Puerto ( 4 )
Puerto. Encuentra docenas de puerto con fotos para copiar y compartir.
»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.
»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.
»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.
»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar ?¡ángel mío!?, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.
¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad ?¡acaso no simulada!? destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. ?Vaya ?dice éste?, no hay que comérselo todo en un día?; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.
»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.
»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.
»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar ?¡ángel mío!?, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.
¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad ?¡acaso no simulada!? destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. ?Vaya ?dice éste?, no hay que comérselo todo en un día?; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.
Charles Baudelaire
El absurdo es que no parezca un absurdo -dijo sibilinamente Oliveira-. El absurdo es que salgas por la mañana a la puerta y encuentres la botella de leche en el umbral y te quedes tan tranquilo porque ayer te pasó lo mismo y mañana te volverá a pasar. Es ese estancamiento, ese así sea, esa sospechosa carencia de excepciones. Yo no sé, che, habría que intentar otro camino.
Julio Cortázar
Nadie está excluido de pedir a Dios, la puerta de la salvación está abierta para todos los hombres.
Juan Calvino
La felicidad llega sin llamar a la puerta, al margen de las situaciones y circunstancias que la rodean a una, con una independencia casi cruel. No importa en qué situación te halles o con quién estés.
Banana Yoshimoto
Los libros son puertas que te llevan a la calle, decía Patricia. Con ellos aprendes, te educas, viajas, sueñas, imaginas, vives otras vidas y multiplicas la tuya por mil.
Arturo Pérez-Reverte
¡Escucha! ?exclamó-. Sé que es difícil de creer, pero si algo puede abrir las puertas de las mazmorras del Castillo de la Noche son las palabras de esta carta? y la lengua de Meggie. Ella es capaz de hacer que la tinta respire, Roxana, igual que tú con tus canciones. Su padre posee el mismo don. Si Cabeza de Víbora lo supiera seguramente lo habría ahorcado hace mucho tiempo. Las palabras con las que el padre de Meggie mató a Capricornio eran tan inofensivas como éstas.
¡Cómo lo miró Roxana! Con la misma incredulidad que antes, cada vez que Dedo Polvoriento había intentado explicarle su ausencia durante semanas.
-¡Hablas de hechicería! ?musitó ella.
-No. Hablo de leer.
¡Cómo lo miró Roxana! Con la misma incredulidad que antes, cada vez que Dedo Polvoriento había intentado explicarle su ausencia durante semanas.
-¡Hablas de hechicería! ?musitó ella.
-No. Hablo de leer.
Cornelia Funke
El amplio y modesto apartamento que ocupaba casi carecía de muebles; los libros, desordenados, se apilaban en los rincones. Ese ámbito, desmesuradamentle bibliófilo y sorpresivo, me llevó a entender de inmediato que estaba ante un extraordinario lector.
- ¡Ah, mi querido amigo, a todo devoto de los libros nos ocurre lo mismo; cuando estos señores con vida propia invaden nuestra casa es imposible detenerlos! - justificó, irónico, con una sonrisa -. Uno no sabe que hacer con ellos y empiezan a desalojarte. Ya me ocurrió en otro apartamento. Llegó a estar tan repleto de libros que un día cerré la puerta, escapé por la ventana y nunca más regresé.
- ¡Ah, mi querido amigo, a todo devoto de los libros nos ocurre lo mismo; cuando estos señores con vida propia invaden nuestra casa es imposible detenerlos! - justificó, irónico, con una sonrisa -. Uno no sabe que hacer con ellos y empiezan a desalojarte. Ya me ocurrió en otro apartamento. Llegó a estar tan repleto de libros que un día cerré la puerta, escapé por la ventana y nunca más regresé.
Roberto Alifano
Aún estaba embadurnada con la sangre del
parto y los comienzos acuosos de sus heces de lactante. La llevó a la puerta y la puso bajo la lluvia tibia. Cuando estuvo limpia, vio que era
verde.
parto y los comienzos acuosos de sus heces de lactante. La llevó a la puerta y la puso bajo la lluvia tibia. Cuando estuvo limpia, vio que era
verde.
Gregory Maguire
Han pasado ya 21 horas de este 20 de junio, 21 horas de normalidad salvo algunos incidentes de violencia por la acción de piquetes. Los transportes han funcionado con normalidad y los mínimos se han cumplido al cien por cien. Muchas fábricas han trabajado con las puertas cerradas para evitar provocaciones. Las gasolineras han abierto en más de un noventa por ciento, y la distribución de pan y de otros alimentos era la de un día normal desde primeras horas de la madrugada...
