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Oliverio girondo algo que duerme ( 2 )

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¡Y ante todo está el mar! ¡El mar!... Ritmo de divagaciones. ¡El mar! Con su baba y con su epilepsia.


Oliverio Girondo


Hasta las ideas más optimistas toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro.


Oliverio Girondo




No me agrada esta calma, este silencio muerto, sin carne, puro hueso.


Oliverio Girondo


Siempre volvemos, campo, de tus tardes con un lucero humeante... Entre los labios.


Oliverio Girondo


Así como hay hombres cuya sola presencia resulta de una eficacia abortiva indiscutible, la mía provoca accidentes a cada paso, ayuda al azar y rompe el equilibrio inestable de que depende la existencia.


Oliverio Girondo


Si no saben volar pierden el tiempo las que pretenden seducirme.


Oliverio Girondo




Lloremos. ¡Ah! Lloremos purificantes lágrimas, hasta ver disolverse el odio, la mentira, y lograr algún día -sin los ojos lluviosos- volver a sonreírle a la vida que pasa.


Oliverio Girondo


¡El arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que se ofician, arrodillados, quienes no son artistas.


Oliverio Girondo


Más que tierra eres cielo, campo nuestro.


Oliverio Girondo




No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.


Oliverio Girondo


Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.


Oliverio Girondo


Lo cotidiano podrá ser una manifestación modesta dejo absurdo, pero aunque Dios ?reencarnado en algún sacamuelas? nos obligara a localizar todas nuestras esperanzas en los escarbadientes, la vida no dejaría de ser, por eso, una verdadera maravilla.


Oliverio Girondo


Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.


Oliverio Girondo




Llorar a lágrima viva, llorar a chorros...Llorarlo todo, pero llorarlo bien. (...) Llorar de amor, de hastío, de alegría...


Oliverio Girondo


La cotidianeidad nos teje, diariamente, una telaraña en los ojos


Oliverio Girondo


Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.


Oliverio Girondo


Nada de nada; es todo. Así te quiero, nada. ¡Del todo!..Para nada.


Oliverio Girondo


La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semi-desnudos... Unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste.


Oliverio Girondo


Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad


Oliverio Girondo


Basta que alguien me piense para ser un recuerdo.


Oliverio Girondo


¿Y no basta con abrir los ojos y mirar para convencernos de que la realidad es, en realidad, el más auténtico de los milagros?


Oliverio Girondo


Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.


Oliverio Girondo


Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.


Oliverio Girondo


¿Por qué bajas los párpados? Ya sé que estás desnudo, pero puedes mirarme con los ojos tranquilos. Los días nos enseñan que la fealdad no existe.


Oliverio Girondo


Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo.


Paulo Coelho


Cuando hagas algo noble y hermoso y nadie se de cuenta, no estés triste. El amanecer es un espectáculo hermoso y sin embargo la mayor parte de la audiencia duerme todavía.


John Lennon




A La Orilla Del Sueño

A la orilla del sueño algo de mí despierta
Brasas que miran la otra parte que
como siempre
duerme

Hay una barca que se abre ante el mar como una espera
Hay una vertical sombra sin rostro que me invita a subir
A irme de viaje por estas aguas turbias
en estas horas que alzan su ramazón
su tallo oscuro
en el tiempo que crece antes del alba

Hora de gallos asustados
que concentran pavor bajo sus alas
Estancias tibias en donde irrumpe el frío
como un silbido de cristal

Alza su pecho gris la incertidumbre
Entra mi pie en la barca
Despierta la otra parte de mí
que siempre duerme
y unta un frío sudor sobre mi frente

Enciendo luz
Salto fuera del sueño

Tiemblo.

