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Stefan Zweig: ¿Para qué vivimos, si el vie...

¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?

Stefan Zweig

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PodrÃ© olvidar muchas experiencias de la vida, pero no las de la infancia. Siempre recuerdo aquel verso que dice: Â¡Oh, infancia! Â¡Oh, mi amiga! Y lo que importa en Ã©l es lo que no se dice. Nuestra infancia es ciertamente nuestra amiga, pero nosotros no fuimos amigos de nuestra infancia porque entonces no existÃamos como somos ahora. Aquel ser desvalido que fuimos a veces nos conmueve porque nadie pudo comprenderlo del todo, salvo nosotros... que todavÃa no estÃ¡bamos a su lado.

Puedes equivocarte de camino y que aun asÃ este te lleve a donde quieres ir. O, viceversa, a veces puedes hacerlo todo mal y aun asÃ sale bien.

Hay dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazÃ³n. La mayorÃa de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeÃ±os escÃ¡ndalos susurrados. Esos secretos ansÃan liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto mÃ¡s los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes. Los secretos del corazÃ³n son diferentes. Son Ãntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondÃ©rselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazÃ³n, y cuanto mÃ¡s se los guarda, mÃ¡s pesados se vuelven. Es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazÃ³n. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos.

Estoy harto de la inteligencia. Todo el mundo es inteligente en la actualidad. No se puede ir a ningÃºn lado sin conocer a gente inteligente. La cosa se ??ha convertido en una verdadera calamidad pÃºblica. DesearÃa por sobre todas las cosas que aÃºn nos quedaran algunos tontos.