Autores

Populares

Recientes

Temáticas


Frases para Facebook

frases de amor

frases romanticas

frases cortas de amor

frases de desamor

te extraño

frases de despedida

poemas de desamor

frases para enamorar

frases tristes

frases de reflexion

frases de agradecimiento

frases lindas

frases de amistad

frases de aliento

frases para pensar

Poema a la monja blanca ( 2 )

Poema a la monja blanca. Encuentra docenas de poema a la monja blanca con fotos para copiar y compartir.


La Flor Blanca

Entraban en silencio el invitado,
la mujer de su amigo y la flor blanca.
Estaban en silencio. Y el espacio
de su amor era blanco y silencioso,
como la flor que lo representaba.
Y aquel silencio era deseo y culpa,
traición amarga, dulce desafío,
y había en él angustia y esperanza,
y era la plenitud, y el desengaño.

"El hacha y la rosa" 1993


Luis Alberto de Cuenca


La Sangre

El mustio peregrino
vió en el monte una huella de sangre:
la sigue pensativo
en los recuerdos claros de su tarde.

El triste, paso a paso,
la ve en la ciudad, dormida, blanca,
junto a los cadalsos,
y al morir de ciegas atalayas.

El curvo peregrino
transita por bosques adorantes
y los reinos malditos,
y siempre mira las rojas señales.


José María Eguren




La Luna Blanca...y El Frío...

La luna blanca... y el frío...
y el dulce corazón mío
tan lejano... tan lejano...

¡tanto distante su mano...!

La luna blanca, y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano...

Y vagas notas del piano...
Del bosque un aroma arcano...
Y el remurmurar del río...

Y el dulce corazón mío
tan lejano...!


León de Greiff


Nubes

Nevada de los cielos, pareciste
la luna trastornada en primavera.
Vi una vez, no sé dónde, una pradera
así, blanca cual tú te apareciste.

En un sueño más sueño aún, volviste
de nuevo a mí como la mensajera
del último blancor que el alma espera...
Me desperté dos veces, triste y triste.

No sé si desvelada va o dormida
mi esperanza contigo. Sobrepasa
unas veces, con luz, tu mismo albor,

cuando estoy más despierto que en la vida...
Ya veces es como que me traspasa
la negra sombra de un almendro en flor...


Juan Ramón Jiménez


Canción A La Cadena Del Blanco Amor

Ayer te volví a ver, barrio de mis once años
y encontré la mitad de mi nostalgia
apoyada en una clara cruz de malva,
custodiando una sal de blanca usanza,
sobre el delgado muro de tu casa.

Miré tu monasterio en la colina,
con tres siglos de paz en los aleros
y con palomas que abren en el cielo
su corazón de musical garbanzo.

Oí cantar los gallos, como entonces,
con sus sombreros de oro y hojas frescas;
miré la casa en que moría siempre
por hambre, por olvido y por decoro,
caballero macilento y solo.

Y vi un copo de lana que nevaba
en la biografía de la abuela.
El ángel de la rueca tenía sueño
y en sus alas de pana, la tristeza
había doblado en dos la antigua rueda.

Cómo te recordé dulce Lucía muerta,
con tu cesto de pan fuera de tiempo,
llorando de vacío en la vereda...
Desde entonces estás blanca de enero,
perdida en la salud azul del cielo
y para ya no despertarte... sueño.


César Dávila Andrade


Ayer En Fondo

Son canas infantiles.
Recuerdos de la infancia.
Por ese tiempo aquel
tu figurilla blanca.

(Te imagino allí, breve,
al corro, con palabras
medias. Puras.
-El tiempo.
El tiempo, el tiempo, hermana.)

Eras. Fuiste. Has sido.
Nostalgia de nostalgia.
¡Y estas fotografías
que todo me lo aclaran!

Mirándolas estamos.
Te pregunto. Me hablas.
Mi pregunta es un eco;
tu respuesta una cana:
parece que respondes
como si preguntaras.

Eras. Fuiste. Has sido.
Me duele un poco tanta
inocencia. Me duele
más que la mía tu infancia.

Ayer en fondo. Sueña.
Parece una cantata.
¡Música de una niña
mirándome, lejana!
Y, en marco, ¡los paisajes
aquellos que te guardan!

Estamos juntos viendo
arqueologías cuadradas,
testamentos pequeños,
lejanías, cantatas.
Cartoncitos.
Nos lloran.
Los ancianos del alma.
Ayer en fondo. Nunca,
nunca será mañana.

Los paisajes aquellos,
¡tu figurilla blanca!


Félix Grande




Iba Blanca Y Tierna...

Iba, blanca y tierna, entre
los brotes rubios y verdes...