"Música solar" 1984


Efraín Bartolomé


El Jugador de Dátiles

El pentotal paqué
Oliverio Girondo

Me dan los dados, dicen: ¿tiras o la muerte?
con ellos juegas con su juego vives
donde nace la fórmula te haces
donde se rompe acabas.
Y si te dan los dados te dirán: ¡juega la vida!
porque los dados son la cara del insomnio y la pena
y otros hasta doce retratos. Por eso te dirán:
apenas dejo yo dinero en este par
¡ya!, dobles, para ti la suerte
-Para mí la desgracia, centeno y sidra, esa fue mi desdicha.
Rancio es el olor de la taberna, sé lo que juego
y si lo arriesgo es ocio, no aventura.
-¡Tira los dados! Seis figuras contiene cada uno
la muerte se desliza entre los puntos negros
suma su sino goza la ganancia.
-Tirar pá qué. Los pentotales nada.
-Para eso estamos, dale ya, no jodas.
Tiro, rodean el tablero, giran matan.
-Mal paso.
Siempre fue así, entre cebada y hule de pequeño
ahora de grande con acero y cristal.
Cojo los dados, los peso, arrojo y ¡dame!
azar, peso del tiempo, sacrilegio,
cantan bailan suben bajan regocijo geométrico
galanteo de puntos. Resultado.
Avena y trébol, tristeza misma de bacalao y patata
norma del hombre que nunca fuese al cine.
Esto es así:
comprender que las fórmulas vacilan ante la regla
la matemática se incendia ante el derecho
lo abstracto teme a la barbarie del fascista concreto.


Félix de Azúa


El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece.


George Sand


Cuando el amor es algo real e incontrolable; nos entra un miedo indefinible e intolerable, por que así debe ser o así debemos ver; que no hay nada igual a el.


Pablo Colin


Interior

Tu piel me devolvía
algo remoto. (¿Es esto
un Poema de amor?
¿Es un canto de duelo
o de esperanza? Un himno
triunfal o una nostalgia
acariciada sobre
la realidad?)
No había
nadie, sino nosotros.
(Los demás no existían.)
Una botella, un libro,
un cenicero. Ahora
la vida es de cristal,
de metal, de papel.
Ahora es la botella
más bella que una flor.
El cenicero tiene
el sonámbulo brillo
de las olas. El libro
es una roca... (¿Es esto
un poema de amor?)
En una habitación
en penumbra, entre el humo
que nos aleja... (¿Es esto
un Poema de amor?) 25
...sin hablar...(nada está
dicho aún...).
Olvidaba
otra cosa: la música
frutal, el corazón
errante de los siglos,
suena para nosotros.

Toqué tu frente como
si me fuera a morir
un instante después.
Igual que si me anclases
a la verdad. (¿Es esto
un poema de amor?
¿Fuimos sus criatura
melancólicas...?)

Libro,
botella, cenicero.
(No flor, ni ola, ni rocas.)
He llamado a las cosas
por su nombre, aunque el nombre
rompa el hechizo. Quiero
todo aquello que ha sido
el instante, su carne
y su alma (no solo
su alma), lo que el tiempo
roe (no lo que el tiempo
purifica).

Al contacto
de tu frente, los días
volaban desprendidos
de la copa. Pensé
que los días... ¿Amor
es eso que devuelve
el tiempo huido? ¿Eras
entonces el amor?
¿Me estoy cantando a mí,
recobrado y perdido?
¿Al amor, al que duerme
bajo tu piel, la pobre
criatura del cielo
destinada a morir
sin haber conocido
sus imposibles padres.


José Hierro


Cómo es que puedes verme a los ojos como puertas abiertas
guiándote profundamente dentro de mi corazón
donde me he vuelto tan entumecida sin un alma, mi espíritu duerme en algún lado, congelado
hasta que lo encuentres allí, y lo guíes nuevamente a casa

Despíertame, despiértame por dentro
no puedo despertar, despiértame por dentro
sálvame, dí mi nombre, y sálvame de la oscuridad
Despíertame, dile a mi sangre que fluya
no puedo despertar, antes de que me deshaga
sálvame, sálvame de la nada en que me he convertido

Ahora que sé lo que soy sin tí
no puedes simplemente abandonarme
exhala sobre mí, y hazme real
Tráeme a la vida

Despíertame, despiértame por dentro
no puedo despertar, despiértame por dentro
sálvame, dí mi nombre, y sálvame de la oscuridad
Despíertame, dile a mi sangre que fluya
no puedo despertar, antes de que me deshaga
sálvame, sálvame de la nada en que me he convertido
Tráeme a la vida
He vivido una mentira, no hay nada dentro mío
Tráeme a la vida
Conjelada por dentro, sin tus caricias, sin tu amor, cariño
solo tú éres la vida entre la muerte

Todo este tiempo no puedo creer que no haya podido ver
Me mantenía en la oscuridad, pero tu siempre estuviste en frente de mí
Parece como si hubiese dormido durante mil años
Debo abrir mis ojos a todo
sin un pensamiento, sin una voz, sin un alma
no me dejes morir aquí
debe haber algo más
Tráeme a la vida

