Tigres en el jardin antonio carvajal ( 4 )
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Se está solo en una casa. Y no fuera, sino dentro. En el jardín hay pájaros, gatos. Pero, también, en una ocasión, una ardilla, un hurón. En un jardín no se está solo. Pero, en una casa, se está tan solo que a veces se está perdido
Marguerite Duras
El gobierno, con sus leyes y regulaciones más numerosas que los pelos de un buey, es un vicioso opresor del individuo, más temible que el más fiero de los tigres
Lao-Tse
En la tradición china del té, se dice que la primera taza no es la mejor. Su sabor aparece de una forma natural en la segunda o la tercera taza. Por eso la casa de té ofrece el termo, para que uno pueda disfrutar el té tranquilamente mientras contempla el jardín.
Qiu Xiaolong
Todos los imperialistas son tigres de papel, parecen poderosos pero en realidad no lo son tanto, es el pueblo el que es realmente poderoso.
Mao Zedong
Un mamuuuut por el jardín izquierdo, la pelota va para atrás, para atrás, para atrás y está descansando en paz, Sr...(el pitcher) con esa música lo entierren. -Home Run-
Alfonso Lanzagorta
La mitad de la ley es magia pura... tigres de papel que defienden el templo de una diosa con los ojos vendados.
Morris West
Ahora apareces, resucitada tú entre todas las muñecas, con vestido de alma, a poblar mi jardín de niños muertos que juegan con la noche al escondite.
Beatriz Villacañas
Dios es omnipotente y perfecto y el universo es infinito; si Dios lo conoce todo entonces es capaz de pensar en todo, incluido lo que yo pienso. Debido a que Dios es perfecto y conoce todo, debe crear lo que yo pienso. Yo puedo imaginar un infinito número de mundos parecidos a la tierra, con un jardín del Edén en cada uno. En todos esos jardines la mitad de los Adanes y Evas no comerán del fruto del conocimiento y la otra mitad lo hará; de esta manera un infinito número de mundos caerá en desgracia y habrá un infinito número de crucifixiones. De aquí puede haber un único Jesús que irá de mundo en mundo o un infinito número de Jesuses. Si hay un solo Jesús la visita a un número infinito de mundos tomará una infinita cantidad de tiempo, de este modo debe haber un infinito número de Jesucristos creados por Dios.
Giordano Bruno
La vida del aristócrata francés estaba llena de fantasmas, de reyes, antepasados y grandes acontecimientos que se desplazaban cual sombras en un desolado jardín. Como los fantasmas, impregnados de una extraña frialdad. Se sentía aparte, de una manera que apenas se explicaba a sí mismo, a una distancia que Marie Blanchard ni compartiría ni probablemente desearía compartir. Ella le aportaría el calor que necesitaba. Pero ¿podría tolerar él ese calor? ¿Y toleraría ella los fríos fantasmas con los que él debía vivir? No estaba seguro.
Edward Rutherfurd
Todos deben dejar algo al morir, decía mi abuelo. Un niño o un libro o un cuadro o una casa o una pared o un par de zapatos. O un jardín. Algo que las manos de uno han tocado de algún modo. El alma tendrá entonces adonde ir el día de la muerte, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, allí estará uno. No
Ray Bradbury
Después de todos estos años, veo que estaba equivocado con Eva al principio; es mejor vivir fuera del Jardín con ella que dentro de él sin ella.
Mark Twain
A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;
el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero y la verbena en los jardines submarinos;
la risa que incendia los preceptos y los santos mandamientos;
el descenso de las palabras paracaidas sobre los arenales de la página;
la desesperación que se embarca en un barco de papel y atraviesa,
durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de la angustia nocturna
y el pedregal de la angustia diurna;
la idolatría al yo y la disipación del yo;
la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
el solo de flauta en la terraza de la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento;
las migraciones de miríadas de verbos, alas y garras, semillas y manos;
los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados en las ondulaciones del lenguaje;
el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído y el amor a lo nunca dicho:
el amor al amor.
el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero y la verbena en los jardines submarinos;
la risa que incendia los preceptos y los santos mandamientos;
el descenso de las palabras paracaidas sobre los arenales de la página;
la desesperación que se embarca en un barco de papel y atraviesa,
durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de la angustia nocturna
y el pedregal de la angustia diurna;
la idolatría al yo y la disipación del yo;
la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
el solo de flauta en la terraza de la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento;
las migraciones de miríadas de verbos, alas y garras, semillas y manos;
los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados en las ondulaciones del lenguaje;
el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído y el amor a lo nunca dicho:
el amor al amor.
Octavio Paz
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los frutos tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguin le traiga flores.
Jorge Luis Borges
Estás ciego al creer que podrás evitar este jardín de gente. Con dinero no se inventa el amor.
Luis Alberto Spinetta
Arrasado el jardín, profanados los cálices y las aras, entraron a caballo los hunos en la biblioteca monástica y rompieron los libros incomprensibles y los vituperaron y los quemaron, acaso temerosos de que las letras encubrieran blasfemias contra su dios, que era una cimitarra de hierro.
Jorge Luis Borges
Bajo la impresión que tenemos de que los deberes del hombre son públicos, parecería que sólo y exclusivamente privados deberían ser los de la mujer; pero, ¿podemos admitir que el reino de la mujer esté encerrado entre los mueros del jardín donde abren sus flores?
Carmen Karr
El temor de lo crasamente infinito, del mero espacio, de la mera materia, tocó por un instante a Averroes. Miró el simétrico jardín; se supo envejecido, inútil, irreal.
Jorge Luis Borges
Existe el jardín. Y existe la cizaña. ¡Y a menos que seas despiadado, la cizaña siempre gana!
Sheri S. Tepper
La has llamado con los mejores nombres y aún no la quieres. Es que aun te falta llamarla con los peores nombres para quererla.
Antonio Porchia
En política solo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela.
Antonio Machado
Moneda que está en la mano, / tal vez se deba guardar. / La monedita del alma / se pierde si no se da.
Antonio Machado
La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible.
Antonio Cánovas del Castillo
El buen juez no ha de torcer las leyes a su condición, sino torcer su condición conforme a las leyes.
Fray Antonio de Guevara
...y hablando del amor podemos hablar de él sin sentirlo, sin tocarlo, olerlo, darlo, regalarlo, donarlo... hasta entonces, no hablemos de ello.
Antonio Tejeira
Atardeció Sin Ti
Atardeció sin ti. De los cipreses...
a las torres, sin ti me estremecía.
Qué desgana esperar un nuevo día
sin que me abraces y sin que me beses.
A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.
Atardeció sin ti. Seguro y lento,
el sol se derrumbó, limón maduro,
y a solas recibí su último aliento.
Quién me viera caer, lento y seguro,
sin más calor ni más resurgimiento,
gris el alma y frustrada entre lo oscuro.
Atardeció sin ti. De los cipreses...
a las torres, sin ti me estremecía.
Qué desgana esperar un nuevo día
sin que me abraces y sin que me beses.
A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.
Atardeció sin ti. Seguro y lento,
el sol se derrumbó, limón maduro,
y a solas recibí su último aliento.
Quién me viera caer, lento y seguro,
sin más calor ni más resurgimiento,
gris el alma y frustrada entre lo oscuro.
Antonio Gala