.

No se como acabara esta historia
Yo solo deseo que seas feliz
Y yo poder verlo
Aunque no sea junto a mí.

Pase lo que pase siempre
Tendrás mi amistad
Eres un ángel de persona
Que se merece la felicidad.

Para D, mi diablillo loco


kelpie555


Merecer la sensación de lo inútil esta fuera de cuestión, más la reacción que nos propone dicho estado nos lleva la cruel realidad: Memoria.


Ji Hu


La naturaleza le da la cara que tienes a los veinte años, sino que depende de usted para merecer la cara que tienes a los cincuenta.


Coco Chanel


Usted no tiene que merecer el amor de su madre. Usted tiene que merecer su padre.


Robert Frost


La vida no se nos ha dado para ser felices, sino para merecer serlo.




En mi punto de vista, lejos de merecer la condena por sus informes valiente, el New York Times, el Washington Post y otros periódicos debería ser elogiado por servir a la finalidad de que los Padres Fundadores vieron tan claramente.


Hugo Black


Si las obras de Jesús eran mucho más maravilloso que el hombre podía realizar como para merecer ser llamados milagros, ¿no es absurdo advertir a sus discípulos con tanta fuerza para no ser engañados por las obras de los demás?


Lysander Spooner


Solo es demasiado claro que el hombre no está en casa en este universo, y sin embargo no es lo suficientemente bueno como para merecer una mejor.


Perry Miller


No hice nada para merecer el amor de Dios, de hecho, yo estaba viviendo como un huérfano, sin esperanza. Sin embargo, Dios optó por seguir una relación conmigo, y por la muerte de su hijo Jesús, que fue adoptado en la família de Dios.


Steven Curtis Chapman


Solía ??dolía tanto que me pregunto por qué Dios, ¿qué he hecho para merecer todo esto? Me siento ahora me estaba preparando para esto, para el futuro. Esa es la manera en que yo lo veo.


Eden Phillpotts




Aquí se hace un intento de explicar el sufrimiento: el paria del hinduismo tradicional se lleva a cabo para merecer su suerte inverosímil, sino que es un castigo por los errores que hizo en una vida anterior.


Walter Kaufmann


Un amigo es lo mejor que se puede tener, os lo puedo asegurar... Nunca perdáis la esperanza de cambiar a alguien porque puede merecer la pena...




Se pide a Cristo nuestro Señor que nos conceda la verdadera humildad y la abnegación de la voluntad y juicio, para que podamos merecer que empezar a ser sus discípulos.


Saint Ignatius


En la infancia de una nueva religión, los sabios e instruidos generalmente consideran que el asunto es demasiado poco importante para merecer su atención o mirada. Y cuando, después, de buena gana descubrirían la trampa para desengañar a la multitud engañada, el momento ha pasado y los documentos y testigos que podrían aclarar el asunto han desaparecido irremediablemente.


David Hume


El médico o herbolario que ignora las virtudes de las yerbas, o que sabiendo las de algunas no procura saber las de todas, sabe poco o nada. Conviénele trabajar hasta conocerlas todas, así las provechosas como las dañosas, para merecer el nombre que pretende.


Pachacútec


Tenemos el amor que creemos merecer


Stephen Chbosky


Aceptamos el amor que creemos merecer.


Stephen Chbosky


¿Cómo puede merecer el nombre de "corresponsal" alguien que desde el mejor hotel de Cancún o de Sevilla oye hablar de la guerrilla como quien oye llover? Y, sin embargo excluido de partidos y banderas, me conmueve tu manera de no darte por vencido, de disputarle al olvido la hoguera del porvenir, de desempolvar la crin del caballo de Zapata, de matar a los que matan, de enseñarnos a vivir.


Joaquín Sabina


Siempre justo sin parcialidad y siempre bueno sin debilidad, me habría preservado asimismo de las desconfianzas ciegas y de los odios implacables; porque viendo a los hombres tal cual son y leyendo tranquilamente en el fondo de sus corazones, habría encontrado pocos lo bastante amables como para merecer todo mis afectos, pocos lo bastante odiosos como para merecer todo mi odio, y su misma maldad me habría predispuesto a compadecerlos por el conocimiento certero del mal que se hacen a ellos mismos al querer hacérselo a otro.


Jean-Jacques Rousseau


El amor sana todas las heridas. Ningún problema es demasiado pequeño para merecer la atención de Dios, ni demasiado grande para que Él no pueda resolverlo.


Marianne Williamson


¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?


Quino


A cada cual lo que se merece.


Ulpiano


En resumidas cuentas, en este mundo, cada cual consigue lo que se merece. Pero solo quienes alcanzan el éxito lo reconocen.


Georges Simenon


Todo es sencillo, si lo quiero tener lo busco, el problema es que cuando lo encuentro no se si lo merezco.


Samuel Gonzalez