A donde daba su frente,
oriente era. Lo fuerte,
a su mudo pasar leve,
se caía, vano y débil.
Estaba encima y ausente
de todo, y todo, envolviéndole
el corazón transparente,
la hacía una y perenne,
como la vida a la muerte.

-Como a la vida. Su nieve
era inmortal y celeste.
Nevaba del suelo al cenit.

Pasó, sin irse. Indeleble
y absorto, quedó el presente
mirando su huida, siempre...


Juan Ramón Jiménez


Alma Solitaria

Mira los aires, alma solitaria,
alma triste que sola vas gimiendo.
Asciende, sube. Amor te espera.
La cima es alta. Escaso, el aparejo.

Aleteante, temblorosa y blanca,
te veo subir con retenido esfuerzo.
Hoy llega el sol donde hasta ayer la luna.
Llega la luna donde ayer el cierzo.

Al fin la vida con la luz se aclara.
Al fin la muerte con la luz ya se muerto.
¡Cantan las cumbres y los valles! ¡Cantan
los siempre vivos a los nunca muertos!

Cara con cara junto a Dios, escuchas
vibrar los aires y vivir los sueños.
Vida con vida, luz con luz amada,
y cielo, humano, en el amor, con Cielo.

Bajar la luz de amor, la luz de vida
lenta en los aires minuciosos siento.
Fundida luz de Dios con luz del alma.
Qué claridad de pronto. Qué silencio.


Carlos Bousoño


Cleopatra

La vi tendida de espaldas
entre púrpura revuelta.
Estaba toda desnuda,
aspirando humo de esencias
en largo tubo, escarchado
de diamantes y de perlas.

Sobre la siniestra mano
apoyada la cabeza;
y como un ojo de tigre,
un ópalo daba en ella
vislumbres de fuego y sangre
el oro de su ancha trenza.

Tenía un pie sobre el otro
y los dos como azucenas;
y cerca de los tobillos
argollas de finas piedras,
y en el vientre un denso triángulo
de rizada y rubia seda.

En un brazo se torcía
como cinta de centellas,
un áspid de filigrana
salpicado de turquesas,
con dos carbunclos por ojos
y un dardo de oro en la lengua.

A menudo suspiraba;
y sus altos pechos eran
cual blanca leche, cuajada
dentro de dos copas griegas,
y en alabastro vertida,
sólida ya, pero aún trémula.

¡Oh! Yo hubiera dado entonces
todos mis lauros de Atenas,
por entrar en esa alcoba
coronado de violetas,
dejando ante los eunucos
mis coturnos a la puerta.


Salvador Díaz Mirón




Xxxiii

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama.

Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.

Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.

Dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca.

Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.


Gustavo Adolfo Becquer


Consagración

Surgió tu blanca majestad de raso,
toda sueño y fulgor, en la espesura;
y era en vez de mi mano -atenta al caso-
mi alma quien oprimía tu cintura...

De procaces sulfatos, una impura
fragancia conspiraba a nuestro paso,
en tanto que propicio a tu aventura
llenóse de amapolas el ocaso.

Pálida de inquietud y casto asombro,
tu frente declinó sobre mi hombro...
Uniéndome a tu ser, con suave impulso,

al fin de mi especioso simulacro,
de un largo beso te apuré convulso
¡hasta las heces, como un vino sacro!


Julio Herrera y Reissig


Conjuro

Los guerreros más augustos ya son sombras
bajo la sombra del viejo encinar.
Cárdena crepita la noche.
Latigazos, ladridos, remotos rayos.
Chirrían las cornejas en el pozo ciego.
Guiarán al manso corcel de hielo.
La tormenta. El sol verde de aguas negras.
No me conozco. Es un lago el pecho muerto.
Bajel de oro, cadalso prieto del día.
Mi cuerpo, como la cuerda de un arco.
Ya labora el invierno, cuando rasga
las cortinas, teatro del mar.
Se enmascara tras las nieblas densas.
Arquero negro, detén tu paso.
Petrifícase el arquero de azabache.
La saeta conoce el derrotero.
Palmo a palmo mensuramos la fosa.
Fango y hojas nos daban la yacija.
Arde y arde el guante de oro del barquero.
La laguna, de nieve y azafrán.
No pensabas que fuera así de blanca.
Ahora vienen las huestes. Cielo allá,
las huestes vienen. Verdor de la encina
en los ojos vacíos, de cal llenos.


Pere Gimferrer


Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!...

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!


Dulce María Loynaz




Con Lilas Llenas de Agua...

...Rit de la fraícheur de l'eau.
Victor Hugo

Con lilas llenas de agua,
le golpeé las espaldas.
y toda su carne blanca
se enjoyó de gotas claras.

¡Ay, fuga mojada y cándida,
sobre la arena perlada!

-La carne moría, pálida,
entre los rosales granas;
como manzana de plata,
amanecida de escarcha.-

Corría, huyendo del agua,
entre los rosales granas.

