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Tigres en el jardin antonio carvajal

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Tigres En El Jardín

Como un ascua de odio te hemos visto en la aurora,
como un trigal de cielo derramado en la vega,
y hemos sorbido el agua que tu contacto dora
y ese aroma de rosas que nos cerca y anega.

En este huerto el lirio es feliz. Solo implora
libertad nuestra sangre, mientras la nube llega,
se riza y, leve, pasa. Da el chamariz la hora,
y el gozo de la sombra, como un rencor, nos niega.

Solos entre las dalias, entre cedros y fuentes,
tanto nos asediamos que nos cala hasta el hueso
este amor sin futuro y esta luz de los dientes.

Tigres somos de un fuego siempre vivo e ileso,
y te odiamos por libre, recio sol, mientras puentes
de plata ha levantado la muerte a nuestro beso.


Antonio Carvajal


Paraíso Final

Luchando, cuerpo a cuerpo, nos queremos de veras
y es fuego de mi carne la flor de tu mejilla.
El beso en su volumen iguala a la semilla
que brota verdemente con dos hojas primeras.

En la concha del ámbar manan las primaveras
un arroyo sereno de miel y manzanilla.
Tiene la tierra plumas de mirlo y abubilla;
pían en nuestro abrazo canarios y jilgueras.

El nácar se disuelve en manantial de leche,
en torrente de vino, de aceite y de resina:
No hay nada como el lirio que tanto nos estreche.

Hay en cueva de nata paladar de paloma
y en jardines cerrados para el sol que declina
paraísos abiertos del tacto y del aroma.

De "Tigres en el jardín"


Antonio Carvajal




Noviembre

A mi padre

Me acodé en el balcón:
las estrellas giraban,
musicales y suaves, como los crisantemos
de las huertas perdidas.
Toda la noche tiene manos inmaculadas
que pasar por las sienes que el cansancio golpea,
húmedos labios trémulos para tantas mejillas,
corazones acordes al par de sus silencios.

Me acordaba de ti,
del que no fueras nunca,
casi flor, casi germen, casi voz, casi todo
lo que nombra un deseo.
Aquél que hundió en la tierra su planta generosa,
los olivos que ceden su fruto a las escarchas;
el que alzaba su mano como si fuera un grito
poderoso y maduro sobre el marchito júbilo.

Me acordaba de ti,
como en noches pasadas,
tanto amor que se logra pero no se consuma
por no sé qué misterio,
y el corazón, tan lleno de flor y flor perenne,
de estrella y lunas fijas, de campo y campo abierto,
abría sus balcones hacia un paisaje oscuro
de paciencia y de adiós, de clemencia y de olvido.


Antonio Carvajal


Madrigal de Otro Estío

Dudé si compararte
con la nube o la luna:
Agua fugaz para mi sed, caricia
de luz distante en sombra íntima y única.

Ramas cansadas, últimos delirios
esperaron en vano que la antigua
costumbre de los astros me alumbrara;
dádivas de la nunca
previsible constancia de los meses
mi sien tocaran con sus manos húmedas.

Toda mi piel gozó tu piel un día,
toda mi noche se encendió en tu púdica
palabra sin futuro.
Sé que un agua
de juncias densa y clara se me oculta
y me llama y no sé si de mi sed
se burla o, para ser, mis labios busca.

Compararte pudiera a los oasis
-no a la nube inconstante, no a la luna
mudable-, pero solo oigo mis pasos,
no de tus palmas la envolvente música.


Antonio Carvajal


Bajo Continuo

Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa. ¿La aguardabas? Huele
como la adolescencia y sus deseos.
Pero en medio se abrieron las cidonias,
los ciruelos, manzanos y perales,
tantos y tantos, rojos, rosas, blancos,
y apenas los mirabas: Como el gozo
de unos brazos constantes de certeza
te acogieron, te acogen, y recuerdas
sólo el primer calor, solo la boca
que te ha dicho, al partir esta mañana:
"No vuelvas tarde".

Pasas por los campos:
Entre las hojas con su verde intenso,
aún canta la blancura de los pétalos.
Es la felicidad que da sus trinos,
sus trémolos, su leve melodía,
sobre un bajo continuo de sosiego,
de paz, de vuelta al labio no sabido
en la forma, en la flor que te formule.


Antonio Carvajal


el silbido del jardinero, más lejano, destruía alhelíes y tulipanes en la tranquilidad sin remordimiento de los robles, yo preocupada por que el jardín no se convirtiese en una fosa común de flores difuntas


António Lobo Antunes




A Veces El Amor Tiene Caricias Frías

A veces el amor tiene caricias
frías, como navajas de barbero.
Cierras los ojos. Das tu cuello entero
a un peligroso filo de delicias.

Otras veces se clava como aguja
irisada de sedas en el raso
del bastidor: raso del lento ocaso
donde un cisne precoz se somorguja.

En general, adopta una manera
belicosa, de horcas y cuchillos,
de lanza en ristre o de falcón en mano.

Pero es lo más frecuente que te hiera
con ojos tan serenos y sencillos
como un arroyo fresco en el verano.


Antonio Carvajal


Dame, Dame La Noche Del Desnudo...

Dame, dame la noche del desnudo
para hundir mi mejilla en ese valle,
para que el corazón no salte, y calle:
hazme entregado, reposado y mudo.

Dame, dame la aurora, rompe el nudo
con que ligué mis rosas a tu talle,
para que el corazón salte y estalle:
hazme violento, bullidor y rudo.

Dame, dame la siesta de tu boca,
dame la tarde de tu piel, tu pelo:
sé lecho, sé volcán, sé desvarío.

Que toda plenitud me sepa a poca,
como a la estrella es poco todo el cielo,
como la mar es poca para el río.