Alfredo Urdaci
un hombre, al abrir una puerta, se encuentra con una mujer a medio vestir. Una persona educada diría: «Pardon, madame» y cerraría la puerta de inmediato. En cambio, la persona con tacto diría: «Pardon, monsieur» y cerraría la puerta de inmediato.
Haruki Murakami
Sabía por propia experiencia que la vida era un laberinto en el que la única puerta de salida conocida era la última: la muerte.
Jordi Sierra i Fabra
Cuando dieron por fin con la casa, Abrenuncio se despidió en la puerta con una sentencia de Horacio.
«No sé latín», se excusó el marqués.
«Ni falta que hace», dijo Abrenuncio. Y lo hizo en latín, por supuesto.
«No sé latín», se excusó el marqués.
«Ni falta que hace», dijo Abrenuncio. Y lo hizo en latín, por supuesto.
Gabriel GarcÃa Márquez
En Madrid, jamás llegué a pisar la calle, porque cada vez que aparecía en la puerta del Hotel Ritz, una legión de caballeros arrojaban sus capas al suelo para que caminara sobre ellas, poniendo ante mí una alfombra que nunca se acababa.
Mata Hari
El sueño y la fatiga llamaban a mi puerta, pero me resistí a rendirme.
No quería perder el hechizo de la historia ni todavía decir adiós a sus personajes
No quería perder el hechizo de la historia ni todavía decir adiós a sus personajes
Carlos Ruiz Zafón
estoy a punto de lanzar todo mi peso contra una puerta y encontrar que está abierta de par en par.
Isaac Asimov
La idea de un palacio para los recuerdos ha seguido viva desde entonces bajo diversas formas a lo largo de la historia. Una de ellas, misteriosa y sugerente, es aquella según la cual quien se mueve en esas salas infinitas es uno mismo, como una especie de máximo pontífice o de director de biblioteca que va extrayendo del pasado los recuerdos a medida que los reclama la conciencia. Por las noches dominan los otros bibliotecarios, de natural más salvaje y anárquico. Me los imagino a veces como un grupo de surrealistas precoces o de artistas pertenecientes al dadaísmo. Mezclan recuerdos y vivencias de una forma caótica, de modo que se convierten en fragmentos irreconocibles de la realidad. Esos agentes nocturnos fabrican absurdeces, pero también pesadillas, a menudo extraídas de las taquillas tóxicas donde almacenamos aquello que tratamos de ocultar detrás de puertas cerradas que se abren por la noche, cuando los malos sueños nos visitan en la oscuridad.
Henning Mankell
(Cristo) Amaba a los ignorantes, como todos los poetas, pues sabía que siempre hay espacio en el alma de un ignorante para una gran idea. Pero no podía soportar a los necios, especialmente a aquellos embrutecidos por la educación, vale decir, a esas gentes que poseen un juicio a punto para todo, aunque no comprendan ninguno; un tipo, éste, especialmente moderno, y que describe Cristo bajo la forma de aquél que posee la llave de la sabiduría y no la sabe emplear, ni permite que la empleen los demás a pesar de que ésta, acaso, sirva para abrir la puerta del reino de Dios.
Oscar Wilde
No sabes cómo temblarían los poderosos si lleváramos la violencia a la puerta de su casa. Si vieran amenazados sus privilegios y sus vidas, negociarían para no perderlo todo.
Ulrike Meinhof
Lo siento, señorita MacCorkle. ¿Y cuál es su problema?
-Los dolores de cabeza.
[... ]
-¿Por encima de su cabeza?
-Oh, sí. A unos buenos cinco centímetros.
[... ]
O´Reilly se inclinó por encima de Barry y cogió de la mesa un frasco de plástico con grageas de vitaminas.
-Éstas te servirán.
Luego el hombretón fue empujándola suavemente hacia la puerta.
-Éstas son especiales Maggie.
Ella asintió.
-Deberás tomarlas exactamente como te diga.
-Sí, doctor. ¿Y cómo será eso?
-Media hora.- Sus siguientes palabras fueron enunciadas con gran solemnidad-: Exactamente media hora antes de que el dolor comience.
-Los dolores de cabeza.
[... ]
-¿Por encima de su cabeza?
-Oh, sí. A unos buenos cinco centímetros.
[... ]
O´Reilly se inclinó por encima de Barry y cogió de la mesa un frasco de plástico con grageas de vitaminas.
-Éstas te servirán.