Y se reía, fantástica.
La risa se le mojaba.
Con lilas llenas de agua,
corriendo, la golpeaba...

( De "Francina en el jardín" )


Juan Ramón Jiménez


Amor

Amor...
única llama que me queda de Dios
en el sendero cierto de lo incierto.

Aquí,
desesperada,
me contemplo la vida en un hueco del tiempo.

Entrecortando pasa el sendero de luz
que esperancé de sueño.

¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas,
volando en el espacio!

¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando despierta el cuerpo!

¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...!
¡Multiplican en ecos!

Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos!

Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma...
Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso.

Mis espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh el peso del ambiente!
¡Oh el peso del destierro!

¡Amor...!
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.


Julia de Burgos


Y La Luna Eras Tú...

San Juan de Puerto Rico

Y la luna eras tú.
Una luna creciente, blanca, fría.
Mirabas hacia el mar y hacia las cosas
que no eran yo.
Y con cuánto silencio te gritaba
-creciente, blanco, frío yo también-:
«Mírame, mírame,
ay, mírame mirarte...»


Antonio Gala


La Condena

El que posee el oro añora el barro.
El dueño de la luz forja tinieblas.
El que adora a su dios teme a su dios.
El que no tiene dios tiembla en la noche.

Quien encontró el amor no lo buscaba.
Quien lo busca se encuentra con su sombra.
Quien trazó laberintos pide una rosa blanca.
El dueño de la rosa sueña con laberintos.

Aquel que halló el lugar piensa en marcharse.
El que no lo halló nunca
es desdichado.
Aquel que cifró el mundo con palabras
desprecia las palabras.
Quien busca las palabras que lo cifren
halla solo palabras.

Nunca la posesión está cumplida.
Errático el deseo, el pensamiento.
Todo lo que se tiene es una niebla
y las vidas ajenas son la vida.

Nuestros tesoros son tesoros falsos.

Y somos los ladrones de tesoros.

De «Los vanos mundos»


Felipe Benítez Reyes


Espuma

Espuma resplandeciente
con frescura y con color,
playa llena de espumas,
de dulzura y desamor.

Espuma blanca y radiante,
tu música rompes las olas,
playa llena de espumas
en una danza con olas.

Espuma resplandeciente,
la arena guarda tus huellas,
mientras las olas se alejan,
brillando como un diamante.


Rodolfo Alfonso


La Órbita Del Agua

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota del agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla de agua,
la mitad de lágrimas de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de una ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos... Volveremos mañana.


Andrés Eloy Blanco


El brillo de tu mirada

Cuando contemplo la luz del sol
entre las rendijas de mi ventana,
veo el brillo de tu mirada...

Cuando contemplo la espuma blanca
de un mar agitado y lleno de olas,
veo el brillo de tu mirada...

Cuando una luna llena
o las estrellas ponen su luz
en el firmamento,
veo el brillo de tu mirada...

Cuando agonizo ante la inmensidad,
cuando el respiro rompre el silencio
y cuando la aurora abre el universo,
veo el brillo de tu mirada...


Rodolfo Alfonso


Se que te encuentras aquí
escondido en esta caja
hecho de tela y lana gris
mi peluche de alma blanca.

Adormecido entre juguetes
pequeños recuerdos de infancia
se que te encuentras sin mí
mi peluche de alma blanca.


Pedro D. Montalbo


Ella apareció bella, blanca y callada
Para volver a enamorar mi alma rayada
Por aquella tristeza que ha quedado atrás
Y vuelve esa luna bella a enamorar
mi corazón y borrar mi tristeza
Y una vez mas me siento presa
De este amor que quema y reza
Por estar siempre a tu lado
Y amarte cada vez mas ahora con un amor
Mas callado, aún mas profundo…


Jackselins


Respiraré profundo la luna,
para que el alma se me vuelva blanca,
para llenar de noche mi romance,
para rociar mi corazón de calma...


Jackselins Arteaga


Estavamos sentados
en la blanca arena
en la playa de
la paradisíaca isla del amor.

Tu tenias mis manos en las tuyas
mientras mi cabeza descansaba
en las nubes de tus pechos
y escuchaba la voz de tu corazon
que me decia:
Tu eres mio, yo soy tuya

De repente perdi la visión
de tus lindos ojos,
tu dulce sonrisa
y el sabor de tus dulces
labios de fresa
Y mira tu pelo negro
volando en las
ondas del viento
diciendome adios

Yo desperte...era solo un sueño de amor.