Antonio Carvajal


Deshojar Un Recuerdo...

Deshojar un recuerdo se convierte
en un trabajo lleno de rocío,
como un campo de lirios y cerezos
donde me vieras sin estar conmigo.

Dócilmente te tiendes a mi lado,
extiendes tu cabello, abres al lino
interiores de concha y amaranto:
el alba fija tus contornos tibios.

Yo repaso el silencio suavemente,
fluyen las horas, y en su claro signo
ponemos un común astro de besos,
y damos los recuerdos al olvido.

Todo lo que anhelé, tú me lo has dado;
todo lo que viví, por ti está vivo;
lo que no fuiste tú, sombra es de un sueño
y no esta flor quemándose en tu brillo.

Tus alas puras lo tocaron todo
Y aún vuelas en mi gesto pensativo.
Oh, no levantes más recuerdos yertos.
Déjame en ti gozosamente hundido.


Antonio Carvajal




Sierpe Profana

Quien tanto te adoró, muerde tu pecho
y desata torrentes carmesíes;
tiene en las sienes pulsos colibríes
y undoso el pelo como el crespo helecho.

Dardo de luz acomodé en tu lecho,
duras palpitaciones y rubíes.
¡Y qué fundirse nardos y alhelíes
culmen mi cuerpo de tu cuerpo y techo!

Labios que te invocaron, como a diosa,
bajo tu vientre ya volcán obsceno,
sobre tu piel serpientes de zafiro,

azules de pasión -no de veneno-
sorben, caliginosos, tu ebria rosa
e, hidrópicos de anhélito, el suspiro.


Antonio Carvajal


Cantar de Amigo

Di, noche, amiga de los oprimidos,
di, noche, hermana de los solidarios,

¿dónde dejaste al que ayer fue mi amigo,
dónde dejaste al que ayer fue mi hermano?

-Verde le dejo junto al mar tranquilo;
joven le dejo junto al mar callado.


Antonio Carvajal


Ebriedad de Sol

Vente conmigo a esta caliente fosa,
al hueco en que un árcangel nunca anida:
es foso de leones o manida
de sangre, no de pétalos de rosa.

Aquí los huesos silban, y qué hermosa
es su canción de besos y de herida.
El relámpago apenas tiene vida
en tanta huesa amante y cavernosa.

Ay, ven conmigo. Duérmete a mi lado.
El gusano no puede con el sueño,
vino es la muerte de metal fundido.

Tierra en la tierra ya, nuestro costado
será un arpa que tañe el Sol -su dueño-
para darle al Amor nuestro sonido.

"Serenata y navaja" 1973


Antonio Carvajal


Duérmete Ahora, Sentimiento Mío

Duérmete ahora, sentimiento mío.
Déjame en esta paz que me regalan
la silenciosa habitación, las suaves
luces, las tenues llamas.

Ya sé que ayer fue dura la congoja
y no sé cómo el corazón mañana
soportará romper con estos lazos,
con estas quietas brasas.

Pero no me perturbes esta noche
en que mi terca sangre se acompasa
al fluir de otras vidas más serenas,
al soplo de otra gracia.

Y tú, indiscreto pensamiento mío
pájaro equivocado de sus alas,
duerme también y deja que la noche
me abrigue, limpia, el alma.

De "Miradas sobre el agua"


Antonio Carvajal




Comprendo que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a mí me han engañado las dos.


Antonio Porchia


Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores un día terminan aquéllo que estaban haciendo y entonces les invade el tedio. Los que plantan a veces sufren con las tempestades y las estaciones, pero el jardín jamás para de crecer


Paulo Coelho


La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.


Antonio Machado


Cuando las estrellas bajan, ¡qué triste es bajar los ojos para verlas!.


Antonio Porchia


La mujer actual tiene una obsesion por ser igual que el hombre, y no se por que, si el hombre es un pobre diablo desorientado.


Antonio López


Al chirrido de los insectos sale la luna el jardín oscurece.


Shiki Masaoka


El jardín silencioso. donde la camelia, ofrece su blancura.


Uejima Onitsura


Frente al jardín han florecido, blancas, unas camelias.


Uejima Onitsura


Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.


Antonio Porchia


Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender.


Antonio Machado


Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien.


Antonio Machado


No extrañéis, dulces amigos,que esté mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas.


Antonio Machado


En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la mentecatez de Judas Iscariote.


Antonio Machado




La tierra tiene lo que tú levantas de la tierra. Nada más tiene.


Antonio Porchia


Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer.


Antonio Machado


Quien te quiere, si te quisiera solamente a ti, no podría quererte, porque no sabría como a quién ni como a qué quererte.


Antonio Porchia


Su falda semejante a viento azul que llega como una promesa concedida.


Antonio Brañas


Trátame como debes tratarme, no como merezco ser tratado.


Antonio Porchia


Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.


Antonio Porchia


Cuando sueñas, lloras o bailas como un loco y el temor acecha, te duele el tiempo perdido y llueve. Escribe entonces.


Antonio Brañas


La savia que alimenta la memoria del alma humana casi está seca. ¿Morirá la memoria del alma humana?.


Antonio Porchia


Has venido a este mundo que no entiende nada sin palabras, casi sin palabras.


Antonio Porchia


Entra una nueva pena y las viejas penas de la casa la reciben calladas, no muertas.


Antonio Porchia


La pobreza ajena me basta para sentirme pobre; la mía no me basta.


Antonio Porchia


Sin esa tonta vanidad que es el mostrarnos y que es de todos y de todo, no veríamos nada y no existiría nada.


Antonio Porchia


Sí, me apartaré. Prefiero lamentarme de tu ausencia que de ti.


Antonio Porchia


Dios le ha dado mucho al hombre; pero el hombre quisiera algo del hombre.


Antonio Porchia