Luego el hombretón fue empujándola suavemente hacia la puerta.
-Éstas son especiales Maggie.
Ella asintió.
-Deberás tomarlas exactamente como te diga.
-Sí, doctor. ¿Y cómo será eso?
-Media hora.- Sus siguientes palabras fueron enunciadas con gran solemnidad-: Exactamente media hora antes de que el dolor comience.
Patrick Taylor
Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo porque soy un desesperado y estoy cansado, no aguanto más la rutina de serme y si no fuese la sempiterna novedad de escribir, me moriría simbólicamente todos los días. Pero estoy preparado para salir discretamente por la puerta del fondo. Experimenté casi todo, incluso la pasión y su desesperación. Yo ahora sólo querría tener lo que hubiese sido y no fui.
Clarice Lispector
Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabezar de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto despertando hacia atrás.
Gabriel GarcÃa Márquez
Abre la puerta que soy el diablo, que vengo con perras. Abre, chiquilla, las piernas que vengo a clavarte semillas. Como cada día en el infierno me aburría y me fui de bar en bar.. ví a la virgen María cansada de ser virgen, metida en un portal.
Roberto Iniesta
Ya que el comercio ignora las fronteras nacionales y la industria insiste en tener el mundo como mercado, la bandera de su nación los debe seguir, y las puertas de las naciones cerradas deben ser derribadas... Las concesiones obtenidas por los financieros deben ser salvaguardadas por ministros de estado, aún cuando en el proceso las naciones poco dispuestas a ello vean ofendida su soberanía. Se deben obtener o implantar colonias para que ninguna esquina útil del mundo quede apartada o sin uso.
Woodrow Wilson
Ayer deje de guardarte canciones, hoy te propongo esta y me voy dejando, la puerta abierta para que a tu vuelta no dejes de entrar.
Fernando Delgadillo
Deja de buscar la siguiente puerta secreta que te lleve a tu verdadera vida, deja de esperar. Ya la tienes; no hay otra. Estás aqui, y más te vale disfrutarla o seguirás sufriendo vayas donde vayas, hagas lo que hagas el resto de tu vida, eternamente.
Lev Grossman
¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
Federico GarcÃa Lorca
A los parias se les niega el agua, la tierra, el fuego, la sal, el pan, el arroz, la piedad de los fieles, la compañía de las gentes bien... Llevan en el pelo una pluma de cuervo y se anuncian con un grito para despejar la calle por donde avanzan. Penetran en las casas por una puerta excusada y se llevan las inmundicias. Transportan los cuerpos de los que mueren sin parientes, cargan con las carroñas en putrefacción y a veces se las comen.
Giuseppe Lanza del Vasto
Cuando la fortuna llama, abre la puerta", dicen. Pero, ¿por qué mantienes la puerta cerrada y obligas a la fortuna a que llame?
Idries Shah
Sentaos y prestad atención, pues voy a cantar
una historia en tiempos remotos forjada
y ya olvidada. La historia de un hombre.
El orgulloso Lanre, fuerte como la primavera,
como el acero de la espada que empuñaba.
Os contaré cómo luchó, cayó y se levantó,
para caer de nuevo. Esta vez en las sombras.
Lo abatió el amor: el amor a su tierra natal
y a su esposa Lyra, cuya llamada dicen algunos que atendió,
traspasando las puertas de la muerte
para pronunciar su nombre con renacido aliento.
una historia en tiempos remotos forjada
y ya olvidada. La historia de un hombre.
El orgulloso Lanre, fuerte como la primavera,
como el acero de la espada que empuñaba.
Os contaré cómo luchó, cayó y se levantó,
para caer de nuevo. Esta vez en las sombras.
Lo abatió el amor: el amor a su tierra natal
y a su esposa Lyra, cuya llamada dicen algunos que atendió,
traspasando las puertas de la muerte
para pronunciar su nombre con renacido aliento.
Patrick Rothfuss
Los grandes líderes militares del pasado han desaparecido, sus imperios se han derrumbado y quemado en cenizas. Pero el imperio de Jesús, construido sólidamente y majestuosamente en la fundación del amor, sigue creciendo. Comenzó con un pequeño grupo de hombres dedicados, que, a través de la inspiración de su Señor, fueron capaces de sacudir las formas de bisagras de las puertas del Imperio Romano, y llevaron el evangelio a todo el mundo. Hoy en día el vasto Reino terrenal de Cristo se cifra en más de 900,000,000 y cubre toda tierra y tribu.
Martin Luther King