Omar Rubio


De tu bentana a la mia me tirastes con un limon el limon callo en el suelo y el golpe en mi corazon

paloma blanca que buelas con el liston en el pico dame un poco para coser tu corazon con el mio

el día que tu naciste nacieron las cosas lindas nació la luna el sol y las estrellas


cesar armando


Siento que vuelo muy lejos, a lugares que para mi alguna vez
fueron desiertos, a lugares que jamás pensé que podía llegar, a lugares donde creí que no existía el amar . Cada vez que te tengo, ni el viento más fuerte me puede parar, deslizo y floto cual nube blanca, que de en cuando en cuando oculta la luz del Sol .
Incapaz soy de mirarte a los ojos, en ellos veo mi reflejo, veo como mi rostro embobado rebosa sentimiento, y con un cautiva sonrisa intento ocultar lo que siento .
Mirando al cielo, contemplo estrellas, cuento todas y cada una de ellas, son tantas que me pierdo en las cuenta, pero no son infinitas como el amor que por ti guardo a escondidas .


Flavia Caetano




Luna

La luna desde siempre nos ha sido gran fuente de inspiración aún siendo solo una gran roca girando sobre nuestras cabezas, "porque una roca gigante nos es tan fascinante? Yo creo que es por su blanca naturaleza, su gran fuerza al empujar el agua contra las rocas o simplemente el como su belleza se opaca al estar junto a la mujer que se ama? Creo que sentimos su envidia hacia las mujeres por hacer lo que ella no puede, caminar entre los hombres de la tierra y enamorarlos con un simple coqueteo, por eso siempre esta en nuestra mente, cuando se habla de belleza de habla de la luna, pero jamás se habla de ella como una mujer que enamora sino como el objeto comparativo de nuestros cumplidos, siempre molesta por ser usada para adular pero no ser adulada. Supongo que nosotros sentimos ese resentimiento como un llamado de atención, y de ahí viene esa extraña fascinación que nos hace volvernos locos por ella.


Pablo Avitia


-¡¿Cuál es el significado de todo esto?! ¿Qué clase de caballero pega a una chica indefensa? (Tyrion)

-El tipo de caballero que sirve a su Rey, ¡enano! (Meryn Trant)

-Cuidado lo que dices, ¡no queremos que recibas sangre por todas las partes de tu bonita capa blanca! (Bronn)


Juego de Tronos


Les traigo con las manos reverentes

Los libros de mis sueños innumerables;

Mujer blanca que la pasión ha desaparecido

A medida que la marea lleva la arena gris perla,

Y con el corazón más antiguo de la bocina

Es ala del fuego pálido de tiempo:

Mujer blanca con los sueños innumerables

Les traigo mi rima apasionada.


William Butler Yeats


Mientras la sombra pasa de un santo amor, hoy quiero
poner un dulce salmo sobre mi viejo atril.
Acordaré las notas del órgano severo
al suspirar fragante del pífano de abril.

Madurarán su aroma las pomas otoñales,
la mirra y el incienso salmodiarán su olor;
exhalarán su fresco perfume los rosales,
bajo la paz en sombra del tibio huerto en flor.

Al grave acorde lento de música y aroma,
la sola y vieja y noble razón de mi rezar
levantará su vuelo suave de paloma,
y la palabra blanca se elevará al altar.


Antonio Machado


Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.

Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.

Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres la última rosa.

Ah silenciosa!

Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.

Tienes ojos profundos donde la noche alea.
Frescos brazos de flor y regazo de rosa.

Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.

Ah silenciosa!

He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.

El agua anda descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.

Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.

Ah silenciosa!


Pablo Neruda


Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.


Luis Cernuda



Me miré en tus ojos
pensando en tu alma.

Adelfa blanca.

Me miré en tus ojos
pensando en tu boca.

Adelfa roja.

Me miré en tus ojos.
¡Pero estabas muerta!

Adelfa negra.



Federico García Lorca


Kornelius, el poeta resfriado,
iba para una fiesta.
Llevaba un sobretodo sobre el brazo
y un sombrero en la testa.
Una camisa blanca y una rosa
en la solapa negra.


Gabriel García Márquez


Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.

Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.

Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.

Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.


Gabriela Mistral


Yo sueño con tu amor... Una infinita dulzura sube del florido huerto... ¿Por qué el ensueño de una margarita, hoja tras hoja mi saudade arranca, si en la penumbra del balcón abierto falta esta tarde tu silueta blanca?.


Francisco Villaespesa


Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra... si me quieres, quiéreme negra y blanca. Y gris, y verde, y rubia, quiéreme día, quiéreme noche...¡Y madrugada en la ventana abierta!.


Dulce María Loynaz


Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire.


Eduardo Galeano


Turbada transparencia me dejaste. Porque tu blanca miel labró mis huesos y en limo y hojarasca me encerraste.


Sara De Ibáñez


...Para mí, era el pan, era la nieve; ya la nieve no es blanca, el pan no sabe a nada.


Marina Tsvetáieva