Despíertame, despiértame por dentro
no puedo despertar, despiértame por dentro
sálvame, dí mi nombre, y sálvame de la oscuridad
Despíertame, dile a mi sangre que fluya
no puedo despertar, antes de que me deshaga
sálvame, sálvame de la nada en que me he convertido
Tráeme a la vida
He vivido una mentira, no hay nada dentro mío
Tráeme a la vida


gustavo a. bequer


Tal vez si te pones a pensar , no todas las cosas fueron creadas con animo de que sean explicitas.
Tal vez , no todo tiene un fundamento cientifico , psicologico o hasta tal vez un fundamento filosico.
Tal vez , algunas cosas fueron creadas , solamente para sentir .
Si me preguntas , que es lo mas raro que conosco , yo te respondo que es el amor .
Amor , cuatro letras que conforman un sistema tan simple , con conceptos tan abundantes .
Científicamente , podria describirse como una sensacion creada a causa de un movimiento particular de las moleculas sensitivas de nuestro sistema nervioso que nos hace sentir algo especial.
Psicológicamente , se diria que es un sentimiento propisio de las personas por las que sentimos algo que nos motiva felicidad.
Filosóficamente , se piensa que es un sentimiento que nace y muere con nosotros que nos hace sentir algo especial por una o mas persona .
Ahora , si criticas estos conceptos , te das cuenta que es muy ironico , como estas 3 ciencias tan distintas comparten algo tan comun , la palabra ALGO .
ALGO , cuatro letras , AMOR , cuatro letras .
Yo pienso que amor , no es algo , es alguien .
Amor es alguien que te acompaña en las buenas y en las malas .
Amor es alguien que camina paso a paso , los pasos mas difíciles de tu camino .
Amor es alguien que rie a tu lado .
Amor es alguien que llora en tu presencia .
Amor no es amor , amor es amar .
Un gran escritor escribio una vez “el sabio , es sabio porque ama . El loco , es loco por querer entender al amor “ .
Un gran viejo loco me dijo una vez “ en el amor no se piensa , se siente”
El amor no se ve con los ojos de nuestros cinco sentidos , el amor se siente con nuestro objeto mas escondido .
El amor no es palabra , el amor es acción .
Por que acción y no palabra te preguntaras.
Simplemente porque la palabra “te amo” no implica nada si no es demostrado .
Como Jesús en su tiempo de predice lo dijo , “dios los ama y por eso me ha mandado a salvarlos” es por eso , que dios nos ha demostrado su encanto.
Tal vez no todos poseemos el talento o mejor dicho el DON del amor y en este fragmento entra en juego mi persona . Pensar que nunca tuve la posibilidad de amar , a veces es perturbador e irrumpe ferozmente en mis pensamientos mas angustiantes .
Pero no todo lo malo es malo , a veces lo malo es compañero de lo bueno . Pensar que nunca tuve esa posibilidad utopica , me da mas fuerza para luchar por amor , o mejor dicho , VIVIR PARA AMAR .
Abre tus alas y lanzate a lo desconocido , dijo un cantante antes de partir.
Cierra tus ojos y camina mirando con los ojos de la fe , dijo bochelli en uno de sus cantos , .
Siente con los poros del alma y no con los fragmentos del cuerpo , dijo facundo velastiqui en una de sus conquistas .
ama , vive , lucha , sufre , ama , llora, odia , grita , ama , corre , salta , vuela , ama , duerme, come, trabaja , ama , ama ,ama.
Sin amor…. lamentablemente no podemos vivir .
Aunque esten los valientes que digan lo contrario.
Sin amor , no se respira .
Sin amor , no se duerme .
Sin amor , no se llora , no se odia , no se corre , no se vuela .
SIN AMOR , NO SE SIENTE .
Por eso hoy , decido vivir por amor
Y escribir esto en busca de mi amor .


Luis Facundo Velastiqui Domene


Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


Nunca des nada por perdido; ya que puede ser el comienzo de algo maravilloso.


Pablo Colin


Toda belleza duerme.


Fernando Arrabal


Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.


Ernesto Sábato


Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta.


Proverbio


El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa.


Wystan Hugh Auden


Mejor duerme el pobre que el que tiene que guardar con solicitud lo que con trabajo ganó y con dolor ha de dejar.